Red de Casas del Ministerio de Exteriores

"Balkania" en Casa Mediterráneo

Por: Red de Casas

30 ago 2017

Miguel Rodríguez Andreu

 

En 2017 se cumplen 25 años de las primeras misiones militares (operativas) por parte de España en democracia y en el extranjero. Aquella intervención comenzó el 25 de julio de 1992, cuando la fragata Extremadura, dentro de la agrupación naval de la UEO, tuvo encomendada la misión de vigilar el cumplimiento de las sanciones impuestas a las repúblicas de Serbia y Montenegro al comienzo de las guerras yugoslavas. Fueron años en los que las Fuerzas Armadas españolas vivieron un repunte de popularidad respecto a los años 80 debido, principalmente, a su buena actuación en las misiones de paz en Bosnia-Herzegovina. Más allá de eso, España tuvo un papel destacado en todo el sudeste europeo. No solo hubo misiones de paz, sino también actividad diplomática, política, periodística, académica y cultural, que unieron a España y a los países de la antigua Yugoslavia, como no se había producido en más de cien años de historia de relaciones diplomáticas.


De aquella experiencia coral surgió una nueva generación de “balcanistas” (periodistas, académicos, cooperantes...) que abrieron una nueva senda de conocimiento entre España y los Balcanes, dos realidades europeas que apenas se conocían. La revista Balkania supuso la ratificación de esa aproximación geopolítica, y fue gracias al impulso del diplomático español Javier Hergueta, que se encontraba de jefe de misión adjunto de la Embajada de España en Belgrado –y que durante su estancia fue el primer director del Instituto Cervantes de la capital serbia–, que este proyecto fue posible. Aquella etapa inicial de la publicación –editada por la Embajada de España en Belgrado– duró dos años y permitió dar salida a la primera y única publicación en español dedicada estrictamente a los estudios balcánicos. Tras un periodo en blanco, que abarca desde 2004 a 2010, la revista resucitó con la vuelta del diplomático español a Belgrado, para seguir una ruta ininterrumpida y marcada por su vocación inicial: divulgar conocimiento sobre el sudeste europeo y forjar una estructura estable donde converjan expertos e interesados.


La publicación ha buscado abordar temas relevantes, aportar conocimiento y una base académica para romper con el tradicional enfoque prejuicioso al que se ve condenada la región, saturada de conflictos de largo alcance durante el siglo XX: las Guerras Balcánicas, la Primera y la Segunda Guerra Mundial y las Guerras de Secesión de Yugoslavia. Desde el año 2010 la revista ha tratado cuestiones muy diversas, ensalzando los nombres de “balcanistas” españoles tan reputados como Carlos Flores Juberías, Francisco Veiga, Carlos Taibo o Ruth Ferrero Turrión. Como también ofrecer una caja de resonancia a los autores locales, traduciendo sus textos del antiguo serbo-croata al español y, por tanto, acercando los estudios balcánicos a más de 500 millones de hispanohablantes.


Cada número se publica de forma anual, diseñado en forma de monográfico, al que están invitados no solo “balcanistas” en términos genéricos, sino especialistas en un área concreta de investigación. La revista busca ofrecer profundidad e información, con un trabajo bibliográfico fundamental –muy útil para futuras investigaciones–. La disolución de Yugoslavia fue objeto de estudio y de alguna manera su impacto ha marcado otras temáticas, como la creación de los nuevos estados y la división policéntrica del antiguo serbo-croata (serbio, croata, bosnio y montenegrino), los conflictos de identidad entre la ciudadanía y el etnicismo, las consecuencias de la transición sobre la democratización de la región y el proceso de integración europeo. Pero también la revista ha buscado tomar el pulso a las posibilidades económicas, con un número especial dedicado a las oportunidades de negocio en la región, volumen realizado con la ayuda de Aitor José Mate, consejero económico y comercial jefe en la Oficina Económica y Comercial de España en Belgrado; igualmente, coincidiendo con la entrada en vigor de la Ley de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España, Balkania publicó un número coordinado por la jefa del Departamento de Estudios Ibéricos de la Universidad de Belgrado, Jelena Filipović, dedicado a la cultura sefardí en los Balcanes, que, además, no solo fue presentado en Belgrado, sino también en el Centro Sefarad-Israel en Madrid.


Balkania inicia ahora una nueva andadura gracias al impulso y la determinación de Casa Mediterráneo y de su director general, Miguel Oliveros. En esta ocasión con un monográfico en edición bilingüe (español-inglés) consagrado a la historia y actualidad de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, y coordinado por el profesor Carlos Flores Juberías, cónsul honorario de la Antigua República Yugoslava de Macedonia en Valencia. El apoyo económico e institucional de Casa Mediterráneo significa mucho para Balkania, una vez permite la continuidad del proyecto y mantiene a la revista como referencia, pero también como incentivadora de nuevas publicaciones y nuevos vínculos intergeneracionales entre los expertos en la materia. Hasta el momento han participado en Balkania más de 70 autores con sus respectivos artículos, un inmenso capital científico que contribuye y contribuirá a que los Balcanes occidentales sean un campo de conocimiento más accesible, pudiendo inspirar múltiples oportunidades de acción para la sociedad civil española y balcánica (www.balkania.es).

Miguel Rodríguez Andreu es director de la revista "Balkania". Su artículo se enmarca en la presentación del número 7 de la revista, que tuvo lugar en la sede de Casa Mediterráneo el pasado mes de junio.

Antonio Martínez Puche

El término “economía creativa” fue popularizado en 2001 por el escritor y gestor de medios de comunicación británico John Howkins, que lo aplicó a 15 industrias que iban desde las artes hasta la ciencia y la tecnología. Según los cálculos de Howkins, en el año 2000 la economía creativa tenía un valor de 2.2 billones de dólares a nivel mundial y crecía a un ritmo del 5% anual. La noción era, y sigue siendo, muy amplia, porque no sólo abarca bienes y servicios culturales, sino también juguetes y juegos, así como todo el ámbito de “investigación y desarrollo” (I+D). Por tanto, aún cuando reconozca las actividades y los procesos culturales como el núcleo de una nueva y poderosa economía, también se ocupa de manifestaciones creativas en ámbitos que no serían contemplados como “culturales”. Este uso también tiene su origen en la asociación que se comenzó a hacer entre creatividad, desarrollo económico urbano y planificación de la ciudad. Así, recibió un primer impulso muy significativo a través del importante trabajo llevado a cabo por el consultor británico Charles Landry sobre la “ciudad creativa”. Un segundo y sumamente influyente impulso a nivel internacional fue el trabajo de Richard Florida (2009), teórico norteamericano de estudios urbanos que reflexionó sobre la “clase creativa” que las ciudades necesitaban atraer con el fin de garantizar un desarrollo exitoso. En este contexto, planteaba la necesidad de reforzar aspectos como la formación y el talento local, así como la materia prima de la futura revolución del conocimiento, entendida como fuente de desarrollo.


Desde la Geografía Humana, autores como Ricardo Méndez o Inmaculada Caravaca (2012) han aplicado el concepto en ciudades españolas para ver sus efectos reales, sus oportunidades y quizás frustradas expectativas si no se utiliza de forma adecuada. En efecto, las áreas urbanas de la Unión Europea se enfrentan al reto de elevar su capacidad competitiva y su sostenibilidad para hacer frente a las consecuencias derivadas de la crisis económica y, a más largo plazo, del efecto combinado que suponen la globalización de los mercados y el proceso de integración regional. Cobra así creciente importancia la identificación de actividades estratégicas, resistentes a la deslocalización y adaptadas tanto a su trayectoria como a la disponibilidad de recursos específicos para lograr una mejor inserción en la llamada economía del conocimiento. En ese contexto aumenta el interés que suscitan las actividades integradas en la denominada economía creativa, debido a una serie de factores que se refuerzan mutuamente. En una primera parte, aceptar el concepto de economía del conocimiento como aquella que se libera del sesgo tecnológico asociado a la idea de la sociedad de la información, para incluir las actividades asociadas a la cultura, de un alto contenido simbólico y donde los recursos intangibles son pieza esencial para generar valor añadido. Por otra parte, entendiendo la creatividad como capacidad de aportar respuestas nuevas y más eficaces frente a los retos a que se enfrentan individuos, sociedades o territorios, convirtiendo su uso en un concepto cada vez más frecuente en la bibliografía internacional de los últimos años. El interés que suscita la referencia a las industrias creativas, la clase creativa o la ciudad creativa ha multiplicado la bibliografía científica dedicada a estas cuestiones, pese a las frecuentes imprecisiones que acompañan la traslación del concepto al ámbito de los estudios sobre desarrollo territorial.


Más allá de la difusión y delimitación del concepto, Ricardo Méndez et alii (2012), señalan que la importancia relativa de las industrias creativas como generadoras de empleo es aún muy modesta. Los datos de Eurostat correspondientes a 2009 situaban su presencia en torno al 4,4% del empleo total dentro de la Unión Europea, lo que elevaba su participación respecto a estudios anteriores con datos de mediados de la década pasada (KEA, 2006; Power & Nielsen, 2010). En ese contexto, España ocupaba una posición intermedia, ligeramente por debajo del promedio (3,8% del empleo total), que no ha cambiado en exceso, y a mayor distancia de quienes siguen ocupando las primeras posiciones (Finlandia: 6,2%; Suecia: 5,9%; Dinamarca: 5,7%), en un nivel similar al de otros países mediterráneos y claramente por encima de los países orientales. Por tanto, en la actual economía del conocimiento, las industrias culturales y creativas (ICC) son un sector estratégico por su potencial para crear empleo, innovar, reaccionar rápidamente a las necesidades del mercado, movilizar inversión y estimular la economía. Como explica el investigador Pau Rausell Köster (2014), año tras año se suman estudios que apoyan como evidencia empírica la relación causa-efecto entre la riqueza de los países y la potencia e impacto de sus industrias culturales y creativas. En este sentido, la Comisión Europea sigue cifrando la contribución de las ICC a la producción y el empleo en un 4,2% del PIB del conjunto de la UE y les atribuye más de 7 millones de puestos de trabajo, un 3,3% del total del empleo europeo, según se indica en el Plan de Fomento de las Industrias Culturales y Creativas 2016. En este sentido, se cifra la contribución de las ICC en España como responsables del 3,5% del PIB. Un 3,5% del total de las empresas del país se enmarcan en las ICC (107.922 empresas), de las cuales el 9,4 % están ubicadas en la Comunitat Valenciana, que es la cuarta comunidad autónoma en número de ICC por detrás de Madrid (22,4%), Cataluña (20,2%) y Andalucía (12,7%).


En un momento en que los destinos urbanos, deben competir, ofreciendo a sus visitantes propuestas cada vez más singulares, las experiencias vinculadas a industrias creativas, pueden encontrar su oportunidad en el contexto del turismo cultural y creativo. El turismo creativo, según Richards (1998), tiene por objeto estudiar la evolución de esta nueva tendencia que está relacionada con la experiencia y las vivencias, con el lugar y sus habitantes, que también se une al subconjunto de “economía creativa o naranja”. Esta modalidad turística, como nueva tendencia que combina diferentes formas de cultura, supera la antigua división entre “alta” cultura tradicional (como museos, monumentos, ópera y galerías de arte) y cultura “popular” (como la música pop, el deporte y los parques temáticos). A medida que el mercado madura, también se va diversificando, creando nuevas oportunidades y retos. Todo indica que hay que revisar la imagen tradicional del “turista cultural” y de las propias ciudades. Por tanto, el turismo creativo significa fomentar la participación e interactividad del turista que suele desear ser viajero o sentirse local, desarrollando su potencial humano a través del aprendizaje, la creación o la exhibición de su talento mediante el formato de experiencias singulares basadas en “lo cultural” (Tresserras, 2013).


Hay que citar, por último, la estructura creada en 2004 por parte de la UNESCO bajo el nombre de “Red de Ciudades Creativas”, que según la actual secretaria general de esta entidad internacional “representa un potencial enorme para recalcar el valor de la cultura como acelerador del desarrollo sostenible, de acuerdo con el undécimo objetivo establecido en la Agenda 2030 (…) cuya vocación es estimular la cooperación internacional entre las ciudades miembros para hacer de la creatividad un motor de desarrollo urbano sostenible, de integración social y de vida cultural”. Las 116 ciudades del mundo provenientes de 54 países que en la última reunión de septiembre de 2016 en Östersund (Suecia), forman parte de la Red, trabajan juntas para alcanzar un objetivo común: posicionar la creatividad y las industrias culturales en sus planes de desarrollo a nivel local y cooperar activamente a través de la asociación entre ciudades a nivel internacional. La Red cubre siete campos creativos: Artesanía y Arte Popular, Diseño, Cine, Gastronomía, Literatura, Arte digital y Música. En este sentido hay que indicar que Denia (gastronomía), Barcelona (literatura) y Burgos (gastronomía) pasaron hace unos años a engrosar esta lista en la que ya se contaban otras tres localidades españolas: Granada en la categoría literaria, Sevilla en la musical y Bilbao en la de diseño. Hace unas semanas se presentó en la Agencia de Desarrollo Local de Alicante “Claves del estudio de los agentes y nodos de emprendimiento cultural y creativo de la ciudad de Alicante”, en la que se pone de manifiesto las grandes oportunidades para la economía local que presentan las industrias creativas y el turismo en la capital de la provincia de Alicante.

 

Antonio Martínez Puche, es profesor del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante y director del Máster Oficial de Desarrollo Local e Innovación Territorial (DELEITE-UA). Su artículo se enmarca en el curso de verano "Diplomacia de las ciudades", organizado por la Red de Casas en el mes de julio, en el que participó como conferenciante en las sesiones propuestas por Casa Mediterráneo.

Francisco Javier Garzón


El 5 de julio tuve ocasión de inaugurar la jornada empresarial “10 años de relaciones económicas España-países árabes: balance y futuro”, que celebró el 10º aniversario de Casa Árabe, institución que se ha constituido en un excelente espacio de encuentro e intercambio entre España y los países árabes. ICEX ha seguido de cerca la evolución de la Casa, a partir de su pertenencia a su patronato, y estamos encantados de colaborar con ella.

En este contexto, permítanme realizar un análisis de la evolución de los intercambios de naturaleza comercial entre España y los países árabes durante la última década y abordar el papel de la Administración Comercial del Estado en su impulso.

Quiero enmarcar este repaso en el cuadro general de la internacionalización de nuestra economía, pues, además, en los últimos diez años hemos asistido a un ciclo completo expansión – crisis – expansión que hace particularmente interesante el análisis.

En 2007, cuando se creó Casa Árabe, nos encontrábamos inmersos aún en un ciclo expansivo que en España había durado una década. Muy pocos analistas se atrevían a predecir, no ya la profundidad de la crisis que sucedería a continuación, sino la posibilidad misma de que ésta se produjera. No obstante, una variable, de fundamental importancia, debería habernos puesto en guardia: nuestro desequilibrio externo.

En los cuatro trimestres que siguieron al estallido de la crisis financiera internacional se produjo, entre otras cosas, un hundimiento del comercio internacional, que en el caso de nuestro país supuso que, en 2009, exportáramos un 16% menos que en el ejercicio anterior.

No obstante, 2009 fue también el comienzo de un periodo extraordinariamente provechoso e interesante desde el punto de vista del comercio exterior y que se prolonga hasta nuestros días.

Desde entonces, España ha pasado de ser el país desarrollado con mayor desequilibrio externo a cerrar el ejercicio pasado, 2016, con una capacidad de financiación respecto al resto del mundo por encima del 2% del PIB.

Tan excepcional es la situación actual que, en los cuatro últimos trimestres, es decir, incluyendo el primero de 2017, se ha producido una situación sin precedentes en la serie histórica: la demanda interna y la externa contribuyendo contemporáneamente al crecimiento de nuestro PIB.

Se puede, por tanto, afirmar, que el salto de nuestras exportaciones dado durante los últimos años tiene un componente estructural e independiente del ciclo.

Y, dada la relación entre internacionalización y competitividad, los resultados alcanzados por nuestras empresas en los últimos años son una muestra de su competitividad y, a nivel agregado, de la de nuestra economía.

La aportación de los mercados árabes a este excepcional cuadro es una cuestión con frecuencia ignorada.

La exportación a los 22 países que forman parte de la acción de Casa Árabe se ha más que duplicado entre 2009 y 2016, muy por encima del aumento del 60% que se ha producido en el total de nuestras exportaciones. La cuota que representan los países árabes en nuestra exportación ha pasado del 6 al 8%. Los mercados árabes absorben casi un cuarto de la exportación española fuera de la UE.

Permítanme además celebrar la situación comercial superavitaria con los países árabes que alcanzó España en 2016, la primera en la serie histórica.

Las relaciones económicas están concentradas, en la práctica, en cuatro países: Marruecos, Argelia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes. Estos cuatro países son los principales receptores de nuestros productos, de nuestra inversión y de los proyectos de implantación de nuestras empresas. A cierta distancia les siguen Túnez y Egipto.

Entre todos ellos, desde el punto de vista comercial destaca, en cualquier caso, Marruecos, nuestro segundo mayor socio comercial fuera de la UE, sólo por detrás de EE.UU. España, por su parte, se ha convertido en el primer socio comercial de Marruecos.

Los buenos resultados comerciales en los países árabes en estos últimos años se han visto acompañados del aumento de la presencia tanto de empresas como de profesionales españoles en estos países, impulsada por sus éxitos en proyectos de infraestructuras, tanto de transporte como energéticas, defensa y medio ambiente.

Estos éxitos están basados en el liderazgo internacional que ha alcanzado la ingeniería española; un liderazgo, además, que no se circunscribe al ciclo técnico de los proyectos, sino que es también patente en el diseño de soluciones integrales que incorporen la gestión, el mantenimiento y la financiación de las infraestructuras, habiendo desarrollado una experiencia muy importante también en las distintas modalidades existentes de participación público – privada, cuestión ésta última fundamental en el actual contexto de reducción de precios de las materias primas energéticas y que está suponiendo un enorme reto fiscal para el conjunto de las economías árabes.

De hecho, uno de los proyectos más emblemáticos a nivel mundial de nuestras empresas y que con más frecuencia citamos como ejemplo de su posición de vanguardia es la línea ferroviaria de alta velocidad entre Medina y La Meca, un reto gigantesco desde cualquier punto de vista y cuya consecución servirá para afianzar aún más la actividad de nuestras empresas en la región.

Pero podrían citarse también, por su envergadura y novedad, la construcción de la primera fase de la planta termo solar de Ouarzazate, en Marruecos, que se prevé sea la más grande del mundo, la participación en la construcción de un complejo petroquímico en Arabia Saudí y que será el mayor de Oriente Medio o el primer contrato bajo modalidad PPP aprobado en Egipto para el diseño, construcción y mantenimiento de una depuradora en New Cairo.

La diplomacia económica española, representada al más alto nivel, ha desplegado todos sus medios para apoyar éstos y otros muchos proyectos en la zona.

La Secretaría de Estado de Comercio estableció desde la puesta en marcha en 2004 de su estrategia de mercados prioritarios que tanto Marruecos como Argelia debían serlo. Y, en 2009, reforzó el peso del mundo árabe en esta estrategia con la inclusión de los Emiratos Árabes Unidos. Ese mismo año se abrió una nueva Oficina Económica y Comercial de España en Omán, un centro de negocio en la Ofecomes de Dubái y, en 2011, una nueva Ofecomes en Kuwait.

La región es prioritaria también en la acción de ICEX, como viene a mostrar el hecho de que casi el 10% de nuestras acciones de promoción fuera de la UE se desarrollen en países árabes y que, sólo en este 2017, organizaremos en países del área dos de nuestras acciones más comprometidas: unas Jornadas de Partenariado Multilateral en El Cairo y unas Jornadas ICEX Integra en Dubai, ambas con el más alto apoyo institucional.

Debemos aprovechar las oportunidades que surgen de la voluntad de apertura de muchos de estos países y su deseo de modernizar y diversificar sus economías, incrementando tanto la cuota de mercado de nuestras exportaciones como nuestro volumen inversor.

En ese sentido, tratamos de incorporar los mercados árabes en todas nuestras iniciativas, incluyendo las más novedosas, como por ejemplo la serie “Conecta con el mercado”, un programa que produce ICEX y que emite RTVE. ICEX, junto a KPMG y el Instituto de Empresa, elabora también un informe sobre Fondos Soberanos que se ha convertido en el documento de referencia en España. Exploramos igualmente nichos de oportunidad específicos del mundo árabe, marco en el que se encuadra la línea de seminarios enfocados a rentabilizar certificados como el halal o las finanzas islámicas.

En suma, ICEX mantiene una intensa actividad en la promoción de la presencia de nuestras empresas y de nuestros productos en los países árabes. Me gustaría pensar que hemos jugado un cierto papel en las excelentes cifras de negocio de nuestras empresas que les he ofrecido anteriormente.

Esperamos que los próximos diez años sean igual de provechosos.

Francisco Javier Garzón es consejero delegado de ICEX España Exportación e Inversiones. Su artículo se enmarca en la jornada empresarial “10 años de relaciones económicas España-países árabes: balance y futuro” organizada por Casa Árabe el pasado mes de julio con motivo de su décimo aniversario.

Ecosistemas Mediterráneos

Por: Red de Casas

09 ago 2017

Antonio Pastor-López

 

Los ecosistemas mediterráneos ocupan áreas con características peculiares en diversas áreas de la Tierra. Su déficit hídrico debido al régimen pluviométrico irregular y altamente estacional imperante en el clima mediterráneo, ha hecho que los organismos que constituyen sus comunidades animales, vegetales y microbianas presenten ejemplos de adaptaciones e interacciones para sobrevivir bajo condiciones de estrés ambiental. Además de ello, por el relieve, las características del litoral y otros factores del medio físico se establecen en el ambiente litoral comunidades en ambientes altamente salinos o cambiantes (dunas) con especies únicas adaptadas a dichos hábitats extremos. Sin embargo el factor más determinante en los ecosistemas mediterráneos es la presencia humana. La historia del ser humano en el Mediterráneo está ligada al medio y ha modelado desde hace miles de años el paisaje natural del mismo. Desde hace pocas décadas, hemos sometido a los ambientes mediterráneos una presión antrópica sin precedentes. El turismo, convertido en fenómeno de masas, ha cambiado la fachada litoral del mar Mediterráneo y de los ecosistemas litorales. En muchos casos ha supuesto la destrucción, perdida de hábitats o su deterioro; es el caso de lagunas litorales, sistemas dunares o costas acantiladas invadidas por residencias humanas u obras civiles como puertos y otras infraestructuras. La globalización ha aumentado el comercio y consecuentemente el transporte de mercancías y personas. Este hecho ha supuesto el crecimiento exponencial de especies invasoras muchas de ellas de ambientes más cálidos que el mediterráneo, que al amparo del aumento global de las temperaturas han prosperan y se convierten en plagas, dando lugar a enfermedades animales y vegetales. Por ello es preciso realizar un análisis de la problemática medioambiental mediterránea que permita priorizar la adopción de medidas que solucionen o mitiguen las disfunciones de nuestro medio natural.

Plagas y enfermedades en ecosistemas mediterráneos. Globalización.
Ya he comentado que la presión antrópica y el comercio masivo suponen el peligro de introducción de especies que pueden causar problemas en los ecosistemas mediterráneos. Un caso reciente ha sido la epidemia del picudo rojo de las palmeras. Se trata de un insecto de origen ajeno al Mediterráneo, en zonas del medio Este y Asia. En muchos casos la localización remota de palmeras en oasis desérticos o la lejanía geográfica mantenía el insecto controlado. Hace menos de dos décadas se detectó en palmeras de ambientes mediterráneos españoles. Como resultado de la introducción y transporte ilegal de palmeras, se ha extendido por todos los países mediterráneos. En muchos casos, la construcción masiva de urbanizaciones con jardines con palmeras infestadas contribuyó a la expansión de la plaga. El picudo también ha invadido todos los países del mundo con palmerales naturales o plantaciones comerciales. En el Mediterráneo el picudo amenaza el patrimonio histórico, paisajístico y natural asociado a los palmerales.

Protección del medio marino y litoral mediterráneo.
El medio marino y litoral del Mediterráneo presenta una riqueza innegable. Además de contribuir a nuestra seguridad alimentaria, tanto por las especies explotables como cultivables, es sin duda un recurso natural a conservar cuya explotación sostenible es un recurso turístico para los visitantes de la cuenca mediterránea. Investigadores como el profesor A. Ramos, de la Universidad de Alicante, asociados al Máster MAGEM (Master en Análisis y Gestión de Ecosistemas Mediterráneos), fueron pioneros en la constitución de la Reserva Marina de Tabarca, en el litoral mediterráneo alicantino.

El medio físico marino. Desarrollo medioambiental.
Sin duda alguna la presión antrópica y en el litoral mediterráneo ha modificado el medio. En muchos casos la construcción de infraestructuras como puertos o edificios sin estudios del medio físico ha puesto en peligro el mantenimiento de playas de nuestro litoral. Otros factores como el oleaje hacen peligrar la integridad de la costa y suponen un factor de riesgo para las poblaciones. La explotación sostenible de recursos marinos es también una necesidad.

Economía medioambiental.
Es imprescindible incluir nuevos paradigmas en los aspectos que rigen la economía. El concepto lineal de la economía, que considera los recursos ilimitados y el desarrollo económico de espaldas al medio, debe ser abandonado. En su lugar es preciso y posible, por las herramientas y la globalización de las actividades económicas, crear un paradigma que traslade a la economía la estructura circular de muchos de los balances de los ecosistemas.

Optimización de la evaluación de impacto ambiental.
La degradación de los bienes y servicios de los ecosistemas es esencial en el mantenimiento del potencial biológico que la naturaleza regala a las sociedades humanas. El incremento poblacional hace imprescindible identificar y dimensionar correctamente los daños que la intensificación de las actividades humanas tiene sobre el territorio. Alcanzar un desarrollo sostenible es una cuestión multidisciplinar que requiere nuevos diseños en el uso, mantenimiento, explotación, y restauración de los recursos naturales bióticos y sus hábitats afectados. Una correcta evaluación de impacto ambiental es esencial para conseguir este objetivo.


Antonio Pastor-López es profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de Alicante. Su artículo se enmarca en el Seminario “Problemática Actual de los Ecosistemas Mediterráneos”, celebrado el pasado mes de junio en la sede de Casa Mediterráneo.

Zamora en la memoria sefardí

Por: Red de Casas

02 ago 2017

Jesús Jambrina

 

“Por cuanto es fama que vive en Zamora / y otros me dicen que cree en la Torá” se lee en unos versos del Cancionero de Juan Alfonso Baena (1419) acerca de un Gonzalo Cuadros. La referencia es una de las tantas que durante el siglo XV se hicieron a la ciudad del Duero con respecto a su comunidad hebrea. En 1492, de acuerdo con el historiador Manuel Ladero Quesada, ésta representaba el 20% de la población, ocupaba el 14% del territorio del antiguo recinto amurallado y se concentraba en el hoy llamado barrio de La Lana.

En el año de la expulsión, los principales maestros judíos de las comunidades de la Península Ibérica habían nacido o estudiado en Zamora: Isaac Aboad II (Toledo y Guadalajara), Issac de León (Ocaña), Samuel Mimi (Segovia), Jacob Habib (Salamanca), Issac Arama (Barcelona) y Josef Hayyun (Lisboa). Todos eran discípulos o seguidores de Isaac Campantón (1360-1463), Gaon de Castilla y León y rabino de Zamora. “Quien lo vio, vio la presencia divina”, llegó a decir de él Abraham Zacuto en su famoso Libro de las genealogías.

En el siglo XVI, el historiador Eliyahu Capsali se refirió a varios de estos sabios como “los ojos de Israel”, sin los cuales “no hubiera quedado nada”, pues fueron sus enseñanzas en la diáspora de Portugal, el norte de África y el Medio Oriente las que darían cuerpo y forma definitiva a la tradición religiosa y cultural sefardí. Ciudades como Fez, El Cairo, Salónica, Ámsterdam, Estambul, Safed y Jerusalén, entre otras, recibirían el influjo del saber judío producido en Zamora, una ciudad que hasta hace muy poco ni siquiera figuraba entre las más conocidas de la hoy mítica Sefarad. “Hermosa provincia en los confines del norte”, había escrito Isaac Arama en el siglo XV, evocando su propia experiencia intelectual en la antigua ciudad leonesa.

Hacia el Oeste, en el Nuevo mundo, la historia más conocida es la de Luis de Carvajal el Mozo, nacido en Benavente y considerado el primer escritor judío de las Américas a través de sus Memorias, que publicó con el seudónimo de Joseph Lumbroso y en las cuales relata sus experiencias como criptojudío en Castilla y León primero, siendo un adolescente, y en la Nueva España (México), de adulto. En las páginas de su libro, Benavente, la tierra de su nacimiento, se recuerda con nostalgia en comparación con las penurias por las que atravesó en el Nuevo mundo.

Los Carvajal, muchos de ellos procesados por la inquisición en 1580, procedían originalmente de la Tierra de Sayago, particularmente de Bermillo y Fermoselle. Exiliados por poco tiempo en Mogadouro, un pueblo de La Raya, después de la expulsión, retornaron a los territorios del Conde de Benavente, en la actual Zamora, donde el noble español acogió a muchos conversos, muchos de ellos criptojudíos, que fundarían el Nuevo Reino de León. Por otro lado, todavía en el siglo XVII, encontramos en los certificados de matrimonios judíos de Ámsterdam el apellido Zamora, como uno de los tantos apellidos españoles asentados en los archivos de la ciudad holandesa.

A estas alturas quedan pocas dudas acerca de la relevancia de la ciudad y provincia de Zamora, a través de varios de sus poblados –Toro, Villalpando, Fermoselle, Benavente– en la memoria de Sefarad. Cuando hace siete años hice mi primera búsqueda en Google sobre el tema sólo había dos referencias: el concilio de 1313, uno de los tantos donde se atacaba a los judíos, y la leyenda del Niño de la Guardia, una de las más famosas propagandas antijudías del siglo XV, en la que se incluía entre los implicados a un judío zamorano, el cual, sin embargo, nunca fue llamado a declarar. Los principales historiadores modernos tanto de la ciudad capital como de Castilla y León, de Cesáreo Fernández Duro a Carlos Carrete Parrondo, pasando por Julio Valdéon Baruque, Guadalupe Ramos de Castro, María Fuencisla García Casar y Florián Ferrero Ferrero, han defendido el papel de los judíos en la formación histórica de Zamora y de la región castellano-leonesa en su conjunto, aunque sólo hasta muy recientemente las autoridades locales – el Ayuntamiento y la Diputación– han empezado a tomar nota de ese papel.

No ha sido lo mismo, sin embargo, en el caso de las instituciones culturales: a pesar de la cantidad de referencias documentales y algunas pocas arqueológicas, el Museo Provincial de Zamora no incluye ninguna referencia a los judíos en su narrativa museística. Es irónico que la propia iglesia de Santa Lucía, colindante con el Museo Provincial, fuera construida parcialmente sobre casas judías, mientras que el almacén del mismo Museo se encuentra ubicado en el Palacio de Arias Dávila, una de las conocidas familias conversas del siglo XVI, procesadas inquisitorialmente por judaizantes. De más estaría decir que el conjunto arquitectónico se encuentra en la Plaza Santa Lucía, centro oeste de la judería vieja –hoy barrio de La Horta– mencionada extensamente en los archivos y en la bibliografía histórica.


Jesús Jambrina es profesor de Español, Historia y Literatura hispanoamericana en Viterbo University, en La Crosse, Wisconsin, y fundador del Centro Isaac Campantón, dedicado al estudio y divulgación del legado judío en Zamora. Ha publicado recientemente "Los judíos de Zamora. Una cronología anotada" (Editorial Verbum, 2016), que fue presentado en Centro Sefarad-Israel el pasado mes de junio.

Sobre el blog

La Red de Casas es un instrumento de la diplomacia pública española, compuesto por Casa África, Casa de América, Casa Árabe, Casa Asia, Casa del Mediterráneo y Centro Sefarad-Israel. Su finalidad es fortalecer la cooperación política y económica, el diálogo intercultural, el mutuo conocimiento y los lazos de España con los distintos ámbitos geográficos en los que actúan. Este blog dará voz a las personalidades políticas, institucionales, sociales y culturales que participan en las actividades de las Casas y servirá para invitar a las actividades que se organizan. Web: www.reddecasas.es Twitter: @ReddeCasas.

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