Alexandre Soares dos Santos, de 76 años, es el segundo hombre más rico de Portugal, con una fortuna de casi dos mil millones de euros, presidente del grupo empresarial de alimentación y distribución Jerónimo Martins. Ahora, además, este hombre que se confiesa autoritario y riguroso en demasía se encuentra en el ojo del huracán de una agria polémica: su decisión de transferir sus acciones (y las de su familia) a una subsidiaria holandesa a fin de protegerlas de una posible bancarrota en Portugal (y para pagar menos impuestos, según algunos) ha levantado un revuelo considerable en un país ahogado por el déficit, en el que el IVA de muchos productos alimenticios (como los yogures) se dispara y los funcionarios y pensionistas entregarán sus próximas pagas extras al Estado, entre otras medidas extremas de austeridad.
Soares dos Santos no es un empresario común. Posee la cadena de supermercados más populares del país, Pingo Doce, con 24.000 empleados. Y se ha caracterizado, según recordaba esta semana el semanario Visão, por acusar a los políticos portugueses de dejar el país muchas veces en la estacada y por dar a lo largo de muchos años, consejos éticos de ciudadanía.
Así, tras saberse que va a poner a buen recaudo su paquete de acciones en Holanda, los comentarios se han vuelto en su contra. “El capital no tiene patria. El problema es cuando los empresarios se las dan de patriotas y dan lecciones de patriotismo”, anotaba en un artículo titulado patriotas publicado recientemente por el semanario Expresso el periodista y escritor Miguel Sousa Tavares.
El empresario, lejos de esconderse, ha dado la cara y ha replicado a todo el mundo en un maratón de entrevistas en medios de comunicación portugueses: “Si piensan que voy a cambiar mi manera de ser y dejar de hablar…¡no! Soy portugués, vivo aquí, siempre pagué mis impuestos y voy a continuar a hablar”, afirmaba en una extensa entrevista también en Expresso. Soares dos Santos explica que transferir sus acciones a esta subsidiaria no responde a que pague menos impuestos (aunque no deja de reconocer que en el futuro tendrá ciertas ventajas fiscales) sino al intento de proteger su patrimonio. Y añade que eligió Holanda porque, en su opinión, es el país que mejores garantías ofrece a la iniciativa privada. La decisión obedece también a cierto riesgo: "No sé si Portugal se quedará en el euro”, mantiene el empresario. “El año pasado creé 1.000 puestos de trabajo ¿Esa es la manera que tiene una persona de huir de un país? ¿Cuántos puestos de trabajo han creado esos que me critican?”, agrega.
Hay otros puntos de vista, claro: En el citado artículo, Sousa Tavares recordaba a Soares dos Santos que el patriotismo -como las lecciones de ciudadanía- nunca sale gratis. “Normalmente se paga con sangre sudor y lágrimas. Pero también se puede pagar con dinero”.