28 abr 2014

Las montañas rusas más australianas

Por: L. Pejenaute / J. Galán

Atracción acuática de White Water World. DREAMWORLD


El silencio apenas dura un segundo, pero se hace largo. Para cuando quieres enterarte has salido disparado de espaldas a 160 kilómetros por hora. El túnel se acaba y notas cómo tu estómago se eleva hasta una altura de 36 pisos antes de caer en picado hacia tierra notando toda la fuerza de la gravedad en tus carrillos desfigurados.

¿Estás en Australia y te van los parques de atracciones? La ciudad costera de Gold Coast es tu sitio. Si donde caben dos caben tres, aquí hay hasta seis parques acuáticos y temáticos, todos juntos en apenas tres salidas de autopista. De entre ellos, DreamWorld ostenta el título del parque temático más grande de Australia, con atracciones extremas como la Torre del Terror, mencionada arriba, una montaña rusa en la que vas montado en moto o una de las instalaciones laser más grande del mundo.

Montaña rusa Superman. WARNER BROS. MOVIE WORLD, GOLD COASTAl otro lado de la autopista del pacífico destaca Warner Movie World, un complejo adosado a los estudios de cine del mismo nombre. Aquí la estrella es Superman, una montaña rusa aupada a las listas de las mejores del mundo que acelera de 0 a 100 en dos segundos.

El clima cálido de Gold Coast siempre es receptivo a un chapuzón, por lo que los parques acuáticos también son protagonistas. A WhiteWater World se accede desde Dreamworld, mientras que Wet´n´Wild forma parte de Warner Movie World, ya se sabe cómo es la competencia. En el primero encontramos una colección de toboganes extremos, mientras que el segundo destaca por tener una amplia zona familiar pirata.

Australian Outback Spectacular no es un parque temático propiamente dicho sino una cena seguida de un espectáculo. Se pretende evocar la esencia del Outback, tan remoto y ajeno en este mundo de surf y playa, a través de exhibiciones de jinetes, estampidas de ganado y bailes regionales. Para una experiencia aún más surrealista, los osos polares y los tiburones de SeaWorld rizan el rizo de la oferta de entretenimiento de la Gold Coast.

Vivan los excesos, se debió pensar al construir esta ciudad. Desde Brisbane seguimos la cinta de arena dorada que se extiende a babor hasta encontrar una masa de altísimos rascacielos que la tapa. Estamos en Surfers Paradise, también capital de la fiesta, el desmadre, el consumo desaforado y, por supuesto, el surf.

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Dando vueltas por el paseo marítimo no podemos evitar compararlo respetuosamente con nuestro Benidorm. Nos cruzamos hordas de estudiantes recién graduados, grupos de amigos de despedida de soltero, grupos de chicas solas dispuestas a darlo todo. Un desfile de gente disfrazada de animales que se mueven con soltura entre macrotiendas surferas, bares exclusivos, discotecas y la playa más larga que hayamos visto nunca integrada en un centro urbano.

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Para tomar perspectiva siempre es bueno acercarse a las nubes, y el edificio más icónico de Surfers Paradise, uno de los edificios de apartamentos más altos del mundo, te deja 230 metros más cerca de ellas. Desde esta plataforma de observación de este rascacielos se divisa una panorámica de toda la Gold Coast. Los surferos se concentran en las últimas olas de la tarde. El horizonte es púrpura y está cuajado de montañas rusas. 

 

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Pero que interesante!

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El Viajero: Guía de Viajes de EL PAÍS

Sobre el blog

Del frío siberiano al calor tropical, devorando meridianos rumbo a las Antípodas. Porque se puede viajar de Europa a Australia sin coger un avión. Este blog pretende relatar lo vivido en una ruta en la que se cruzan personas, curiosidades, tradiciones y consejos. Cabe de todo, menos los atajos.

Sobre los autores

Leyre Pejenaute y Javier Galán

"Si te pusieses a cavar un agujero en el suelo, y cavases sin parar, acabarías llegando a Australia". La pequeña Leyre Pejenaute lo intentó con su pala de plástico, pero solo llegó a meter un pie. Sin embargo, la fascinación por esa idea nunca le abandonó. Quizás por eso se le quedó pequeña la carrera de Derecho, los periplos de ida y vuelta por Europa y América, las temporadas en Italia y Reino Unido y los diversos trabajos rutinarios frente a un ordenador. De lo que nunca se cansó fue de contar historias. Ahora se ha dado cuenta de que es más práctica una mochila que una pala. Y aunque tenga que dar un buen rodeo en lugar de ponerse a cavar, va a volver a intentarlo.

Si se acepta que los continentes son cinco, a Javier Galán solo le queda por respirar el aire de Oceanía. Ha dejado de planear los viajes en casa, porque sabe que un vistazo a una guía o una conversación en un hostal pueden darle un giro de miles de kilómetros a la ruta inicial. Le ha pasado en Europa, al sur de Sudamérica, en India y Estados Unidos. Estudió Derecho y Periodismo pensando que las hojas de papel se parecen tanto que se olvidan, mientras que lo que ocurre en tránsito se queda marcado. Ahora actualiza y alarga un viejo proyecto porque ha encontrado a una compañera; si lo llega a hacer solo se habría olvidado de hablar.

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