Los muchachos de la primera del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) se han ganado esta tarde un lugar en la historia grande de la institución –después de 43 años, se consagraron campeones de la liga de rugby -, mientras que las mujeres del club siguen relegadas a un papel secundario, y no estoy hablando de deportes, porque ellas también tienen sus méritos en hockey.
En un país con más egresadas mujeres que hombres, CUBA -club con múltiples sedes en la zona norte del conurbano- sigue funcionando bajo las pautas de un reducto conservador de familias acomodadas. No acepta socias mujeres. La prohibición persiste aún cuando muchos de sus socios están casados con profesionales, graduadas universitarias igual que ellos, que cada fin de semana alientan a sus hijos en algún partido con los colores del club.
La comisión directiva sólo admite mujeres en calidad de esposas, viudas o hijas de socios hombres; es decir, como asociadas a través de un tercero masculino, que viene a ser el titular del derecho: único caso entre todos los clubes universitarios de la Argentina.
El tema surgió hace algunos días durante una charla de la doctora Carmen Argibay ante una platea mayormente masculina, compuesta por empresarios y gerentes de grandes compañías, en el marco del coloquio de IDEA. Argibay, la primera jueza nominada en democracia para integrar la Corte Suprema de Justicia, expuso sobre la problemática de género en el Poder Judicial. Habló del lactario que han inaugurado en Tribunales para las empleadas del Poder Judicial que amamantan; habló de su casa igualitaria, de su ingreso a la carrera de abogacía con 16 años, de su impulso para fundar una entidad de mujeres juezas cuando percibió las diferencias, de los fueros que aún son muy masculinos, como el federal...
Pregunta va, pregunta viene, alguien del público le preguntó su opinión sobre la discriminación que padecen las mujeres en CUBA. La doctora Argibay estaba muy al tanto del asunto, porque el club tiene muchos socios abogados y jueces, y una sede en la calle Viamonte, cerca de Tribunales, a la que sólo pueden ingresar los hombres. Argibay contó que hace muchos años tuvo la tentación de tomar la causa, pero que desistió porque la comisión directiva tuvo un gesto compasivo con una conocida suya que había enviudado. Para que la familia no perdiera el acceso al club, convirtieron en socio a uno de los hijos de la viuda, sin reparar en que era menor de edad.
Descubrí que el esfuerzo de las mujeres de CUBA por ser comprensivas y no tensar demasiado la cuerda persiste hasta el día de hoy. Un colectivo de asociadas intenta sensibilizar a los hombres a través de una campaña para juntar firmas, pero evita los caminos que podrían producir una confrontación más directa con la comisión directiva.
Las mujeres que apuestan a un cambio "por las buenas" difunden su reclamo en las redes sociales. Han creado una página de Facebook "por la igualdad de género en CUBA" en la que despliegan consignas con humor y carteles ingeniosos, y se prestan a intercambios simpáticos con las posturas más retrógradas de los hombres que, escudados en el anonimato, les ruegan que por favor se dejen de molestar, porque las cosas en club funcionan bien así como están.
Un tal Guillermo, por ejemplo, se molestó ante la posibilidad de permitir el ingreso de mujeres a la sede Viamonte y escribió:
"A gilada del club, no sean tan políticamente correctos. Ya no se podrá ir más en bo...las al bar para pedir algo después de un partido de paleta".
Las mujeres respondieron:
"Guillermo, si lo que a usted le preocupa es su derecho a andar en bolas despues de un partido de paleta, desde ya le decimos que los que estamos en este grupo creemos que la definición sobre el uso de Viamonte no es un tema fundamental.Esperamos que siga Ud disfrutando de sus partidos de paleta, de sus tragos en bolas en el bar de Viamonte, y de su evidente incorreción política".
Con menos pulgas, una tal Mariana agregó:
"Te aseguro que ni aunque me inviten me interesa entrar al bar nudista de Viamonte, por mi sigan paseándose en bolas todo lo que quieran, pero si ése es el motivo por el que las mujeres no podemos ser socias, con toda incorrección política te digo, !déjense de joder!".
El colectivo de mujeres por la igualdad es inquieto, y sus integrantes no son anónimas, pero no pude lograr que ninguna de ellas me permitiera citarla con nombre y apellido y una declaración: me han explicado que la mayoría decidió que es un paso que por ahora no quisiera dar.
En el muro de Facebook y en el blog están todos los antecedentes, incluso escritos de hombres de leyes que alguna vez también se sintieron ofendidos y buscaron convencer a la comisión directiva de cambiar la interpretación puramente masculina que le otorgan a la palabra “socio” (estamos hablando de un estatuto redactado hace ya casi un siglo, en 1918). El planteo es tan absurdo que, con ese mismo criterio, alguien podría pedir que se declare inconstitucional el voto femenino, pues la Constitución habla de ciudadanos sin distinción de género. Pero no entran en razón. Por ahora, la máxima concesión de la comisión directiva ha sido permitir que las mujeres con cierta antigüedad, en caso de divorcio, puedan permanecer en el club.
Para equiparar derechos, según las mujeres, alcanzaría con darle una nueva interpretación a la palabra socio. Pero la comisión directiva no quiere cargar con tal responsabilidad, o no quiere cambios, y entonces exige que el tema se trate asamblea. Forzar una asamblea, a su vez, requiere de la firma del 10 por ciento de los socios, y si se reuniera, como interpretan que se trata de una modificación del estatuto, exigirían el voto afirmativo de dos tercios de los presentes.
Las mujeres saben que irían al fracaso, aún en el supuesto caso de conseguir las firmas necesarias para llamar a una asamblea. La vía judicial, en cambio, sería sencilla, contundente. No pueden perder. Pero evalúan que el costo de resolver el asunto en tribunales podría resultar demasiado elevado para la convivencia en el club. La meta que se han fijado es el centenario de la creación de CUBA. Para dentro cinco años, cuando lleguen los festejos del 2018, aspiran a ser un club de socios y socias, un club universitario como todos los demás.