Miguel Ángel Puig-Samper
La subida al trono de la nueva dinastía borbónica supuso un giro importante en la organización del estado español, lo que sin duda influyó en la de la ciencia, especialmente a través de las instituciones militares. Asimismo, con la implantación de las ideas ilustradas en España se produjo una importante oleada de expediciones científicas a América, con diversos fines entremezclados, desde los de interés estratégico político-militar hasta los puramente científicos, con especial importancia en el mundo de las ciencias naturales. Desde el punto de vista de la defensa del imperio fueron puntos de gran interés la costa noroeste de América, en la que se desarrollaba una interesante pugna estratégica entre España, Inglaterra y Rusia, el estrecho de Magallanes, siempre anhelado por Francia e Inglaterra, y el espacio del Caribe, teatro privilegiado de la confrontación imperial europea. En el mundo interior americano hay que destacar las llamadas expediciones de límites, destinadas a delimitar las fronteras entre el territorio español y el portugués, que dieron algunos frutos en el campo de la ciencia como la obra zoológica de Azara o la cartográfica de Requena.
Muchas de estas expediciones tuvieron la finalidad de prestigiar la Monarquía hispánica, estudiar los recursos naturales para su posterior apropiación y participar en la modificación de las relaciones coloniales. Entre éstas hay que mencionar la dirigida por Hipólito Ruiz y José Pavón al Virreinato del Perú y el reino de Chile (1777-1788), continuada poco después por sus discípulos Tafalla y Mazanilla, muy centrada en la reforma sanitaria, la recolección de nuevas especies para el avance de la ciencia, la búsqueda de maderas para la marina o el estudio de las quinas y otras especies vegetales para el remedio de las fiebres en Europa. Parte de sus resultados fueron publicados en una Flora Peruviana et Chilensis, interrumpida por los avatares políticos en España, desde la invasión napoleónica hasta el gobierno absolutista de Fernando VII, una circunstancia que también influyó negativamente en la publicación de los resultados científicos de otras expediciones españolas.
La segunda expedición naturalista de gran calado fue la Real Expedición al Nuevo Reino de Granada, dirigida por José Celestino Mutis a partir de 1781, aunque solicitada por este médico gaditano desde los años sesenta en los que ejercía como médico del virrey de Nueva Granada, creada con fines similares a la anterior aunque caracterizada especialmente por una gran escuela de dibujo botánico, que dio como resultado una gran colección de láminas que se conservan en el Real Jardín Botánico de Madrid. Mutis fue además de médico, un naturalista interesado en la reforma de la minería neogranadina y en la búsqueda de vegetales de interés comercial y médico como el té de Bogotá o las quinas. La tercera gran expedición naturalista fue la Real Expedición Botánica a Nueva España (1787-1803), dirigida por el médico aragonés Martín de Sessé que se preocupó especialmente por la reforma de la Universidad y el Protomedicato mexicanos, la creación de un jardín botánico y un gabinete de historia natural, hasta la exploración del inmenso territorio de la Nueva España, que comprendía desde territorios del norte americano hasta Centroamérica. Esta expedición carolina dio como resultado el estudio de una Flora de Nueva España y de una excelente Ornitología mexicana publicadas mucho más tarde.
Además de pequeños viajes naturalistas, como los de Antonio Parra, Francisco Noroña o Juan de Cuéllar o de expediciones con fines de fomento, como la del conde de Mopox y Jaruco, la síntesis global de estas expediciones carolinas hay que encontrarla en la gran expedición de Alejandro Malaspina, organizada por la corona como la emulación de las inglesas del capitán Cook y las francesas de La Pérouse o Boungaiville. Malaspina intentó un gran viaje de circunnavegación buscando el estudio de los límites del imperio español y su posible reforma, además de la investigación de la naturaleza y sus recursos o la participación en experimentos internacionales como el estudio de la gravedad en diferentes latitudes.
Miguel Ángel Puig-Samper es profesor de investigación del Instituto de Historia del CSIC y ha participado en la conferencia 'Expediciones científicas en ultramar’ que tuvo lugar en Casa de América el 15 de diciembre de 2016, clausurando el ciclo 'Carlos III y América'.