Laura Mijares
La islamofobia es siempre una cuestión de género, no solo porque las musulmanas, o personas consideradas como tales, se vean más afectadas que los hombres por discursos o prácticas islamófobas, sino sobre todo porque instrumentaliza la cuestión de la discriminación de las mujeres para justificar y legitimar las políticas que la vehiculan. Que las mujeres musulmanas son las principales víctimas, tanto de los discursos como de las prácticas islamófobas, lo constatan los informes de las plataformas de lucha contra la islamofobia y los análisis académicos. Pero además, la idea de que el islam, y particularmente los hombres musulmanes, subordinan a las mujeres es uno de los fundamentos ideológicos desde el que se sostiene el racismo antimusulmán en cualquiera de sus vertientes. También en este sentido el género es central.
Una de las primeras investigadoras que utilizó el término “islamofobia de género” fue Jasmin Zine, definiéndola en 2006 como “una forma específica de discriminación etno-religiosa y racializada dirigida a las mujeres musulmanas, procedente de estereotipos negativos históricamente contextualizados y fundamentada en formas de opresión individuales y sistémicas”. Zine destacaba por encima de otras cuestiones la larga historia de representaciones orientalistas que habían contribuido a concebir el islam como una religión atrasada y la musulmaneidad como una forma no moderna de estar en el mundo. Con dicha definición enfatizaba igualmente la representación de las mujeres musulmanas como seres a los que salvar. En la misma línea, Jasmin Zine hablaba de mujeres sometidas a una doble dominación: la ejercida por la islamofobia y el racismo, y por las formas patriarcales de opresión experimentadas en el seno de las propias comunidades.
Otro de los elementos que se han destacado para analizar cómo se articulan tanto las representaciones sobre las mujeres musulmanas como las discriminaciones a las que son sometidas es el hiyab, el velo o pañuelo islámico. De ahí su centralidad, tanto en el pasado como en el presente. Fue importante durante el colonialismo para legitimar políticas de salvación de las mujeres que lo llevaban y sigue siendo central en la actualidad, como evidencia de que el islam es incompatible con los derechos de las mujeres. Las polémicas sobre el velo en Francia, España y otros países europeos así lo demuestran. El hecho de que pueda debatirse el derecho de las mujeres a llevarlo, e incluso que pueda llegar a prohibirse, es la prueba de que el cuerpo de las mujeres musulmanas es considerado patrimonio público. Igualmente evidencia que solo existe una forma de liberación legítima, la que opina que hay que quitárselo.
Si bien todas estas cuestiones son centrales en el debate sobre la islamofobia de género, hay otros aspectos menos estudios que deberían ser igualmente tomados en consideración. Además de esa larga tradición orientalista, resulta innegable que la islamofobia es un fenómeno funcional a un sistema patriarcal y neoliberal interesado en reforzar las desigualdades y en limitar las libertades de todas las personas, aunque sean las musulmanas a las que más interpele. La relación entre neoliberalismo, patriarcado y xenofobia no solo explica la existencia de políticas migratorias restrictivas que afectan a todos los colectivos, sino también la proliferación de políticas securitarias, dispositivos de control y disciplinamiento legalmente establecidos que, dirigidos a estas poblaciones, acaban por afectarnos a todas y todos. Los programas de prevención de la “radicalización”, que incluso han llegado a algunos centros educativos permiten que se normalice el cuestionamiento de ciertas corporalidades/espiritualidades y que se limiten los derechos de los colectivos más vulnerables, entre los que sin duda se encuentran las mujeres musulmanas pobres. Es por ello que el sistema patriarcal, indisoluble del neoliberal, redunda en prácticas específicas de islamofobia contra las mujeres que permiten el cuestionamiento de ciertas prácticas religiosas y/o culturales que en definitiva suponen un desafío para el proyecto neoliberal propio de las sociedades occidentales. Ubicar la islamofobia de género en esta confluencia entre racismo, neoliberalismo y patriarcado es absolutamente necesario para comprender el sentido y alcance de esta forma de racismo.
Laura Mijares es profesora titular del Departamento de Lingüística y Estudios Orientales y directora del Grupo de Análisis sobre Islam en Europa (GRAIS) de la Universidad Complutense de Madrid. Su artículo se enmarca en la conferencia “Conversaciones con Jasmin Zine sobre islamofobia de género” organizada por Casa Árabe los días 2 y 3 de julio en sus sedes de Madrid y Córdoba.