Cembrero

Sobre la autora

María Antonia Sánchez-Vallejo. Periodista con experiencia en Oriente Próximo y en la cobertura de las guerras de Irak y Líbano, llevo un cuarto de siglo viajando a Grecia. He pasado temporadas en Salónica, donde amplié mis estudios de griego, y he cubierto las elecciones de 2009 y buena parte de la crisis de la deuda. También disfruto del país en vacaciones.

Eskup

Un Gobierno a prueba de ultras

Por: | 26 de junio de 2013

Buli
La lectura de la composición de un gobierno muchas veces semeja la de las páginas amarillas: nombres y apellidos y funciones que se leen como quien oye llover. Otras, las más, la formación obedece a un simple cálculo político: peones que gestionan intereses o amigos que reciben como recompensa la poltrona de un ministerio. Pero a veces, como esta que nos ocupa, la remodelación de un Gabinete la carga el diablo y acaba siendo un memorial de agravios.

El bipartito salido de la crisis de la coalición de gobierno de la semana pasada –que se saldó con la retirada de todos los ministros de Izquierda Democrática (Dimar)- no pasará a la historia por lo inspirado, sino por su deriva extremista y por la constancia de que el sistema político vigente en Grecia hasta las elecciones de 2012 hace mucho que está muerto: ni Nueva Democracia ni el Pasok representan ya a nadie, salvo a la troika. Tal vez por eso, a las dos horas de ser designada, ya había dimitido la nueva viceministra de Sanidad, Sofía Vultetsi. Lástima, porque de la veintena de carteras, sólo una la ocupa una mujer.

BipartitoLo peor del nuevo Gabinete no es el protagonismo de un partido moribundo –o directamente zombi- como el Pasok, con unas expectativas de voto del 5-6% y una deuda de más de 200 millones de euros de la época de Papandreu que impide a la organización pagar incluso los gastos de viaje; tampoco la sarta de casos de corrupción que le incumben, como el del exministro de Defensa Akis Tsojatzópulos por citar sólo el último, o el empecinamiento en figurar de Evánguelos Venizelos, avezado superviviente, que retorna por la puerta grande de la vicepresidencia y el Ministerio de Exteriores convertido en número dos de Samarás. Tampoco la vuelta al redil de cartuchos gastados como Mijalis Jrisojoidis, un socialista de aparato con modales de sheriff responsable de la publicación de fotografías de prostitutas infectadas con el VIH en la web de la policía en mayo de 2012, un escándalo tal que las imágenes fueron retiradas de inmediato. Jrisojoidis, que en su día confesó sin rubor no haberse leído el memorándum del rescate, ocupará el Ministerio de Obras Públicas y Transportes.

Aparte de los cuatro ministros que logra el Pasok (11 en total contando las secretarías de Estado), en el nuevo Ejecutivo hay datos muy preocupantes pero no menos esperados. El primero de ellos, el viraje hacia la derecha de la derecha de Andonis Samarás. Es decir, hacia un segmento extremo para teóricamente arañar votos al partido neonazi Aurora Dorada (AD, 18 diputados), que aparece en tercer lugar en las encuestas de intención de voto, con más del 10% de apoyos. No de otra manera se entiende el nombramiento al frente de Sanidad de un personaje resbaladizo e inquietante, ultraderechista, confeso antisemita y defensor notorio de la superioridad de la raza griega, sea eso lo que fuere: Adonis Georgiadis, tránsfuga del partido de extrema derecha nacionalista Laos, formación que se quedó sin escaños en 2012 en favor de AD. Según se rumoreaba estos días en los mentideros atenienses, Georgiadis tuiteó recientemente “Grecia necesita un Erdogan” –en alusión a la mano dura del premier turco frente a las protestas de la plaza de Taksim-, aunque lo borró poco después.

Cartaajuste
Sobre el cierre de la televisión pública (ERT), que fue el detonante directo de la crisis gubernamental, Georgiadis comentó en su página web: “Hemos limpiado los establos de Augias”, lugar mitológico lleno de mierda hasta la intervención de Heracles (Ηρακλής) en su quinto trabajo. La  reforma de la ERT adquiere ahora rango de secretaría de Estado, en manos del periodista Pantelís Kapsís, de clara filiación protroika y que en su día fuera portavoz del Gobierno socialista. Georgiadis también se opuso al proyecto de ley antirracista elaborado por el dimisionario ministro de Justicia Andonis Rupakiotis (Dimar), sobre la que dijo: “Hace falta que la ley esté muy controlada para que no tengamos miedo de hablar en nuestro país”. La corrección política nunca ha calado en Grecia.

De la remodelación ministerial, cabe extraer dos conclusiones: la primera, que Samarás se ha quitado de encima dos lastres –ambos de Dimar- en las carteras de Justicia y Reforma Administrativa (esta última, responsable de jibarizar la función pública a instancias de la troika). La segunda, y no menos importante, es que estamos ante un Ejecutivo hilvanado con alfileres, con una mayoría precaria en el Parlamento (153 escaños de un total de 300), si bien varios diputados independientes procedentes de las filas de ND y Pasok –como Andreas Loverdos- se han mostrado dispuestos a apoyarlo. Con todo, lo peor es la galopante desafección de la ciudadanía de una política astrosa, encarnada en profesionales sin crédito: seis periodistas voceros, siete retoños de la aristocracia política (entre ellos un Mitsotakis); varios compañeros de viaje del disparatado bandazo partidista de Samarás, y algún que otro nombre salpicado por asuntos dudosos. Nadie da un duro por este Gobierno, en el que “la democracia ha sido sustituida por una oligarquía heredada”.

Créditos fotos:

1. Cambio de guardia ante el Parlamento, el lunes 24 de junio en Atenas. / John Kolesidis (Reuters)

2. Andonis Samarás (izquierda) y Evánguelos Venizelos, el martes 25 de junio. / Thanassis Stavrakis (AP)

3. Un grafiti en un edificio de Atenas muestra la señal que emite la televisión pública desde su cierre, el pasado 11 de junio. / John Kolesidis (Reuters)

"Esto no pasa ni en Corea del Norte"

Por: | 12 de junio de 2013

Nosignal
Primeras dimisiones en el seno de los partidos de la coalición de Gobierno; rumores de que el primer ministro, el conservador Andonis Samarás, se someterá a un voto de confianza parlamentario de sus socios del tripartito; fantasma de elecciones anticipadas si socialistas e Izquierda Democrática (DIMAR) no apoyan el proyecto de ley que parirá la NERIT (Nueva Radio, Internet y Televisión de Grecia), el engendro que, teóricamente, deberá sustituir a la ERT a partir del próximo 29 de agosto y cuyo proyecto ha sido presentado este miércoles. El cierre de la ERT ha provocado una tormenta política sin precedentes en Atenas -la enésima desde que empezó la crisis, pero esta vez sí capaz de romper definitivamente la baraja-, como inaudita resulta la clausura de un organismo público de radiodifusión en un país de la Unión Europea.

La ERT era hasta ayer una radiotelevisión pública mastodóntica, correa de transmisión de los partidos políticos y los sucesivos Gobiernos, con consejeros designados por estos que cobraban lo que varios empleados de la cadena -1,4 millones de euros al año se repartían hasta ahora 11 “consejeros especiales” y 16 “consultores importantes”-, y que, según el portavoz del Gobierno, Simos Kedíkoglu, era como “un automóvil cuyo motor debía ser rectificado” (lo sabe muy bien, porque trabajó en ella entre 1990 y 1995).

Aunque el propio Samarás se ha reafirmado en la decisión de cerrarla (“es una medida correcta”, han insistido el jefe del Gobierno y su ministro de Economía, Yanis Sturnaras), no faltan quienes le acusan de haber tirado por la calle del medio, con el orgullo herido por el fracaso de la venta de DEPA, la empresa pública de gas natural, a la rusa Gazprom, una gestión en la que se implicó mucho personalmente. Por cierto, que también ha fallado la venta de DESFA, otra empresa pública del ramo.

ERT
Lo que sigue es el relato torrencial, indignado y perplejo sobre el cierre de ERT de un periodista griego que se ampara en el anonimato. “Los principales responsables son los partidos políticos y la sucesión de Gobiernos. El director de uno de los canales contrató varias secretarias el 6 de junio [la televisión fue cerrada el día 11]; a la hija de un diputado de Nueva Democracia [partido conservador, mayoritario en el Gobierno] la contrataron en septiembre porque quería ser periodista y le dieron un programa para ella sola, pero era una incompetente y se lo acabaron quitando; y fue el partido de Samarás el que hizo todo lo posible para que la contrataran. Así que no vengan hablando ahora de opacidad en la gestión cuando han sido ellos los opacos. Entre 2004 y 2009 [Gobierno del conservador Kostas Karamanlís] la ERT fue una orgía; el dineral que pudo gastar sólo en Eurovisión… Todos estamos de acuerdo en reestructurar la ERT, pero una cosa es una reestructuración y otra muy distinta un cierre… Esto no sucede ni en Corea del Norte…”

“…Todos los Gobiernos han querido hacer de la ERT un órgano propio, pero los ciudadanos también le debemos momentos mágicos: información, cultura, la caída de [la dictadura de] los coroneles [en 1974]; el triunfo y la derrota de Andreas Papandreu… Qué va a pasar ahora con sus archivos, que contienen la historia reciente de Grecia… Y la han cerrado no sólo porque lo quisiera la troika, sino porque es un plan político: si el Pasok y Dimar aceptan esto, será su suicidio político; si no lo aprueban, entonces Samarás gobernará con votos de la extrema derecha, de Aurora Dorada y de Griegos Independientes… Lo curioso es que el año pasado, entre las dos convocatorias electorales [en un periodo regido por técnicos] tuvo la mayor audiencia en años, porque hizo la mejor cobertura informativa…”

La barra libre a la que venía invitando la ERT desde hacía lustros –incluida la última participación estelar en Eurovisión, con esa gamberrada musical llamada Alkohol is free, cuya participación en Malmö dejó más de un pufo- ha terminado.

(Continuará…)

Vaya tropa, la troika

Por: | 07 de junio de 2013

Banderola griega
Mientras la bandera griega ondea junto a la turca en la plaza de Taksim, y las redes sociales son un clamor de cuanto sucede en Estambul –protestas, incidentes, anécdotas relatadas en tiempo real, griegos codo con codo con los turcos-, un informe confidencial del FMI destapaba esta semana la caja de los truenos sobre la chapuza de dimensiones trágicas que ha supuesto la intervención de la economía griega por la troika a cambio de dos rescates y una teóricamente ventajosa reestructuración de su deuda. La divulgación del informe provocó de inmediato una enconada guerra de acreedores, como la definió el diario griego Ta Nea: Washington contra Bruselas, y viceversa, nada de fair play.

El FMI constata que se produjeron “notables fracasos en la elaboración del plan de rescate de Grecia en 2010 y en la reestructuración de su deuda en 2012” y que no se tuvo en cuenta el impacto de las medidas de ajuste en la economía del país. Pues podrían haberse dado cuenta mucho antes, porque Grecia entró en recesión en el último trimestre de 2008, aunque el clima de bonanza heredado enmascarase ese aviso. El país llevaba un lustro largo con el viento en la popa, un crecimiento que rondaba el 5% y la resaca efervescente e ilusa de los JJOO de 2004, que dinamizaron viejas infraestructuras y alimentaron proyectos e inversiones, pero también endeudaron de por vida al Estado.

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