Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

La dignidad y la transparencia

Por: | 31 de marzo de 2014

Alicia

Con un fallo que merece la pena leer, la Corte Suprema de Justicia saldó hace poco días una discusión entre la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y una Organización No Gubernamental (ONG) que le había pedido que hiciera público el listado de los titulares de los distintos planes y ayudas sociales que administra.

La ministra alegaba que, aunque exista un decreto - firmado por su hermano el ex presidente Néstor Kirchner- que regula el derecho de los ciudadanos a acceder a la información del Estado –derecho por otra parte consagrado en los tratados internacionales- el caso de los beneficiarios de programas sociales debe quedar exceptuado del principio de publicidad de los actos de Gobierno.

¿Por qué razón? Porque –según los escritos presentados por abogados de la ministra de Desarrollo Social en tribunales- se trata de datos sensibles de personas vulnerables que, al quedar expuestas como receptoras de ayuda social, podrían ser estigmatizadas o víctimas de la discriminación.

Con esa lógica, la ministra Kirchner se negó a entregar los datos de los titulares de planes de Seguridad Alimentaria, Plan Familias y Plan de Desarrollo Local y Economía Social, entre otros, que le había solicitado el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). CIPPEC resolvió dar la pelea en los tribunales, y seis años más tarde, logró que la Corte Suprema le ordenara al ministerio de Desarrollo Social difundir los datos requeridos.

Ocurrieron en este proceso dos cosas importantes. Una, que los responsables de CIPPEC tuvieron el empuje y los recursos humanos suficientes como para no darse por vencidos (yo misma he desistido a lo largo de estos años de ir la Justicia para exigir que respondan los pedidos de acceso a la información pública que presenté para conocer los contratos de Fútbol Para Todos, pedidos que nadie se dignó a responder, aunque la obligación surge del decreto 1172/2003 de Kirchner).

Luego, ocurrió que la Corte Suprema abordó el tema no sólo desde el punto de vista de las leyes y obligaciones vigentes para los funcionarios públicos, sino que además estableció principios que cuestionan de manera profunda el paternalismo implícito en el planteo de Alicia Kirchner y las demás agencias del Gobierno que ocultaron los datos solicitados por CIPPEC.

Aunque la decisión responde a un pedido puntual, referido a los años 2006 y 2007, la Corte Suprema fijó criterios que debieran llevar a la publicidad de todos los titulares de planes de aquí en más, así como a la sanción de una ley en el Congreso que no haga tan engorroso el trámite de obtener información toda vez que el Poder Ejecutivo se niega a entregarla con excusas.

Los antecedentes muestran la resistencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a avanzar en cualquier dirección que signifique una mayor transparencia: además de haber ocultado algunas estadísticas y manipulado otras, no es infrecuente escuchar a un kirchnerista decir que gracias a la propaganda que emiten bajo la forma de publicidad oficial cumplen con la obligación de la publicidad de los actos de Gobierno. 

En el caso puntual del amparo que presentó CIPPEC, los jueces de la Corte Suprema, todos menos Raúl Zaffaroni (que no se pronunció en ningún sentido), indicaron que:

 “No es necesario el consentimiento del beneficiario cuando la información se refiera a listados cuyo contenido se limite a nombre, documento nacional de identidad, identificación tributaria o previsional, ocupación, fecha de nacimiento y domicilio” pues los únicos datos sensibles “son aquellos que revelan origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud o a la vida sexual".

  “La información pertenece a las personas, la información no es propiedad del Estado y el acceso a ella no se debe a una gracia o favor del gobierno. Este tiene la información solo en cuanto representante de los individuos”.

“Los motivos expuestos por el Estado Nacional para desestimar la solicitud que se le formulara no encuentran sustento normativo alguno sino que aparecen como meras excusas para obstruir el acceso a la información”. 

“Resulta claro que (…) el acceso a estos datos posee un claro interés público en la medida en que (…) para realizar un exhaustivo control social sobre el modo en que los funcionarios competentes han asignado estos subsidios resulta necesario acceder al listado de los distintos beneficiarios y receptores de los planes sociales”.

 “No resulta nada obvio que el brindar esta información vaya en desmedro de las personas en situación de vulnerabilidad social o económica que reciben estos subsidios. Tal perspectiva, incurriendo en una suerte de paternalismo, soslaya de manera injustificada que, precisamente, garantizando el control del accionar público en esta materia es que se podrán constatar los criterios empleados para la asignación de los subsidios”.

Carmen Argibay y Enrique Petracchi presentaron sus propios argumentos, y creo que entre ellos, el más poderoso de todos los que encierra la sentencia:

 "La transparencia -no la opacidad- beneficia a los vulnerables. Ayudarlos no es ignominioso, la ignominia es pretender ocultar a quienes se asiste, pretendiendo que impere el sigilo en el ámbito de la canalización de los fondos públicos. Fondos que, parece innecesario aclarar, no son del Ministerio sino de la sociedad toda".

Derechos humanos, pasado y presente

Por: | 24 de marzo de 2014

En los actos por el aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976 se disputan las banderas de la defensa y lucha por los derechos humanos. A lo largo de los últimos años, las agrupaciones kirchneristas, con la compañía de las Abuelas de Plaza de Mayo de Estela de Carlotto y las Madres de Hebe de Bonafini, fueron protagonistas excluyentes de los actos; las demás formas de recordar -de resignificar- la lucha contra la dictadura habían quedado relegadas a un segundo plano. 

Algo cambió este año.

Cfk afiche

La designación primero, y la confirmación después, de César Milani al frente del Ejército, marcó el punto de inflexión. Por primera vez, ya no son temas del presente los que dividen el debate entre y sobre derechos humanos, sino una causa en la que nunca habían tenido discusión. Ante una sospecha, fundada, de que algún militar había participado de la represión, jamás habían pedido otra cosa que su pase a retiro.

Afiche

 

 

 

 

Cristina Kirchner se empecinó en nombrar al frente del Ejército a un militar con causas abiertas por apremios ilegales y por la desaparición de un conscripto, Alberto Ledo. Estela de Carlotto consideró que la presidenta era merecedora de su confianza, valoró que Milani "tuvo un discurso de mucho alineamiento con este Gobierno que nosotras reivindicamos y que hizo muchísimo por la verdad y la justicia" y concluyó que en todo caso habrá que esperar que la Justicia se pronuncie.

Expresó la lógica del Gobierno: al haber impulsado la eliminación de las leyes que impedían juzgar a los responsables de la represión y por otras políticas que terminaron con la impunidad de los años de la dictadura, sienten que tienen crédito para ubicar en la conducción del Ejército a alguien sospechado de esos mismos crímenes sin que eso manche su reputación en materia de derechos humanos.

Sin rodeos ni contradicciones, Bonafini convirtió a Milani en un héroe: lo entrevistó y lo consagró como un hombre comprometido con “el proyecto” y clausuró el debate.

Milani hebe

En cambio, para Nora Cortiñas, de Línea Fundadora, el ascenso de Milani, un hombre de inteligencia, significó un retroceso para la democracia y una falta de respeto a los organismos de derechos humanos. Línea Fundadora apoyó las políticas de Néstor y Cristina Kirchner que terminaron con la impunidad, pero Nora nunca confundió su causa con la del Gobierno, ni acotó su rol al reclamo de verdad y justicia del pasado: ella abrazó cada reclamo actual en el que sintió que había un derecho vulnerado.

La potencia simbólica del caso Milani en la lucha por las banderas de los derechos humanos abrió una puerta a nuevos actores en los actos del 24 de marzo, que se suman a las organizaciones de izquierda, que jamás dejaron de marchar en esta fecha, a costa de una convivencia a veces tensa con las fuerzas kirchneristas en la plaza. Este año, los jóvenes radicales, que cargaban con el peso de las leyes del perdón que sancionó Raúl Alfonsín, tomaron nuevo impulso.

No sólo salieron a reivindicar las bases que sentó Alfonsín con el juicio a los comandantes poco después de recuperar la democracia. Convocaron a marchar el 24 de marzo con una serie de afiches que le reprochan a la presidenta la designación de Milani y un video que abraza causas como los 51 muertos de la tragedia de Once y el reclamo ignorado de los Qom de Formosa.

  

 

Máximo

Por: | 03 de marzo de 2014

Maximo

 

 

 

 

 

 

 

 

Cristina Kirchner contó en un reportaje reciente que ella sólo confía en sus hijos, en nadie más. Florencia está en otra cosa, entre el cine y la moda, pero a Máximo, el primogénito, la política y el poder le apasionan. No quiere cargos ni exposición pública, y elige vivir en el sur, cerca de las propiedades que conforman la fortuna familiar. Así y todo, a la distancia, tras la muerte de su padre, en octubre del 2010, Máximo se transformó en la figura más influyente del Gobierno. 

Máximo proyectó su poder en lugares estratégicos del administración pública a través de los puestos que ocupan sus amigos y protegidos, jóvenes integrantes La Cámpora, la agrupación que él apadrina sin necesidad de figurar en ningún puesto de conducción formal. Como eligió moverse en las sombras, e hizo del silencio público un culto, la gran novedad por estas horas es la publicación de un libro en el que por primera vez se escucha su voz.

Sandra Russo –periodista, panelista del programa 6,7,8, nave insignia de la propaganda oficial en la televisión “pública”- escribió “Fuerza Propia. La Cámpora por dentro”, un libro impulsado desde el Gobierno con un objetivo estratégico: hablar del futuro, de herederos posibles, cuando se acerca el final de un ciclo de doce años, el mandato de Néstor y los dos de Cristina Kirchner. 

Página 12 publica hoy, a modo de anticipo, las reflexiones de Máximo Kirchner (y digo reflexiones porque no se presenta como un diálogo, no intervienen preguntas, sino textos que sólo buscan hilvanar el razonamiento). El diario anuncia: “Las definiciones políticas de Máximo Kirchner como organizador y dirigente de la agrupación La Cámpora” y ya estamos ante una definición: nunca nadie antes desde el kirchnerismo lo había ubicado en ese lugar de conducción.

Sobre el futuro dice Máximo:

No sabemos qué expresión electoral tendremos, pero estará bien lo que resulte. Nuestro trabajo es a largo plazo. Nosotros abrimos. Hoy parece que el peronismo es lo que abarca todo, pero hay que ver qué piensan los pibes, si se sienten tan representados de esa manera como para decir que son peronistas y ya está. Lo que se escucha es Cristina. Los veo muy de ir con lo propio. Están muy decididos. 

A quienes critican a los dirigentes de La Cámpora por sus modos altaneros, les contesta:

Ven a los pibes y se enervan. Nos dicen soberbios. ¿Por qué soberbios? ¿Uno defiende su posición y es un soberbio, y se tiene que bancar que vengan y te insulten y te digan que todo anda para la mierda y, de esa manera, callado, uno estaría demostrando que es democrático? ¿Y qué sería lo democrático? ¿Que el que sacó el 16 por ciento le diga lo que tiene que hacer al que sacó el 54? Que digan lo que quieran, nosotros seguimos (...) Los pibes ya se despertaron. Esa porción de la Argentina, después de 2015, va a seguir exigiendo.

La definición de democracia de manera acotada - con la descripción de un único rasgo imprescindible, pero no excluyente, que desmerece el papel de las minorías y el control republicano- es una idea muy presente en los discursos de la presidenta. En la misma línea, Máximo sostiene que, como las corporaciones económicas tienen intereses y representantes duraderos, habría que modificar la Constitución para terminar con los límites que fija a la reelección, porque de otro modo la lucha con el poder político es desigual: uno pasa y el otro queda.

La reforma constitucional es una discusión pendiente que habrá que dar, no ahora, porque van a decir que es oportunista. Pero eso no quiere decir que en algún momento no haya que darla. El tema de la posibilidad de la reelección no pasa por una cuestión constitucional, sino por lo que la gente quiera. Si te vota o no te vota. ¿Qué era lo que decía Clarín en su momento? Pasan los gobiernos y Clarín queda. Claro. El sistema está organizado para que esos poderes, sea Clarín o cualquier otra corporación –porque a esta altura Clarín es un símbolo que lo excede–, puedan desarrollar sus intereses sabiendo que a lo sumo tienen que resistir uno o dos mandatos. Ellos quedan. 

La visión sobre la democracia, las corporaciones y las reelecciones ¿indefinidas?, se completa con la idea del líder imprescindible:

Cristina es el último dique de contención que hay hoy en la política argentina contra los intereses que hicieron de la Argentina un país invivible y que tuvo su corolario final en 2001. Creo que hoy no hay ningún otro dirigente político que exprese esa contención, porque para ganar espacio han transado con esos intereses. (…) Nosotros creemos que si perdemos porque aparece algo que nos supera y nos mejora en términos de un proyecto que incluya y que beneficie a la enorme mayoría de los argentinos, bancamos, está bien. Pero no es eso lo que pasa. 

En el libro Máximo asume que su construcción, La Cámpora, es la heredera más pura del legado político de sus padres, pero no queda claro qué lugar, si es que alguno, se tiene reservado para él.

El País

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