Universidades, investigación, incentivos

Por: | 01 de noviembre de 2012

    Se ha convertido ya en lugar común que el futuro pasa por invertir en conocimiento entendido en sentido amplio. En segundo lugar, es aceptado generalmente que no es posible ser líder internacional en todo. Por último, poco a poco nos damos cuenta de que no existen “sectores maduros”, existen “productos maduros”. Quiere decir esto que puedes contar con una multinacional exitosa y de alta rentabilidad dedicándote a vender ropa o comida. A cambio, claro está, que seas capaz de incorporar en el producto (y sus procesos) suficientes dosis de conocimiento e innovación.

    Son las empresas las que innovan. Pero son las universidades y centros de investigación las que proporcionan ideas y personal altamente cualificado. Sin duda, son la base para que un sistema de innovación de un país funcione bien, lo que justifica una atención diferencial y privilegiada. Necesitamos contar con buenas universidades para que el sistema funcione. Y las buenas universidades requieren recursos y organización. En ambos casos, no hay que pensar demasiado ni inventar mucho.

    La experiencia internacional muestra por dónde deben ir las cosas. Necesitamos más financiación pública. La crisis fiscal en la que estamos inmersos está aumentando la que ya era una distancia considerable respecto a los sistemas universitarios mejor en la Unión Europea.

    Necesitamos más financiación privada. Fundamentalmente, a través de la prestación de servicios a empresas y la propia administración. Pero también mediante la fórmula del mecenazgo. Es necesario que se revaloricen socialmente estos esfuerzos. No es muy difícil que un club deportivo encuentre un patrocinador que esté dispuesto a poner encima de la mesa miles de euros cada año. Es casi imposible que haga lo propio con una facultad, un centro de investigación o una universidad. No hablamos de imposibles. He ahí la experiencia incipiente de Cataluña.

    Necesitamos que el sistema universitario español mejore su articulación. No es grave per se que existan muchos campus. De hecho, las mejores universidades no son mastodontes. Lo malo es que existan duplicidades no razonables, que los campus no se especialicen y que no se coopere. Los discursos localistas y miopes emergen periódicamente para pedir absurdos. Aun hay quien cree que una universidad sin facultad de derecho y de medicina es de segunda. Hay que seguir cerrando las titulaciones duplicadas y con demanda mínima, para asignar con mayor eficiencia los recursos humanos y financieros, con más profesionalidad y lógica empresarial.

    Porque sin duda, necesitamos que las universidades reasignen sus recursos. Esto es impopular y encaja mal con un igualitarismo mal entendido y que está en la base de buena parte de nuestras dificultades para destacar y ser líderes en algunos campos. Hay que concentrar los recursos en apoyar los estudios de postgrado y los laboratorios con proyectos e ideas más ambiciosos. Los que se desarrollan en inglés, se integran en redes internacionales, pretenden atraer a profesores, alumnos y científicos brillantes y trabajadores, los que se preocupan por tender puentes con empresas, los que publican en las mejores revistas, los que desarrollan patentes… En definitiva, los que intentan imitar lo mejor del modelo estadounidense, que por algo es el que encabeza los rankings mundiales.

    Es ahí donde debemos concentrar los recursos públicos adicionales y adonde hay que dirigir los mecenazgos. Es evidente que lo anterior choca con la cultura del “café para todos”. Hay que romper con ella. También en esto, Cataluña debe ser referencia dentro de España. 

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Sobre el blog

Este es un blog sobre economía pública, sobre gastos e impuestos, sobre descentralización y reforma fiscal. Si pensar en todo lo anterior es siempre importante, lo es más cuando los ajustes aprietan hasta ahogar y cuadrar números se convierte en obsesión. Comparto la opinión de que mirando las cuentas de la res publica se descubre mucho sobre la Sociedad que las soporta y disfruta.

Sobre el autor

Santiago Lago Peña

Santiago Lago Peñas es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. Director ejecutivo del grupo de investigación GEN, codirector de RIFDE y director del Foro Económico de Galicia. Columnista de Faro de Vigo y El País y colaborador de Cadena SER. Editor asociado de la revista Hacienda Pública Española/Review of Public Economics.

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