La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

La canción del Jukebox

Participa en "La canción del Jukebox" 'pinchando' una canción. Manda tu selección de música norteamericana con el enlace de Youtube o Vimeo a la dirección @gmail.com e indica tu nombre. Tu canción sonará durante una semana en este Jukebox digital.

Spotify

Spotify de 'La Ruta Norteamericana'

Listas de reproducción temáticas de La Ruta Norteamericana. Música para mover las caderas, engancharse al soul, desmelenarse con guitarras o soñar despierto. ¡Escucha nuestra lista!

PERFIL DE FACEBOOK

Perfil facebook 'La Ruta Norteamericana'

Recomendaciones, noticias y reflexiones musicales en primera persona, un espacio distinto al blog donde conversar y escuchar música.

FACEBOOK: AMIGOS DE LA RUTA NORTEAMERICANA

Grupo facebook 'La Ruta Norteamericana'

Lugar de encuentro sobre actualidad musical y sonidos raíces de la música norteamericana. Otro punto de reunión y recomendaciones del blog de Fernando Navarro pero hecho con la colaboración de todos sus miembros. ¡Pásate por nuestro grupo!

Libros

Martha

Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

Calexico en la doble portada de Ruta 66

Por: | 30 de septiembre de 2008

El último número de la revista Ruta 66 correspondiente al mes de octubre viene pegando fuerte. Nada más y nada menos que una doble portada. Número para coleccionistas, ya lo llaman. ¿Con cuál os quedáis? Juzgad vosotros.
Por un lado, todo un referente británico, el señor Paul Weller, que se confiesa.
Por otro, uno de los grupos con más raíces americanas, Calexico, que viajan sin pasaporte y también hablan.
También se pueden encontrar en el interior de sus páginas reportajes sobre Neil Diamond y Solomon Burke, entrevista a Hold Steady o un ensayo sobre alcohol y rock. En la línea rutera, vamos.
Por aquí nos quedamos con la portada de Calexico, aunque sea por cuestiones de protocolo. La ruta norteamericana no podría aliarse con el tótem mod dejando atrás a la banda de Tucson. Y así que aprovechamos para comentar los sabrosos sonidos de Calexico.
Precisamente, en el anterior número de Ruta 66, Eduardo Izquierdo firmó un reportaje sobre Rock Fronterizo, aquel hecho cerca de la frontera de México, donde Calexico era la última gran banda a reivindicar en este campo de acción. Por falta de espacio se trataba de una revisión breve pero muy interesante. Permitía ver las huellas del camino de arena y cactus que habían recorrido antes gente como Little Joe, Doug Sahm, Texas Tornados o Flaco Jiménez, y que luego han seguido Joey Burns y John Convertino al frente de Calexico y tras dejar Giant Sand.
Este mes el grupo de Arizona es portada a raíz de su nuevo disco, Carried To Dust (City Slang / Nuevos Medios). Por ese mismo motivo, también el suplemento Babelia de El País se ha hecho eco de ellos y han sido entrevistados por Ramón Fernández Escobar. En diversas promociones he leído que Calexico regresan a las raíces después de su disco más arrimado al pop, Garden Ruin (2006), que no fue bien recibido pero a mí me gustó mucho. Es cierto que suenan más a las fusiones que les dieron identidad en álbumes como Feast of Wire (2003), pero siento decir que les falta intensidad. Calexico es una banda que se puso el listón bastante alto.
Las variedades de su sonido, que se cruza con el tex mex, el cajún, el rock y el jazz, fueron un viento que llevaba más lejos en Feast of Wire o Hot Rail. Ahora, se les agradece la falta de complejos que les caracteriza y atraen el son cubano e incorporan matices por sus 15 cortes pero queda una sensación generalizada de falta de gancho. Las atmósferas pululan por ahí pero no envuelven. Con todo, hay momentos que parecen susurrarte cosas del desierto como este <<Two Silver Trees>>.
Boomp3.com

Springsteen actuará en la Superbowl

Por: | 29 de septiembre de 2008

Lo anuncian en la página oficial del megaevento y lo anuncian en la página oficial del músico. Bruce Springsteen actuará en la Superbowl. Dos iconos estadounidenses, uno deportivo y otro musical, que después de tantos rumores cruzan su camino. Springsteen actuará con The E Street Band durante el descanso del partido que se celebrará en el Raymond James Stadium de Tampla, en el Estado de Florida, el próximo 1 de febrero de 2009.
Por todos es conocido que la SuperBowl es el mayor evento deportivo y televisivo de Estados Unidos con una audiencia que puede llegar a superar los 150 millones de personas y una retransmisión en más de 200 países. Como Springsteen hará para entonces, antes han pasado muchas figuras de la primera línea, los auténticos gigantes del negocio tales como U2, Billy Joel, Paul McCartney, The Rolling Stones, Prince, Diana Ross o Janet Jackson, quien montó todo un (¿hábil?) revuelo mediático cuando mostró un pecho en mitad de la actuación. Aunque en la lista completa aparecen más y más nombres.
Supongo que la presencia de Springsteen y los suyos será una buena noticia para unos, y una triste confirmación para otros. También supongo que dominará la indiferencia en este aspecto. Digo esto porque en acontecimientos de este calibre suelen salir sobre la mesa palabras como la autenticidad, la dignidad o la parafernalia. Pero en el caso de nuestro protagonista que no se cansa de llenar estadios en sus giras y acumular éxito, está fuera de toda duda que tiene muchas de las señas de identidad que se le exige a cualquiera que participe en la gran final del fútbol americano. Hoy por hoy, resulta casi imposible que sorprenda ver a Springsteen, posiblemente uno de los tres rockeros más mediáticos del planeta, protagonizando un evento de tales dimensiones. Casi parece un paso natural.
Sin embargo, sinceramente, este redactor, seguro que por prejuicios y romanticismos trasnochados, se resiste a pensar de primeras en el señor Springsteen en tal espectáculo. El problema, sin duda, radica en mí, que peco de considerar algunos artistas como propiedad propia por el impacto de su obra, cuando no son más que profesionales de lo suyo que toman sus decisiones (acertadas o no) como consideran oportuno.
El otro día leía a Neil Young en una entrevista en El País cargando contra los patrocinios, que aseguraba que corrompían el sentido de la música. “No entiendo que haga eso una superestrella, que gana mucho dinero: me parece pura codicia”, sentenciaba. Neil Young, como Tom Waits, como el propio Springsteen, son de las pocas grandes figuras del rock que han rechazado los patrocinios. El mismo Springsteen se negó a que Chrysler usará <<Born in the USA>> en uno de sus anuncios de coches. La Superbowl no es un patrocinio, por supuesto, pero tiene algo de subordinación al business y al show mastodóntico que desvirtúa en parte la esencia musical. Tampoco creo que sea muy importante, si el artista está de acuerdo.
Pero lo único cierto es que con esta actuación se confirma el rumor. ¿Y el siguiente rumor en el ajetreado mundo de Springsteen? Nuevo disco para 2009, cuando todavía se oyen los ecos del gran Magic.
Suena: <<Girls in the Summer Clothes>>


El ragtime de Paul Newman

Por: | 28 de septiembre de 2008

De alguna manera, esta ruta norteamericana intenta detenerse cuando hace falta en las paradas fuera de la música que lo merecen, sin ser ajena a otras referencias que también ilustran el ancho mundo artístico estadounidense. Si la semana anterior la protagonizaban obituarios, todavía pendiente más de uno, ésta que empieza arranca, por desgracia, con un adiós que es imposible que pase desapercibido. Conmueve pensar en la grandeza de Paul Newman, la leyenda de los ojos azules que se ha apagado para siempre.
El País ha publicado artículos que conviene leer para recordar la figura de Newman y escritos por gente de la talla de Carlos Boyero, Borja Hermoso, Guillermo Altares, Maruja Torres o Miguel Ángel Palomo. Nada más se puede decir en esta ruta que no se haya dicho sobre una persona discreta y elegante y un actor inmenso, de presencia majestuosa, que dejaba escenas para la posteridad. Tanto la insuperable seducción de su juventud como la genialidad medida de su madurez eran dos etapas de su carrera que constataban un hecho impepinable: Paul Newman era siempre Paul Newman. Y eso era una garantía para el séptimo arte.
El particular homenaje de esta ruta a Newman llega no sólo que el visionado pertinente de algunas de sus cintas más significativas, sino recuperando un tema clásico, banda sonora que irremediablemente ha acompañado y acompañará al actor. Me refiero al tema <<The Entertainer>>, pieza principal de la banda sonora de El Golpe (The Sting, 1973). Porque, con sinceridad, este escribiente desde que tiene uso de razón se acuerda de Paul Newman siempre que escucha este corte de piano.


De tal manera, que para rendir tributo a Newman nos remontamos a la prehistoria del jazz porque <<The Entertainer>> es un ragtime clásico, compuesto por Scott Joplin y arreglado por el también genial Marvin Hamlisch, que tiene sus orígenes a principios del siglo XX. Scott Joplin fue una de las figuras pioneras de la prehistoria del jazz afroamericano al formar parte del estilo ragtime de finales del siglo XIX, que se fraguó antes de que surgiese el jazz de Nueva Orleans. Por aquel entonces, la improvisación no formaba parte de los ritmos melódicos y es por eso que no se puede hablar de manera estricta de jazz.
Joplin es la quintaesencia del rag, y su propia biografía se vincula con el género. Gastó la mayor parte de su vida artística en Misuri, donde estaba el epicentro del ragtime. El ritmo melódico de piano de Joplin encontró su campo de cultivo en los trabajadores que trazaban líneas de ferrocarriles en Kansas City, Sedalia y Texas. Pero también se fue a Nueva York, donde se pasó noches enteras poniendo música para los trapichadores negros de la ciudad y llegó a tener contacto con Irving Berlin. Como han escrito varios especialistas de jazz, entre ellos Joachim Berendt, Joplin era un maestro lleno de ideas auténticamente melódicas, además de un autor prolífico con más de 600 temas entre ellos este maravilloso <<The Entertainer>> o <<Maple Leaf Rag>>. Una pena que muriera en 1917 sin un duro, sin reconocimiento y con la sensación de fracasado absoluto.
Supongo que si Joplin hubiese sabido lo del éxito de su tema en la película de Paul Newman y Robert Redford habría salido de la tumba. Consiguió un Grammy como “mejor instrumental” y la banda sonora fue todo un éxito a raíz de esta composición. Incluso se le llegó a dar el premio Pulitzer por su contribución a la música norteamericana. Hoy por hoy, hagamos por imaginar, que seguro que sí, que tanto Scott Joplin como Paul Newman descansan en paz, en alguna cantina celestial, al ritmo saltarín de esta pianola.

La pasión monumental de Jerry Wexler

Por: | 23 de septiembre de 2008

No exagero si digo que Jerry Wexler es una de las cinco personas más grandes que ha dado la industria de la música norteamericana, al margen de los propios músicos. Diciéndolo de otra manera, Jerry Wexler es sinónimo de monumento en honor a la música de calidad. Al oído, o al criterio sin corsés ni prejuicios. A la buena música a secas, y por encima de todo.
El infalible Diego A. Manrique escribió un obituario para El País sobre Jerry Wexler, productor discográfico que falleció el pasado 15 de agosto en Florida. Un artículo que merece ser leído, como todo lo que escribe Manrique. Puedo asegurar que, en justicia a las motivaciones que marcan esta ruta norteamericana, Wexler debería haber sido reseñado mucho antes de hoy, pero su fallecimiento me pilló en el primer día de mis vacaciones y desconectado del blog, y ahora he querido recuperar su memoria, tarde pero con todo el aprecio que se le merece a un musicólogo de su talento.
Wexler dignificó el oficio discográfico hasta hacerlo un arte, pese a su visión tremendamente práctica que le consagró como un auténtico y tozudo negociador, como demostró sin ir más lejos cuando fichó por Atlantic para sustituir a Herb Abramson y pidió al sublime Ertegun Ahmet ser socio de la compañía. Sin duda, siempre supo donde estaba el negocio. Pero por encima de todo eso, siempre supo donde estaba la música, el ritmo, la calidad.
De él es muy conocido que, como joven reportero de Billboard fascinado por los sonidos negros, acuñó el término rhythm and blues para sustituir la despectiva etiqueta de race music (música racial). Pero también fue él quien empezó a nombrar a los singles potentes de los músicos negros como soul hits. Y sin duda de sus manos salieron muchos de los más grandes éxitos del género ya que estaba metido de lleno en el nacimiento y consolidación del soul, formando parte de las sesiones de Ray Charles, Solomon Burke o Wilson Pickett. Esa transición del gospel religioso al soul excitante llevaba su impronta dentro de Atlantic, la compañía independiente más grande del siglo XX.
Los esfuerzos de Wexler se centraron además por hacer llegar la música negra a las grandes audiencias, sacándola del reducido círculo racial de listas independientes. Fue tanto el impacto que tuvo al ir a Memphis y conocer Stax Records, que hizo todo lo que estuvo en su mano para poner en la órbita esas maravillosas composiciones y colocar Muscle Shoals como subsidiaria de Atlantic. Siempre dijo además que vio cumplido el sueño de su vida cuando contrató a Aretha Franklin tras abandonar la cantante Columbia Records. Franklin encontraría el mejor padrino de su vida.
Fueron míticas sus sesiones de grabación nocturnas en el edificio de West 56th Street en Nueva York. Esenciales en el devenir del R&B, a poco que se conozcan anécdotas o momentos puntales de aquellas grabaciones con Wexler hasta el amanecer recuerdan a las mejores historias, a retratos en blanco y negro, a licor y humo en el techo con sonidos en sepia revolviendo el estómago. En su biografía, Ray Charles cuenta cómo Wexler le dejaba cometer errores, pero que terminaban siendo grandes triunfos del R&B por el sentimiento que desprendían. Solomon Burke, puro nervio gospel, se las tuvo que ver con él pero juntos ofrecieron las primeras auténticas joyas de western and soul. Aretha Franklin, tras salir sin pena ni gloria de Columbia, alucinó con su maestría. Con la cena en el estudio, gozaban encontrando el momento justo de cada grabación.
Como dijo una vez Wexler: “Todo lo que yo podía hacer era estar sentado allí y llorar”. Pero Jerry Wexler, con permiso siempre de Ahmet, estaba al frente y movió los hilos de muchos de esos artistas con consejos y directrices. Y nociones, siempre nociones, que diría. La lista no se puede decir de carrerilla y los nombres son de aúpa: LaVern Baker, Ruth Brown, Drifters, Dr. John, Dusty Springfield, Carla Thomas… Incluso consiguió el fichaje de Led Zepellin para la compañía.
Hoy por hoy, impresiona ver el brutal catálogo de Atlantic. Es como un sueño húmedo de la música norteamericana que tiene siempre por ahí la firma de Wexler. Luego, fuera del sello, trabajaría como productor para Dire Straits o Bob Dylan. Su carrera da para un libro, como sus memorias Rhythm and blues o cualquier impreso sobre Atlantic o el soul estadounidense, que elevó de categoría. Eran otros tiempos, supongo. Da pena y pereza ver cómo funcionan ahora en la mayoría de los aspectos. Un negocio tan al milímetro y soporífero en las multinacionales que más vale coger una escoba y ponerse a barrer la casa.
Puede que como escuché el otro día a un amante del soul, lo más grande de Jerry Wexler es que era un apasionado de lo que hacía. Amaba la música, como se ama a una mujer, a un hijo o a un ideal. Sirva de epitafio la pieza <<(You Make Me Feel Like) A Natural Woman>> de la reina Aretha Franklin y con los créditos de Jerry Wexler, y la reflexión que dejó nuestro protagonista cuando se fue de Atlantic, en la cima de una megacompañía muy alejada de sus primeros y dorados años.
"Había vivido en Atlantic Records una buena parte de mi vida, pero era el final de la carretera…. Por algún razón extraña, estaba contento de dejarlo. La industria se había convertido en un gran negocio. Era una nueva era en la que mitad de los ejecutivos dirigían las compañías con superficialidad, y los peces gordos del negocio estaban envueltos en contratos tan multimillonarios que en qué iban a pensar… ¿en música?... He sido un hombre que he vivido por y para mis entusiasmos. Escucho música todo el día, todos los días. La música suena todas las noches en mi dormitorio. Me crié en un estudio de grabación. Pertenezco a ese mundo”.


Norman Whitfield, la última tentación

Por: | 22 de septiembre de 2008

En las últimas fechas se han sucedido una serie de obituarios, que no se me han escapado, pero no he tiempo de recordar como me hubiese gustado en su momento. Por desgracia, voy a dedicar esta semana a recordar a una serie de artistas que han muerto recientemente y que ilustran buena parte de lo mejor que se ha cosechado durante décadas por la ruta sonora norteamericana. De alguna manera, solamente son esbozos en su honor, ahora que ya no están.
Empiezo, tal vez, por el menos conocido a nivel mediático pero no por ello menos importante. El pasado 16 de septiembre moría Norman Jesse Whitfield, compositor y productor al que se le debe la elaboración del sonido de algunas de las mejores joyas negras surgidas de nada más y nada menos que de Motown, la fábrica de la música de la joven América, donde soul, gospel y pop confluían en una misma corriente con lucidez y entusiasmo en músicos como Diana Ross y The Supremes, Marvin Gaye, The Four Pops, Smokey Robinson, etc.
Nacido en Harlem, Whitfield se trasladó pronto con su familia a Detroit y allí se dejó ver por las oficinas de la Motown. Berry Gordy le contrata por su tenacidad e insistencia para formar parte del sello musical pese a que sus conocimientos en la materia son más bien escasos. A Whitfield no le llamaba un sentimiento musical sino el dinero. Veía que era más fácil ganar un puñado de dólares en Motown que de dependiente en una tienda en el Estado de Michigan. A partir de ahí su historia se escribe con letras doradas en la producción y elaboración de los sonidos de la Tamla Motown, ofreciendo su perspectiva ácida y arreglos mayúsculos, que ponían un acento funky que marcaba los nuevos horizontes negros.
Es curioso porque sin saberlo el primer contacto que tuve con este compositor fue a través del tema <<War>>, que Springsteen versionaba en su caja Live 1975/85. Una composición que el propio Sprinsgteen utilizaba con fuerza para criticar la guerra y que Whitfield, su autor, había escrito para atacar sin paliativos al presidente Richard Nixon y su catastrófica guerra de Vietnam. Me encantaba esa canción por su contundencia y enganche pero no me llevaron a investigar en Whitfield (de hecho me quedé en Edwin Starr que también la versionaba y aparecía en los créditos) hasta que cayó en mis manos un disco de los Temptations.
Ahí, el nombre de Whitfield se recogía en casi todos los créditos. Sé que de este hombre se puede y se deben decir muchas cosas pues su carrera es larga y productiva con gente como Marvin Gaye, The Valvelettes o Rose Royce, su grupo propio. Pero quiero centrarme en su labor con los Temptations. Uno de los grupos más representativos del sonido de la joven América varió de formación incontables veces pero siempre tuvo en Whitfield una piedra de toque.
Es cierto que terminaron adentrándose en la dance music, respondiendo a las perspectivas de los nuevos tiempos en los setenta y a los deseos comerciales del jefazo de la discográfica, Berry Gordy (aprovecho para recomendar la película Dreamgirls, que ilustra en parte la historia de The Supremes y de este giro musical de la compañía). Pero también se encuentra en esa discografía primera de The Temptations el peculiar sonido suave y colorido que enamora con el juego de voces y el muro de sonido con toque psicodélico. Era conocido como psychedelic soul. Hay piezas que merecen ser reescuchadas como <<Girl (Why You Wanna Make Me Blue)>>, <<How Can I Forget>>, <<Cloud Nine>>, <<Ball of Confusion>>, <<Psychedelic Shack>>, con incursiones al funk primigenio. Pero una de mis preferidas es una balada, emotiva e impactante, <<Just My Imagination>>, que The Rolling Stones, entre otros, versionaron en su álbum Some Girls. Fue una manera de Whitfield y el letrista Barret Strong de salirse del soul psicodélico.
Si se habla de The Temptations, inevitablemente siempre saldrá el clásico <<My Girl>>, pero si me tengo que quedar con un tema del grupo bajo la batuta de Norman Whitfield es <<Ain’t Too Proud To Beg>> Posiblemente el que más me cautivó sólo más escucharlo y ofrece el ritmo repleto de tentaciones de la banda.


La maldición de Elliot Murphy

Por: | 18 de septiembre de 2008

Es cierto que son pocos los que besan las mieles del éxito y muchos los que se cortarían un brazo por alcanzar la fama de, pongamos, Bruce Springsteen. Estoy convencido que si un músico te dice que a él no le gustaría alcanzar la repercusión del susodicho, seguro que está mintiendo. Tal vez ya no lo piense, pero en algún momento lo pensó e incluso lo deseó. Asumir que ya no te vas a comer el mundo lleva su tiempo.
Elliot Murphy tiene asumido todo esto desde hace años. Elliot Murphy, al que todos compararon con Bruce Springsteen, casi seguro pensó algún día que sería más grande que Dylan, y ha terminado recorriendo pequeños locales de aquí y allá. Sólo pisa grandes escenarios cuando el propio Springsteen, su amigo, le invita en sus conciertos. Allí está Murphy para tocar <<Better Days>>.
Comentó un lector de esta ruta que estaría bien hacer un apartado de “malditos” del rock, o al menos de gente a reivindicar por su calidad y su falta de reconocimiento. Es posible que Murphy sea un muy buen ejemplo. Más aún si uno se lee la entrevista que Javier Márquez hace a Elliot Murphy en Efe Eme. Queda claro que a este músico, de corazón neoyorquino y alma parisina, le gustaría haber subido algún escalón, pero no ha sido impedimento para dedicarse con la misma pasión al rock.
Poeta maldito del rock, último superviviente del rock, auténtico artista de culto… a Elliot Murphy se le ha etiquetado de todas estas formas y alguna más, pero lo único cierto es su música. Bien es cierto que nuestro protagonista no es famoso, pero fieles no le faltan y su legión de seguidores en España es real. Tal vez porque nos identificamos con su obra de manera más cercana, casi familiar. Al final, a la gran mayoría, supongo, nos queda más intentar ser en la vida como Elliot Murphy que como Springsteen.
Creo que la figura de Elliot Murphy se ha quemado un poco de tantas apariciones públicas, tantos conciertos programados al año en España. Casi se ha hecho una rutina falta de misterio. Y es una pena porque el rock de este cantante guarda mucho de ese sentimiento de inquietud propio de las grandes composiciones. Aprovecho para reivindicar sus primeros discos, y sus últimos. Sus primeros años son fantásticos, de un chaval que soñaba con alcanzar la tierra prometida por las calles de Nueva York, pero también lo son los de unos años a esta parte, con una experiencia certera y disfrutable, como en su último álbum, Notes from underground.
Dice Murphy en la entrevista de Efe Eme: “Todo el mundo está comparando este disco con Aquashow, mi primer disco, y no sé qué decir. Pero sí es cierto que es la primera vez en muchos años que he cogido mi vieja Stratocaster de 1961, y es la misma guitarra con la que grabé <<Last of the Rock Stars>>”. Bueno, han pasado 35 años desde aquella grabación de <<Last of the Rock Stars>>. Y, visto los resultados, dio en el clavo. Sin fama, sin sacos de dólares, pero ofreciendo buen rock a raudales, antes y ahora. Maldita mi suerte, pensará Elliot, pero bendita tu música, amigo.


Nueva energía: Sam Roberts

Por: | 14 de septiembre de 2008

Leo en Sonic Wave Magazine la entrevista de J. F. León con Sam Roberts, la banda canadiense que estos días recorre nuestra geografía (en su myspace se pueden consultar fechas) para presentar su flamante Love at the End of the World, y uno confirma lo que ya intuía de esta formación todavía poco conocida en nuestro país: Sam Roberts es un músico con el acompañamiento de su grupo, pero todo gira en torno al intérprete canadiense (es graciosa la comparación con Bon Jovi y la explicación del propio artista para contar cómo se quedó su nombre para toda la banda).
Digo esto porque vi hace unos años a Sam Roberts en Nueva York como teloneros de Ben Kweller y daba la sensación de ser una formación con un líder claro. Por entonces apenas estaban empezando y el propio Sam Roberts canalizaba el ímpetu del grupo, pero con todo funcionaban en conjunto bastante bien. Me gustaron bastante con un sonido compacto y clásico, como unos Wilco pero sin incursiones experimentales y más cercanos a un estilo de pegada británica. Sin duda, música más que interesante.
Por entonces Sam Roberts no había publicado el ya mencionado Love at the End of the World (Bittersweet), que supone un salto cualitativo importante. Un álbum de 13 cortes donde Roberts y el resto de iguales del grupo sacan a relucir su gusto sencillo y directo por las cosas bien hechas, sin estridencias ni malabarismos no siempre al alcance de todas las formaciones. El mismo Roberts lo reconoce e incluso asegura estar contento con su aspecto algo retro. Sólo en la primera escucha se capta que algo les aleja de una escena indie y les conecta más bien con otro tipo de reminiscencias. De alguna manera, lo recuerdan en su hoja promocional cuando citan una de las frases de su tema <<Them Kids>>: “No entiendo por qué los chavales no saben bailar rock’n’roll”. Yo, sinceramente, tampoco. Leches, no parece tan difícil. Suena: <<Oh, Maria>>
Boomp3.com

En la granja de fuertes emociones de Levon Helm

Por: | 10 de septiembre de 2008

Con motivo del mensaje de Miguel Ángel Palomo sobre The Band y la buena acogida de este magnífico grupo, no puedo por menos que traer a esta ruta un álbum inmenso y reciente de uno de sus miembros. Quiero poner el acento y no sé cuántos signos de exclamación por el último disco de Levon Helm, ex batería de The Band, que tiene por título, Dirt Farmer. Sencillamente, es el disco al que más he recurrido posiblemente en el último año, con aroma de clásico y que ha ido creciendo a cada escucha como el aire puro va entrando en tus pulmones. Lo digo con absoluta conciencia de mis facultades: si no te emociona es mejor hacérselo mirar.
Porque Levon Helm, 67 años, ha vencido a los elementos después de una radiación intensiva (hasta 28 terapias) para superar un cáncer de garganta. Ofrece un disco palpitante que testifica que por la sangre de este hombre viaja la música norteamericana, donde blues, country, gospel y rock’n’roll se cruzan con naturalidad. Sin poses ni virtuosismos, el viejo cuenta en primera línea de batalla con su hija Amy, de los interesantes Olabelle, y con el legendario Larry Campbell, multiinstrumentista que pasó varios años con Bob Dylan. Juntos dan rienda suelta a un espíritu errante que asimila con igual maestría rural las baladas folklóricas como las agitadas composiciones de bluegrass.
Un cancionero que explora el mundo musical del batería cuando de niño sus padres, guitarra en mano, le enseñaban temas tradicionales en su granja de Arkansas. Sin embargo, llevado al terreno de Helm, parece la síntesis perfecta de los secretos sonoros que aguardan tras las colinas de Woodstock, que, además de lugar de acogida de artistas y guarida de Dylan, fue la casa de inspiración de The Band.
De la peculiar combinación de estilos, hilados con belleza y desparpajo, que presidió los mejores momentos de The Band, el forajido de Helm conserva intacta su capacidad de expresión. Ahora, en cambio, y debido al cáncer, su voz raspa el aire en unas ocasiones y susurra achacada en otras, siendo capaz de poner los pelos de punta cuando se desgañita, poseída por el ritmo, como los viejos rockeros, que nunca miden sus pasos.
Buena prueba es <<Got Me A Woman>>. No es algo forzado, simplemente está en su naturaleza el vivir la música al ser esa clase de músico que esconde el secreto buscado por tantos. Su aliento rock desprende una energía inusual que llega hasta los huesos en piezas tradicionales como <<False Hearted Lover Blues>> de los Stanley Brothers, o la balada cajun <<Poor Old Dirt Farmer>> Dos pistas donde también deja constancia de que su pulso a la batería siempre fue digno de estudio.
Comunicar sentimiento no está al alcance de todos, por muchas campañas promocionales y gastos en producción. Helm graba en su pequeño estudio pero además no escatima en dejar una parte de sí mismo en cada canción, aunque sea para hacer suyas versiones de otros como en <<The Mountain>> de Steve Earle, <<Single Girl, Married Girl>> de la Familia Carter, <<Wide River To Cross>> de Budy y Julie Miller, que cierra el álbum con la promesa de que nunca nada está acabado. Será cuestión de actitud o de fe, quién sabe, pero una cosa queda clara: si amas la música y la vives, como el viejo zorro de Helm, hay lugar para la salvación en este mundo que resbala a la mínima de cambio.


Mark Olson y el método de supervivencia

Por: | 04 de septiembre de 2008

A raíz de hablar la semana pasada de The Jayhawks, he recuperado este fin de semana un disco que a mi juicio fue de los mejores del año pasado y tiene como protagonista a Mark Olson. Me refiero a The Salvation Blues, donde Olson, que dejó todo en la banda de Minneapolis por seguir su propio camino, testifica su magnífico temple y hermosas composiciones.
Han pasado doce años desde que Olson abandonó The Jayhawks y parece mentira que hasta el año pasado no se pudiese hablar de un disco de este músico en solitario. Al menos, con todos los rigores, pues los publicados hasta entonces giraban en torno a Creekdippers y la presencia influyente de su ex esposa Victoria Williams.
El álbum, grabado en un rincón perdido de Joshua Tree, es un tesoro de country moderno. Se puede decir que el viento del desierto por el que habita el espíritu de Gram Parsons ha volado ligero hasta el estudio de grabación de Olson, donde factura su obra más honesta y emotiva, en la misma línea que él siempre se ha marcado. Además cuenta con músicos de lujo como el mismísimo Gary Louris, en <<Poor Michael's boat>>, y el estupendo productor Ben Vaughn.
En 11 pistas, afronta con intensidad el suicidio de su padre en <<Keith>>, o canta con belleza a ese vínculo de la inocencia y <<Sandy Denny>>, la gran voz de Fairport Convention, en un corte que lleva por título el nombre de la musa del folk británico. <<Clifton bridge>>, un tema que fue escrito sobre una servilleta al más puro estilo novelista de café y cigarrillo, cuenta con la colaboración de Cindy Wasserman, vocalista del grupo Dead Rock West.
Contaba Olson en una entrevista a No Depression que los meses previos a este disco los gastó en recorrer parte de Europa y entrar en contacto con una pareja amiga de escritores, que le aconsejaron y alojaron en Gales tras la depresión por la ruptura de su matrimonio. El último corte, <<My One Book Philosophy>>, bien muestra la persona que hay detrás del artista. Durante un tiempo fue su propia búsqueda, y esas emociones encontradas se pueden cortar con un cuchillo en la escucha de este álbum que ayudó a sobrevivir a su autor. Corte: <<My Carol>>.
Boomp3.com

The Jayhawks, horizontes melódicos

Por: | 04 de septiembre de 2008

Recuerdo como si fuera hoy el día que un muy buen amigo me pasó a petición propia un disco de los Jayhawks. Resulta que estaba oyendo hablar de ellos y no tenía nada que llevarme a los oídos de los susodichos. Mi amigo me hizo una selección exclusiva de sus temas preferidos y este escribiente se quedó prendado, pasmado, ante la belleza melódica y vocal de esta banda. La música de The Jayhawks es de esa que te llega a hacer sentir que te cambia la vida.
Fue Mark Olson quien me adelantó hace varios meses en una entrevista que pude hacerle para Efe Eme que él y Gary Louris volverían a tocar juntos como The Jayhawks y además sacarían un álbum. Una gran noticia que ahora se cumple en el Azkena Rock que se celebra desde hoy y hasta el sábado en Vitoria. Dentro de un cartel bastante interesante, la reunión de los primeros Jayhawks, aunque no los originales, con ese magnífico dúo formado por Mark Olson y Gary Louris, me parece lo más atractivo, por encima de bandas míticas como Sex Pistols y Sonics o grupos con el punch de The Lemonheads, Gutter Twins, Dinosaur Jr. o Jon Spencer Blues Explosion.
Seguramente mi afirmación provenga de esa parte de la música que es insustituible: la compañía. Recuerdo que un lector de este blog me preguntaba a raíz de un mensaje sobre la nueva gira de Jeff Tweedy quiénes me gustaban más entre Wilco o Jayhawks. En mi caso, es como elegir entre papá y mamá, respondí. Y seguro que hoy por hoy son las dos bandas norteamericanas de los noventa que más me han impactado, pero sí es cierto que The Jayhawks me cegaron de primeras aún más que Wilco. También han sido una de las bandas que más me han acompañado en la vida desde el primer día que los descubrí.
Sin Olson o con Olson, me gusta todo de la banda, pero he reconocer que son sus primeros discos, cuando Gary y Mark compartían labores y eran el alma del grupo, los que más me arrebatan. Hablo de Hollywood Town Hall y Tomorrow the Green Grass, dos obras maestras. La simbiosis de ambos es sencillamente maravillosa, cuando empastan sus voces, con arreglos sencillos y melodías que señalan horizontes lejanos. De la mejor tradición folk rock norteamericana, en la estela de formaciones como Big Star, The Byrds o The Flying Burrito Brothers.
Carretera y manta al atardecer. Algunos de los mejores momentos que me ha regalado el rock se guardan en joyas como <<Blue>>, <<Bad Time>>, <<Waiting for the Sun>> o <<Clouds>>. Si en el Azkena Rock ofrecen algún destello de los que se recogen en algunas de esas composiciones, entonces, afortunados los que asistan, y, por favor, que lo cuenten. Servidor, por desgracia, no puede ir hasta Vitoria, aunque siempre queda el reproductor. Ahí va: <<Wainting for the Sun>>.


El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal