Txus Amat
“Sólo nos salvas, música, si suenas./Sólo nos curas, verso, si nos hablas”
Carlos Marzal.
Acercarse a la obra de Luis García Montero significa descubrir un lenguaje cotidiano y escenarios reconocibles, lejos de la ideología de la palabra poética. Una apuesta por la reflexión y el realismo estético. La poesía como un ejercicio de inteligencia, un género de ficción con todo su rigor y mecanismos, donde prevalece el yo literario frente al biográfico, donde se crean artificios con apariencia de realidad. Con el propósito de ser una poesía de indagación más que de consolación, de transformación moral más que de descripción de la belleza del mundo.
En el otoño de 2014 fui invitado a interpretar unas canciones en la presentación de su última novela “Alguien dice tu nombre” organizado por CCOO de Alicante a través de la Fundación Primero de Mayo. Fue un auténtico placer aquella tarde de confesiones y literatura, acompañar a un gran poeta cuya obra, si bien no conocía en profundidad, siempre había sentido muy cercana.
Lo cierto es que, asumiendo el riesgo de convertir un buen poema en una mala canción, se me ocurrió la idea de musicalizar algo suyo para la ocasión. Al comenzar la búsqueda, empecé a sentir algo que no ha dejado de acompañarme durante todo este tiempo: una grata sensación al retomar lo que hubiese dejado pendiente el día anterior. Descubrir en unos textos un idioma que podía entender, que sabía hablar. Más o menos conscientemente.
Pude constatar dos temas fundamentales en su poesía: el amor, la trasformación de los sentimientos, y las ciudades, como escenario y territorio del mundo moderno. Finalmente leí en su libro de poemas “Diario Cómplice” (1987) el “Poema I”, donde ambos motivos se encontraban íntimamente ligados. Sus versos iniciales lo expresan claramente: “Yo sé / que el tierno amor escoge sus ciudades”. Y ahí empezó todo este viaje, pues lo que inicialmente fue un poema, acabó siendo la semilla de un proyecto con vocación de constituir una pequeña colección de poemas musicalizados. Una suite del amor y las ciudades.
La canción habita en el cruce de caminos de la tradición lírica: canto y escritura. Todos sabemos que lo que en una canción puede funcionar muy bien, puede acabar destrozando un poema. Aún así, con sus particularidades y diferentes mecanismos, he ido evidenciando multitud de intereses comunes, un lenguaje cómplice entre cierta cancionística y la obra que se abría a mis manos.
Nexos históricos y sentimentales, por ejemplo, con algunas propuestas de la llamada nueva canción española o latinoamericana. Canciones con textos de calidad, fruto de nuevos desafíos, que alumbraron otro camino estético y moral, que dialogaron con la realidad creando otras maneras de sentir, otras conciencias. Ellas también tomaron la historia y la vida cotidiana como material poético.
Montero dice en su poema “Poética”: “Tu descansas la voz en el pasado / y recuerdas el título de un libro, / la noche juvenil de algunos cantautores, / la importancia que tienen / poetas y banderas en tu vida”. Sí, pero además propone hablar “de comas y mayúsculas, / de imágenes que sobran o que faltan / de la necesidad de conseguir un ritmo / que sostenga la historia”. Esas cuestiones de forma y fondo iban dictándome al oído sonoridades que ayudaron a su representación. Cómo dejarse de palabras de amor y de silencios para hablar de poesía.
Dice Luis que a algunos poetas les gusta no escribir para otros poetas, sino para la gente de la calle, gente culta que entra en una tienda, compra un libro, vuelve a su casa y se sienta a leer interesada lo que unos poemas pueden decirles sobre la vida, la muerte, el tiempo, el amor, la historia, el pasado, la soledad y las tensiones que suelen establecerse entre la realidad y la dignidad personal.
La “Suite del amor y las ciudades” propone una colección de canciones y preludios de guitarra donde se alternan la voz cantada con la recitada, donde se especula y trata de establecer un diálogo melódico y armónico con unos versos ya de por sí extraordinarios. Cuento con la participación del poeta y pintor José Luis Rico y la compañía de los músicos Ivan Mitov al acordeón y Charli Moreno a la mandolina.
Formalmente he intentado ceñirme a los poemas de manera literal, sin reescribirlos ni usar estructuras propias de la canción a modo de “estrofa-estribillo”. Es posible que por esa premisa se hayan ido configurando motivos musicales un tanto particulares, jugando a los contrastes y a variaciones temáticas con los que hilar una textura propia. Con una instrumentación que ha intentado jugar a ese mismo propósito: dibujar un paisaje sonoro a cada tiempo de dudas.
Txus Amat, autor de la Suite. Participó en el II Encuentro Internacional de Arte Mediterráneo de Alicante, el pasado viernes 16 de septiembre en Casa Mediterráneo
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