Cembrero

Sobre la autora

María Antonia Sánchez-Vallejo. Periodista con experiencia en Oriente Próximo y en la cobertura de las guerras de Irak y Líbano, llevo un cuarto de siglo viajando a Grecia. He pasado temporadas en Salónica, donde amplié mis estudios de griego, y he cubierto las elecciones de 2009 y buena parte de la crisis de la deuda. También disfruto del país en vacaciones.

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Populismos

Por: | 05 de febrero de 2014

AD1
Recesión, transformaciones estructurales como la desindustrialización y la deslocalización, cambio de roles de género e incluso de clases, esos obreros en su día aupados a una cierta clase media convertidos ahora en parias por la crisis; por no hablar de la llegada masiva de inmigrantes: la globalidad del mundo en movimiento. Hay un montón de factores que explican, según los expertos, el surgimiento en Europa de variados populismos, ese imán de excluidos, pero dos serían privativos de Grecia: el colapso del sistema político tradicional y el fermento del nacionalismo azuzado por la iglesia o el Estado, que en este país se solapan. Todo por cortesía de la troika...

Tras el partido Aurora Dorada (AD) hay más de 500.000 personas –no todas necesariamente neonazis-, medio millón de votos que en democracia son tan respetables como el puñado que logró Antarsya (izquierda revolucionaria, sin representación parlamentaria) o los muchísimos más (1.650.000, el 27% del total) que respaldan a Syriza como principal grupo de oposición en la Cámara. Respetables mientras no se llegue al insulto, al acoso y menos aún a la violencia física, reprobable venga de donde venga. Por desgracia, hay ejemplos de sobra de estos desmanes.

Viene todo ello a colación por la demostración de fuerza de AD en Atenas el sábado pasado, tras unos cuantos meses voluntariamente tácita. Las huestes de Nikos Mijaloliakos, en prisión preventiva desde finales de septiembre como líder de una “organización criminal”, conmemoraron masivamente los sucesos de Imia, un disputado islote en el Egeo, que se saldaron con la muerte de tres oficiales de la Armada y que llevaron a Grecia y Turquía al borde de la guerra en 1996. AD ha venido celebrando la efeméride cada año, pero la repercusión de su éxito electoral, y sobre todo la ofensiva judicial contra el partido, hacían presagiar en cualquier momento un do de pecho.

AD2
Así fue. Aurora Dorada cambiará de nombre para sortear la hipotética prohibición o ilegalización por el Estado –un arduo proceso legal que podría demorarse meses- y presentarse a la doble convocatoria electoral de mayo: elecciones locales y al Parlamento Europeo, una piedra de toque para comprobar el verdadero apoyo de que goza la formación (un 10%, según la mayoría de las encuestas, tres puntos más que en 2012). Ilias Kasiadiaris, portavoz de AD y candidato a la alcaldía de Atenas –en libertad con cargos tras ser detenido en la macrorredada de septiembre-, anunció el sábado que Aurora Dorada (Χρυσή Αυγή) pasaría a llamarse Aurora Nacional (Εθνική Αυγή) como marca electoral “nacionalista griega”, un partido “limpio”, de gente “no implicada en bandas criminales, sin antecedentes penales; un partido sin asesinos”, dijo irónicamente a unos 3.000 simpatizantes que, brazo en alto, pseudouniformes negros y cascos de moto o verdugos embozados –¿por qué taparse el rostro en democracia, eh?- se juntaron el sábado en el centro de Atenas.

(A prudencial –y policial- distancia, una contramanifestación antifascista que terminó con un hombre en el hospital tras los enfrentamientos. El rifirrafe, por cierto, dejó en Atenas imágenes de estado de sitio: estaciones de metro tomadas al asalto por la policía, cargas de gases lacrimógenos, destrozos.)

AD3Con un tercio de sus diputados (18) entre rejas, incluido el Führer Mijaloliakos, y el favor popular en aumento, AD se ha permitido últimamente exhibir músculo, como por ejemplo pidiendo la recusación de las dos jueces instructoras del proceso contra el partido por organización criminal e implicación en el asesinato del rapero y activista antifascista Pavlos Fisas. Desde la ofensiva, al margen de retirarle financiación pública y despojar de inmunidad a seis de sus diputados, nada más se ha hecho para poner coto a sus excesos; nunca más se supo, por ejemplo, de la proyectada ley contra la violencia racista, frenada por la gubernamental Nueva Democracia para evitar una sangría de votos por su derecha (es decir, hacia AD) y motivo de disputa con Dimar, hasta junio socio del gobierno tripartito.

En la cobertura de las elecciones de 2012 tuve oportunidad de hablar con muchos votantes potenciales de AD. Algunos de ellos conocedores del ideario, otros más desorientados ideológicamente, pero todos ellos privados del mínimo sustento y pasto de un miedo cerval. En el comedor social de la calle Sófocles, en Atenas, donde cada día reciben asistencia cientos de personas, desempleados y jubilados en su mayoría, Apóstolos, extrabajador de unos astilleros, exvotante comunista, parado sin subsidio, adelantaba su intención de voto. “Mira todo lo que nos rodea. Albaneses, chinos, árabes, negros con sus businesses; y nosotros pidiendo en la calle, cuando no víctimas de las mafias extranjeras. Pero me da igual una Grecia blanca y ortodoxa; yo lo que quiero es comer”. Hablar de crisis en Grecia hace tiempo que se queda corto; es una descomposición en toda regla. Una gangrena.

Pies de foto:

Conmemoración de los sucesos de Imia, 1 de febrero, Atenas.

1. Yannis Kolesidis (AP). 2 y 3. Milos Bicanski (Getty Images).

Lampedusa en el Egeo

Por: | 27 de enero de 2014

 

Mientras arrecian los llamamientos de las ONG para investigar el el naufragio de una barcaza de inmigrantes en el Egeo, con 12 muertos, nueve niños y tres mujeres, las autoridades griegas no sólo miran para otro lado, sino que acusan a los entrometidos europeos (Nils Muiznieks, responsable de Derechos Humanos del Consejo de Europa, a la cabeza) de querer hacer una cuestión política del infortunio. Ítem más, el ministro de Orden Público, el inefable Nikos Dendiás, se atreve a vincular la inmigración irregular con el terrorismo. Sic. Mal, muy mal empieza la presidencia europea de Grecia, que había hecho bandera, precisamente, de la política migratoria como uno de los puntales de su mandato.

El relato de los hechos apunta que la embarcación en que viajaban los indocumentados, localizada el lunes pasado a 1,5 millas del islote de Farmakonisi, en el Dodecaneso, estaba siendo escoltada a gran velocidad (o empujada, o repelida) por guardacostas griegos hacia aguas turcas cuando los motores de la barcaza se pararon. Fue entonces, unos dicen que por la inestabilidad del barco o el sobrepeso, cuando se hundió; el ministro de la Marina atribuye a un ataque de pánico de los pasajeros, que se habrían arremolinado en un costado de la nave, el vuelco. La autoridad portuaria griega alega que la fuerza del viento y olas de varios metros hicieron imposible el rescate.

 

Pero la narración de algunos de los 16 supervivientes, afganos en su mayoría, muchos privados para siempre de sus hijos por obra y gracia, presuntamente, de las patrulleras que vigilan el Egeo, alumbra otra tragedia mucho menos fortuita. Un hombre que asegura haber perdido a su esposa y sus cuatro hijos contó este sábado en Atenas que intentaron subir a bordo de la patrullera, pero que fueron arrojados al agua, desde donde oyó gritar a uno de sus pequeños “papá, mamá, ayuda”. Nadie acudió a salvarle. Otro superviviente relató los insultos que los guardacostas profirieron a los indocumentados cuando estos intentaban abordar la patrullera, y cómo los arrojaron al mar “a propósito”. Entre los sin papeles, recuerda el ombudsman Muiznieks, había solicitantes de asilo, sujetos de derecho (y protección) por las leyes europeas. Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, ha pedido también una investigación sobre el siniestro.

Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional y el propio Consejo de Europa califican lo sucedido de “fallida expulsión colectiva” (push-back, en la jerga del ramo) hacia Turquía, esa práctica habitual de barrer a los inmigrantes fuera de casa que Atenas lleva años ejecutando. La organización Pro Asyl publicó en noviembre un informe sobre la política de expulsiones tanto en aguas del Egeo como en la frontera terrestre de Turquía, así como pruebas de incidentes previos junto a Farmakonisi. El Gobierno griego prometió hace unos días poner fin a esta práctica ilegal, pero los acontecimientos –como en el juego de componendas políticas, como en los datos económicos- se empecinan en llevarle la contraria.

INmigrantsDesde agosto de 2012, al menos 136 refugiados, la mayoría de ellos sirios y afganos, han muerto ahogados en una docena de intentos fallidos de llegar a Grecia en barco desde Turquía, según el cómputo de Amnistía Internacional. Y no sólo en el Egeo, cabe añadir: ahí está el naufragio del 15 de noviembre frente a la isla de Lefkada, en el mar Jónico, que se cobró otras 12 vidas, entre ellas las de una familia siria, un padre y sus cuatro hijos (la madre había muerto semanas antes en un bombardeo).

“El racismo, la xenofobia y el nacionalismo están muy arraigados en Grecia desde los años noventa”, contaba en conversación telefónica a finales de diciembre el periodista Dimitris Psarás, especialista en el partido ultra Aurora Dorada y autor de Libro negro del partido nazifascista griego. En esa década, cabe recordar, empezaron a llegar a Grecia miles de extranjeros, en su mayoría procedentes de Albania y la antigua Yugoslavia; luego –y a medida que las autoridades miraban para otro lado, como si no existieran- vinieron asiáticos, árabes,  africanos. “Esa opinión pública contraria a los inmigrantes la han creado también los mensajes televisivos, por no hablar del decisivo papel de la Iglesia en el nacionalismo ultramontano. Todo ello alimenta los mitos propagandísticos de Aurora Dorada”, que figura en tercer lugar en los sondeos de intención de voto.

Luego vendrá el rasgarse de vestiduras, las exclamaciones de sorpresa o el estupor al ver avanzar el populismo como lava incandescente por Europa. Pero en realidad todo es muy simple, una pura cuestión de vida o muerte: de sobrevivir allende países que sufren guerras o hambrunas, o de morir al volcar una barcaza en una Lampedusa cualquiera.

 

Esperando a los bárbaros

Por: | 02 de diciembre de 2013

Rejas
El título del poema de Konstantino Kavafis podría aplicarse hoy, 2 de diciembre de 2013, a la entrada en vigor de un nuevo sistema de vigilancia de fronteras en la Unión Europea, Eurosur, un operativo común y coordinado en 18 países de la Unión, todos pertenecientes al Espacio Schengen, con un único objetivo: “Coordinar la respuesta de las fuerzas de seguridad continentales ante la inmigración irregular y la criminalidad organizada” (sic, equiparando un fenómeno humano global, el de la migración, y el gran negocio del narcotráfico y el tráfico de personas). El nuevo sistema, dice Bruselas, permitirá detectar pateras en riesgo de zozobrar y asistir a los pasajeros según los requerimientos internacionales de derechos humanos.

A la mención puede que cansina y repetitiva del título del poema de Kavafis podría añadírsele un refrán, para explicar en castellano viejo las vanas pretensiones de blindaje continental (y a la vez la palabrería eurócrata): es imposible poner puertas al campo. También a Europa. Cualquiera que haya divisado África desde Tarifa; Turquía desde cualquiera de las islas griegas del noreste del Egeo (tan a tiro de piedra que se ven destellar los faros de los coches turcos); o el propio Oriente como insondable dimensión geográfica desde la frontera del río Evros, en Grecia, es consciente de la porosidad de las fronteras y del avance imparable de la humanidad desde que el mundo es mundo, desde que la Lucy africana echó a andar hace millones de años, hasta llegar a cada uno de nosotros.

La humanidad es una historia, y un cruce, de migraciones, pero se convierte en drama cuanto más altas son las verjas y más duros los controles: ahí están las concertinas de Melilla para demostrarlo, o la expulsión ilegal de inmigrantes desde allí a Marruecos como quien barre la basura debajo de otra alfombra. Cada año, dos millares de africanos llegan a la pequeña Malta –mucho más cercana geográficamente al continente negro que a Bruselas- sin intención de volver atrás; sólo un naufragio o una deportación pueden hacerles desistir en su camino a una vida mejor, sin hambre o persecuciones. Cada día, decenas de asiáticos, incluidos no pocos refugiados sirios, cruzan la frontera del río Evros entre Turquía y Grecia, que se ha convertido en un agujero negro por culpa de la acción policial: hace unos días la agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, denunció la desaparición de 150 sirios detenidos e introducidos en vehículos policiales con destino desconocido. Ítem más, la organización ECRE ha denunciado la devolución sistemática en la frontera greco-turca de los sirios que huyendo de la guerra en su país trata de ganar Europa por esa vía.

Barco
Un mortífero naufragio ocurrido el 15 de noviembre frente a la isla griega de Lefkada
, en el mar Jónico, alimenta desde entonces los titulares del drama. No sólo pereció una familia siria ya menguada por la guerra civil: un padre y sus cuatro hijos, de entre tres y siete años, huérfanos de madre por un bombardeo. Los cinco se habían embarcado hacia Europa por segunda vez, tras haber sido rescatados de las aguas una semana antes frente a Kefaloniá, otra de las islas del Jónico. Junto a la desventurada familia, otras siete personas, presumiblemente también de Siria, murieron en el naufragio de la balsa de plástico que llevaba rumbo a Italia. El padre, “un maestro, cultivado, muy sensible y con valores”, según un sacerdote que les trató tras el primer naufragio, había pagado 8.000 euros para llegar a Europa. Ocho mil euros por una muerte, más que probable, segura.

Los supervivientes del naufragio de Lefkada copan estos días los titulares de algunos medios de comunicación griegos, que, como este reportaje en To Vima, empiezan a reflejar el drama de los refugiados sirios que llegan al país: nuevos métodos de cruce, nuevas rutas, peligros multiplicados. En declaraciones a Eleutherotypía, los compañeros de travesía de la familia ahogada, todos ellos procedentes de Alepo, relatan cómo, tras ser rescatados, la policía y los guardacostas les despojaron de la última moneda que llevaban encima y cuánto miedo pasan en Grecia, para cuyas autoridades la φιλοξενία (hospitalidad; literalmente, "amor al extranjero") no cuenta mucho cuando se trata de inmigrantes de tez oscura.

DracmaUno de ellos está ingresado en la cárcel de Korydalós, cerca de Atenas, como presunto responsable del tráfico humano. Sus desventurados compañeros de travesía lo niegan, y reclaman que sea puesto en libertad. También piden la devolución a Siria de los restos del padre y sus cuatro hijos, para ser enterrados allí. El relato de sus penalidades pone los pelos de punta, pero hay una frase -“esto es peor que Siria”- que debería hacer reflexionar a autoridades griegas y europeas. Hay límites, debe haberlos, a la ignominia que supone el trato muchas veces dispensado a los inmigrantes en Europa.

“(…) Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.

Algunos han venido de las fronteras

y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?

Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.”

 

 

Pan, educación, libertad

Por: | 17 de noviembre de 2013

17N1
El centro de Atenas cerrado hasta a los gatos; cinco estaciones de metro fuera de servicio, 7.000 policías desplegados como si fuera a llegar Obama o el Papa, y un mar de pancartas por sobre las cabezas de una multitud interminable, formada en buena parte por jóvenes y estudiantes. La conmemoración del 40º aniversario de la masacre del Politécnico, que precipitó el fin de la junta militar (1967-1974), ha llenado este domingo durante horas las calles de Atenas y  Salónica sin lograr insuflar una pizca de ánimo en un ambiente lastrado por el fantasma de la violencia: esa amenaza ciega que se ha cobrado tres muertos –un activista antifascista y dos neonazis- desde septiembre. Y que muchos temen engorde como una bola de nieve.

A alguien parece interesarle azuzar ese espectro, no sólo por el despliegue de agentes –en cualquier sitio caliente, una tácita regla proporcional augura mayores posibilidades de disturbios cuanto mayor sea la presencia de uniformados. También por la reivindicación, dos semanas después del crimen -y, qué casualidad, la víspera del 17N-, del doble asesinato perpetrado el pasado 1 de noviembre ante una sede local del partido neonazi Aurora Dorada. Un grupo de ultraizquierda inédito, Pueblos Militantes-Fuerzas Revolucionarias, se atribuyó este sábado la muerte de los dos miembros de AD en represalia por la del rapero y militante antifascista Pavlos Fissas, a mediados de septiembre, a manos de un simpatizante neonazi. Los medios del mainstream, por cierto, lo califican de "guerrilla urbana".

17N2Aunque la policía considera auténtico el comunicado, no son pocos quienes creen que hay que cogerlo con pinzas, pues no haría sino confirmar la teoría de los dos extremos aireada por tierra, mar y aire desde el Gobierno de Andonis Samarás: a saber, la existencia de dos polos maléficos, desestabilizadores, Aurora Dorada en la extrema derecha, y Syriza en sus antípodas. El anuncio del grupúsculo desconocido de nuevas acciones contra los neonazis abunda en la hipótesis de esa peligrosa pinza que vendría a hacer bueno al Gobierno manostijeras de Samarás-Venizelos. Pero cualquier posibilidad está sobre la mesa, incluida, claro está, la de una ciega violencia ambidextra.

El 17 de noviembre de 1973, los tanques pusieron fin a sangre y fuego –con decenas de víctimas mortales-, a una ocupación estudiantil pacífica que ya duraba tres días. Desde entonces, el Politécnico, el recinto que hoy ocupa la Universidad Tecnológica de Atenas, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la dictadura. Con el restablecimiento de la democracia, también, los centros educativos se convirtieron en recintos inviolables a los que las fuerzas del orden no podían acceder por las malas (el antecedente más cercano fue en diciembre de 2008 el mismo Politécnico, ocupado por decenas de jóvenes antisistema en protesta por el asesinato de un chaval por la policía).

17N3El lema de la lucha contra la dictadura (ψωμί, παιδεία, ελευθερία, que en griego rima aunque no en castellano: “pan, educación, libertad”) tiene hoy más vigencia que entonces, si cabe: con casi un 60% de paro juvenil –la tasa más alta de la Unión Europea-, y la amenaza cierta de recortes adicionales (1.300 millones) impuestos por la troika a una población que en los seis años de crisis ha perdido el 40% de su poder adquisitivo, en un país convertido en práctico protectorado económico de Bruselas y Washington.

El de Grecia es hoy un escenario desolador en el que campan espantajos tales como el ministro de Sanidad, el ultra Adonis Georgiadis, que reclama para sí, y no para la troika, “la gloria” de despedir a miles de médicos “sobrantes”. Donde ocho universidades funcionan al ralentí, y dos de ellas, en Atenas, están cerradas por falta de personal. Donde los antidisturbios desalojan por la fuerza a periodistas y camarógrafos de una televisión cerrada como un cortijo. Por todo ello “Pan, educación, libertad” ha resonado hoy como un estruendo. También la lucha por los derechos sociales. Como dijo en vísperas del 17N Alexis Tsipras, líder de Syriza y candidato común de la izquierda europea a la Comisión Europea, “nada nos ha sido regalado; todo es fruto del trabajo y la lucha”. Como ejemplo, un botón: los basureros de Madrid y su huelga indefinida.

Democracy? No signal

Por: | 07 de noviembre de 2013

 

La noticia llega a las 7.34 de la mañana (una hora más en Grecia), vía guasap: “Fin del sueño ERT”. Durante la madrugada, y con algo de retraso sobre las previsiones –finales de octubre-, el Gobierno de Andonis Samarás ha cumplido su promesa de desalojar a los trabajadores de la antigua televisión pública ERT, cerrada inopinadamente a mediados de junio y que desde entonces emitía en plan pirata por Internet y algunas frecuencias marginales. Ocho unidades de antidisturbios, acompañadas de un fiscal, desalojaron al personal acantonado en la sede de la avenida Ayía Paraskeví, en Atenas, y sellaron con candados y gruesas cadenas las verjas de acceso, de donde aún cuelgan deshilachadas pancartas de lucha y esperanza. Los trabajadores, no obstante, están dispuestos a seguir luchando, vía ERT Open (@ERTsocial) ο ΤhePressProject. Y lo harán: la resistencia civil se ha convertido en una nueva disciplina olímpica en Grecia.

El cierre, que en su día sólo fue apoyado por los neonazis de Aurora Dorada –maldita gracia hace mentarlos de nuevo, pero su respaldo dice mucho del turbio juego político a que se han entregado-, provocó una minicrisis de Gobierno en la que el tripartito menguó a bipartito, y una merma de poder y representatividad similar a la que a corto plazo puede sucederle al PP valenciano, tras el cierre igualmente repentino de la televisión pública autonómica (RTVV). Ambos cerrojazos se parecen mucho: decisiones arbitrarias, al albur de fallos judiciales y más allá de cualquier lógica, salvo la de la tijera, el recorte patente o encubierto de la troika o la demagogia, como el discurso de Fabra asegurando que prefiere un hospital o un colegio abierto a una tele deficitaria... (la experiencia griega demuestra que los cierres no son incompatibles).

 

Pero el caso de la ERT griega, sustituida desde mediados de julio por la DT (Δημόσια Τηλεόραση) –un contenedor de planos fijos y discursos igual de soporíferos-, encierra claves más opacas. Por ejemplo, que la decisión de intervenir contra los okupantes de la sede haya acontecido el mismo día que el Ejecutivo acuerda con la troika modificar la ley sobre embargos hipotecarios; horas después de la quinta huelga general del año (y la 35ª desde 2010); apenas días después de la concesión de nuevas licencias de televisión al manojo de empresarios de la comunicación a los que pertenece la mayoría de los medios del mainstream -modosos hasta decir basta al informar sobre recortes y ajustes-, el tercer vértice de lo que Alexis Tsipras ha denominado “el triángulo del pecado”: grandes banqueros, políticos corruptos y magnates de la comunicación. El Gobierno ha respondido con un lacónico “tendría que haberse hecho antes” a las protestas de la oposición hoy en el Parlamento, y descrito la operación como una medida necesaria para “restaurar la legalidad”…

A sólo diez días de la conmemoración del 40º aniversario de la masacre del Politécnico, que precipitó la caída de la Junta de los Coroneles (1967-74) y que se celebra como una fiesta civil de la democracia, muchos se preguntan hoy en Grecia de qué sirve tamaña demostración de fuerza (antidisturbios frente a sociedad civil armada con libretas, bolis y cámaras), si no será una nueva manera de gastar pólvora en salvas o, aun peor, de barrer la mierda bajo la alfombra ante Europa de cara a la próxima asunción de la presidencia de la UE, el próximo 1 de enero. El propio portavoz del Gobierno ha esgrimido este último argumento para justificar la operación policial de hoy.

NoSignalDesde junio –y aun mucho antes, desde que la crisis se cebara con Grecia- no sólo está en juego el futuro de los 2.600 trabajadores que formaban ERT; también preocupa la suerte de los archivos en blanco y negro que registran episodios capitales de la convulsa historia de Grecia (los nazis en la Acrópolis; el golpe militar; la huida del rey Constantino, las primeras elecciones libres); o el de la orquesta y el coro del ente, que este verano se sumó a las acciones de lucha con emocionantes conciertos al aire libre: cultura como consuelo ante el desánimo. Preocupante resulta también constatar que, al margen de los medios alternativos, no hay lugar para las voces discordantes. Como gráficamente decía uno de los carteles de protesta que los trabajadores de ERT colgaron cuando el cierre, casi cinco meses después el “Democracy? No signal” sigue teniendo plena vigencia.

Un poco de historia antifascista

Por: | 28 de octubre de 2013

Oxinene
El Día del No (Επέτειος του Οχι, aniversario del no) se celebra cada año el 28 de octubre en Grecia, Chipre y las comunidades griegas de la diáspora, de EEUU a Australia, para conmemorar el rechazo griego a la ocupación por el Ejército de Mussolini de zonas estratégicas del país en 1940, lo que precipitó a Grecia de bruces en la II Guerra Mundial. De dictador a dictador, el general griego Ioanis Metaxás, que ocupaba la jefatura del Gobierno, dio calabazas al Duce y, por extensión, al mismísimo Adolf Hitler, bajo cuya férula se hallaba a la sazón parte de Europa.

Italia y Alemania acabaron invadiendo y ocupando Grecia, si bien la acción se tornó especialmente amarga para los fascistas italianos, expulsados enseguida a Albania desde el norte de Grecia. El Duce pretendía sacar pecho ante el Führer y demostrarle que era un alumno aventajado del nazismo, pero su error de cálculo condujo a sus tropas –los “ocho millones de bayonetas” de que se jactó ante los griegos- a una campaña devastadora y atroz, radicalmente inhumana, que narró con maestría Renzo Biasion en la novela Sagapò (Acantilado). La prolongada presencia alemana (1941-44) regó por su parte de sangre y muerte Grecia, y siete décadas después algunas de las heridas aún restallan.

Oxi1Aunque de poco sirviera en la práctica el rechazo, la dimensión del Día del No –la firmeza ante la rendición, la voluntad de rechazar cualquier yugo; la independencia nacional, tan arduamente lograda- ha cobrado fuerza con los años: primero por la invasión alemana, luego en la guerra civil; más tarde durante la dictadura militar (1967-74) y, desde 2010, fecha del primer rescate internacional, contra el dictado de políticas ajenas y la práctica conversión del país en una especie de protectorado económico –y político, pues los Gobiernos que se han sucedido desde entonces son afines- tutelado por la troika de prestamistas internacionales.

Día de fiesta de guardar, tan solemne o más que el de la fiesta nacional (25 de marzo, el de la independencia), este año, en que se cumple el 73º aniversario del No, ha logrado superar las polémicas de convocatorias anteriores, marcadas por ruidosas protestas antiausteridad, debido a dos factores: la primera, la invitación de miembros del partido neonazi Aurora Dorada –18 diputados en el Parlamento- a las celebraciones y el patrocinio por parte de una empresa del sector energético del desfile militar, que se celebró como de costumbre en Salónica. Una ocurrencia de mal gusto, bromeaban con un punto de indignación durante el día de hoy las redes sociales, pues nadie parece dispuesto a esponsorizar el coste del combustible para calefacción, un desembolso cada vez más caro para miles de particulares e instancias enteras de la Administración.

Oxi2La oportunidad de sentar a neonazis de Aurora Dorada cerca del presidente Karolos Papulias parecía un desatino. Con dirigentes de la cúpula del partido encarcelados por asociación criminal y por su implicación en el asesinato del rapero Pavlos Fissas, la presencia de unos neonazis –como rechazan ser llamados- en el palco de autoridades de Salónica fue defendida por los organizadores alegando que todos los grupos con representación parlamentaria están invitados a la tribuna. Una reacción aguda de alergia brotó en otros grupos políticos. El primero de ellos, Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas, socio de gobierno hasta junio), que declinó su asistencia al desfile; el alcalde de Salónica sopesó la conveniencia de presenciarlo, pero al final acudió. Syriza, por su parte, insistió en convertir el acto conmemorativo en una nueva muestra de rechazo de las políticas de austeridad y protestó agriamente por el patrocinio privado del desfile.

Con hipotéticas medidas de austeridad suplementarias en ciernes, y el desgaste producido por seis años de recesión –una espiral de deterioro cuyo fin el Gobierno asegura no se verá hasta 2019-, la sola mención de los neonazis en un país tan orgulloso de su resistencia al fascismo es, hoy más que nunca, una dolorosa afrenta para la memoria de víctimas y la propia memoria histórica del país. Pese a que su verdadero carácter haya quedado de relevancia en el affaire Fissas. Pese a que el Parlamento le haya cerrado el grifo de la financiación pública, o haya desprovisto de inmunidad a seis de sus diputados. Pese a su bajada en la intención de voto.  Aurora Dorada ensucia todo lo que toca, por más que resulten respetables los 500.000 votos –todo voto es legítimo en una democracia- que cosechó en las urnas en 2012.

Créditos de las fotos:

1. Un padre y su hijo pasan ante una esvástica tachada tras el desfile del No en Atenas / Angelos Tzortzinis (Afp)

2. Puesto de banderas griegas en Atenas / Kostas Tsironis (AP)

3. Conmemoración del Día del No en Nicosia (Chipre) / Christos Avraamides (Afp)

 

Non Plus Ultras

Por: | 15 de octubre de 2013

PICTURES PHONE 993
De los miles de grafitis que tapizan las calles de Atenas –líricos, ingenuos o divertidos algunos; mensajes de denuncia como vómitos, la mayoría de ellos- hay uno que simboliza a la perfección la amenaza parda de la ultraderecha. Se trata de un mural (arriba) pintado en el cierre metálico de una tienda de la calle Ifestu, en pleno centro turístico de la ciudad, que muestra a una banda ataviada con fustas, correajes y botas militares bajo el cartel “ultras”. En la ficción podrían ser comparsas en una entrega del comisario Jaritos, pero en la vida real son protagonistas.

Ni pintado a propósito este panel describiría tan bien la carcoma griega, pero también la situación en Francia o en la Rusia de Putin, por citar sólo un par de ejemplos: la existencia de una extrema derecha rampante, siempre beligerante pero ahora, con el viento en popa de la crisis, desprovista definitivamente de complejos. Descubierto al azar en un paseo nocturno, pocas horas después de que los neonazis de Aurora Dorada sacasen pecho ante el tribunal donde fue juzgada la cúpula del partido, el dibujo es todo un símbolo de la intimidación social –y política, ahí es donde le duele al sistema-  de energúmenos disfrazados de alternativa.

La expectativa de voto del Frente Nacional de Marine Le Pen para las elecciones europeas (24%, por delante de los dos partidos tradicionales); la demostración de fuerza de los nacionalistas rusos en Moscú –y la posterior criminalización del inmigrante, nada mejor para hacerles el juego a los primeros- o el 8,2-8,5% de apoyos que los últimos sondeos de intención de voto dan a Aurora Dorada aun después de la detención de su cúpula son distintas manifestaciones del mismo cáncer: la ocupación de parte del espacio sociopolítico por fuerzas antidemocráticas que se aprovechan de la ausencia o inacción del Estado y/o de la esclerosis del sistema político (ese tradicional bipartidismo UPM-PS en Francia; Nueva Democracia-Pasok en Grecia…).

Como muy bien explicaba Soledad Gallego-Diaz en este periódico, no hay que echar la culpa a otro –al inmigrante, de oficio- de la crisis, sino hacer autocrítica, bendita palabra inusitada, y asumir que a Marine Le Pen la han hecho buena los guiños populistas de los partidos tradicionales y su rendición confesa a la hora de enfrentar el fenómeno global de  la inmigración. La respuesta del Gobierno socialista es desde luego poco imaginativa: deportar a una niña gitana escolarizada, expulsar a romaníes en masa, o convertirlos, como bien contaba hace un mes en estas páginas Miguel Mora, en “mercancía electoral”… Qué poco diferencia en este asunto a los socialistas de los conservadores de Sarkozy.

PICTURES PHONE 771
En Grecia, tras obviar el fenómeno de la inmigración durante lustros, azuzar el miedo –cuando no el odio- al extranjero fue una de las claves de la campaña electoral en la primavera de 2012. Se abrieron los primeros centros de internamiento de extranjeros; el actual primer ministro, el conservador Andonis Samarás, prometió a voz en grito que su partido iba a “recuperar las ciudades para los griegos” y los dos grandes, Nueva Democracia y Pasok, que a la sazón se repartían las carteras de un Gabinete técnico, convirtieron conscientemente la presencia de extranjeros en un problema de orden público (inseguridad ciudadana, deterioro urbano, etcétera); no tardaron en llegar las redadas masivas. Cuitados ambos, socialistas y conservadores, ni imaginaban que eso abriría la veda a los matones de Aurora Dorada, cuya verdadera personalidad ha quedado de relevancia tras la ofensiva judicial de finales de septiembre: una banda mafiosa, criminal; delincuentes de brazo en alto.

En Grecia las cosas no pintan precisamente bien, aunque Samarás fíe para 2019 la recuperación económica; se cierne la amenaza de un tercer rescate por valor de unos 10.000 millones de euros, mientras los acreedores internacionales solicitan un esfuerzo suplementario de ahorro de 2.000 millones en 2014; más sufrimiento, más madera para el descontento. Pero mientras el Parlamento no retire definitivamente la impunidad a los seis neonazis encausados –se vota este miércoles-, ni se les corte el grifo de la financiación pública, las huestes de Nikos Mijaloliakos seguirán teniendo una legitimidad impropia de criminales.

Nota para los jóvenes o los griegos que siguen este blog: El título de este post es un juego de palabras sobre el lema “non plus ultra” –no más allá, en latín- que aparece en el escudo de la bandera española. La fetén, no la enseña inconstitucional, franquista, que la policía griega encontró en el registro de la casa del número dos de Aurora Dorada.

Pies de foto:

1. Grafiti en la calle Ifestu, Atenas.

2. Grafiti en el barrio de Anafiótika (Atenas) que dice: "No esperamos nada, no tememos nada, ¿somos libres?". Versión libre -e interrogativa- del epitafio del escritor cretense Nikos Kazantzakis ("No espero nada, no temo nada, soy libre")

Estimada Sra. Merkel, dos puntos

Por: | 23 de septiembre de 2013

GreciaAlemCarnival
Logre usted o no la mayoría absoluta, este no es un mensaje de felicitación, sino un acuse de recibo de su aplastante victoria en las elecciones alemanas, que también puede leerse como anticipada –y definitiva- acta de defunción de Grecia en el euro. No habría sido escrita si Grecia no se hubiera convertido en un tema de política nacional durante la campaña, en la que se aventó la inminencia de un tercer rescate y en la que repitió usted mensajes tan poco edificantes, políticamente hablando, como que Grecia nunca debería haber adoptado la moneda única. Eso estuvo un tanto feo, la verdad: Atenas es, aún, un socio más de la UE y la eurozona, así que podría haberse ahorrado el escarnio.

Nota bene: esta carta está escrita al dictado de la realidad cotidiana –en conversaciones en playas, en cafés, en templos o mercados- de infinidad de griegos, cuyas opiniones más irreproducibles respecto de su persona y de Alemania en general nos ahorramos por decoro.

Independientemente de lo que hagan sus dirigentes políticos, a los que no cabe otra que bailar al son de la flauta del Reichstag, perdón, del Bundestag, lo cierto es que a los griegos de a pie les traen al pairo Merkel, Steinbrück o el difunto liberal Rössler, a quien tenían cierta ojeriza por su indisimulado apoyo al Grexit (contracción de “Greece exit”, salida griega del euro). Lo que les preocupa son una serie de penurias cotidianas, gangrenadas por seis años de recesión y que ahora temen ver multiplicadas ad infinitum, con nuevas exigencias de recortes y ajustes en la Administración.

Ikaria II 035Entre sus desvelos figura el previsto cierre de una docena de hospitales públicos, por clausura definitiva o por fusión de algunos de ellos. La isla de Ikaría (9.000 habitantes) puede quedarse sin el suyo y pasar a depender del de Samos, a cuatro horas en barco (y sólo 19 kilómetros de distancia). Islas pequeñas como aquella claman también contra la desaparición de la figura del llamado médico rural, o comunitario, la única atención sanitaria de que disponen decenas de pueblos aislados de la civilización –y del ambulatorio o centro de salud más próximo- por carreteras llenas de curvas y de baches.

Preocupa también, y mucho, sobrevivir con pensiones de 180 euros (como las de los agricultores de la región de Kardámyla, en la isla de Jios) y a la vez tener que pagar los 380 de promedio del impuesto sobre bienes inmuebles que el Gobierno se sacó de la manga hace ahora dos años y que está vinculado a la factura de la electricidad: sin pago, no hay corriente. O costear los más de tres euros que vale un pack de dos yogures, una cantidad exorbitante para salarios cada vez más magros. Eso, y no la fecha de caducidad en la tapa, es lo que preocupa de verdad a muchos ciudadanos.

Ikaria III 033Quita el sueño también, a trabajadores interinos como María (isla de Ikaría), cómo llegar a fin de mes sin ver un euro del sueldo. María fue contratada en junio, hasta octubre, por el Ministerio de Cultura como guía de la torre de Drakanos, y desde entonces trabajar le cuesta dinero: por ejemplo, la gasolina necesaria para los 30 kilómetros diarios de ida y vuelta hasta su privilegiado puesto de trabajo, con el Egeo de fondo. Y eso, reconoce María (ateniense), que la crisis es mucho más llevadera en las islas que en las grandes ciudades, donde la expresión más oída es τραγική κατάσταση (situación trágica).

Valgan estos pocos datos como apuntes de una realidad lacerante sepultada por las cifras de recesión, déficit o deuda. Sra. Merkel: los griegos no son unos vagos y maleantes, como desde 2010 se les ha venido calificando desde el país que dirige. Son tan dignos como los portugueses o los irlandeses, por citar sólo a otros dos pueblos rescatados. Por eso lo único que piden es que la tortura acabe pronto, que los dos jinetes del Apocalipsis que ven en usted y su ministro Schäuble –un par que vale por cuatro, la crisis parece haber llegado también al Nuevo Testamento- hagan alarde de clemencia y no azucen su suplicio. En días más épicos, los espartanos arrojaban por el monte Taigeto a los bebés deformes o débiles, a los no aptos para la guerra. Era una muerte rápida, limpia y digna, por no decir heroica (para la mentalidad de la época). Grecia lleva años demostrando que tal vez no vale para el euro, pero, por favor, eviten el encarnizamiento.

Se despiden, sin más, un buen número de ciudadanos griegos.

Créditos pies de foto:

1. Caricatura de Angela Merkel, con bigote a lo Hitler, durante los últimos carnavales.

2. Pintada contra la fusión del hospital de Ikaría con el de Samos en la capital de la isla, hace unos días.

3. Pancarta en el aeropuerto de Ikaría que dice: "Ni una escuela cerrada, ni un docente despedido, ni un trabajador solo. Nuestra arma, la solidaridad". Hace unos días.

 

Himnos nazis en Atenas

Por: | 25 de julio de 2013

Mijaloliakos
Cuesta entender por qué el partido neonazi Aurora Dorada (18 diputados) no ha sido aún ilegalizado, proscrito incluso en el sentido etimológico del término: desterrado, excluido de la escena política y la vida cotidiana, cuyo fermento de descomposición –crisis, recesión, deuda, miseria- utiliza para crecer como si fuera levadura. Los intentos del Parlamento de redactar y aprobar una ley contra la violencia racista han naufragado por culpa de componendas políticas y torpes cálculos electoralistas, mientras los actos de provocación de los ultras, muy al contrario, se multiplican exponencialmente, y de mal en peor. El huevo de la serpiente hace tiempo que rompió el cascarón en el seno de la UE.

Este miércoles, el mismo día que el país conmemoraba el 39º aniversario de la restauración de la democracia tras el colapso de la Junta de los Coroneles (1967-74), los ultras convocaban en Atenas a cientos de desheredados –nativos, con el carné de identidad bien visible- para un reparto de alimentos y ropa gratis (también dan atención médica, sólo a griegos). El hecho no tendría relevancia en sí, y aun sería desdeñable informativamente para no darles demasiado eco, si no hubiera introducido una inquietante novedad respecto de entregas anteriores.

El evento tuvo lugar ante la sede del partido, junto a la estación de Larissa, una vez que las autoridades de la ciudad prohibiesen la entrega en una plaza cercana. Para amenizar la espera, los mandos del partido difundieron por megafonía la versión griega (Ορθό το Λάβαρο) de Horst-Wessel-Lied, que sirvió como melodía oficial del partido de Adolf Hitler entre 1930 y 1945, así como de himno oficioso de la Alemania nazi entre 1933 y 1945, y que hoy, como el resto de símbolos nacionalsocialistas, sigue prohibido en ese país. Aurora Dorada colgó en su página web un vídeo del acto, banda sonora incluida. 

 

No fue la única demostración de fuerza de los neonazis. El mismo día por la tarde, una manifestación antifascista en Patras, alrededor de cuyo puerto se amasa un inframundo poblado por cientos de inmigrantes que esperan saltar a otro país de la UE ocultos en un barco o un camión, terminó en disturbios y enfrentamientos con policía y miembros de Aurora Dorada, y con 25 detenidos. No es la primera vez que neonazis y antifascistas se enfrentan en esa ciudad, la tercera de Grecia, ni que los primeros protagonizan razzias contra extranjeros.

El huevo ha salido de la serpiente”, ha dicho el alcalde de Atenas, Yorgos Kaminis, que desautorizó a Aurora Dorada explicando que tanto la Iglesia ortodoxa como el propio Ayuntamiento alimentan a diario a miles de personas (9.000, en el caso del Consistorio, además de apuntalar las necesidades básicas de 3.000 familias). “Y todo ello discretamente, sin publicidad y sin vil propaganda racista”. El ministro de Orden Público, Nikos Dendias, fue un poquito más allá en los calificativos y llamó “copia patética del totalitarismo nazi” a Aurora Dorada.

ComidaniñosPero un portavoz de Syriza puso el dedo en la llaga: el apoyo del que goza Aurora Dorada no disminuirá mientras no se resuelva la crisis humanitaria que vive el país. Por esa razón puede que todos los lamentos por la actitud rampante del fascismo lleguen tarde. Aunque los elementos más revisionistas del poder, aquellos con un claro pasado antisemita, como el nuevo ministro de Sanidad, Adonis Yeoryiadis, laven su imagen en declaraciones televisivas afirmando que Aurora Dorada puede “desestabilizar y dividir” a Grecia y que su existencia, alimentada por la inacción de muchos políticos en ejercicio, es muy peligrosa para el país. 

Como todos aquellos que sostienen que con Franco se vivía mejor, el 30% de los griegos también opina lo mismo de la Junta, lo cual anima a no dar nada por sentado: ni la libertad, ni el Estado de derecho más o menos funcional –o fallido- que es Grecia, ni la democracia en sí. Sirva también de aviso de navegantes para otros países de la UE, como Hungría, como la Francia del Frente Nacional y los asesinatos racistas, que también coquetean con el mal absoluto.

Créditos pies de foto:

1. Nikos Mijaloliakos, líder de Aurora Dorada, en la sede del partido en Atenas el 24 de julio, antes de la entrega. John Kolesidis / Reuters

2. Reparto de comida de la Iglesia ortodoxa en Atenas, en diciembre de 2010. Reuters

Una izquierda de banda ancha

Por: | 17 de julio de 2013

Chiripas
El pasado 1 de junio, Alexis Tsipras, líder de Syriza (Coalición de Izquierda Radical), se manifestó por las calles de Madrid junto a miles de personas bajo el lema “pueblos unidos contra la troika”. Los organizadores de la marcha le habían invitado como quien saca a un santo en procesión pero, pese a la expectación generada por su visita, no en balde es la estrella de la izquierda europea, durante su estancia en Madrid no concedió ni una sola entrevista, algo difícil de entender si se tiene en cuenta que el político no ha dejado de estar en campaña desde las elecciones de 2012, a la espera, y desespera, de que el Gobierno griego se desintegre definitivamente y el país acuda de nuevo a las urnas.

Las explicaciones dadas por los organizadores fueron las habituales (lista cerrada, agenda repleta, falta de tiempo…), aunque off the record fuentes de Izquierda Unida, el partido hermano de Syriza y anfitrión suyo en Madrid, apuntaron a la existencia de serias diferencias en el seno de la coalición y el velado temor a que esas desavenencias se hicieran públicas fuera de las fronteras de Grecia, donde Tsipras goza de infinito tirón mediático. En efecto, las costuras de Syriza llevaban semanas hilvanadas con alfileres: unas semanas antes de la marcha de Madrid, el precedesor de Tsipras al frente de Syriza, Alekos Alavanos, anunciaba la creación de su propio partido, Plan B, con un programa muy claro: la salida de Grecia del euro. La chance electoral de Plan B no parece muy elevada, ya que el 63,5% de los griegos son partidarios de seguir en la zona euro, según la última encuesta publicada.

Tsipras Cayo LaraAlavanos lideró Syriza entre 2004, fecha de su fundación, y 2008, cuando entregó la formación a un joven y arrollador Tsipras, artífice del mejor resultado conseguido en las urnas, donde nunca había superado el 5%: en las elecciones de junio de 2012 logró el 27% de los votos (y 71 escaños en un Parlamento de 300) y se situó en segundo lugar tras la conservadora Nueva Democracia, sólo tres puntos porcentuales por delante (si bien premiada con un bono-regalo de 50 escaños, a mayor gloria del bipartidismo…). En sólo un mes, de la convocatoria electoral de mayo (17% de los votos) a la de junio, Syriza arañó un 10% más de papeletas. Pero desde entonces las fuerzas centrífugas han seguido revolviendo Syriza, hasta que este fin de semana acometió su refundación como partido unificado. La nueva Syriza se subtitula “frente social unido” en vez de “coalición de izquierda radical” y Tsipras, reelegido con más del 74% de apoyos, es el líder incuestionable de esta izquierda de banda ancha.

Cuando se fundó, en 2004, Syriza integró a una quincena de grupos (verdes, troskos, maoístas, etcétera) bajo la bandera de un eurocomunismo modernizador frente a la ranciedad del partido comunista fetén, es decir, prosoviético: el inquebrantable KKE, que sobrevive en las encuestas de intención de voto con un apoyo de alrededor del 5%. Grecia se convertía así en el único país de Europa con dos partidos comunistas: el del interior y el del exterior. No estaba mal: un país de 10 millones de habitantes con dos pecés. Pero ahora, con la vista puesta en las urnas, Syriza necesitaba apuntalar sus posibilidades de convertirse en una alternativa real de gobierno, y la refundación parecía obligada.

Tsipras2012A Tsipras sólo le han plantado cara, y muy relativa, otros dos candidatos a la dirección, uno de ellos propuesto por uno de los grupos más díscolos de la coalición, Ciudadanos Activos, liderado por el histórico combatiente antinazi y diputado Manolis Glezos. Fue Glezos, precisamente, quien le sacó los colores a Tsipras durante el congreso, al subrayar que el éxito de Syriza se debe a la pluralidad de sus  corrientes y sensibilidades. Con el debido respeto a las canas y las memorables hazañas –Glezos, con Lakis Santas, retiró la bandera nazi de la Acrópolis en 1941-, Tsipras rebatió la loa a la pluralidad afirmando que una coalición con una quincena de partidos y una quincena de estatutos es inmanejable. Y subrayó que ya va siendo hora de desalojar a los “viejos poderes”, en referencia a ND y Pasok (y quién sabe si al propio Glezos).

GlezosQueda por ver qué sucede con los cinco partidillos más rebeldes, entre ellos el grupo de Glezos. Pero, en una mezcla de posibilismo y pragmatismo, y pese a sus reiteradas proclamas de voluntad europeísta, Tsipras, y con él la nueva Syriza, han debido hacer explícita profesión de fe bruselense, así como envainárselas y tragarse el sapo de una enmienda en los estatutos de la coalición que dejaba la puerta abierta a una eventual salida del euro de Grecia, rechazada por la mayoría del pleno del congreso. Otros puntales programáticos, como la renegociación de los términos del rescate con la troika y la eliminación de las condiciones más onerosas, continúan vigentes. Por alguna de esas razones, o una mezcla de todas ellas, a los miembros de Syriza que se personaron este martes en la manifestación de la huelga general ante el Parlamento, les sonaron algunos silbidos, y no precisamente de aprobación.

 

Créditos pies de foto:

1. Tsipras, durante un mitin el 17 de julio en Atenas en demanda de elecciones anticipadas. / Louisa Gouliamaki (AFP)

2. Tsipras y Cayo Lara, coordinador general de IU, durante la manifestación "Pueblos unidos contra la troika", el 1 de junio en Madrid.

3. Tsipras saluda a sus simpatizantes en el mitin de cierre de fin de campaña, en junio de 2012 en Atenas / Reuters.

4. Manolis Glezos, en 2012.

El País

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