Puede parecer una frivolidad con la que está cayendo, pero una de las primeras, y tímidas, decisiones del nuevo Gobierno griego ha sido recuperar un programa de turismo social, para familias con ingresos inferiores a 18.000 euros al año, que había sido cancelado por el Ejecutivo del tecnócrata Lukás Papadimos.
“Turismo para todos”, así se llama la iniciativa, tiene dos objetivos: procurar seis días de asueto a ciudadanos tan desprovistos de recursos que pensar siquiera en una dulce holganza resulta una utopía, y fomentar el turismo interior, de capa caída por los episodios de violencia e inestabilidad que, en forma de estruendosos titulares, tanto inquietan a los turistas, poco amantes de lo imprevisto. Con un coste de 5,5 millones de euros, la medida permitirá a muchos concebir un respiro en medio de la asfixia de la crisis.
La ministra de Turismo, Olga Kefaloyani, añade así un granito de arena a otras iniciativas no demasiado publicitadas pero que revelan que hay sentimientos decentes en un Gobierno tan de circunstancias como el actual... y en el que comienzan a aparecer las primeras sombras. Al primer ministro, el conservador Andonis Samarás, le está costando dios y ayuda cuadrar las cuentas y, sobre todo, el enésimo recorte: un tijeretazo de 11.500 millones de euros para el periodo 2013-2014.
Dentro del Gabinete esta vuelta de tuerca tiene más detractores que partidarios, y Samarás y su ministro de Economía, Yanis Sturnaras, deben fajarse más a fondo para convencer a los remisos (Sturnaras, por sí solo, no lo ha logrado). Sin llegar a la dimisión del número dos del Ministerio de Trabajo, por oposición a nuevos ajustes, o la renuncia del primer ministro de Economía designado, impotente ante la tarea que le esperaba, no faltan voces contrarias a las demandas de la troika, como la del ministro de Trabajo, Yanis Vrutsis, que se opone a un nuevo recorte del salario mínimo.
A la indecisión, las disensiones y la cuenta atrás del reloj, se añade el vacío de las arcas públicas: el nuevo tramo de la ayuda internacional no se hará efectivo hasta finales de septiembre. Fuentes del Ministerio de Economía apuntan que Atenas está intentando obtener un crédito puente de sus acreedores para cubrir sus necesidades financieras hasta agosto.
Para los optimistas, para todos los que tildaron de derrotistas y cenizos a cuantos seguíamos sin ver solución a la crisis tras las elecciones de junio –muchos creyeron que el punto final era ese Gobierno timorato, apuntalado por tres partidos-, les cito el siguiente vaticinio de Costas Lapavitsas, en el diario británico The Guardian: “El Gobierno actual (…) es incapaz de lidiar con la crisis, (...) este Gobierno no va a sobrevivir mucho tiempo”. Ojalá se equivoque. Pero si acierta, estos meses de verano vendrán a ser para los miembros del Ejecutivo lo que los bonos del programa de turismo social para las familias beneficiadas: unas vacaciones subsidiadas.
PD: Una empresa con sede en Gran Bretaña ofrece un recorrido temático por Grecia para explicar la crisis del euro. Especializada en turismo de riesgo (Libia, Bosnia, Serbia), la agencia Political Tours cobrará 3.400 euros por cabeza por nueve días de viaje a algunos de los escenarios de la crisis. De momento, hay cuatro interesados. Unas vacaciones en el infierno… del euro.