Red de Casas del Ministerio de Exteriores

El vino en el arte y en la literatura

Por: Red de Casas

28 sep 2016

Gregorio Luri

El hispanista J. B. Trend, al encontrarse un día en Mallorca ante un camino pedregoso y una viña en pérgola, se detuvo y exclamó: “He aquí la civilización!” Así es. El vino no es un don inmediato de la naturaleza, como la cerveza o el aceite, sino el resultado de un largo y minucioso proceso de cuidado y elaboración en el transcurso del cual unas generaciones aprenden de las otras el arte de someter lo natural a una idea. ¿Y qué otra cosa es la civilización? Así que no andaban muy desencaminados los romanos cuando consideraban que comer sin vino era comer como los perros (caninum prandium). Tiene esta expresión más sentido de lo que parece, porque el vino y la comida de cada país se han ido haciendo en un proceso de lenta maduración y diálogo. Pensemos en la liebre, las carrilleras o el civet de jabalí al vino tinto.  

Sin el vino, Europa no puede entenderse a sí misma. El tema es suficientemente complejo como para no pretender agotar con pocas palabras la importancia de lo que Baudelaire denominó “vegetal ambrosía” y Georges Brassens “jugo de octubre”. Me limitaré a trazar un esbozo que, ya que no puede ser exhaustivo, espero al menos que no sea aburrido. 

Simbólicamente el vino está asociado a las figuras paganas de Dioniso y Baco, el dios que dio a conocer el vino a los hombres. Buena parte de nuestro imaginario vinícola está relacionado con bacanales, sátiros, ninfas, etc. Pero al lado de esta tradición –y a veces mezclado con ella- se encuentra la tradición iconográfica cristiana. En el Antiguo Testamento el vino aparece 173 y la viña, 114, y en el Nuevo Testamento, el vino es mencionado 41 veces y la viña, 32. 

Disponemos de abundantes argumentos para afirmar que la conservación de la viticultura en Europa se debió al cristianismo. Obispos y abades han tenido un papel fundamental en la configuración de nuestros viñedos y en la formación de nuestros grandes pagos y no olvidemos que el cisterciense Dom Pérignon fue el inventor del champán. La historia de la literatura está plagada de anécdotas sobre la apasionada relación entre el clero y el vino. Me gusta la de aquel cardenal que sólo consagraba vino de prestigio como, por ejemplo, un Meursault y se justificaba diciendo que obraba así por piedad eucarística, ya que quería poner siempre la mejor cara delante del Señor. 

La cultura del vino es una de las diferencias más visibles entre el cristianismo y el Islam. De esto eran muy conscientes los cristianos que vivían en tierras musulmanas. Así, Al-Ajtal, un cristiano del siglo VIII, que fue uno de los más grandes poetas de la época Omeya, escribe: “No quiero ayunar en Ramadán. / Jamás me levantaré como los demás / a la llamada de la oración / sino que seguiré bebiendo vino 

El vino recorre las venas de la literatura cristiana con tal ímpetu que se ha hablado de una “teología de la libación”. 

Pero, excepto –quizás- en misa, cuando bebemos no pretendemos hacer teología, sino saciar un deseo que suele presentarse adornado con razones que ennoblecen nuestra sed: nos gusta beber en compañía.   

En una de sus comedias, Aristófanes nos muestra a un campesino que está viendo caer mansamente la lluvia desde su casa y siente que no hay nada mejor que este espectáculo. El dios –piensa- está trabajando por él. No puede ni podar ni cavar la viña porque la tierra está empapada. Todo lo que tiene que hacer es llamar a sus vecinos para que vengan a beber a su casa. Su mujer tostará habichuelas y granos de trigo y cubrirá la mesa de higos secos. Unos traerán tordos y pinzones y otros calostro y algún pedazo de liebre y todos disfrutarán mientras llueve, porque “estas horas son bellas” ya que “el cielo trabaja por nosotros y favorece nuestros campos”. 

Bebemos también porque en una taberna nos encontramos a veces más en casa que en nuestra propia casa. Por algo aseguraba Samuel Johnson que “no hay creación humana que haya producido tanta felicidad como una buena taberna”.  

Bebemos porque el vino es un magnífico compañero del amor, porque amar es siempre urgente y amando espantamos a la muerte. “Una mujer y un vaso de vino”, dice Goethe, “curan todo mal. Y el que no bebe y no besa, está peor que muerto”. 

Bebemos, porque nos entusiasman los aromas del mundo. El húngaro Béla Hamvas lo dice así: “Sueño con la fragancia que exhala el lóbulo de la oreja de las mujeres, adoro las piedras preciosas, vivo en poligamia con todas las flores y todas las estrellas y bebo vino.” 

 

Gregorio Luri es Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y participó en la conferencia "El vino en el arte y la literatura. De Eufronios a la actualidad" el pasado 28 de abril de 2016 en Casa Mediterráneo.

La diáspora venezolana: España y Europa

Por: Red de Casas

21 sep 2016

Tomás Páez

Venezuela inaugura el siglo XXI con un fenómeno migratorio inédito, diametralmente opuesto al que exhibió a lo largo de su historia: se estrena como un país de emigrantes. Hoy, aproximadamente el 6% de la población venezolana se encuentra esparcida por todo el mundo y con niveles de concentración elevados en unos pocos países y regiones. En término de países, España ocupa el segundo lugar de preferencia solo detrás de los Estados Unidos y, en términos de regiones, la Unión Europea ocupa, con holgura, el primer lugar.

Más de 600 mil venezolanos han seleccionado algún país de la Unión Europea como su segunda patria y de ellos cerca de 200 mil han elegido a España. Estos datos son el resultado de los procesos migratorios previos que se originaron en los países europeos y cuyo destino fue Venezuela. Algunas referencias abonan a favor de lo dicho: cerca del 40% de quienes hoy hacen el viaje inverso son hijos y nietos de aquellos inmigrantes que durante el siglo pasado, en oleadas sucesivas, escogieron a Venezuela como su patria.

Las sucesivas migraciones del siglo pasado produjeron un enriquecedor mestizaje que explica la facilidad con la que el inmigrante venezolano se “invisibiliza” e integra con enorme facilidad al país de acogida. Por esa razón expresan, mayoritariamente, sentirse muy bien y bien en el país que hoy los acoge. De estos valoran el ambiente de respeto a los derechos humanos que en ellos se respira, el funcionamiento de la justicia, el grado de confianza en las instituciones y, en el caso de los países de la Unión Europea, los sistemas de salud, educación y transporte que poseen.

Los inmigrantes venezolanos aprovechan y disfrutan, en los países europeos, los logros individuales, sociales e institucionales que han alcanzado, no sin dificultades, a lo largo de su historia. Por su parte los inmigrantes cooperan aportando toda la experiencia y capacidad de trabajo que han adquirido en su país de origen. Tales rasgos son particularmente pronunciados cuando analizamos su perfil. En su mayoría son profesionales universitarios, con maestrías y doctorados y con una dilatada experiencia en sus respectivas áreas de especialización que se cuantifica en lustros y décadas, y que comporta un valor añadido para el desarrollo.

El proceso migratorio, como se deriva de lo dicho, ha sido beneficioso para todos los actores que en él participan: el ciudadano, el país de origen y el país de acogida. Estos beneficios pueden potenciarse y ampliarse. Su efecto puede tener un alcance mayor si todos los participantes hacen un uso adecuado del nuevo capital social e intelectual que se ha gestado. Quienes han emigrado han tejido una novedosa trama de relaciones personales, empresariales, e institucionales de sumo interés para todos los agentes involucrados.

A la inmigración venezolana la hemos segmentado en las tres E: Emprendedor, Empleado y Estudiante, se desempeñan como propietarios de sus propias empresas, como empleados de empresas e instituciones y como estudiantes. Estos nuevos nexos que se suman a los previos encierran un enorme valor y un gran interés para todos los involucrados.

Las empresas e instituciones, españolas y europeas, de las que son propietarios o para las que trabajan los inmigrantes venezolanos, están interesadas en acrecentar sus capacidades competitivas y aumentar su participación en un mercado crecientemente globalizado. Los inmigrantes poseen información, conocimiento y contactos que los convierte en partícipes del proceso de circulación de capital intelectual, tecnológico, financiero, comercial, etc.

Ha adquirido información del país de acogida que se suma a la que ya posee del país de origen y ello facilita su actuación como catalizadores de procesos de cooperación y alianzas a escala global. Pueden contribuir a la expansión de los negocios, a la internacionalización de instituciones, a la creación de nuevas redes de suplidores e identificación de nuevos mercados, aspectos todos ellos de enorme interés para el denso tejido de pequeñas y medianas empresas de Venezuela, España y de los países europeos.

De este proceso pueden sacar provecho todos los actores que en el participan. Se abren inmensos retos y nuevas oportunidades de desarrollo para la Unión Europea y los países que la integran, España y Venezuela. Es importante comenzar a visualizar e identificar las nuevas posibilidades que hay que descubrir. Hay que crear la agenda compartida de desarrollo que le imprima sentido y velocidad al proceso de circulación del capital intelectual de la migración venezolana.

 

Tomás Páez es Sociólogo y coordinador del estudio global "La voz de la diáspora venezolana" que presentó el 28 de enero en Casa de América.

Tobías Jung

El pasado mes de marzo Casa América organizó una mesa redonda titulada “Nuevos instrumentos de la cooperación española en América Latina: la cooperación delegada”, para discutir sobre una modalidad de cooperación internacional relativamente joven que utiliza la Unión Europea. Se trata de la cooperación delegada.  

En el marco de la agenda internacional para la eficacia de la ayuda, la Unión Europea adopta en el año 2007 un Código de Conducta relativo a la división del trabajo en el ámbito de la política de desarrollo, que incluye la cooperación delegada como modalidad en la que un donante actúa en nombre de otros donantes en cuanto a la administración de fondos y el diálogo con el Gobierno socio. Desde entonces se ha avanzado mucho con una agenda de eficacia más inclusiva, basada en compromisos mutuos y múltiples, pero el principio de la delegación sigue siendo una herramienta importante para limitar la fragmentación y para fomentar el diálogo político mediante acciones de cooperación técnica pública.  

 Para la cooperación española, con mucha presencia en los llamados países de renta media, es una gran oportunidad que los instrumentos de acción exterior del marco financiero 2014-2020 de la UE estén financiando acciones intensivas en conocimiento, proyectos de intercambio de experiencia entre administraciones y de apoyo en el diseño y la aplicación de políticas públicas, que están demandando estos países. Ante el nuevo panorama de una cooperación menos intensiva en recursos, la cooperación delegada de la UE contribuye a la concentración en acciones que acompañan los diálogos políticos con nuestros países socios y a financiar parte de sus actividades. De esta forma se convierte en una herramienta no solo de la cooperación al desarrollo, si no cada vez más también de la acción exterior del Estado y de la diplomacia pública. De ahí la relevancia de escribir sobre la cooperación delegada en un blog de la Red de Casas, nuestro instrumento por excelencia de diplomacia pública.     

En el año 2011 tanto la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo (AECID) como la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) han pasado el proceso de acreditación ante la Comisión Europea, de verificación de que los procedimientos de gestión, control interno y externo y de contratación corresponden a los estándares internacionales. Convirtiéndose así en entidades del sector público elegibles para la cooperación delegada y para actuar en nombre de la Unión Europea en acciones específicas con los gobiernos socios.  

Considerando la importancia cada vez mayor de la cooperación financiera y los mecanismos innovadores de financiación, también COFIDES se encuentra en proceso de acreditación. Además, algunos organismos iberoamericanos ya pueden recibir fondos de la Comisión Europea por esta modalidad o están en proceso de acreditación. Aquí surge un reto adicional, especialmente relevante para la acción exterior española, el de cuadrar mandatos iberoamericanos con un enfoque euro-latinoamericano y el de construir una espacio euro-latinoamericano sobre el acervo iberoamericano.  

Otro reto importante de la cooperación delegada es convertirse en la otra cara de la moneda de la programación conjunta. Quien programa conjuntamente puede implementar conjuntamente, cuando el objeto de la acción lo requiera. Nuevamente, para acciones de acompañamiento de un diálogo político UE-CELAC es fundamental contar con el conocimiento y las experiencias de otros Estados miembro de la UE y de las administraciones de países de América Latina. Un ejemplo de ello es la delegación de fondos de la UE en España para gestionar intercambios de experiencia de diversos países con las autoridades cubanas, en el marco de su proceso de actualización del modelo socio-económico. Para implementar conjuntamente, de momento tenemos primeros intentos jurídicos por parte de la Comisión Europea con plantillas contractuales de “co-delegación”, pero lejos de asumir responsabilidades conjuntas de diálogo, los potenciales riesgos llevan a una compartimentación de responsabilidades bajo el paraguas de un único contrato. Es por tanto un debate y una tarea pendiente de la agenda de eficacia del desarrollo encontrar soluciones operativas para la gestión conjunta.   

¿Cómo permea todo esto en el sector de cooperación internacional y para el desarrollo de España? Pues no de forma directa. El objetivo de la delegación no es financiar un sector del país de la entidad delegada, si no fomentar la coherencia y evitar la fragmentación en el diálogo con el gobierno socio. Aun así, las entidades españolas aplican procedimientos españoles de contratación y esto puede beneficiar al sector de la cooperación española.  

 

Tobías Jung es Director de Estrategia e Innovación de la Fundacion Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) y participó en el seminario 'Nuevos instrumentos de la cooperación española en América Latina: la cooperación delegada', celebrado en Casa América en el pasado 15 de marzo.  

Los otros ricotes que no describió Cervantes

Por: Red de Casas

07 sep 2016

Enrique Pérez Cañamares

La razón por la que Miguel de Cervantes bautizó al personaje morisco por antonomasia de nuestra literatura del Siglo de Oro con el nombre de Ricote, continúa hoy discutiéndose entre diversos expertos en el mundo morisco. Parece seguro que una buena parte de los nombres y rasgos de los  protagonistas de El Quijote, incluidos los propios Alonso Quijano y Sancho Panza, fueron tomados de sus vecinos de carne y hueso de Esquivias, en Toledo, donde residió durante unos años el matrimonio de Don Miguel y Catalina de Salazar  Palacios y donde recientemente se han publicado las actas bautismales y otros registros de los Libros sacramentales que atestiguan la historicidad de ese grupo de futuros prototipos de la literatura cervantina. 

Así, tenemos situado en Esquivas a Bernardino Ricote y su familia,  moriscos de origen granadino, pero muy bien integrados en la sociedad de su pueblo manchego de acogida. 

¿Fueron estos Ricote de carne y hueso, conocidos personalmente por Cervantes, su referencia a la hora  de buscar un nombre con que bautizar a su personaje?  Otros autores  han defendido la hipótesis de que, siendo la segunda parte de El Quijote escrita después de las expulsiones generales de 1609 y 1610, estaba todavía candente la cuestión de la excepción de los bandos de expulsión, de la que inicialmente habían disfrutado los habitantes moriscos de muchos pueblos murcianos, moriscos antiguos o mudéjares.  

No cabe duda de que la cuestión de las resistencias moriscas del valle de  Ricote debió ser motivo de un escándalo público, pues en cierta medida, ponía en cuestión el carácter universal y tajante con  que defendió el Duque de Lerma la medida de Felipe III. Lo cierto es que Cervantes debió estar muy al tanto de la polémica de si era lícito  expulsar a los habitantes del Valle que hacía más de un siglo se habían convertido al cristianismo voluntariamente y gozaban de tal privilegio desde el reinado de los Reyes Católicos. Cervantes era un muy buen conocedor del problema. Su cautiverio en Argel le debió poner en contacto directo con numerosos moriscos emigrados, antiguos granadinos huidos después de la guerra de las Alpujarras, moriscos valencianos que fueron saliendo mucho antes de 1609 por su propia voluntad, renegados de toda Europa y antiguos linajes andalusíes. 

¿Resultó el impacto de los acontecimientos del Valle en los mentideros de la Villa y Corte  el factor determinante para ejemplificar en el morisco Ricote la desgracia de todos los moriscos expulsados? 

Es difícil saberlo. Lo cierto es que Bernardino Ricote y sus descendientes eran granadinos de origen, pero su apellido puede delatar muy bien un todavía más antiguo origen valricotí. 

Pensamos, aunque siempre nos moveremos en este punto en el campo de las suposiciones, que cuando  se puso de actualidad en la Corte la cuestión del Valle de Ricote, pudo Cervantes recordar a la familia de Bernardino, su convecinos, entre ellos el  tendero amigo de Sancho.Tendero como miles de sus compatriotas granadinos, manchegos de adopción, expulsados a Castilla. 

Lo dibuja Cervantes, por lo tanto, como  el “morisco bueno”, por contraposición a los “moriscos malos”. Mientras Ricote es padre y esposo de moriscas muy católicas, crítico con sus congéneres más reacios, merecedores por ello del castigo de la expulsión, existen otros moriscos, “los de las Alpujarras”, “los irreductibles”  de Valencia y Granada, que Cervantes retrata en su Diálogo de los Perros. 

La descripción de las relaciones entre cristianos y moriscos en  la sociedad de Esquivias, en las Cinco Villas del Campo de Calatrava o los pueblos moriscos en el Bajo Ebro, evidencian unas reconexiones intergrupales que no siempre fueron crispadas ni violentas, lo mismo que ocurría en el propio Valle de Ricote. 

Pensamos que el IV Centenario de la muerte de Don Miguel de Cervantes, bien vale la pena volver de nuevo a destacar el valor literario e histórico del singular personaje del morisco Ricote, fiel representante de una época y un grupo humano cuya peripecia no debe ser olvidada. 

 

Enrique Pérez Cañamares es director del CEMM y participió en las “Jornadas de debate sobre Cervantes y el morisco Ricote" los pasados 7 y 8 de mayo, organizadas por Casa Mediterráneo y el Ayuntamiento de Ojós (Murcia).

Sobre el blog

La Red de Casas es un instrumento de la diplomacia pública española, compuesto por Casa África, Casa de América, Casa Árabe, Casa Asia, Casa del Mediterráneo y Centro Sefarad-Israel. Su finalidad es fortalecer la cooperación política y económica, el diálogo intercultural, el mutuo conocimiento y los lazos de España con los distintos ámbitos geográficos en los que actúan. Este blog dará voz a las personalidades políticas, institucionales, sociales y culturales que participan en las actividades de las Casas y servirá para invitar a las actividades que se organizan. Web: www.reddecasas.es Twitter: @ReddeCasas.

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