Daniel Valdivieso
En su elevada gloria, el emir Abd al-Rahman [II] superó los hechos oídos de sus predecesores en cuanto al agasajo que hacía a toda clase de sabios, alfaquíes, literatos y poetas, con constante atención, acercamiento, reconocimiento de sus derechos y satisfacción de sus peticiones [...].
Así describía Ibn Hayyan la labor del cuarto emir de al-Andalus en su afán por cultivar las artes y las ciencias en el emirato occidental. No en vano, muchos lo consideran el iniciador de la que un siglo después se convertiría en la biblioteca más importante de Occidente gracias a la labor de su remoto sucesor, el califa al-Hakam al-Mustansir. Ambos constituyen los más sobresalientes ejemplos de la política de mecenazgo que caracterizó —en mayor o menor medida— a los gobernantes Umayya de al-Andalus, y que convirtió a Qurtuba en aquella “luz de Occidente” donde el talento o el conocimiento podrían granjearte una vida acomodada, y las ideas revolucionaras encontraban amparo en lugar de hostilidad. De hecho, según nos cuenta también Ibn Hayyan, el célebre músico Ziryab elegiría al-Andalus como lugar donde refugiarse de su antigua vida cuando le hablaron de las grandezas del emir al-Hakam [I] [...], de sus elevados afanes y sólido poder.
La identidad de algunos de estos hukama al-Andalus —“sabios de al-Andalus”— nos es hoy conocida gracias a las páginas que Ibn Hayyan, Ibn Sa‘id, Ibn Abd al-Malik al-Marrakusi o Ibn al-Faradi les dedicaron dentro de sus crónicas pero, de igual manera, sus logros han sobrevivido hasta nuestros días a través de instrumentación hallada en contextos arqueológicos, datos contenidos en sus manuscritos científicos, cálculos encerrados en la compleja arquitectura andalusí o abundantes trazas botánicas de los desaparecidos jardines, así como en la fuerte influencia que tuvieron en la cultura europea y magrebí. Toda esta información permite abordar e incluso retomar sus propios estudios desde las equivalentes disciplinas de la ciencia moderna, conformando un apasionante área de investigación que atrae a expertos de diferentes ámbitos académicos.
Con este motivo, se celebró entre los días 20 y 22 de septiembre el congreso internacional Ciencia en al-Andalus que, bajo la coordinación de Monica Rius (CRIC-UB) y Cristina de la Puente (CSIC), reunió a varios de los más ilustres expertos nacionales e internacionales en la materia: el arabista Julio Samsó, el ingeniero Salim al-Hassani, el biólogo Mustafa Yavuz, el matemático Benno Van Dalen o los historiadores David King y Ekmeleddin Ihsanoglu, por citar algunos. Y por si el programa no resultase lo suficientemente atractivo, mencionar que este prestigioso encuentro tuvo lugar en la sede cordobesa de Casa Árabe, una institución que, como viene siendo habitual, lo programó de forma abierta y gratuita. No hay más que consultar su agenda para comprobar la intensa actividad científica y cultural que lleva a cabo a lo largo de cada año.
Las intervenciones se sucedieron a lo largo de tres jornadas estructuradas según las diferentes disciplinas científicas y su estudio, esto es, transmisión científica, matemáticas y astronomía, instrumentación, aplicaciones de la astronomía, medicina y agronomía, y ciencia y religión; entre las cuales —y a título personal—, me gustaría destacar la brillante ponencia del profesor Esteban Hernández Bermejo (UCO) a quien, a pesar de ser protagonista en prácticamente la totalidad de la investigación arqueobotánica —y al que por cierto, debemos nuestro exuberante Jardín Botánico—, su intacto entusiasmo le obligó a recortar su intervención, muy a pesar de los asistentes, que asistíamos fascinados a una clase magistral acerca de la abundante introducción de especies vegetales durante el periodo andalusí.
Aunque sin duda, la mayor expectación la generó la ponencia que cerraba el congreso: La qibla en la Córdoba medieval y la orientación de la Mezquita Aljama, presentada por el profesor David King. Éste es sin duda un tema que siempre ha generado —y seguirá generando— intensos debates entre quienes achacan su relativa imprecisión a errores instrumentales y aquellos que afirman existía intencionalidad, a pesar del relativo consenso respecto a las limitaciones urbanísticas de su fase constructiva inicial. Tras desgranar toda la investigación realizada hasta el momento, acabaría afirmando entre risas que “¡Resulta que está bien orientada!”. La ronda de preguntas se convirtió entonces en una charla entre amigos, en la que el propio King y Julio Samsó se recordaron anécdotas personales fruto de su larga amistad. Y es que ése es precisamente el mayor logro de Casa Árabe: que en un evento de tal envergadura se cree esa sensación de familiaridad. Personalmente, creo que nada resume mejor lo vivido esos días que el comentario que mi apreciada —y futura eminencia— Dra. Carmen González me hizo en uno de los descansos, cuando vimos a Julio Samsó, David King y Ekmeleddin Ihsanoglu sentados bromeando en el borde de la fuente del patio: “esa es una imagen de las que acaba en los libros de Historia”.
Daniel Valdivieso es licenciado en Psicología, autor de "La Córdoba de Ibn Hazm: Crónica de Ibn Hazm sobre la Qurtuba de los Banu Umayya", y uno de los asistentes al congreso internacional “Ciencia en al-Ándalus”, celebrado en la sede de Casa Árabe en Córdoba entre el 20 y el 22 de septiembre.
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