Cembrero

El legado de la Junta

Por: | 22 de noviembre de 2012

Sakis
La tienda de Ilias Panayotaros en Atenas podría ser el paraíso de un motero o un siniestro: está llena de camisetas, sudaderas y chupas de un negro sin tacha. Pero la estética se congela al descubrir entre los estantes una fotografía enmarcada del Tigre Arkan, el jefe paramilitar serbio que regó de sangre los Balcanes en los noventa, y varias del más discreto y apocado Yorgos Papadópulos, uno de los tres coroneles que gobernaron Grecia entre 1967 y 1974. La Junta, como llaman los griegos a la dictadura militar, rediviva.

La tienda en cuestión no pertenece a un particular, sino a un aforado, Ilias Panayotaros, uno de los 18 diputados del partido neonazi -ellos dicen que no, que sólo es nacionalista- Aurora Dorada, al que ahora se le hallan vínculos hasta con el cuerpo de bomberos, además de la policía. La apología de la dictadura no es delito en Grecia, como tampoco la afinidad con Serbia, pero ambas filias dan muchas pistas de por dónde respiran los jrisafyites (auroradorados, en griego).

NikosMLa querencia serbia se explica por lazos religiosos: Serbia, donde la Iglesia ortodoxa ha desempeñado el mismo papel de sostén nacionalista que en Grecia, ha sido durante décadas el único aliado de Atenas en una región pródiga en enemigos, y viceversa. El flujo de jugadores de fútbol y básquet entre los dos países ha sido tan fructífero como, dicen, las relaciones de Nikos Mijaloliakos, líder de Aurora Dorada, con los paramilitares de Arkan y otros de parecida ralea.

Algunos expertos coyunturales aseguran ver en Aurora Dorada la manifestación más oscura de la crisis. No lo es; el fenómeno echa raíces mucho tiempo atrás, cuando Grecia todavía era un país pobre, pero decoroso -la definición es del escritor Petros Márkaris-, y la combustible mezcla de aislamiento, miseria, nacionalismo y fe empezó a cuajar como un fermento maléfico, al pairo de un sistema político en manos de una casta y con la izquierda herida de muerte desde la guerra civil.

Hot10coverMuchos medios locales vuelven sus ojos a la Junta estos días revueltos. La revista Hot Doc, que dirige Kostas Vaxevanis -el periodista detenido y juzgado por haber divulgado una lista de griegos con cuentas en Suiza-, publica un informe sobre el papel que desempeñó la CIA en el nombramiento como primer ministro del muy conservador Konstantinos Karamanlís (El Viejo) en 1974, recién caída la Junta: según la revista, el espionaje estadounidense le colocó al frente del Gobierno a cambio de Chipre, que entonces estuvo a punto de provocar una guerra entre Grecia y Turquía.

El nombre del dictador Papadópulos reaparece también estos días. Tanto, que incluso han salido a relucir fotografías del actual portavoz del Gobierno, Simos Kedikoglu, de jovencito junto a Papadópulos. Los resabios totalitarios podrían explicar también, se me ocurre, por qué la blasfemia es un delito en Grecia, y no sencillamente un pecado, y, lo más grave, por qué la libertad de expresión está sufriendo continuos embates: el caso Vaxevanis; el despido fulminante de dos presentadores por rozar la crítica a un ministro; el arresto de un bloguero por colgar fotos de policías con miembros de Aurora Dorada. O por qué el Gobierno griego ha enviado de delegada a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa a Eleni Zarulia, para más señas diputada de Aurora Dorada.

El aciago septenio de la Junta fue la típica cruzada de uniformados salvapatrias contra el ateísmo y la cultura pop; una misión para "salvar a Grecia del telón de acero y devolverla a los cristianos griegos" (sic). Ése era todo su programa de gobierno. Por eso resulta inquietante constatar la pervivencia de algunas de esas obsesiones. "Grecia significa Ortodoxia", rezan hoy los pasquines del partido ultranacionalista Laos, desalojado del Parlamento en las últimas elecciones por el impulso arrollador de Aurora Dorada y Griegos Independientes. Grecia igual a ortodoxia, y viceversa, como si nada, o muy poco, hubiera cambiado 38 años después del colapso de la Junta.

(El pasado día 17 se conmemoró el 39º aniversario del asalto al Politécnico, que asestó el golpe de gracia a la Junta. Este fin de semana hay convocadas numerosas manifestaciones antirracistas en toda Grecia).

Hay 2 Comentarios

Es una pena que un país con una historia cultural tan hermosa y relevante esté hundido hoy día en una ideología xenófoba. La desorientación es evidente. El Alba Dorada data del siglo XIX y fue el alimento ideológico del nazismo. Los políticos griegos parecen navegar en mar revuelto, han perdido el rumbo.

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Sobre la autora

María Antonia Sánchez-Vallejo. Periodista con experiencia en Oriente Próximo y en la cobertura de las guerras de Irak y Líbano, llevo un cuarto de siglo viajando a Grecia. He pasado temporadas en Salónica, donde amplié mis estudios de griego, y he cubierto las elecciones de 2009 y buena parte de la crisis de la deuda. También disfruto del país en vacaciones.

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