Cembrero

Sobre la autora

María Antonia Sánchez-Vallejo. Periodista con experiencia en Oriente Próximo y en la cobertura de las guerras de Irak y Líbano, llevo un cuarto de siglo viajando a Grecia. He pasado temporadas en Salónica, donde amplié mis estudios de griego, y he cubierto las elecciones de 2009 y buena parte de la crisis de la deuda. También disfruto del país en vacaciones.

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Entierros 16v

Por: | 23 de diciembre de 2011

Cosas que suceden cuando (aparentemente) no sucede nada (a juzgar por el tiempo que lleva muda la prensa internacional sobre Grecia, podría aplicarse el clásico no news, good news, pero no es el caso). He aquí unas pocas pinceladas gráficas de lo ocurrido esta semana en Atenas.

CochefunebreLa manifestación más pintoresca de todas las celebradas este año: una comitiva de coches fúnebres ocupó el jueves el centro de la capital griega, en protesta por la modificación (fiscal) de su estatus. Hasta ahora eran vehículos profesionales, pero el Gobierno quiere aplicarles impuestos de coches de lujo, como si fueran un deportivo. Morirse va a salir más caro (o más rápido, según se mire), y eso que este rito de paso goza de amplio protagonismo en el país: resulta inimaginable una despedida laica y menos aún una incineración, que la ley simplemente no contempla.

La medida, en todo caso, parece tan poco eficaz como el intento, el pasado año, de demostrar mediante fotografías aéreas la riqueza real de contribuyentes remisos a cumplir del todo con el fisco: según anunció en su día el Ministerio del ramo, las imágenes pondrían de manifiesto la existencia de piscinas y otros bienes suntuarios (helipuertos; embarcaderos con veleros o yates; garajes con varios coches, no se sabe si fúnebres…), poco compatibles con la modesta declaración de hacienda oficial del titular de la finca. La cosa quedó en agua de borrajas. O de piscinas.

FilacolacomidaLa Iglesia ortodoxa griega ha anunciado que ampliará su campaña de suministro de comida gratis a los pobres y los sin techo mientras dure la crisis. Las colas ante el reparto de alimentos reunieron el jueves en Atenas a centenares de personas, sin distinción de origen ni clase: inmigrantes, ancianos y niños eran todos ellos un par de manos tendidas. La iniciativa eclesiástica se suma a otra en curso, la de la sección local de Médicos del Mundo, que desde octubre recoge medicinas y alimentos -donaciones de ciudadanos aún solventes- para paliar los efectos de lo que la ONG denomina "una crisis humanitaria sin precedentes en tiempos de paz".

Comedores de caridad al margen, la Iglesia es accionista principal del Banco Nacional de Grecia (7,7 millones de acciones en 2008, alrededor de 150 millones de euros) y una de las mayores propietarias de bienes inmuebles del país (ese año, ingresó 13 millones de euros de intereses). Que siga sin tributar por ellos no se cuestiona: cualquiera le mete mano a los todopoderosos popes. La Iglesia en Grecia es un dogma de fe nacional.

ManifaPor 54º día consecutivo, los trabajadores de Aceros de Grecia mantienen una huelga contra el recorte de plantilla y de salarios. El miércoles, salieron a la calle en Atenas convocados por Pame, el sindicato del KKE, el partido comunista griego (de orientación marxista y prosoviética, si pudiera). Prietas las filas -como todas las marchas convocadas por las secciones sindicales del KKE-, la protesta discurrió sin incidentes demostrando varias cosas: que en Grecia todavía hay algo parecido a la clase obrera; que ese segmento de la población tiene el corazón mayoritariamente a la izquierda, y que, vaya por Dios -o por Marx-, la izquierda helénica tiene el suyo hecho jirones: la división es intestina, histórica. El KKE, tercera fuerza parlamentaria y con una capacidad de movilización que ya querrían para sí el resto de partidos, y Syriza (el equivalente de Izquierda Unida), quinto grupo, nunca, jamás, se pondrán de acuerdo.

Estas minucias, reveladoras de las dentelladas de la crisis, sucedían mientras Lukas Papademos, primer ministro de transición, prepara los deberes para afrontar la próxima evaluación de la troika, a mediados de enero. Será determinante para los futuros pagos del rescate, pero también para la prevista celebración de elecciones (en principio, el 19 de febrero, deadline con que echó a andar el Gobierno que preside). Pero una cosa es gobernar para la troika... y otra para los griegos.

Siente un griego a su mesa

Por: | 11 de diciembre de 2011

PobreO pobres como ratas o aprovechados. El cliché del griego común, ese ser atribulado por ajustes y estrecheces, no ofrece hoy más cualidades que esas. Véase, si no, el reality show que la cadena británica Channel 4 acaba de dedicar al sufrido pueblo griego. Go greek for a week (Griego durante una semana) ha reunido a tres británicos del montón (una peluquera, un conductor de autobuses urbanos y un cirujano) para hacerles vivir durante siete días como si fueran griegos. Y no precisamente en la penuria, sino recurriendo a la picaresca y el engaño.

Así, el cirujano experimenta en carne propia las ventajas del sistema fiscal griego: pagos en negro, fakelaki (sobrecitos, sobornos de poca monta para conseguir favores o saltarse una lista de espera); cotizaciones irrisorias, muy por debajo de los ingresos y las propiedades de un profesional liberal. La peluquera, de 54 años, se beneficia del favorable –y ruinoso- sistema de pensiones, que ha permitido a alrededor de 60 profesiones retiros a partir de los 53 años con el 90% de la pensión. El conductor, mientras, disfruta de las mieles del sector público: salarios que doblan la media del país, bonus por llegar a la hora, y hasta por controlar los billetes de los viajeros.

Para añadir seriedad al programa, Channel 4 señala en su web: “Las experiencias personales de los tres participantes se apoyan en entrevistas con expertos [como el político Stéfanos Manos o Kevin Featherstone, de la London School of Economics] que establecen las pautas de evasión fiscal, corrupción y mala gestión que han contribuido a hundir la economía griega”. Un aviso con pretensiones: nada que ver, pues, con otros programas de telerrealidad en islas remotas o pajares sin fondo, no. En Go greek for a week hay más información que en las páginas salmón, viene a decir Channel 4.

Semejante pintura indigna a muchos griegos. Porque una cosa son los errores de los Gobiernos –del sistema, en suma-, y otra, consagrar el cliché de frescos, vivos y desvergonzados en quienes son los paganos de la crisis. Con tamaña mala fama, se entiende que los expatriados del servicio exterior griego que hoy alquilan un apartamento en alguna capital europea se vean obligados a pagar una fianza equivalente al alquiler de todo un año, por desconfianza de sus caseros. Así está sucediendo en Londres, me cuentan fuentes diplomáticas. Pero también en Berlín, o en Bruselas.

Papadimos en BruselasEn la España de los sesenta se popularizó una campaña titulada “Siente un pobre a su mesa”, con la que el régimen animaba a los pudientes a invitar a cenar en Nochebuena a un pobre de solemnidad (y que inspiró a Berlanga la maravillosa Plácido). La iniciativa podría reinventarse como Siente un griego a su mesa. Aunque, en vísperas de Navidad, el único pobre –o paria- invitado a sentarse a la mesa común europea, la de la pasada cumbre de Bruselas, fue Lukas Papademos, primer ministro, cuya presencia pasó sin pena ni gloria: ni una palabra sobre Grecia, ni un colega dándole palique en la formación de los líderes para la foto de familia. ¿Tanto ruido para esto? Hace sólo unas semanas Grecia era un cataclismo; hoy, no merece ni un titular. Malo que una crisis como esta se resuelva en falso…

Lo dicho: siente un griego a su mesa esta Navidad. Aunque sea Papademos. O Papadimos.

 

Perroplastas en Atenas

Por: | 01 de diciembre de 2011

PerritoSéptima huelga general del año; decimocuarta desde comienzos de 2010. Nada ha variado (sólo, a peor, las condiciones de vida de los ciudadanos): la manifestación ante el Parlamento convocada por los dos sindicatos oficiales, GSEE y Adedy; la ordenada marcha alternativa de Pame (sección sindical del KKE, el muy soviético partido comunista griego) desde la plaza Omonia a Syntagma; como remate, algún que otro disturbio entre encapuchados y antidisturbios (cócteles molotov, carreras del ratón y el gato), y la comparsa de siempre: decenas de perros callejeros, salivilla furiosa en los belfos, el rabo como un radar en busca de follones.

Qué curiosos los perros callejeros de Atenas. Son miles, dicen las estadísticas, tumbados como marmolillos en los parques, las calles, las ruinas o en lo alto de la Acrópolis. Y aunque los turistas japoneses se sobresalten al ver a un perrazo mil leches tirado como una alfombra, a ver quién es el guapo que los desaloja: mejor dar un rodeo o un salto, porque ellos ni se inmutan.

Pero su participación en las revueltas de diciembre de 2008 tras la muerte a manos de la policía de un joven, plasmada en las fotos de Kanelos y Lukánikos entre barricadas y nubes de humo, reveló un fenómeno muy curioso, el de la existencia de miles de chuchos convertidos en parte del mobiliario urbano... y en avezados manifestantes.

Los medios de comunicación los vincularon entonces a los grupos antisistema, a la famosa figura del perroflauta... pero no, los perritos callejeros de Atenas se adecúan más a la categoría de perroplastas. Por lo pesados.

Puede que el ardor con que viven las manifestaciones -las pasadas y las que vendrán- tenga que ver con el ostracismo a que fueron condenados en 2004. Grecia se disponía a celebrar los Juegos Olímpicos y en octubre de 2003 la entonces alcaldesa de Atenas, Dora Bakoyanis (en ese momento de Nueva Democracia; hoy líder de un pequeño partido al mejor postor), anunció la esterilización de 10.000 chuchos, que para ello serían cazados a lazo y llevados por un tiempo a una perrera o instalación ad hoc. Los más críticos pusieron el grito en el cielo; otros consideraron que la medida era considerablemente mejor que el penoso espectáculo de los 3.000 canes envenenados que, según una leyenda urbana, habían sembrado la ciudad meses antes.

El programa, del Ayuntamiento y el Gobierno central (socialista), tenía un presupuesto de 1,8 millones de euros y, según las organizaciones animalistas, lo que pretendía era limpiar la ciudad de tan cuadrúpeda presencia. Pero el Ayuntamiento dejó claro que, una vez castrados, los canes serían devueltos a las calles.

Dicho y hecho. Los miles de chuchos de Atenas llevan hoy collares y microchips, y su amo es teóricamente el Ayuntamiento, que se encarga de castrarlos, desparasitarlos y controlar que la manada esté en orden. Los atenienses, tan amantes de los animales como el resto de los griegos, se encargan más o menos de alimentarlos: hay comederos por toda la ciudad (zonas arqueológicas incluidas), platos con sobras de restaurantes, pienso, comida de lata...

Como en teoría ya no se reproducen, la población se extinguirá en un tiempo determinado. Y mientras, vida y dulzura: buena temperatura, mármoles fresquitos para sobar el lomo y, hurra, broncas y jaleo callejeros por doquier. Nadie sabe por qué les gusta tanto la bulla, pero si alguien está interesado puede echarle un vistazo a esta curiosa interpretación psicoanalítica enviada desde Atenas por mi amigo C.: www.psychologytoday.com/blog/my-puppy-my-self/201005/political-animals-why-some-stray-dogs-have-joined-the-greek-riots

Los que siguen haciendo gala de su habitual desdén olímpico son los gatos, el jugador número 12 de Grecia. Hasta ahora no se ha visto a ninguno en primera línea de las manifestaciones, y menos aún en la vanguardia de los disturbios. Para qué meterse en la boca del lobo (o la del perro) con lo bien que se vive en las ruinas del Cerámico, las emparradas terrazas de Plaka o los rincones de Anafiotika. Ellos sí que saben.

El País

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