La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

De vuelta con Randy Newman

Por: | 30 de agosto de 2008

El motor del coche de esta ruta ha estado al ralentí en el último mes hasta el punto de permanecer el vehículo aparcado alrededor de dos semanas por el placer de las vacaciones. Siento la inactividad no anunciada. Pero terminado el periodo vacacional, ya se intenta recuperar el pulso al trabajo. Ciertamente, uno llega con energías renovadas y mucha ilusión por transitar de nuevo la ruta norteamericana, en buena parte porque son muchas las ideas que flotan en el aire y más aún por los interesantísimos y variados comentarios que se han ido dejando sobre lo que más nos gusta, la música. Así da gusto partir de nuevo por este viaje sonoro que espera ofrecer más propuestas que en estos primeros meses de contacto.
No se me ocurre mejor forma que arrancar con la ventanilla bajada y pisando fuerte para tomar la recta con el reciente disco de Randy Newman. Harps and Angels (Warner Music/Nonesuch) es el último trabajo de este cantautor iconoclasta, a medio camino entre George Gershwin y Bob Dylan. Desde que salió publicado el pasado 19 de agosto ha llenado muchas escuchas durante los días de tranquilidad de las vacaciones.
A Newman se le puede considerar un genuino artista de culto. Desde sus comienzos ya mostró un estilo diferente a los cantautores de su generación en la década de los setenta que le otorgaba un añadido interesante pero lo desubicaba a oídos del gran público. Además, desde que publicó su primer elepé que llevaba su nombre, Randy Newman ya guardaba las dos premisas fundamentales de todo músico de culto: vendía poco y era referencia e influencia para compañeros de profesión.
Miembro de una familia de actores, es uno de los músicos más mordaces de la escena norteamericana, lo que le ha acarreado más de un problema y ha llegado a desorientar a más de un oyente. Desde que comenzó se las ha visto crudas para salir adelante con su música de autor que se adentra en los arreglos jazz, folk o country con igual talento (algo le han salvado sus composiciones para películas, desde hace un tiempo para Disney también).
Son sus dos características más reconocibles. Sin entender lo que cuenta por la barrera del idioma, el oyente puede darse cuenta que Newman transmite ironía en su música, gracias a su peculiar manera de cantar, cercana a veces a la recitación. Uno escucha lo que dice y siente que ese tipo es un viejo zorro desde mucho antes que fuese mayor de edad. En su último disco, se comprueba en cortes como <<Harps and Angels>>, <<Laugh and Be Happy>> o <<A Piece of the Pie>>. También pega todo un repaso a la Administración Bush sin dejar de ser patriota, y así lo cuenta y lo canta.
Pero más importante es su estilo. Newman es un músico que tiene una gran elegancia. Sus baladas pueden alumbrar las noches más oscuras. Creo que su disco Sail Away es el mejor testimonio al respecto. Sin embargo, en este último álbum vuelve a mostrar momentos arrebatadores como ese precioso <<Feels Like Home>> o ese corte dos, <<Losing You>>. El propio autor cuenta (en inglés) la historia que hay detrás de esa pieza para luego interpretarla al piano. Recuerda al Tom Waits de los primeros tiempos, a ese baladista atormentado de calor de bar con toda la carretera por delante, sólo que Newman es ese viejo zorro de vuelta de todo que únicamente pone al descubierto sus relatos familiares y sus desastres románticos.
Boomp3.com

Si quieres tocar Rock & Roll empieza por Chuck Berry

Por: | 13 de agosto de 2008

Quería haber hablado de ello antes, pero he estado muy pillado de tiempo estas tres últimas semanas. En el Rolling Stone, edición española, de este mes de agosto el tema de portada es la lista elaborada por la redacción estadounidense sobre cuales son “las 100 mejores canciones de los héroes de las guitarras de todos los tiempos”.
El tema de las listas, en buena parte de los lectores, produce rechazo pero esta selección no es una simple lista, pues cuenta con entrevistas a muchos de los protagonistas del reportaje. Jimmy Page, B.B. King, Eddie Van Halen, Carlos Santana, John Mayer, Buddy Guy… pasan por las páginas de Rolling para comentar sus carreras y éxitos con una guitarra bajo el brazo. Especialmente, me gusta la entrevista al rey del blues, B. B. King, que reconoce que casi se cae de la silla cuando vio a John Lennon decir que desearía tocar como él. Y que reconoce que se olvida de quién es cuando se mete en uno de sus solos de guitarra.
Los diez primeros puestos de esa lista son los siguientes:
10. Smells Like Teen Spirit - Nirvana
9. Statesboro Blues – The Allman Brothers
8. Stairway To Heaven – Led Zeppelín
7. While My Guitar Gentil Weeps – The Beatles
6. Eruption – Van Halen
5. Brown Sugar – The Rolling Stones
4. You Really Got Me – The Kinks
3. Crossroads – Cream
2. Purple Haze – The Jimi Hendrix Experience
1. Johnny B. Goode – Chuck Berry
"Si quieres tocar Rock & Roll tienes que empezar por aquí”, dice Joe Perry de Aerosmith sobre el tema de Chuck Berry, uno de los pioneros del rock. Los ecos de esa guitarra con “un explosivo y agudo punteo conducido por las punzantes notas de Berry y seguido por una parte rítmica que equivale a un piano boogie-woogie” todavía se oyen en canciones de los Beatles y los Stones. “Era precioso, sonaba natural y el tempo era perfecto”, reconocía un joven Keith Richards.
Como todas las listas, sirven para levantar opinión. Pero es indudable que este tema de Chuck Berry es una maravilla que se mete por la piel y surca tus venas con ritmo de Rock & Roll. Berry es uno de los grandes, con una carrera inicial de vértigo, pero que hoy por hoy malvive de las rentas (pero qué rentas) y actúa como un impresentable, como bien saben muchos aficionados que esperaban verle en España. Una pena.
Pero si algún día, en el año 3250, unos alienígenas llegan a un planeta Tierra hecho casi cenizas por el calentamiento global y los sonidos electrónicos de ordenadores y demás mecanismos poco saludables para el cuerpo, espero que encuentren, como un tesoro arqueológico, el sencillo de <<Johnny B. Goode>> entre pilas de trastos y gramolas rotas. Sería un estupendo testimonio sonoro. O que visionen en sus enormes pantallas de plasma supersónico el siguiente vídeo. Entonces, la galaxia entera se pone a bailar como loca. De lo contrario, no merece la pena entablar contacto con la vida extraterrestre.


Muere Isaac Hayes, uno de los grandes del soul de Memphis

Por: | 11 de agosto de 2008

Os dejo con el artículo publicado y escrito por mí en ELPAIS.com sobre la muerte de Isaac Hayes. Una gran perdida. De esos músicos de una hornada que ya no se ve tanto como se desearía y uno de esos nombres fijos del grandísimo sello Stax, la cuna de la música soul de Memphis.
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La muerte de Isaac Hayes, a los 65 años y por causa natural, deja a la música negra estadounidense sin uno de sus más activos e innovadores representantes. Compositor, arreglista, productor, pianista y vocalista, Hayes fue parte esencial del irrepetible soul de Stax Records, la legendaria compañía con residencia en Memphis. A él se le debe buena parte del avance de los sonidos negros hacia el funk, con arreglos menos viscerales y más bailables y atmosféricos.
Nacido en 1942 en un pueblo del Estado de Tennessee, la historia de Hayes tiene atributos casi épicos. Se quedó huérfano al poco de nacer después de que su padre abandonó a su madre y ésta murió a los 18 meses de dar a luz. Fue educado en la pobreza por sus abuelos, mientras una radio le mantenía en contacto con el mundo y, especialmente, con la música de aquellos años. “Solía soñar con tener una cama caliente, un buen almuerzo y ropas decentes que ponerme”, confesó en una entrevista años después. Ciertamente, en los comienzos de su vida, nunca tuvo un lugar adonde ir. Cuando sus abuelos se trasladaron a Memphis, amparados por tíos lejanos, Hayes estuvo viviendo en todo tipo de lugares y trabajando de cualquier cosa para sacar dinero. Llegó a dejar el colegio por la vergüenza que le daba asistir con zapatos llenos de agujeros, aunque luego regresó y ganó un concurso de talentos al cantar un tema de Nat King Cole.
La música sería su refugio, y la compañía Stax Records, en pleno guetto negro de Memphis, su hogar. En la que fue la casa de los sonidos más excitantes que ha dado la música negra, Hayes se convirtió a principios de los setenta en uno de los músicos más solicitados. Tras tocar con varias bandas por garitos de la ciudad, empezó a colaborar en grabaciones del sello. Al poco tiempo pasó a ser uno de los más activos pianistas de sesión de la casa, sin olvidar en ningún momento su faceta como letrista, lo que le llevó a formar parte de más de 200 colaboraciones. Recibió su primer sueldo de Stax tocando el piano para Otis Redding, con el que grabaría el magnífico Otis Blue.
Por aquel entonces, cuando Estados Unidos era invadido por el pop de los grupos británicos desde los Beatles hasta los Rolling Stones, Hayes era un músico contratado por Stax Records, cuyo nombre había que buscar en la letra pequeña de los créditos de algunas de esas canciones negras que no llegaban a las listas blancas pero que la historia ha situado como auténticas joyas desfogadas del rythym & blues. En su haber se encuentra, entre otras, <<Soul Man>>, de Sam & Dave, , <<B-A-B-Y>>, de Carla Thomas, o <<I Had a Dream>>, de John Taylor. Pero su imaginación y peculiar sentido del ritmo le llevaron a desarrollar un sonido más personal, alejado de la fuerza vocal de otros compañeros.
Tenía olfato para los arreglos diferentes y se ganó una reputación dentro de la compañía, por lo que pudo impulsar su técnica en solitario y publicó con inesperado éxito Hot Buttered Soul, donde sus limitaciones como vocalista son hábilmente dosificadas por atmósferas orquestales de larga duración. En un período en el que sólo se conocían singles, este disco contaba con tan sólo cuatro cortes superando los 40 minutos. La instrumentación ganaba mucho protagonismo y se salpicaba con notas vocales de sensualidad. Eran los cimientos para el edificio del funky instrumental y romántico que luego habitaron artistas como Marvin Gaye y Barry White. Otros nombres como George Clinton, Temptations o Sly & The Family Stone partirían de esa sonoridad para adentrarse en otros experimentos igual de interesantes.
El reconocimiento del gran público llegaría en 1971 al obtener el Oscar y dos Grammy por su canción Shaft para la película del mismo título. Luego, grabaría bandas sonoras, empezaría una carrera de actor para cine y televisión y se involucraría en varios proyectos humanitarios. El nombre de Isaac Hayes era entonces sinónimo de éxito e independencia artística, e incluso tuvo connotaciones religiosas. En 1972 ganaría otro Grammy por su álbum Black Moses, en cuya portada aparecía como el mesías negro. No lo era, pero hoy son muchos los raperos estadounidenses que reconocen su legado. Al fin y al cabo, fuera de cualquier liturgia, su música tuvo algo de anunciación y consagración para el soul, el funk y lo que llegara después.


La pasión en vivo de Sam Cooke

Por: | 07 de agosto de 2008

Me mandaba el otro día un amigo un correo electrónico con sugerencias de algunos de esos discos que no deben escaparse por estas fechas, tal vez, porque suenan especiales y hacen caer a uno de manera más directa en la grandeza de los mismos. Reconozco que es época de mínimos, con el depósito de gasolina en la reserva, y ya sólo se piensa en la llegada de las vacaciones, para los que todavía no las han tenido como yo, pero es imposible que el espíritu no se altere con el inmenso, palabras textuales de mi amigo, Live at the Harlem Square Club, de Sam Cooke.
Pocos directos hay tan vivos y humanos como ese álbum que el gran Sam Cooke grabó en 1963 en un pequeño club de Florida. Y es curioso porque desprende fuego a pesar de estar registrado en pleno enero. Para algunos, se trata incluso del mejor disco en directo de soul por encima de Live at the Apollo de James Brown. Como las comparaciones son odiosas, lo mejor es centrarse en el trabajo de Cooke.

Live at the Harlem Square Club dura poco más de media hora y Mr. Soul pone al servicio de un cancionero intenso y excitante toda su claridad vocal. Esa voz aguda que rasga el alma y que ha marcado un estilo irrepetible, suave, sofisticado, como un crooner movido por impulsos. Aunque hay clásicos como <<Cupid>>, es imposible quedarse con un tema, el disco no se puede recortar ni ampliar, es sencillamente un testamento en vivo que sólo se puede degustar tal y como es.
Embriaga oír al público encendido y entregado a una actuación que se descorcha con toda su espuma soul desde el primer segundo. Vientos, metales, una batería que por momentos late como acompañamiento de un cantante desatado, y muchas risas y complicidad con el público negro del evento. Cooke no lo tuvo fácil, como tantos en esos días, porque ser negro y guapo en los Estados Unidos de 1964 era un lastre. Un año después, el maestro del soul aterciopelado sería asesinado a tiros. Supuestamente, la asesina lo hizo en defensa propia, pero todavía existen bastantes dudas sobre su muerte. Sin embargo, ha quedado una certeza: Sam Cooke es uno de los grandes pilares del soul, la voz de la delicadeza, como dejó patente en aquel directo. Os dejo con el corte dos, <<Chain Gang>>, una pequeña muestra de lo que significa todo ese apasionante disco.
boomp3.com

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