Hay una plaza en Lisboa. Se llama Praça das Amoreiras, que quiere decir Plaza de las Moreras. Se encuentra al norte de la ciudad, entre el trepidante y algo caótico Largo do Rato, lleno siempre de coches, y el centro comercial As Amoreiras, un complejo de tres edificios-mastodontes de cristal, acero y cerámica. En medio, ya digo, la bella y silenciosa Praça das Amoreiras.
Es una suerte de isla en calma rodeada de espantos urbanísticos, de avenidas modernas o solares abandonados a su suerte. De planta rectangular, se encuentra delimitada en un lado por los arcos del viejo y monumental acueducto de agua y esconde una ermita, una fuente de piedra, un quiosco al aire libre para tomar café en invierno y en verano, un jardín y un parque con columpios. Lo que no hay ya son moreras: fueron plantadas en el siglo XVIII por orden del Marqués de Pombal para abastecer la cercana fábrica de sedas. Pero cerró la fábrica y las moreras desaparecieron.
El otro día, en una fría mañana de sol, me senté a una de las mesas del quiosco y leí allí los periódicos, llenos, como acontece desde hace meses en Portugal, de malas o medianas noticias económicas. Hubo una sintomática: los portugueses han elegido, como palabra clave del año pasado, el término “austeridad”. “Esperanza” quedó en un meritorio segundo lugar, a muy poca distancia. La tercera posición, sin embargo, es para un sustantivo concreto y amenazante: “troika”. Pensé que los portugueses habían elegido bien, colocando a la esperanza en medio del sandwich: como si fuera una isla también.
Por eso, si algún día vienen a Lisboa y la cosa anda mal (como ahora), suban hasta la Praça das Amoreiras y tomense un café en este hermoso lugar emplazado en medio del caos pero adonde el caos no llega.
Hay 4 Comentarios
Qué hermosas horas pasé en la plaza de las Amoreiras, que tan bien describre Antonio Jimenez en esta breve y romántica crónica. El delicioso primer café del día charlando con las abuelas de las Amoreiras, con su cigarrillo humeante y sus recuerdos de antaño, su cálida presencia... los bocadillos de entre día mientras en la cercana Galería Pente 10 Catarina Ferrer comenta apasionadamente la exposición en curso; y en la noche veraniega las deliciosas y entonantes caipiriñas entre risas y saludos por doquier... Ciertamente Amoreiras es un pequeño paraïso donde el tiempo tiene otra dimensión, y los aconteceres parecen una repetición del vaivén histórico.
Publicado por: Manuel Armengol | 02/02/2012 12:30:03
¿No hay también un hotelito pequeño y maravilloso en esta plaza? Creo que estuve en un viaje y sí, esta plaza era un suspiro en medio de la jungla.
Publicado por: haydee | 29/01/2012 15:52:51
También en esta plaza hay otra pequeño tesoro de los que guarda Lisboa para quien los quiera encontrar: la Fundação Arpad Szenes-Vieira da Silva. Un edificio inteligentemente rehabilitado que alberga cuadros bellísimos.
Publicado por: Irene | 17/01/2012 17:05:47
Qué grande sorpresa encontrar una entrada en este blog sobre el Largo das Amoreiras. El año pasado me mudé a una calle que queda muy cerca de esta bellísima y tranquila plaza (ya son 5 años viviendo en Lisboa) y fue un gran descubrimiento, por el sosiego que se respira, por la hermosa impronta de la plaza con sus hojas de otoño tiñiendo los paseos, por sus árboles antiquísimos. Después de incontables desayunos en las plazas y parques de Lisboa, fui a encontrar mi predilecto al lado de mi casa. Felicidades por el blog.
Publicado por: Fernando Romero | 17/01/2012 16:58:12