Res Publica

Sobre el blog

Este es un blog sobre economía pública, sobre gastos e impuestos, sobre descentralización y reforma fiscal. Si pensar en todo lo anterior es siempre importante, lo es más cuando los ajustes aprietan hasta ahogar y cuadrar números se convierte en obsesión. Comparto la opinión de que mirando las cuentas de la res publica se descubre mucho sobre la Sociedad que las soporta y disfruta.

Sobre el autor

Santiago Lago Peña

Santiago Lago Peñas es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. Director ejecutivo del grupo de investigación GEN, codirector de RIFDE y director del Foro Económico de Galicia. Columnista de Faro de Vigo y El País y colaborador de Cadena SER. Editor asociado de la revista Hacienda Pública Española/Review of Public Economics.

Economía y política de las balanzas fiscales en España

Por: | 17 de mayo de 2014

Ramón Barberán, una de las personas que más sabe sobre balanzas fiscales en España, acaba de publicar un libro en el que disecciona un instrumento analítico que se sitúa hoy en el centro del debate sobre la arquitectura territorial española. Una obra de lectura obligada no solo para especialistas, sino para quienes quieran entender más y mejor el debate.

En todo caso, vaya por delante que el rigor del libro no conlleva una perspectiva aséptica. Al contrario, Ramón Barberán entra en los debates y se posiciona de forma clara, sin trampas. La última frase del libro lo atestigua: "Un mundo en el que las relaciones fiscales entre regiones o países se rigiesen, de algún modo, por los saldos de las balanzas fiscales resultaría claramente undeseable en términos de su equidad y eficiencia, contrariamente a los que se sostiene en ocasiones con la finalidad de conseguir o de defender privilegios"

Barberán

Elecciones europeas: Lo que la UE no es

Por: | 13 de mayo de 2014

En un reciente trabajo junto a Albino Prada y Alberto Vaquero cuantificamos el esfuerzo fiscal de las regiones europeas a partir de los datos que proporciona Eurostat. En el trabajo nos limitamos a los flujos fiscales que recogen las estadísticas: los que tiene que ver con la seguridad social, con los impuestos directos a las familias y las prestaciones sociales (pensiones, seguro por desempleo, etcétera). En el gráfico adjunto se sintetizan los resultados. En horizontal aparece la renta primaria per cápita que genera cada región expresado respecto a la media de la UE. Y el eje vertical se representa un indicador que mide la cantidad de renta relativa que se transfiere al resto de las regiones del país. Cuanto más abajo, mayor es la transferencia de recursos a las regiones menos desarrolladas.

La pendiente negativa muestra que, en general, aportan más los más ricos. Pero existen desviaciones significativas respecto a la línea, por encima y por debajo, que reflejan lo que la Unión Europea no es: una unión fiscal. Solo desde esta perspectiva es comprensible que una región pobre a escala europea como la de Bucarest aporte proporcionalmente más que Hamburgo, siete veces más rica. O que Cataluña aporte mucho más en términos relativos que Chemnitz, teniendo niveles de riqueza per cápita similares.

Los ciudadanos de las regiones ricas en los territorios menos desarrollados pueden sentirse víctimas de un agravio comparativo, que se puede resolver por dos vías opuestas. La primera es la secesión: aplicar fronteras fiscales para que cada uno se quede con lo suyo. En el gráfico eso se traduciría en puntos que convergen hacia una línea que se aplana: deja de existir redistribución interregional. Que cada palo aguante su vela. La segunda es el avance en la unión fiscal (los Estados Unidos de Europa) para que los flujos fiscales que cruzan las fronteras nacionales sean de intensidad muy superior al actual. Los puntos se aproximarían a la recta, que seguiría teniendo pendiente negativa.

Obviamente las implicaciones políticas y sociales de una u otra solución son muy diferentes. Se comprende la racionalidad de la posición independentista catalana en términos generales, pero choca que sea abrazada por sindicatos y partidos comprometidos genéticamente con la equidad. Por eso, no deberían fomentar y apoyar la ruptura de los espacios de fraternidad que ya funcionan, sino reclamar la consolidación de nuevos y más amplios espacios a escala europea.

 

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