05 feb 2014

Cairns, la Australia domesticada

Por: L. Pejenaute / J. Galán

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La decisión era complicada, pero estaba clara. El objetivo era llegar a las Antípodas sin avión. Pero surgió un road trip por Australia. Y sopesamos nuestras opciones en Malasia para encontrar dos: embarcarnos en un carguero, que te lleva de Singapur a Australia en 18 días por 1.600 euros, o subirnos a un avión de una aerolínea de bajo coste asiática, donde dimos con una oferta por 100 euros.

Renunciamos a un objetivo por dinero, y supimos que la forma de viajar romántica del explorador solitario quedó atrás. Que si el capitán James Cook, descubridor oficial de esta parte del mundo, hubiese podido aparecer en Australia en unas horas y por cuatro duros lo habría agradecido.

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A la izquierda la piscina y a la derecha el mar.

Así es como, con el arroz asiático todavía en el estómago, llegamos a Australia, un ¿país?, ¿isla?, ¿continente? Nos quedaremos con la primera, pero podría ser cualquiera. Es el sexto país más extenso del mundo, mayor por ejemplo que la Unión Europea, pero en él viven veintipocos millones de personas, casi todos concentrados en la costa. Eso lo convierte en el estado con la menor densidad de población del mundo, unos tres aussies por kilómetro cuadrado.

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Gente disfrutando de una tarde de piscina en Cairns.

En esos planes improvisados que sazonan los viajes caímos en la costa más poblada, la oriental, para recorrerla en furgoneta. Vamos a empezar por Cairns, una de las ciudades del noreste australiano. Aquí el clima tropical calienta todo el año, y la mayoría puede disfrutarlo porque el salario mínimo está fijado en 2.488,8 dólares australianos al mes, unos 1.600 euros.   

DSC_0476Con semejante calidad de vida, Australia supone un constante foco de inmigración para sus vecinos del norte; tanto da que provengan de archipiélagos como Indonesia, Tonga o Filipinas, o de países como China. Pero en los últimos meses, la política de extranjería y los intentos por frenar la llegada de barcos de inmigrantes ilegales (una travesía de cientos o incluso miles de kilómetros) han llevado a la desaparición de líneas comerciales marítimas asequibles que permitan llegar a Australia por mar.

Este es un país de poblaciones recientes (muchas de ellas apenas cuentan con un siglo de historia y la más antigua, con poco más de dos) en las que los australianos tienen claro lo que les gusta: sol, playa, barbacoas, surf y monopatines. Fundada en 1876, Cairns rebosa de lugares públicos donde disfrutar de todas esas aficiones. Y eso se extiende a cualquier población de la costa este, o incluso tierra adentro, hacia el outback; cualquier pueblo tiene un parque que hace de lugar de reunión, como las plazas de los pueblos europeos, donde hay instalaciones de skate, juegos para niños y un par de relucientes barbacoas de uso público. De las olas, el mar y la arena no hay que preocuparse, porque hay infinidad de lugares...

Excepto en Cairns. Sí, aquí hay mar, pero no hay primera línea de playa; eso es territorio de los cocodrilos. Este es un lugar chic de vacaciones por su clima de perenne manga corta y su posición privilegiada junto a la Gran Barrera de Coral, pero la ciudad está emplazada en la frontera de la Australia salvaje, esa cuyas aguas están infestadas de tiburones y cocodrilos. De ahí que Cairns no sea un destino adecuado para los bañistas. ¿Solución? Una piscina pública y gratuita a pie de costa que se convierte en el centro de la ciudad, donde se va a lucir palmito, a ver puestas de sol de colores estratosféricos y hacer maratones de baños y barbacoas. Y también, a protegerse de la radiación solar, un problema de salud pública en este lado del mundo que tiene al agujero de la capa de ozono de sombrero.

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Grupo por el paseo marítimo.

Uno se aclimata en un pispás a este ambiente pisciplayero urbanita. Desde aquí se ven esquivos cocodrilos; un sinfín de turistas y locales, viejos y jóvenes, descendientes de los aborígenes que poblaban el país antes de los conquistadores, cocinar en las barbacoas; a gente corriendo, en bicicleta o patines por el paseo marítimo. Después, un poco tierra adentro, se llega a una de las atracciones cercanas, el Australian Butterfly Sanctuary, una reserva de mariposas a las que visitas en su jaula, un edificio enorme con miles de velas de colorines que te aletean para posarse en ti.

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En Cairns la noche es el principio del colorido. 

Aquí los conceptos se mezclan. No solo el desenfado estadounidense con la flema británica, también los paraísos artificiales con los naturales. Lo recuerdan, por ejemplo, los cientos de murciélagos que salen al caer la noche para moverse en bandadas coordinadas al milímetro sobre los aparcamientos. Una vez quisimos iniciar una de estas desbandadas tirando hacia la copa de un árbol las llaves de la furgoneta recién alquilada. Recibimos una cagada defensiva de un murciélago cabreado como respuesta. Con relativa buena puntería. "Welcome mate!"

Después de tantos kilómetros de tierra asiática y unas horas de transporte aéreo hemos llegado a Australia. Es salvaje, es enorme y vamos a recorrerla.

Hay 6 Comentarios

Hola Leyre y Javier.
Nos alegra veros por el "no worries" country! We love OZ! Un país radicalmente diferente. Seguro que los disfrutais.
Todas las opciones de viaje son posible en Australia, desde la más cara a la gartuita.
Lo recorrimos en parte en 2 veces 3 meses. Si quereis información práctica, podeis mirar nuestro blog.
www.viajesconmochila.blogspot.com
La carretera de Cairns a Cape Tribulation no os defraudara.
Suerte y buen viaje.

en esas piscinas, celebramos el comienzo de año 2011, con toda la población chapoteando en el agua, contemplando unos fantásticos fuegos artificiales... efectivamente, lo primero que te advierten es acerca de los cocodrilos, pero realmente la posibilidad de encontrarte con uno en las playas mas o menos urbanas es muy remota... saludos!

Muchas gracias por la aclaración y la recomendación. Lo cierto es que nosotros fueron suficientes los carteles avisando de los cocodrilos y el ambiente en la piscina para que no se nos ocurriese meter ni la puntita del pie en el mar.

Yo he vivido 2 años en Cairns. La ciudad tiene una vida alternativa al turismo que es mas que interesante. Hay rutas de senderismo, restaurantes, bares y actividades que solo conocen los locales. Esas son las que mas merecen la pena de la ciudad. Si queréis echar un ojo a nuestra experiencia allí, visitad nuestro blog

una pequeña rectificación, en el norte australiano y en Cairns en particular, no abundan los tiburones "letales" y en cualquier caso, en las playas de Cairns el problema no son tanto los cocodrilos, como las micromedusas, abundantes en el verano austral, precisamente en estos meses... luego el agua se enfría y es posible bañarse en las costas... si profundizamos hasta la Gran Barrera, la temperatura oceánica del agua permite tirarse sin neopreno con ciertas garantías de que no te vá a pegar un shock anafiláctico... Cairns es el punto de partida para adentrarse en el rainforest atravesando el estuario del río Dantree (ahí si que hay cocodrilazos), al norte, y conocer las "tierras altas" a su espalda... si que merece la pena una "escapadita de finde" al norte australiano!

Pues espero que disfruteis. al menos tanto como nosotros lo hicimos por esas tierras hace un par de años, empezais vuestro viaje donde nosotros lo terminamos, seguro que el país no so decepciona, desde Cairns, si podeis bucear en el out reef, ir al santuario de cocodrilos http://www.crocodileadventures.com/ y bañaros en Palm Cove , eso siempre en cualquier playa de Australia, nosotros si veíamos que los lugareños se bañaban, entonces nosotros también. Buen viaje!!!!

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El Viajero: Guía de Viajes de EL PAÍS

Sobre el blog

Del frío siberiano al calor tropical, devorando meridianos rumbo a las Antípodas. Porque se puede viajar de Europa a Australia sin coger un avión. Este blog pretende relatar lo vivido en una ruta en la que se cruzan personas, curiosidades, tradiciones y consejos. Cabe de todo, menos los atajos.

Sobre los autores

Leyre Pejenaute y Javier Galán

"Si te pusieses a cavar un agujero en el suelo, y cavases sin parar, acabarías llegando a Australia". La pequeña Leyre Pejenaute lo intentó con su pala de plástico, pero solo llegó a meter un pie. Sin embargo, la fascinación por esa idea nunca le abandonó. Quizás por eso se le quedó pequeña la carrera de Derecho, los periplos de ida y vuelta por Europa y América, las temporadas en Italia y Reino Unido y los diversos trabajos rutinarios frente a un ordenador. De lo que nunca se cansó fue de contar historias. Ahora se ha dado cuenta de que es más práctica una mochila que una pala. Y aunque tenga que dar un buen rodeo en lugar de ponerse a cavar, va a volver a intentarlo.

Si se acepta que los continentes son cinco, a Javier Galán solo le queda por respirar el aire de Oceanía. Ha dejado de planear los viajes en casa, porque sabe que un vistazo a una guía o una conversación en un hostal pueden darle un giro de miles de kilómetros a la ruta inicial. Le ha pasado en Europa, al sur de Sudamérica, en India y Estados Unidos. Estudió Derecho y Periodismo pensando que las hojas de papel se parecen tanto que se olvidan, mientras que lo que ocurre en tránsito se queda marcado. Ahora actualiza y alarga un viejo proyecto porque ha encontrado a una compañera; si lo llega a hacer solo se habría olvidado de hablar.

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