Cembrero

Santa Patria Iglesia

Por: | 23 de mayo de 2012

Juramento

Ignoro si los posts pueden dedicarse, pero si fuera el caso este debería ir dirigido a un amigo que reparó en la curiosa puesta en escena del juramento del Gobierno griego: el arzobispo Jerónimo de Atenas, primado de Grecia, rodeado de acólitos; enfrente, los miembros del Ejecutivo, como una pandilla de camaradas (o de borrachos) que se agarran por los hombros para no caerse. La escenografía no es más que una de tantas peculiaridades debidas a la impronta de la Iglesia en el país: si la Ortodoxia –dicho sea de paso, la única que aceptan los griegos- empapa los más nimios detalles de la vida cotidiana, qué decir de la constitución de un Ejecutivo.

En la ceremonia, en primer lugar jura -lo de prometer ni se contempla- el jefe del Gobierno, mano derecha sobre los Evangelios y salmodias a dúo con el arzobispo Jerónimo y sus ayudantes. Luego, los miembros de su equipo, con una particularidad: solo unos pocos ministros colocan su diestra sobre las Escrituras; el resto, apelotonado tras la primera fila, se conforma con agarrar a un compañero por el hombro derecho, en una jura como por delegación. Todos pronuncian a coro las debidas fórmulas.

Quien haya asistido como turista a un oficio religioso en Grecia, o se haya asomado un domingo por la mañana a la retransmisión de la misa por la televisión pública, habrá constatado la duración interminable de la liturgia ortodoxa. Así que plantearse el juramento de un Gabinete entero, ministro por ministro, colmaría con creces el periodo de tiempo disponible de que goza -es un decir- el actual Gobierno de transición: llegaría el 17 de junio, abrirían de nuevo las urnas, y seguirían salmodiando los viceministros.

Pikramenos

La Iglesia ortodoxa es la columna vertebral del país, así que hasta los comunistas prosoviéticos, ateos por la gracia de Dios, agachan la testuz ante los hisopos de Jerónimo. Los 300 parlamentarios de la Cámara más breve de la historia –apenas 48 horas- lo hicieron también colectivamente, salvo dos legisladores musulmanes de la Tracia, que pudieron jurar sobre un Corán (mientras los 21 energúmenos del partido neonazi Aurora Dorada se quedaban irrespetuosamente sentados).

Porque la confesión religiosa no es una cuestión baladí en Grecia, como bien puso de manifiesto la guerra del carné en 2000, cuando el Gobierno socialista de Kostas Simitis, a instancias de la Agencia Griega de Protección de Datos, decidió suprimir del documento de identidad el campo “religión”: hasta entonces era obligatorio (también para la minoría musulmana, en torno al 1% de la población, al noreste del país). La ortodoxa es la religión oficial del Estado, por si hasta ahora no había quedado suficientemente claro.

La herejía de Simitis le costó movilizaciones masivas orquestadas por el anterior primado de Grecia, un pieza llamado Jristódulos, popular y populista, que llegó a proponer un referéndum sobre el asunto (no, lo de los referendos en Grecia no es de ahora…). Jristódulos también apoyó públicamente a Serbia contra los bombardeos de la OTAN en 1999, lideró una campaña contra el programa Gran Hermano por su nociva influencia en la juventud, y puso el grito en el cielo –tiene vía libre- por la iniciativa del Gobierno conservador de Kostas Karamanlís, en 2006, de limitar el uso de las escuelas públicas como confesionarios por parte de los popes.

Pobres popes, a ellos también les afecta la crisis. Mientras la Iglesia busca nuevas vías de financiación, el Estado se ve obligado a pagar el salario mileurista pelado de los sacerdotes, así que los 10.000 existentes le cuestan unos 190 millones de euros al año. A partir de ahora, por cada diez que se jubilen o mueran, sólo se contratará a uno. Como los funcionarios, vaya, aunque en una proporción mucho más drástica.

Rica (es uno de los principales accionistas del Banco de Grecia), incontestable, la Iglesia se acomoda a los tiempos: este año, por ejemplo, acudió a la Feria de Turismo de Moscú para amasar parroquianos. Algunos, como Michael Lewis, el autor de 'Boomerang', la hacen responsable con mayúsculas de la crisis por el macroescándalo de Vatopedi (por el cual dio con sus huesos en la cárcel Efraím, el abad de ese monasterio del monte Atos); otros, simplemente, anhelan un cierto aggiornamento mientras con la diestra se santiguan cuando pasan ante una iglesita centenaria de frescos naifs o un pulquérrimo templo de nueva planta, de esos que, custodiados por la enseña blanquiazul y la amarilla con el águila bicéfala de Bizancio, crecen por doquier como hongos. Cuanto mayor es la crisis, más grande es el fervor.

Hay 5 Comentarios

Es más que urgente que se inicien campañas de información para separar a la iglesia del estado y sus privilegios económicos. En pleno siglo XXl la secta católica es la única organización no estatal que no ha recibido recortes, es más su presupuesto es aumentado de forma grosera y descarada.
Reino de este mundo es, con sus bienes y posesiones, muebles e inmuebles, tierras, joyas, acciones, monumentos, bancos y cajas de ahorro, sus influencias, sus nunciaturas o embajadores a lo largo de este planeta y sus grades. Reino de este mundo es tener un estado propio. Reino de este mundo es que reciban en otros reinos al pontífice y jefe de ese estado vaticano, como un jefe de estado.

Estoy de acuerdo con todos los comentarios.
Destacaría que aquí también se nos obliga a perdonar los crímenes perpetrados con armas de fuego. No solamente el desamparo a desempleados, la corrupción institucional o las "amnistías" fiscales.
El poder eclesiástico no clama contra este rosario de indultos u olvidos. Calla, luego otorga.
El ministro de educación juró su cargo con su mano izquierda ante la Biblia, discriminando a cuantos carecen de afiliación, práctica o creencia religiosa.
Así pues, se ha producido un trasvase desde de la evidencia de su presencia institucional a la adhesión política.
Si la Iglesia estuviera libre de pecado denunciaría solamente la discriminación de unos ciudadanos sobre otros por motivos religiosos. Pero la falta de humanidad, el crónico pecado de omisión y de reconocimiento, agravan la precaria situación de indefensión de los más vulnerables.

... No veo tanta diferencia con España, nuestros representantes políticos no han tenido ni los arrestos de retirar la cruz y la biblia de las juras que televisan sin sonrojo alguno. Los funerales de estado son misas multitudinarias. Las bodas reales son un vehículo más de proselitismo religioso, desde el obispo castrense hasta el boato catedralicio. La semana santa no permite manifestaciones ateas. La justicia no consigue sacar los crucifijos de los colegios, aunque sean públicos, ni de sedes castrenses u hospitales. La televisión pública está a lo que decida la conferencia episcopal en cuanto a retransmisiones de misas dominicales y fiestas de guardar.
................ Mirarnos en Grecia por aquello de mal de muchos, sólo nos deja eso otro de consuelo de tontos.

... Y luego nos quejamos. Este periódico no habla de este tema en titulares, sino oculto en un blog. Claro, es que las comparaciones son odiosas. No somos Grecia, digan lo que digan.

Pregunto ¿qué diferencia unas iglesias de otras? Todas son iguales ...dicen amar a dios, y siempre han amado y aman la riqueza material. Algunas practican el celibato y padecen el mal de la pedofilia. Incluso en tiempos atrás practicaron la tortura y el crimen (la santa inquisición). Si realmente fuesen cristianos, todos, sin excepción de rangos y cargos debieran dedicarse a la atender a los que padecen hambre y desamparo y dejarse de tanta parafernalia de actos públicos teatrales.

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Sobre la autora

María Antonia Sánchez-Vallejo. Periodista con experiencia en Oriente Próximo y en la cobertura de las guerras de Irak y Líbano, llevo un cuarto de siglo viajando a Grecia. He pasado temporadas en Salónica, donde amplié mis estudios de griego, y he cubierto las elecciones de 2009 y buena parte de la crisis de la deuda. También disfruto del país en vacaciones.

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