Roger Grasas
Amanece en Riyadh, la capital del Reino de Arabia Saudí, y los cantos del almuecín desde las torres de las mezquitas llamando a la oración se entremezclan con los ruidos de las grúas de construcción que levantan rascacielos sin cesar mientras cientos de coches lujosos atrapados en el tráfico hacen sonar sus bocinas. Amer, el propietario de un restaurante sirio situado en la avenida Olaya, una de las arterias principales de la ciudad, me explica que cuando llegó a Riyadh en los años ochenta del siglo pasado no había ni semáforos y que la ciudad ha cambiado tanto que es apenas reconocible. Efectivamente, Riyadh es un ejemplo de transformación urbanística acelerada y radical como tantas otras en la región del Golfo de Arabia (Dubai, Doha, Abu Dhabi, etc.).
Pero esta transformación tiene su origen casi un siglo atrás, en la década de los años 1930, cuando se descubrieron los primeros pozos petrolíferos en la región. A excepción de algunas ciudades históricas como Meca, Medina, Jedah o Muscat, en aquella época la Península Arábiga no era más que un vastísimo desierto de arena salpicado por algunas pequeñas ciudades-oasis o algunos pueblos de pescadores o recolectores de perlas. Primero llegó el petróleo, y con él, los gobernantes de los recién instaurados reinos y emiratos del Golfo fueron amasando poco a poco una ingente cantidad de divisas que trajeron a su vez la tecnología, la modernidad, el urbanismo y en algunos casos por qué no, la excentricidad.
El proyecto fotográfico 'Min Turab', que realicé entre los años 2009 y 2017, pretende documentar a través del paisaje urbano e interurbano de la región del Golfo Pérsico toda esta mutación del territorio, entendido éste como espacio primario del paisaje y como reflejo también de los cambios culturales y sociales que han experimentado unos países que, gracias -o por culpa- de la entrada masiva de ingresos provenientes de los recursos naturales extraídos del subsuelo (petróleo y gas natural) han pasado del pasado al futuro casi sin saborear el presente. En dicho trabajo he recorrido cerca de diez mil kilómetros a lo largo de las ciudades y paisajes de Arabia Saudí, Bahrein, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar y Omán.
'Min Turab', que en árabe significa literalmente de la tierra, hace referencia al propio petróleo, este 'oro negro' que la madre naturaleza ha ido formando por sí sola en el transcurso de millones y millones de años y que el ser humano - gracias a la tecnología y a cierta obsesión por el progreso- ha sido capaz de extraer de la tierra para gracias a él transformar en tiempo récord lo que está por encima de la superficie del suelo, esto es, el paisaje. En definitiva, la paradoja aquí subyacente es que aquello que tarda millones de años en formarse bajo tierra, una vez el ser humano lo extrae fuera de la superficie es capaz de modificar aceleradamente el aspecto del paisaje exterior.
Cuando inicié el proyecto tenía claro que quería dirigir el objetivo de mi cámara hacia la huella de lo humano en el paisaje más que hacia lo humano directamente. Este pequeño 'quiebro' conceptual me permitiría reflexionar con mayor sutileza sobre la mutación que han experimentado las monarquías petroleras del Golfo, pasando de la austera cultura nómada de los beduinos del desierto a una sociedad sedentaria, globalizada, urbana, post-capitalista y tremendamente materialista del presente. Con ello se ponen de relieve también ciertas contradicciones o paradojas como por ejemplo la difícil connivencia entre tradición y modernidad en unas sociedades especialmente conservadoras, como la de Arabia Saudí, donde la imperante doctrina islámica del wahabismo -la cual sigue una interpretación muy estricta de la ley del Corán - se ve obligada a coexistir actualmente con nuevas costumbres, con la influencia imparable de las nuevas tecnologías y cómo no, con una globalización ya incuestionable.
En dos o tres generaciones la población de esta región ha experimentado el paso del camello (como animal alrededor del cual giraba buena parte de la vida doméstica del beduino) al automóvil. Pero también se ha pasado de la jaima (tienda) del desierto al rascacielos de las nuevas urbes, o de la palmera (otro elemento básico en la subsistencia de la economía ancestral de los beduinos) a la antena de telecomunicaciones. Estos contrastes se perciben en las imágenes donde la tecnología se camufla hábilmente en la naturaleza generando inquietud y sumergiendo muchas veces al espectador en múltiples interpretaciones. A veces a través de la ironía, intento fijar la atención en el concepto del 'simulacro' que encontramos en los muros decorados de las ciudades o en interiores que desprenden una sofisticación impregnada de cierto gusto por el hiperrealismo. Una estética siempre bañada de escenificación y artificio que nos habla de una sociedad que, al igual que sus paisajes, está en proceso de mutación.
'Min Turab' nos ofrece una visión poética pero a la vez documental de unos espacios exteriores que nos remiten a la idea de lo extraño e ilusorio y donde la figura humana casi se diluye en la luz cegadora del desierto otorgando el protagonismo a la calle, al automóvil, al rascacielos o a la carretera, todos ellos monumentos de la postmodernidad. En definitiva, nos encontremos en una remota aldea oasis del impenetrable desierto saudí o en el downtown futurista y lujoso del Dubái cosmopolita (experimento urbano y sociológico donde los haya), ya nada escapa a la paradoja del tiempo y de su aceleración en la 'Arabia' contemporánea. El tiempo corre veloz y la historia nos pisa los talones.
Roger Grasas es fotógrafo. Sus trabajos, siempre vinculados con el paisaje y con el viaje entendido como experiencia estética en sí misma, se han expuesto en galerías y centros de arte de España, Francia, Holanda, Estados Unidos, Inglaterra, los Emiratos Árabes Unidos y México. En 2017 el proyecto 'Min Turab', después de ser laureado en diversos certámenes fotográficos, fue publicado por la prestigiosa editorial RM. Su artículo tiene lugar con motivo de la exposición "Min Turab. Paisaje contemporáneo en la región del Golfo", que puede verse hasta el 13 de abril en la sede de Casa Árabe en Córdoba.
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Hay 2 Comentarios
Encantada con tu proyecto. No pudiste haberlo descrito mejor "La paradoja aquí subyacente es que aquello que tarda millones de años en formarse bajo tierra, una vez el ser humano lo extrae fuera de la superficie es capaz de modificar aceleradamente el aspecto del paisaje exterior" Y cada vez estos contrastes que mencionas se hacen más notorios.
Publicado por: Karina | 19/06/2018 21:54:46
Me gustaría visitarla un día...
Publicado por: Cerrajeros en Valencia | 20/04/2018 11:35:18