Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

Campeonas asociadas

Por: | 26 de octubre de 2013

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Los muchachos de la primera del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) se han ganado esta tarde un lugar en la historia grande de la institución –después de 43 años, se consagraron campeones de la liga de rugby -, mientras que las mujeres del club siguen relegadas a un papel secundario, y no estoy hablando de deportes, porque ellas también tienen sus méritos en hockey.

En un país con más egresadas mujeres que hombres, CUBA -club con múltiples sedes en la zona norte del conurbano- sigue funcionando bajo las pautas de un reducto conservador de familias acomodadas. No acepta socias mujeres. La prohibición persiste aún cuando muchos de sus socios están casados con profesionales, graduadas universitarias igual que ellos, que cada fin de semana alientan a sus hijos en algún partido con los colores del club.

La comisión directiva sólo admite mujeres en calidad de esposas, viudas o hijas de socios hombres; es decir, como asociadas a través de un tercero masculino, que viene a ser el titular del derecho: único caso entre todos los clubes universitarios de la Argentina.

El tema surgió hace algunos días durante una charla de la doctora Carmen Argibay ante una platea mayormente masculina, compuesta por empresarios y gerentes de grandes compañías, en el marco del coloquio de IDEA. Argibay, la primera jueza nominada en democracia para integrar la Corte Suprema de Justicia, expuso sobre la problemática de género en el Poder Judicial. Habló del lactario que han inaugurado en Tribunales para las empleadas del Poder Judicial que amamantan; habló de su casa igualitaria, de su ingreso a la carrera de abogacía con 16 años, de su impulso para fundar una entidad de mujeres juezas cuando percibió las diferencias, de los fueros que aún son muy masculinos, como el federal...

Pregunta va, pregunta viene, alguien del público le preguntó su opinión sobre la discriminación que padecen las mujeres en CUBA. La doctora Argibay estaba muy al tanto del asunto, porque el club tiene muchos socios abogados y jueces, y una sede en la calle Viamonte, cerca de Tribunales, a la que sólo pueden ingresar los hombres. Argibay contó que hace muchos años tuvo la tentación de tomar la causa, pero que desistió porque la comisión directiva tuvo un gesto compasivo con una conocida suya que había enviudado. Para que la familia no perdiera el acceso al club, convirtieron en socio a uno de los hijos de la viuda, sin reparar en que era menor de edad.

Descubrí que el esfuerzo de las mujeres de CUBA por ser comprensivas y no tensar demasiado la cuerda persiste hasta el día de hoy. Un colectivo de asociadas intenta sensibilizar a los hombres a través de una campaña para juntar firmas, pero evita los caminos que podrían producir una confrontación más directa con la comisión directiva.

Las mujeres que apuestan a un cambio "por las buenas" difunden su reclamo en las redes sociales. Han creado una página de Facebook "por la igualdad de género en CUBA" en la que despliegan consignas con humor y carteles ingeniosos, y se prestan a intercambios simpáticos con las posturas más retrógradas de los hombres que, escudados en el anonimato, les ruegan que por favor se dejen de molestar, porque las cosas en club funcionan bien así como están.

Un tal Guillermo, por ejemplo, se molestó ante la posibilidad de permitir el ingreso de mujeres a la sede Viamonte y escribió:

"A gilada del club, no sean tan políticamente correctos. Ya no se podrá ir más en bo...las al bar para pedir algo después de un partido de paleta".

Las mujeres respondieron:

 "Guillermo, si lo que a usted le preocupa es su derecho a andar en bolas despues de un partido de paleta, desde ya le decimos que los que estamos en este grupo creemos que la definición sobre el uso de Viamonte no es un tema fundamental.Esperamos que siga Ud disfrutando de sus partidos de paleta, de sus tragos en bolas en el bar de Viamonte, y de su evidente incorreción política".

Con menos pulgas, una tal Mariana agregó:

"Te aseguro que ni aunque me inviten me interesa entrar al bar nudista de Viamonte, por mi sigan paseándose en bolas todo lo que quieran, pero si ése es el motivo por el que las mujeres no podemos ser socias, con toda incorrección política te digo, !déjense de joder!".

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El colectivo de mujeres por la igualdad es inquieto, y sus integrantes no son anónimas, pero no pude lograr que ninguna de ellas me permitiera citarla con nombre y apellido y una declaración: me han explicado que la mayoría decidió que es un paso que por ahora no quisiera dar.

En el muro de Facebook y en el blog están todos los antecedentes, incluso escritos de hombres de leyes que alguna vez también se sintieron ofendidos y buscaron convencer a la comisión directiva de cambiar la interpretación puramente masculina que le otorgan a la palabra “socio” (estamos hablando de un estatuto redactado hace ya casi un siglo, en 1918). El planteo es tan absurdo que, con ese mismo criterio, alguien podría pedir que se declare inconstitucional el voto femenino, pues la Constitución habla de ciudadanos sin distinción de géneroPero no entran en razón. Por ahora, la máxima concesión de la comisión directiva ha sido permitir que las mujeres con cierta antigüedad, en caso de divorcio, puedan permanecer en el club.

Para equiparar derechos, según las mujeres, alcanzaría con darle una nueva interpretación a la palabra socio. Pero la comisión directiva no quiere cargar con tal responsabilidad, o no quiere cambios, y entonces exige que el tema se trate asamblea. Forzar una asamblea, a su vez, requiere de la firma del 10 por ciento de los socios, y si se reuniera, como interpretan que se trata de una modificación del estatuto, exigirían el voto afirmativo de dos tercios de los presentes.  

Las mujeres saben que irían al fracaso, aún en el supuesto caso de conseguir las firmas necesarias para llamar a una asamblea. La vía judicial, en cambio, sería sencilla, contundente. No pueden perder. Pero evalúan que el costo de resolver el asunto en tribunales podría resultar demasiado elevado para la convivencia en el club. La meta que se han fijado es el centenario de la creación de CUBA. Para dentro cinco años, cuando lleguen los festejos del 2018, aspiran a ser un club de socios y socias, un club universitario como todos los demás.

Los nuevos románticos (del periodismo)

Por: | 15 de octubre de 2013

 

Ha nacido una nueva generación de periodistas, tan apasionada por su trabajo como un corresponsal de guerra que se juega el pellejo en cada crónica, pero con una diferencia. 

La pasión de esta nueva generación no está ya en el terreno, sino en las bases de datos, en lugar exacto donde encuentran las claves exponer a las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas y personas, y a las grandes corporaciones y a lo políticos corruptos que se esconden detrás de sociedades cebolla o en paraísos fiscales para ocultar su patrimonio. 

El buen periodismo de datos se preocupa también por la calidad de los textos que entrega y considera que la computadora no es más que un punto de partida para una investigación sólida, pero muchas veces su mejor aliado resulta ser un gráfico que le permite desplegar de manera comprensible revelaciones sobre complejos entramados.

Conocí en Río de Janeiro, durante la Conferencia Global de Periodismo de Investigación (GIJC por sus siglas en inglés) el trabajo de uno de los máximos exponentes de esta nueva generación, Paul Radu, un rumano obcecado en perseguir a las redes del crimen organizado con base en Europa del Este y ramificaciones en el mundo entero. 

En distintos paneles -porque expuso en muchos- Radu explicó que su punto de partida responde a una de las máximas más antiguas del periodismo de investigación: hay que seguir la ruta del dinero (follow the money). Radu entiende que los periodistas ahora contamos una gran ventaja, porque internet permite como ninguna otra herramienta seguir el rastro de crímenes económicos que atraviesan fronteras.  

Con acceso a bases de datos del mundo entero, con la ayuda de programadores, hackers de buenas intenciones, y cooperando entre periodistas de diferentes países, Radu transmite la convicción de que el periodismo, en función detective, puede resultar más eficaz incluso que las fuerzas de seguridad, que por lo general tienen pocos incentivos para cooperar de un país a otro.

Radu dirige el Proyecto de Periodismo sobre Crimen Organizado y Corrupción (en inglés OCCRP,Organized Crime and Corruption Reporting Proyect), un sitio que además de exhibir historias propias incluye una herramienta que se ofrece como una suerte de 911 para periodistas de investigación. Desde la página se puede acceder a un conjunto de bases de datos sobre personas, sociedades y corporaciones, así como también pedir ayuda de un experto en caso de no encontrar respuestas. El acceso a datos es gratuito, aunque de requerir ayuda de los investigadores, según los recursos disponibles del solicitante y la causa que persiga, pueden cobrar un honorario.

La vocación docente del proyecto es tan firme que ofrecen videos instructivos en Youtube sobre cómo utilizar las bases de datos que incluyen, por ejemplo, directorios de las compañías con sede en Panamá.

Entre muchos ejemplos de historias de alto impacto nacidas en una base de datos, Radu mostró fotos de una villa perdida en Azerbaijan, cuyos pobladores padecían la falta de agua por un proyecto minero. Los campesinos culpaban de sus desgracias “a los ingleses”: la compañía extractora, que había obtenido un permiso del presidente, parecía tener ese origen. Sin tanto esfuerzo, con algunas búsquedas y ulteriores comprobaciones, los reporteros descubrieron que detrás de la empresa inglesa se escondían sociedades basadas en Panamá, propiedad a su vez de las hijas del presidente de Azerbaijan. 

Encuentro romántica la idea de periodistas colaborando con periodistas, queriendo compartir con el mayor número posible de colegas esa fuente inagotable de historias que son las bases de datos y ofreciéndose además como guías para la búsqueda. 

Después de tanto escuchar hablar de las crecientes dificultades para investigar a las grandes corporaciones y a los políticos corruptos cuando ya no existe financiamiento para el periodismo de calidad o de investigación, mi percepción es que los colegas que saben navegar bases de datos perdieron la nostalgia y saben enamorar a los que vienen en el oficio de revelar aquello que otros quieren esconder. 

 

El País

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