Tom Waits y el parto de la mariposa

Por: | 16 de julio de 2008

Si Tom Waits tuviese que hablar sobre el concierto que ofreció ayer en el Auditori del Fòrum de Barcelona, el último de los tres que le han traído a España por primera vez en sus más de treinta años de carrera, es posible que, tirando de su habitual repertorio de metáforas, dijera que la actuación de Tom Waits pudo ser algo así como el parto de la mariposa. En buena parte, ya se sabe porque lo dijo antes El Principito de Saint-Exupéry, tal vez el primer espíritu beatnik de la historia conocida: Hay que soportar a la oruga para ver salir a la mariposa.
Es cierto que hubo que rascar bastante. Fueron varias las cosas que estuvieron en contra del espectáculo, empezando por un descerebrado que tuvo que abandonar la sala en mitad de la actuación obligado por agentes de la seguridad privada. Tampoco es el Audotori un sitio idóneo para conciertos como el ofrecido anoche con ese edificio frío y distante. Hubo problemas de sonido, en guitarras y micrófonos, que llegaron a desesperar al músico. Y la expectación flotaba tanto en el ambiente que pareció hasta ser perjudicial para el propio Waits, que arrancó decidido, como por arte de magia en mitad de un escenario oscuro, pero al que le faltó enganche, como si aquello al principio fuera más una conferencia musical que la noche para disfrutar del artista más indescifrable que ha dado la historia del rock.
También es cierto que lo que ofrece el músico de California hoy por hoy no se sirve en bandeja. Temas como Way Down In the Hole un blues aullado que parece de geriatría, ilustra los pasos que sigue Waits sobre el escenario. Es una propuesta bastarda en la expresión y genuina en su naturaleza, que hace falta experimentar porque choca con lo preconcebido. Tal vez Waits lo llamaría el paso de la oruga. Realmente, se trata de una virtud, que ha hecho arma de doble filo. Tiene una capacidad de desconstruir géneros y composiciones al alcance de muy pocos, pero al rechazar lo convencional a veces puede resultar estridente. Es el camino tomado desde que publicó el álbum Swordfishtrombones.
En las tablas, el músico gesticula, hace juego de manos y se contornea como un mimo que se adentra en su propio cuento, pero deja la puerta abierta para el resto. Al otro lado hay una bandada de sonidos e historias que trascienden, pero que no siempre se llega. Ese ímpetu se va alcanzando a mitad de la actuación, gracias también al buen hacer de Vicent Henry a los vientos, tanto a la armónica como al saxo o a lo que fuera que Waits necesitase para ornamentar sus sonidos de vodevil, polka o folk. Mientras tanto, el cantante representa sus mil personajes, una esquizofrenia artística exquisita. “Soy pedazos de cosas”, se definió una vez él mismo. Puede llegar a hablar en español para responder a un público cada vez más entregado, o para contar una historia a retazos, o llegar a decir que es “cojonudo estar en Barcelona”.
Pero al paso de la oruga le sigue el de la mariposa. Al piano, y lo que viene después, el funambulista despliega sus dotes intactas de bohemio, marcado por el don del hechizo. Innocent When You Dream esperada por buena parte de los asistentes que la aplauden al comienzo más que otras, es la mejor representante de las baladas infinitas de Waits, que parecen pensadas para una cantina y con un alma folk que ciega. Alejadas de lo cursi o lo anecdótico, son baladas de luna llena, de noche de hombre lobo, que despiertan los instintos primarios y levantan pasiones, al ritmo de las teclas y la voz absoluta de su autor.
Luego llegarán, entre otras, Lie To Me, Make It Rain o Hold On que muestran al Waits más indomable, entregado al máximo al feedback de su propia obra y encabezando un tren de mercancías que recorre de arriba abajo los sonidos tradicionales de Estados Unidos, que también tienen su parte de herencia de Europa. El músico californiano lo ha comentado alguna vez: se trata de tocar según el estado de ánimo, bien como los ojos del enano subido en los hombros de un gigante ciego, o como la mujer con cara de mula que baila con el chico cocodrilo, hasta que se le pone más púrpura, se le quita marrón y se le añade amarillo. Y, como demostró ayer, se termina pariendo la mariposa.


Hay 8 Comentarios

Yo no diría que Kathleen Brennan es su chica; ¡¡yo diría que él es su chico!!Saludos!! (y a ver cuándo sacáis algo de nuestro disco en alguna parte, recoña!!!).Alicia XX

Pobres llorones que no estuvisteis en el concierto... Lo siento por vosotros. La verdad es que fue genial.La crónica... creo que el amigo Fernando no ha entendido nada.

totalmente de acuerdo con jose

Me encanta Tom Waits. Me fascina, es hipnótico y mágico. Sú "música" es distinta a de otros genios que conozco (también de la misma escuela, compartimos gustos Fernando) Pero me gustaría expresar mi opinión. Todo lo que Waits ha predicado se viene abajo. Su voz de ultratumba es disfrutada por snobs dispuestos a dejarse una auténtica pasta en una entrada. Su banda de instrumentos ambulantes y decrépitos suenan en fríos teatros ante personas que al día siguiente van a decir que han visto algo sobrenatural. Claro muy astuto Mr Waits/promotores/managers. Se pone un concierto a un precio desorbitado y así sólo se asegura que vayan los más fanáticos, los que nunca dirán que es lo que falla. Honrosa excepción la de Fernando, puesto que de todas las crónicas que he leído hasta ahora (y he leído bastantes) es el único que señala algo que no fue sobrenatural, que no fue cuasidivino.El rock nació en los suburbios, en los antros. Es obvio que no puede seguir asi, pero que no nos vendan la moto de pagar 130 euros por un espectáculo. El rock es algo que siempre ha ido contracorriente (o al menos ese era su sentido primigenio) pero luego se nos habla de los "must", de las "oportunidad histórica". No sé, pero yo a ese carro no me subo. Demasiado que he pagado 70 euros por ver mañana a Bruce, pero pagar más de 20000 de las antiguas pesetas por ver a un músico trabajar...

Me uno a los agradecimientos de El callejón del hambre...pude disfrutar de un retazo de ese concierto a través del hilo telefónico, mi mejor amigo me lo transmitió desde allí, yo le había prometido que estaría con él en una noche tan especial para nosotros y sólo me quedó el ronroneo del teléfono. Aún así gracias a una crónica como la tuya puedo seguir montanto en mi cabeza toda una fantasía y creer de alguna forma que yo estuve también allí.

Que envidia

Escribo esto mientras escucho Inoccent when you dream, que envidia Fernando, enfrentarte a ese universo duro, dificil, afilado y emocionante que es Tom Waits en directo. Magnifica cronica, has conseguido transmitirme ese estado de animo del que habla Tom, gracias, los que como yo no han podido desplazarse para verlo te lo agradecemos muchisimo. Por cierto, mañana hablaremos con Tomeu, del Festival Waiting for Waits, que me ha comentado que la chica de Tom tiene puesto el poster del festival diseñado por Max, es una preciosidad. Si quereis verlo: http://www.entrecomics.com/?p=17207 Saludos Hambrientos

Me encanta Tom. Gracias por el post

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