"Parada para repostar" cuenta hoy con la gran colaboración de Rafa García-Moreno, que se desnuda para hablarnos de ese disco que cambió su vida. Con su habilidad y su buena prosa, sabe salirse de la recta de esta ruta para coger una curva y ofrecernos algo distinto a lo que por aquí se deja ver, con Iggy Pop, eso sí, apareciendo por el retrovisor. Además, habla de vinilos, ahora que parece que vuelven a pegar fuerte ante el cd, tal y como cuenta el interesante artículo de Iñigo López Palacios en El País.
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Para todo, y todos, siempre hay una primera vez. Esta innegable y rotunda afirmación debería ser respaldada por algún ejemplo ilustrativo, el cual decidiré omitir para que el agudo lector añada a su antojo. Si me gustaría narrar la primera vez que una canción taladro mis oídos, traspaso tímpanos y percuto mi cerebro, insertándose definitivamente en mi subconsciente.
Ubiquémonos a finales de los 80, concretamente en 1989, momento en el que una melodía de escaso minutaje y estribillo pegadizo sonaba insistentemente. Sus autores confesaban que la compusieron de manera espontánea e improvisada en un ensayo, la utilizaban para probar sonido y nunca pensaron incluirla en un disco. Pero la casualidad hizo que durante la grabación de su segundo álbum, esta quedara registrada en los previos.
Tal fue su repercusión que se convirtió en imparable primer single, catapultando a sus autores del más absoluto anonimato a telonear a Iggy Pop por tierras estadounidenses. <<Listen to the beat / Of the song / Buzzing in my head>> rezaba el corte número tres que aun hoy me hace recordar y disfrutar del dulce descubrimiento.Podría haber sido la canción de un grupo clásico, incluso mítico, un referente en la cultura popular o uno de los muchos padrinos de la música contemporánea, pero como no planeamos ni elegimos nuestra primera vez, debemos acatar la realidad. Los más astutos y avezados lectores habrán descubierto que hablo de los franceses Mano Negra, y de su canción <<King Kong Five>>, una demoledora canción que en escasos dos minutos y medio, cambió mi vida. Me abrió la mente a la música, e indirectamente, impulsó a hacer lo que hoy en día se ha convertido en un placer, escribir sobre lo que me gusta y entretiene, sin límites ni cortapisas. Se me olvidaba, con este colorista álbum también inaugure mi nutrida y particular colección de vinilos.
Texto: Rafa García-Moreno redactor de Sonic Wave Magazine y colaborador de Ruta 66.