El Día del No (Επέτειος του Οχι,
aniversario del no) se celebra cada año el 28 de octubre en Grecia, Chipre y
las comunidades griegas de la diáspora, de EEUU a Australia, para conmemorar el
rechazo griego a la ocupación por el Ejército de Mussolini de zonas
estratégicas del país en 1940, lo que precipitó a Grecia de bruces en la II
Guerra Mundial. De dictador a dictador, el general griego Ioanis Metaxás, que
ocupaba la jefatura del Gobierno, dio calabazas al Duce y, por extensión, al
mismísimo Adolf Hitler, bajo cuya férula se hallaba a la sazón parte de Europa.
Italia y Alemania acabaron invadiendo y ocupando Grecia, si bien la acción se tornó especialmente amarga para los fascistas italianos, expulsados enseguida a Albania desde el norte de Grecia. El Duce pretendía sacar pecho ante el Führer y demostrarle que era un alumno aventajado del nazismo, pero su error de cálculo condujo a sus tropas –los “ocho millones de bayonetas” de que se jactó ante los griegos- a una campaña devastadora y atroz, radicalmente inhumana, que narró con maestría Renzo Biasion en la novela Sagapò (Acantilado). La prolongada presencia alemana (1941-44) regó por su parte de sangre y muerte Grecia, y siete décadas después algunas de las heridas aún restallan.
Aunque de poco sirviera en la práctica el rechazo, la dimensión del Día del No –la firmeza ante la rendición, la voluntad de rechazar cualquier yugo; la independencia nacional, tan arduamente lograda- ha cobrado fuerza con los años: primero por la invasión alemana, luego en la guerra civil; más tarde durante la dictadura militar (1967-74) y, desde 2010, fecha del primer rescate internacional, contra el dictado de políticas ajenas y la práctica conversión del país en una especie de protectorado económico –y político, pues los Gobiernos que se han sucedido desde entonces son afines- tutelado por la troika de prestamistas internacionales.
Día de fiesta de guardar, tan solemne o más que el de la fiesta nacional (25 de marzo, el de la independencia), este año, en que se cumple el 73º aniversario del No, ha logrado superar las polémicas de convocatorias anteriores, marcadas por ruidosas protestas antiausteridad, debido a dos factores: la primera, la invitación de miembros del partido neonazi Aurora Dorada –18 diputados en el Parlamento- a las celebraciones y el patrocinio por parte de una empresa del sector energético del desfile militar, que se celebró como de costumbre en Salónica. Una ocurrencia de mal gusto, bromeaban con un punto de indignación durante el día de hoy las redes sociales, pues nadie parece dispuesto a esponsorizar el coste del combustible para calefacción, un desembolso cada vez más caro para miles de particulares e instancias enteras de la Administración.
La oportunidad de sentar a neonazis de Aurora Dorada cerca del presidente Karolos Papulias parecía un desatino. Con dirigentes de la cúpula del partido encarcelados por asociación criminal y por su implicación en el asesinato del rapero Pavlos Fissas, la presencia de unos neonazis –como rechazan ser llamados- en el palco de autoridades de Salónica fue defendida por los organizadores alegando que todos los grupos con representación parlamentaria están invitados a la tribuna. Una reacción aguda de alergia brotó en otros grupos políticos. El primero de ellos, Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas, socio de gobierno hasta junio), que declinó su asistencia al desfile; el alcalde de Salónica sopesó la conveniencia de presenciarlo, pero al final acudió. Syriza, por su parte, insistió en convertir el acto conmemorativo en una nueva muestra de rechazo de las políticas de austeridad y protestó agriamente por el patrocinio privado del desfile.
Con hipotéticas medidas de austeridad suplementarias en ciernes, y el desgaste producido por seis años de recesión –una espiral de deterioro cuyo fin el Gobierno asegura no se verá hasta 2019-, la sola mención de los neonazis en un país tan orgulloso de su resistencia al fascismo es, hoy más que nunca, una dolorosa afrenta para la memoria de víctimas y la propia memoria histórica del país. Pese a que su verdadero carácter haya quedado de relevancia en el affaire Fissas. Pese a que el Parlamento le haya cerrado el grifo de la financiación pública, o haya desprovisto de inmunidad a seis de sus diputados. Pese a su bajada en la intención de voto. Aurora Dorada ensucia todo lo que toca, por más que resulten respetables los 500.000 votos –todo voto es legítimo en una democracia- que cosechó en las urnas en 2012.
Créditos de las fotos:
1. Un padre y su hijo pasan ante una esvástica tachada tras el desfile del No en Atenas / Angelos Tzortzinis (Afp)
2. Puesto de banderas griegas en Atenas / Kostas Tsironis (AP)
3. Conmemoración del Día del No en Nicosia (Chipre) / Christos Avraamides (Afp)