Carles Pérez-Desoy
El Derecho diplomático es un concepto generalmente desconocido para el gran público, que acostumbra a ignorar que los informativos abren frecuentemente con noticias vinculadas con esa rama del Derecho Internacional. El caso de Julian Assange, el fundador de Wikileaks asilado en la Embajada de Ecuador en Londres desde hace unos años, es un buen ejemplo. Más recientemente hemos visto como Arabia Saudita e Irán rompían relaciones diplomáticas. O cómo Cuba y EE.UU reabrían sus embajadas.
Todas estas situaciones se gestionan con el Derecho diplomático. Podríamos decir que, de alguna manera, es el derecho procesal de las relaciones diplomáticas. ¿Cómo se negocia un tratado de paz?; ¿Cómo se relacionan entre sí dos Estados tras la ruptura de relaciones diplomáticas?; ¿Es posible detener a un jefe de Estado en viaje oficial?; ¿Cómo se expulsa a un espía?
Por lo general estas cuestiones están reguladas por tratados internacionales, como la “Convención sobre relaciones diplomáticas” de 1961, negociada en plena Guerra Fría, en una Viena, como la de “El tercer hombre”, trufada de espías. Pero el Derecho diplomático es una disciplina muy antigua, con más de dos mil años de antigüedad, en el que la costumbre tiene gran peso como fuente de derecho. Plutarco, en sus “apotegmas”, nos refiere el caso de cierto Embajador de la Isla de Samos que habiéndose extendido demasiado con motivo de la presentación de sus cartas credenciales en Esparta, fue reprendido por el soberano con estas palabras: “Embajador, su discurso ha sido tan largo que del principio no me acuerdo; tan complicado, que la parte de en medio no la he entendido; y tan aburrido, que al final me he dormido”.
Más allá de las anécdotas, conviene no olvidar que en todos los conflictos entre Estados - incluso en las guerras -, las partes enfrentadas deberán, siempre, en algún u otro momento sentarse a negociar. Sea el intercambio de prisioneros, la prohibición de usar determinado tipo de armas, o los términos de la paz. Durante las conversaciones de París que pusieron fin a la guerra del Vietnam, los beligerantes estuvieron negociando durante meses algo aparentemente menor como la forma de la mesa, a la espera de que finalmente se diesen las condiciones para acordar la paz. Pero para que todo eso pueda suceder, es imprescindible que existan canales y mecanismos de diálogo entre los adversarios que únicamente el Derecho diplomático garantiza.
El cine ha sido un excelente cliente del Derecho diplomático. Alfred Hitchcock en “El hombre que sabía demasiado” plantea la cuestión de qué es lo que sucede cuando se comete un delito (un secuestro en este caso) en el interior de una Embajada. ¿Puede entrar la policía en la sede diplomática?; ¿Es posible juzgar a los presuntos culpables? En la película “Con la muerte en los talones”, Hitchcock aborda de nuevo la comisión de un posible delito, pero en este caso no en una Embajada, sino en un organismo internacional: la sede de la ONU en Nueva York ¿Puede intervenir la policía local?; ¿Qué sucede si el autor del crimen tiene inmunidad diplomática?. En la actualidad, una serie televisiva de éxito, “Madam Secretary”, aborda con frecuencia estas y otras cuestiones clave del Derecho diplomático desde la más rabiosa actualidad. ¿Es posible enviar tropas para proteger una Embajada amenazada?; ¿Cómo se regula el asilo diplomático?
También la literatura se ha ocupado con frecuencia de estas cuestiones. En “El jardinero fiel” John LeCarré plantea una cuestión polémica. ¿Es posible ampararse en la inmunidad diplomática para investigar la presunta comisión de delitos en el Estado receptor?. En “La alternativa del Diablo” Frederick Forsyth plantea, en el marco de la Guerra Fría, la posible utilización de una valija diplomática para introducir clandestinamente en otro país material nuclear destinado a armar una bomba atómica.
Es frecuente la asociación de la palabra diplomacia con recepciones y cócteles, ignorando que ésta - y muy particularmente el Derecho diplomático - revela su verdadera eficacia no cuando las cosas van bien, sino cuando van mal... Sobre todo cuando van realmente mal... Los viejos tiempos de estabilidad que garantizaba la Guerra Fría se fueron, y no volverán. Al contrario. Todo parece indicar que vamos hacia un mundo cada vez más multipolar e inestable, en el que los conflictos de todo tipo entre Estados proliferarán, y en el que las artes de la diplomacia serán tanto o más necesarias de lo que lo vienen siendo desde hace más de dos mil años.
Carles Pérez-Desoy es Subdirector General de Cancillería en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, y participó en el seminario sobre las relaciones diplomáticas contemporaneas en la Universidad Miguel Hernández de Elche, en el marco del acuerdo de colaboración de esa institución con la Casa Mediterráneo.
Hay 1 Comentarios
Por favor si alguien me pudiera orientar como desde Tampa pudiera ver él estatus del expediente de mi mama para la ciudadanía española elaborado desde él 2011 y lamentablemente aun sin respuesta. Gracias por cualquier ayuda
Publicado por: Marlenes | 20/09/2016 3:25:44