Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

Peronistas

Por: | 17 de febrero de 2014

Merlo

Cuando pegó su último salto, esta vez hacia el Frente Renovador de Sergio Massa, Raúl Othacehé definió como nadie la lógica de los barones del conurbano, el núcleo duro de intendentes peronistas que gobiernan hace décadas los territorios más poblados del país (y por lo tanto, los más preciados en cualquier armado electoral).

Ante la pregunta de si lo suyo era traición a la causa justicialista, porque también supo ser un hombre cercano a Néstor y Cristina Kirchner, como lo había sido antes de Carlos Menem y de Eduardo Duhalde, el intendente de Merlo respondió sin inmutarse: “Nosotros somos el peronismo, somos preexistentes”.

Mario Ishii, ahora senador provincial y antes intendente de José C. Paz, uno de los municipios más castigados del conurbano, vecino de la zona, le había arrojado el mote de traidor. Othacehé respondió que Ishii haría bien en cuidarse de las causas judiciales que tiene pendientes y mencionó, como al pasar, una filmación.

No dijo nada más, pero supongo que habrá sido suficiente para que Ishii comprendiera el mensaje. En el oeste muchos opositores al intendente han padecido la difusión de asuntos privados, no siempre veraces, como métodos de intimidación. El obispo anterior de Merlo, Fernando María Bargalló, debió renunciar después de que se publicaran fotos y detalles muy precisos de un viaje a México que delataba una relación amorosa con una amiga suya de la infancia.

Releí para escribir este texto el capítulo dedicado a Othacehé de “El Aparato”, un libro sobre intendentes del conurbano que publiqué en el 2005. Recopilé muchos casos que demuestran cómo Othacehé, intendente desde 1991, ha perseguido de manera sistemática a todo opositor que logró llegar a ocupar una banca en el Concejo Deliberante. Muchos terminaron siendo destituidos en proceso de dudosa legalidad.

La intimidación a través de rumores que propagan desde el municipio, volantes de difamación y pintadas anónimas en lugares estratégicos son ya parte del estilo de gobierno de “El Vasco” Othacehé. Los paredones suelen tildar de “drogadicto” al adversario de turno. Ahora le llegó al turno a la diputada Victoria Donda, de Libres del Sur, que salió a criticar al intendente por televisión.

“La Donda es una enferma, o es drogadicta. Me cansé: le voy a hacer juicio”, anunció el intendente con la paciencia colmada. El juicio es otro de sus recursos: todo periodista que habla o escribe de manera crítica sobre Othacehé debe saber que está expuesto a que el intendente le inicie un juicio para ver si lo calla de una buena vez.

Dijo también por estas horas que le molesta que le digan barón, porque remite a los señores feudales, cuando lo suyo es ganar elecciones democráticas (lleva seis reelecciones consecutivas de mandatos de cuatro años). Tanto tiempo lleva en el poder que el municipio se ha vuelto un asunto familiar. En momentos diversos ha colocado en puestos estratégicos del Concejo Deliberante, el Consejo Escolar, la Legislatura provincial o el municipio a su hijo, a su esposa, a su nuera, a su cuñada y a su hermana Zulema (después de una pelea, Zulema denunció que había sido secuestrada por muchachos a sueldo del municipio, pero luego de una reconciliación ya nunca más lo repitió).

La unión de Massa con Othacehé es resultado del pragmatismo de ambos. El intendente era cortejado por allegados a Daniel Scioli, que iban a jugar al golf a Merlo y en lugar de caddies paseaban de hoyo en hoyo custodiados por hombres de seguridad armados con ametralladora. Pero el trabajo territorial no es el fuerte del gobernador de la provincia de Buenos Aires y el intendente de Merlo sintió que ya no le daban la importancia necesaria. Sufrió además el descuido de la Casa Rosada, como le ocurre a muchos intendentes tras la muerte de Néstor Kirchner: los muchachos de La Cámpora los destratan y, aunque no tienen votos propios, creen que pueden prescindir de los barones.

Supongo que Massa calculó que se exponía a ciertas críticas, pero evaluó que todo quedaría en un círculo reducido que no impacta sobre la imagen que pretende proyectar de joven intendente con ánimo renovador de cara a las elecciones del 2015, para las que todavía falta mucho.

Al final, pasó rápido. Los kirchneristas no dijeron casi nada, pues lo habían tenido en sus filas; y fueron muy pocos los periodistas que pusieron el foco sobre el abrazo de Massa con Othacehé. A cambio, el diputado con ambición de presidente envió mensaje potente de hospitalidad y sin beneficio de inventario al peronismo de la provincia de Buenos Aires.

Cuando le pregunté al ex intendente de Tigre por su más reciente incorporación, Massa me respondió: “En el Frente Renovador hacemos de la pluralidad un valor. Si discutimos todo el tiempo la historia, nunca vamos a poder mirar para adelante”. Insistí, porque una cosa es la diversidad y otra, avalar prácticas violentas, pero Massa me devolvió la misma retórica. Othacehé lo explicó con menos vueltas desde el peronismo.

La avaricia según Capitanich

Por: | 04 de febrero de 2014

No hace tanto, las principales figuras del Gobierno decían comprender a los argentinos que, curados de espanto con nuestra historia económica, desconfían del peso nacional y prefieren ahorrar en dólares y por fuera del sistema financiero, antes en el colchón que en el banco.

En aquellos tiempos, desde la Casa Rosada tiraban, incluso, un manto de piedad sobre quienes habían ocultado sus dólares al fisco. Corría el mes de mayo del año pasado y en la desesperación por captar dólares, Cristina Fernández de Kirchner había lanzado un “blanqueo”, un perdón fiscal a quienes utilizaran s us dólares para comprar propiedades a cambio de un papel llamado Certificados de Depósitos de Inversión (Cedin) o los destinaran a comprar bonos para financiar a la petrolera YPF.

El 12 de mayo de 2013, siendo todavía secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, abandonó por un rato su estilo rústico para ensayar, a su modo, un estilo seductor. En 6,7,8, el programa de propaganda que emite la televisión estatal, Moreno pasó por alto al panel y se dirigió al televidente sin intermediarios:

  “Tantos años de desaguisado económico que le hicieron a usted ahorrar en dólares no significa que usted sea un delincuente. No es la plata del choreo como dijo un periodista (…) ¡No es cierto! Porque sino estaríamos diciendo que los argentinos que hoy tienen 40 mil millones de dólares dentro del país en efectivo son todos chorros. ¡No es cierto! Se han generado las condiciones macroeconómicas desde los años 60 para acá para que el pueblo, tanto los calificados como los no calificados, empezaran a pensar en pesos en corto (plazo), y de mediano a largo, a pensar en dólares (…) Le estamos diciendo que la plata que obtuvo de alguna manera en una actividad lícita, pero que de alguna manera no la exteriorizó: ‘exteriorícela’ (…) A su vez le decimos: ‘a usted que tiene que comprarle la casa a su hija, y usted tiene unos dólares, nosotros no queremos que sigan circulando esos dólares, porque hay una decisión estratégica de fortalecer el peso, ponga esos dólares en el banco, agarra el certificado y compra la casa, con todo lo que eso significa, porque la alegría es contagiosa.”

Pese a los esfuerzos de Moreno, el último blanqueo le permitió al Gobierno captar apenas unos 600 millones de dólares, una cifra muy por debajo de la expectativa oficial, que rondaba en 4000 mil millones de dólares.  Regía entonces la prohibición total para comprar dólares con fines de ahorro, que tras la devaluación de enero pasado se levantaría, pero de manera parcial.

En un contexto más urgido todavía de divisas, con las reservas del Banco Central en caída y con la necesidad de mantener el dólar a ocho pesos para frenar el impacto sobre precios, el jefe de gabinete Jorge Capitanich ha trocado el estilo disuasivo que había intentado Moreno por agresión. Según Capitanich, quien ahorra en dólares y no los vuelca en bonos, títulos ni inversiones, es una persona avara.

“El ahorro promueve la avaricia y es poco solidario con el conjunto de los argentinos, retrasa la expansión y el crecimiento económico”, decretó Capitanich en un país en el que el crédito hipotecario es casi inexistente y el ahorro en dólares resulta la única vía para procurar el acceso a la vivienda, porque el mercado inmobiliario que no acepta otra moneda, como ya quedó demostrado.

 

Tan molesto estaba el jefe de gabinete con quienes se hacen de dólares y los guardan en el colchón o los depositan el banco –aún cuando las tasas en moneda extranjera son exiguas- que en su última aparición en 6,7,8 sugirió poner en marcha una suerte de castigo a los avaros.

“Estaba leyendo en las redes sociales”, tiró como al pasar “y yo también pensé que es una pregunta que hay que responder: ¿por qué quienes compraron dólares tienen que recibir subsidios a los servicios públicos”.

Por cierto, el esquema de subsidios que implantó Néstor Kirchner para congelar el precio de los servicios públicos en el área metropolitana representa hace rato una carga injustificada para las cuentas del Estado y un sistema injusto para los habitantes del resto del país. Pero, como ocurrió con el dólar cuando quedó relegado respecto de la inflación, el Gobierno demoró tanto en tomar una decisión que sólo le quedan malas opciones: una actualización de tarifas que aliviane los subsidios metería más presión sobre la inflación y son demasiados años de atraso como para en un sólo ajuste el tiempo perdido.

Ahora Capitanich sugiere erradicar los subsidios a quienes compran dólares, con ese único criterio: porque compran dólares. Podemos compartir que quienes ganan por lo menos dos salarios mínimos (el mínimo exigido para poder comprar dólares) no deberían estar entre los sectores subsidiados por el Estado, pero eso no tiene nada que ver con la manera en que el contribuyente elige ahorrar, aunque el jefe de gabinete pretenda aleccionarnos sobre el rol de la solidaridad en la economía familiar.

“El ahorro es virtuoso en toda sociedad en tanto y en cuanto esté volcado al circuito productivo, en acciones que sirven para financiar a una empresa, si uno adquiere un título público puede financiar una obra pública, si lo vuelca al sistema financiero, como es mi caso personal, es virtuoso….”, insistió esta mañana Capitanich. Aludía a los plazos fijos por un monto de casi dos millones de pesos que forman parte de su patrimonio.

Según consta la declaración jurada de bienes que presentó ante la Oficina Anticorrupción, el jefe de gabinete es propietario, además, de cuatro inmuebles, tres de los cuales adquirió como “inversión” ¿productiva?.

El País

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