Se
venden islas. No es nada nuevo –todos recordamos las privadas de Onassis (arriba) o Niarjos-,
pero la crisis ha abierto la veda a los mercaderes y las islas, que junto con
las ruinas representan el único bien en abundancia de Grecia, también pasan por
caja. Una exclusiva empresa acaba de actualizar
su catálogo y
ofrece una quincena de islas deshabitadas con precios comprendidos entre los
1,5 millones de Modi, en el mar Jónico, y los 150 millones de Patroclo, junto al
Ática.
Pero el organismo encargado de las privatizaciones (Taiped, en sus siglas griegas) no se pronuncia al respecto, pese a la existencia de un inventario de 562 islas aprovechables de un total de 6.000, y el silencio oficial favorece las conjeturas. Según los globos sonda en circulación en los últimos meses, hay distintas opciones: la cesión de esas 562 a particulares por periodos de 100 años; la explotación comercial de islotes deshabitados en medio de algún archipiélago (Samarás en declaraciones al diario Le Monde) o el desalojo de aquellas con una población inferior a 150 habitantes, para ahorrar dinero en servicios, a petición –desmentida- de la troika.
Como la balsa de piedra de la novela de Saramago, otras muchas corren el riesgo de partir a la deriva, o irse directamente a pique, por culpa de la crisis. Limnos (noreste del Egeo) es un buen ejemplo. Áspera y misteriosa, elegida por el dios Hefesto para montar su fragua, la isla puede quedarse sin su único hospital si el Ministerio de Sanidad confirma los planes de cierre. Ello dejaría la salud de la población (20.000 habitantes) a merced del mar: el hospital más cercano, en Mitilini (o Lesbos), está a 84 millas náuticas de distancia –seis horas de viaje en ferry-, pero entre las dos no hay siquiera conexión regular diaria. Volar a Atenas cuesta casi 200 euros por trayecto.
Un diputado local de Syriza plantéo la situación en estos términos ante el Parlamento: “Tras dos años de recortes por culpa de la política de rescates, [el hospital de] Limnos se halla en una situación dramática, con seis médicos para 20.000 habitantes. Faltan especialistas; hay recortes en la alimentación de los enfermos y en la limpieza del centro; no hay aire acondicionado en verano ni calefacción en invierno”.
Limnos sería una anécdota si no ejemplificara a la perfección la criminal contradicción existente entre los recortes en gasto público y la continuada inversión en Defensa: entre 2007 y 2011, Grecia fue el mayor importador europeo de armas, según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Y Limnos, que desempeñó un papel subsidiario en la campaña de Galípoli durante la I Guerra Mundial, es una de las islas más militarizadas del Egeo, no en balde emboca al estrecho de los Dardanelos. En septiembre, dos ciudadanos checos fueron detenidos allí acusados de espionaje por fotografiar instalaciones militares. En 1996, por culpa de un islote no habitado, el de Imia –también en el Egeo-, Grecia y Turquía casi llegan a las manos, lo que revela la importancia capital de muchas islas como sinónimo de seguridad nacional.
El 2º país de la OTAN que más armas compró en 2012 recibió esta semana la visita de François Hollande. El viaje revestía mucho interés estratégico: el presidente francés fue acompañado por un séquito de empresarios con la mira puesta en los programas de privatización en curso: de energía, gestión de aguas, defensa, ferrocarriles y turismo. Pero, junto con un mensaje de solidaridad, Hollande también llevó en bandeja una oferta que, seguro, Atenas no sabrá rechazar: la cesión de dos fragatas para participar en las prospecciones de gas natural en aguas jurisdiccionales griegas, entre la isla de Kastelórizo y Chipre. Según la opinión más extendida, el préstamo duraría cinco años y luego Atenas pagaría 300 millones por barco. Alemania y Francia, qué casualidad, son los principales proveedores militares de Grecia.
Este verano Atenas desmintió con acritud la presunta secesión de Icaria (9.000 habitantes), al norte del Egeo, por la desatención del Estado y los estragos que en los servicios públicos está causando la crisis. “Tal vez la solución sea la anexión por otro país; Austria, por ejemplo, lo más lejos posible de Turquía”, dijo un isleño al periódico italiano Libero. El semanario alemán Der Spiegel –látigo de una continuada campaña de descrédito de Grecia- recogió la chanza y se montó un follón de miedo. Dimes y diretes aparte, lo cierto es que el otrora apacible rebaño de islas, un corral de terrones, peñascos, islas e islotes que parecen animales domésticos adormilados si se contemplan desde el cielo, cada día se le está poniendo más montaraz al Gobierno.