Álvaro Rodríguez
La historia: la muerte de Lincoln
Abraham Lincoln fue asesinado la noche del 14 al 15 de abril de 1865 por John Wilkes Booth mientras presenciaba, en el Teatro Ford, la comedia "Nuestro primo americano".
Durante toda su presidencia hubo varias tramas para secuestrar o asesinar a Lincoln. El propio Presidente asumió que hombres con la determinación suficiente para acabar con su vida acabarían haciéndolo, con independencia de las medidas de protección que se adoptaran.
John Wilkes Booth era uno de esos hombres. Hijo y hermano de actores, él mismo era uno de los más populares de América junto con su hermano Edwin. Lincoln era un gran aficionado al teatro, especialmente a las tragedias de Shakespeare.
Booth concibió muy pronto la idea de acabar con Lincoln. La cuestión es si sus simpatías pro-confederadas son las únicas responsables del magnicidio o suponían el último eslabón de una trama que, directa o indirectamente, conducía a Richmond, la capital confederada, o a su Gobierno. No podemos saber la profundidad ni la extensión de la conspiración o la implicación concreta del Gobierno confederado, pero sí que Booth era la cabeza de una red que contaba con varios ejecutores, así como dinero y recursos suficientes y un propósito estratégico que iba más allá de la venganza.
La noche que murió Lincoln, dos co-conspiradores tenían la misión simultánea de asesinar, respectivamente, al Vice-presidente Johnson y al Secretario de Estado Seward. Sólo Booth tuvo éxito. La conspiración tenía por objeto descabezar al Gobierno de la Unión y arrancar la secesión en el caos político y estratégico que se produciría.
Las actividades de subversión en el Norte caían bajo la égida del Servicio Secreto confederado, a su vez bajo la dirección del Secretario de Estado, Judah Benjamin. Uno de entre los varios grupos con planes alternativos para atentar contra el Presidente Lincoln por cuenta del Gobierno del Sur podría haber sido el que finalmente lo hizo, es decir, el compuesto, entre otros varios, por Booth, Lewis Powell (encargado de asesinar a Seward), George Atzerodt (con la misión de asesinar al Vicepresidente Johnson), Mary Surratt (en cuya pensión los conspiradores tenían su “piso franco”) y David Herold (Powell, Azerodt, Mary Surratt y Herold fueron las personas ejecutadas en el juicio posterior).
El 17 de marzo de 1865 el país estaba en los estertores de la cruenta Guerra Civil entre Norte (la Unión) y Sur (la Confederación). Richmond se encontraba asediada y a punto de caer frente al General Grant, cosa que ocurrió el 2 de abril. El Ejército confederado comandado por el General Lee se rendiría tres semanas después a Grant. Ese 17 de marzo John Wilkes Booth y sus co-conspiradores habían planeado el secuestro de Lincoln en el camino de éste al Hospital Campbell, unos kilómetros al norte de la Casa Blanca, adonde éste se proponía asistir a una función benéfica para los soldados heridos. El que acudió a esa función al final fue el Secretario de Estado Seward, frustrando los planes de Booth.
La ficción: “El secuestro de Lincoln”
La premisa de la obra, sin embargo, es que Booth y sus co-conspiradores consiguen secuestrar a Lincoln y lo llevan a Richmond, donde el Gobierno sureño pretende extraer la concesión de un armisticio a cambio de la vida de Lincoln. Su Presidente, Jefferson Davis, confía en que la imposición misma del armisticio, por breve que sea, se convierta en un hecho consumado que le permita aliviar la situación crítica de su ejércitos, desmovilizar a la opinión pública del Norte, sembrar la discordia política entre republicanos y demócratas y entre diferentes regiones del Norte y provocar el reconocimiento de la Confederación por parte de las potencias europeas.
En la obra, Lincoln, cautivo en Richmond, recibe las visitas del Presidente y Vicepresidente confederados, con quienes debate sobre las causas de la guerra, la democracia representativa y la esclavitud, y del propio John Wilkes Booth.
Jefferson Davis, el Presidente confederado, se enfrenta a la desafección de sus jefes militares. Éstos ven como poco honorable el secuestro, son escépticos sobre las posibilidades de que el Norte acepte un armisticio y en ningún caso se plantean resistir cuando la Causa, como creen, está perdida. Davis, exasperado, obtiene sin embargo su aquiescencia para negociar, aun cuando sus jefes le señalan que sea cual sea el resultado de la negociación, debe liberar a Lincoln.
Mientras, en Washington, el Gobierno de la Unión debate sobre qué hacer. Sus autoridades recuerdan las negociaciones del mes anterior en Hampton Roads, Virginia, donde Lincoln había manifestado a la delegación confederada que el Sur debía volver a la Unión, así como que la abolición de la esclavitud sería permanente para ambas secciones, Norte y Sur. El Gobierno de la Unión decide que, en la negociación que se avecina, no puede más que adoptar la posición que había adoptado Lincoln el mes anterior.
Las negociaciones fracasan. Jefferson Davis debe honrar el compromiso con sus jefes militares y libera a Lincoln, a quien el propio General Lee escolta detrás de las líneas de la Unión.
Por instrucciones de Davis, el Secretario de Estado confederado, Judah Benjamin, ordena a un agente, John Surratt, que active el grupo de Booth para llevar a cabo el asesinato de Lincoln, así como el de otros líderes de la Unión. El asesinato de Lincoln, del Vicepresidente Johnson y del Secretario de Estado Seward, eliminaría cualquier posibilidad de aplicar ninguna previsión sucesoria y abocaría a la parálisis política y al enfrentamiento entre familias políticas en la Unión. El Sur obtendría su independencia.
Surratt, ya en Washington, habla con Booth y le transmite la instrucción.
Lincoln pasea con su mujer, Mary Todd, la tarde del 14 de abril. Esa noche acudirán al teatro a ver la comedia “Nuestro Primo Americano”.
Álvaro Rodríguez es autor de la obra ‘El secuestro de Lincoln’. Su artículo se enmarca en la lectura dramatizada de la obra ‘El secuestro de Lincoln’ que tuvo lugar en la Casa de América el 22 de mayo de 2017.
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