La reforma fiscal: respetemos los tiempos

Por: | 27 de febrero de 2014

    Ayer escribía en las páginas de Faro de Vigo sobre el Debate del Estado de la Nación. Y me centraba en un asunto muy concreto: los anuncios que afectan a la fiscalidad. 

    Entiendo que los tiempos de la política son particulares. Y que cuando un político percibe la necesidad de enviar un mensaje positivo para compensar noticias negativas en el mismo u otros frentes, es difícil mantenerse fieles a la estrategia de medio y largo plazo con templanza. Pero no por ello, dejo de sorprenderme por la violación sistemática del propio tempo de la razón. Lo que está pasando con el sistema fiscal español es un ejemplo paradigmático.

    La necesidad de reformar el sistema fiscal español es perentoria. Una reforma completa e integral que, demás, debe tener muy presentes sus efectos sobre la recaudación para no poner en riesgo una estrategia progresiva de consolidación fiscal forzada desde Bruselas y obligada desde la racionalidad económica. Por eso, me pareció acertado cuando el Ministerio de Hacienda creó una comisión de expertos y pospuso la reforma, hasta tener ese informe y otros materiales. El sistema fiscal es un asunto lo suficientemente complicado para tener que pensar durante meses si queremos acertar.

    Pero hete aquí que llegan las encuestas electorales poco favorables, el debate sobre el estado de la nación y la precampaña de las europeas, y el gobierno empieza a hacer anuncios de rebaja fiscal de todo tipo, sin esperar al informe de los expertos, sin presentar la reforma en su conjunto, sin explicar cómo va a encajar la reforma con el incumplimiento de los objetivos de déficit… Como si se estuviese pidiendo un café o departiendo en una tertulia. Así no se hacen las cosas. 

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FALTAN DOS AÑOS PARA "LA" REFORMA FISCAL-TRIBUTARIA.-

Hasta que no alcancemos el ESTRANGULAMIENTO FINANCIERO TOTAL FINAL, es decir, hasta que el Estado no se reúna con familias y empresas en las cimas heladas del supermegahiperendeudamiento, no va hacerse "la" reforma fiscal que dotará de suficiencia financiera al fisco. La tregua de dos años concedida por al UE al Reino de España en materia de consolidación fiscal es consistente con ello.

La experiencia nos dice que, hasta que no se agotan todas las posibilidades de ajuste coyuntural, no se aborda ninguna reforma estructural. Las reformas estructurales tocan derechos adquiridos y requieren la proliferación de mesas de negociación con el correspondiente caudal político para administrarlas.

La fiscalidad que vendrá entonces deberá responder a la POLÍTICA DE RENTAS INTEGRAL que necesariamente habrá de adoptarse para, por fin, romper a sanar de verdad:
- cesación de la represión de las rentas del Trabajo & Empresa, que daña el consumo y la inversión productiva;
- en cuanto al rentismo improductivo, ahondamiento de la represión de las rentas financieras fijas, situándola al nivel de los países centrales del euro;
- represión de las rentas inmobiliarias (plusvalías y alquileres) y de los supersalarios de los trabajadores-directivos, profesionales, artistas y deportistas; y
- en materia de pensiones, una "revolución".

Me reservo los detalles sobre la reforma fiscal-presupuestaria más importante: las pensiones. Baste con anticipar que, a las pensiones, les va a pasar lo mismo que al inquilinato, que, en 1985 (RDL "Boyer"), fue liberalizado (sic) para que los trabajadores se sintieran capitalistitas y los amigotes pudieran forrarse a costa de la juventud.

La experiencia también nos dice que, en medio de la tormenta psicosocial que provocará el estrangulamiento financiero total final, habrá una gran resistencia a la tributación inmobiliaria. Por eso, se aceptará de buena gana la rebaja nominal de las pensiones, que ordenará la UE, antes que la reincorporación de la vivienda a la trilogía social de toda la vida, junto con la sanidad y la educación (la vivienda básica de provisión pública nunca tenía que haber sido violada por la socialdemocracia y el socioliberalismo).

La pieza central de toda reforma fiscal estructural es el IRPF.

El IRPF dejará definitivamente de ser un impuesto dual (trabajo y "capital"), pero no para volver al ingenuista impuesto sintético de la burbuja, para el que el origen de las rentas era indiferente. El IRPF recobrará su antiguo carácter analítico, con seis tarifas:
- salarios
- beneficios empresariales
- rentas inmobiliarias
- pensiones
- rentas financieras fijas
- supersalarios

Cuanto más cite el IVA quien hable de "la" reforma fiscal, más evidenciará su ignorancia. El IVA es un impuesto muy armonizado que tiene su dinámica propia, en línea con la tendencia a la desaparición de las operaciones intracomunitarias y el correlativo surgimiento de un fisco común europeo. En el IVA sólo puede actuarse de verdad subiendo los tipos de gravamen, pero dado que estas subidas no pueden repercutirse económicamente a la clientela en una economía que transiciona hacia la inversión y la exportación, en contra del consumo y la construcción, toda subida del IVA se transforma en una imposición indeseable sobre las rentas empresariales, como estamos viendo, por ejemplo, en el caso del cine.

La imposición sobre el Patrimonio deberá perfeccionarse mucho técnicamente, al menos durante dos años, para dotar al fisco de datos informatizados de primera calidad. Además debiera recrudecerse mucho, pero exclusivamente en materia inmobiliaria (el llamado "super-IBI"), pero sin dañar a la juventud hipotecada. ¿Por qué se quitó el Impuesto sobre el Patrimonio con la burbuja-pirámide en máximos, encima por políticos que se hacen llamar progresistas? ¡Qué vergüenza!

El sistema fiscal debe ayudar a movilizar lo bueno que hemos sido construyendo pisitos y ponerlo al servicio de la economía ordinaria, como se hace siempre que hay crisis de actividad y empleo: se echa mano de aquellos recursos que se tienen en abundancia.

Finalmente, en relación con el Impuesto sobre Sociedades, el legislador fiscal debe no tener tanta vergüenza a la hora de separarse del Resultado Contable. Especialmente en materia de:
- subcapitalización de naturaleza inmobiliaria (ese ingente número de empresas familiares, pequeñas y medianas, que simulan dividendos como alquileres); y
- de deducibilidad fiscal de gastos de personal absurdos que, en realidad, son donaciones o liberalidades (cfr. los 3.300 millones de pesetas que hoy hemos sabido que los trabajadores-directivos de Telefónica han acordado darle al jefe de la división digital con el argumento de que el nivel escandaloso de salarios de dirección se debe a que hay que "retener talento", ja, ja, ja, ¡3.300 millones de pesetas!); en materia de indemnizaciones por cese de trabajadores-directivos, se ha avanzado algo a partir de 1/1/2013, pero no así en cuanto a supersalarios.

A los Impuestos Especiales les pasa como al IVA pero en grado superlativo. Sólo cabe aumentar tipos de gravamen con un coste importante en cuanto a actividad y empleo porque se ceban en la parte productiva de la economía.

Los aspectos formales de "la" reforma son extraordinariamente importantes. La Inspección de Hacienda debe dar miedo, no como ahora que da pena, pobretona y esclava de un sistema hilarante "objetivos", como hemos visto en este blog en el hilo anterior. No debe fragmentarse la AEAT, lo que paradójicamente, puede conseguirse elevando a las 15 CCAA de régimen común al sistema de cupo, de modo que los cupos vasco y navarro dejen de ser bilaterales con el Estado y pasen a multilaterales. Dicha ultra-regionalización de la AEAT requerirá una gran fortaleza de la misma y la previa segregación de Aduanas.

LA SUFICIENCIA FISCAL SÓLO PUEDE OBTENERSE SALUDABLEMENTE EXPLOTANDO LAS VETAS VÍRGENES DEL RENTISMO IMPRODUCTIVO.

Gracias por leernos.

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Sobre el blog

Este es un blog sobre economía pública, sobre gastos e impuestos, sobre descentralización y reforma fiscal. Si pensar en todo lo anterior es siempre importante, lo es más cuando los ajustes aprietan hasta ahogar y cuadrar números se convierte en obsesión. Comparto la opinión de que mirando las cuentas de la res publica se descubre mucho sobre la Sociedad que las soporta y disfruta.

Sobre el autor

Santiago Lago Peña

Santiago Lago Peñas es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. Director ejecutivo del grupo de investigación GEN, codirector de RIFDE y director del Foro Económico de Galicia. Columnista de Faro de Vigo y El País y colaborador de Cadena SER. Editor asociado de la revista Hacienda Pública Española/Review of Public Economics.

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