La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Lugar de encuentro sobre actualidad musical y sonidos raíces de la música norteamericana. Otro punto de reunión y recomendaciones del blog de Fernando Navarro pero hecho con la colaboración de todos sus miembros. ¡Pásate por nuestro grupo!

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

La fuerza espiritual y humana de Marvin Gaye

Por: | 28 de octubre de 2008

5. <<Superstition>> – Stevie Wonder
4. <<Ain’t Too Proud To Beg>> – The Temptations
3. <<Dancing in the Street>> - Martha Reeves and The Vandellas
2. <<You can’t hurry love>> –The Supremes
1. ¿?
Mucho más tarde de lo deseado traigo a esta ruta al músico que, según mi opinión, merece liderar esa lista de los mejores en la historia del sello Motown. Como ya ha apuntado uno de vosotros, no puede ser otro: Marvin Gaye, y su canción <<What’s Going On>>. Caviar puro.
Bien es cierto que esta canción es imposible extirparla como tema aparte de un disco tan monumental y conceptual como es What’s Going On, de cortes empastados, pues este álbum es de esos que sólo se cata en todo su esplendor cuando se escucha de corrido, del primer al último segundo, mientras las canciones se abrazan unas a otras en un mismo sentimiento.
Reconozco que en mi primera escucha de este disco pasó casi desapercibida. Seguramente porque, siempre con las prisas, no le dediqué el tiempo que merecía. Lo tuve abandonado una buena temporada, pero a sabiendas de que debería volver a él en algún momento. Y así lo hice en plena noche de invierno.
Me encontraba en Estados Unidos, en Jersey City, lejos de casa dentro de una ciudad bastante decadente y gris, cuyos suburbios industriales pueden robar el alma a cualquiera. Entre los discos que llevaba conmigo se encontraba este de Marvin Gaye, al que había prometido otra escucha. Lo pinché en el reproductor, mientras afuera, al otro lado de la ventana, hacía mucho frío y la nieve aún, días después de la nevada, sobrevivía intacta en las aceras. Poco más que un salón vacío y las tenues luces de las farolas en la calle acompañaban el canto seductor y apasionado de Marvin Gaye. Era imposible no emocionarse con ese "mother, mother... father, father", esa pregunta al aire de "What's happening brother?" o ese arrebato con "save the children".
Según la crítica especializada, What’s Going On es uno de los discos más importantes de la historia de la música popular norteamericana. Gaye, que marcó con él una nueva fase artística en su carrera, lo concibió tras la crisis existencial que sufrió tras la muerte por tumor cerebral de su compañera Tammi Terrell. Preocupaciones sociales de la comunidad negra, del medio ambiente o sobre la guerra de Vietnam marcan el fluido lírico del álbum, donde Gaye pasaba a ser un comentarista social, toda una voz observadora y cualificada que irradiaba humanidad por los cuatro costados. Pronto se convertiría en su obra maestra por la profundidad filosófica y el soul arrebatador que desprendían sus nueve pistas, entendidas como una sola presencia.
Para Motown, el sello de los éxitos del nuevo sonido negro de EE UU, esa concepción espiritual contra las guerras y a favor de los necesitados de las calles del país guardaba un enfoque demasiado social en relación a las piezas “correctas” que alumbraban su sentido comercial. Pero la visión artística y humana de Marvin Gaye era demasiado poderosa como para dejarla de lado. El álbum se terminó grabando en apenas diez días con el músico produciendo por primera vez su propio trabajo y mostrando su independencia artística con respecto a la factoría Motown. Gaye contó con el acompañamiento de los Funk Brothers, un estupendo grupo de estudio que otorga ese sonido funky crucial que marca todo el desarrollo del disco.
Diría Marvin Gaye, siempre con un sentido espíritu religioso, que What’s Going On fue un regalo de Dios, pero su alma va más allá de las enseñanzas del Señor y reflejan una profunda fe en las personas, en el ser humano. A su padre, un fanático defensor de la moral nunca le pareció suficiente, y le pegó un balazo a su propio hijo para expiar sus pecados. Pocas historias tan trágicas y absurdas, más cuando Gaye, el hijo asesinado, mostró el camino de la redención con orgullo y belleza en What’s Going On.
Suena: <<What’s Going On / What’s Happening Brother>>


En ruta con Dr. Dog

Por: | 27 de octubre de 2008

El nuevo proyecto de la revista Ruta 66 ha cumplido un año. Doce meses atrás la cabecera musical estaba de cambio con un nuevo formato a color y más incorporaciones a la redacción pero intentando mantener la línea editorial que le caracteriza desde su primer número, allá por el año 1985.
El número de noviembre lleva en portada a The Jayhawks con motivo de la esperada reunión de Mark Olson y Gary Louris, los dos miembros fundamentales en los mejores trabajos de la banda. La Ruta Norteamericana ya aplaudió la vuelta de The Jayhawks y espera con impaciencia la entrevista de Ruta 66. Dentro de ese nuevo rock norteamericano, The Jayhawks fueron esenciales y brillantes.
Sin embargo, conviene no dejar escapar otros temas que se recogerán en el interior de sus páginas. Porque para el recorrido musical que transita este blog hay paradas obligatorias como ese jugoso reportaje de Neo Psicodelia U.S.A. con bandas como Comets on Fire o Warlocks, la entrevista con Howe Gelb para hablar sobre los tremendos Giant Sand, el repaso biográfico al fallecido Isaac Hayes o el reportaje sobre el sonido magnético de Love. Pero quiero poner el acento sobre, posiblemente, el grupo menos conocido, entrevistado para este número de noviembre: Dr. Dog.
A la espera de llevarse a la boca tan apetecible bocado, no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar sobre esta banda de Filadelfia. Este quinteto va camino de convertirse en una de las grandes formaciones de estos tiempos, no por superventas sino por calidad, marcando una interesantísima línea entre tradición y experimentación. Conocedores de las roots americanas, ofrecen un encantador rostro de soul blanco con maquillaje folkie. Belleza melódica al servicio de una puesta en escena que recuerda a The Band, a The Basement Tapes. Flirtean con absoluta libertad y acierto en esos caminos que pasan por el toque de los Beach Boys de estudio o las líneas transversales de Wilco. Su último álbum, Fate (Park the Van/Naive), es una gran muestra.

Jeff Tweddy escribió en The New York Times que la escucha de los discos de Dr. Dog era una de sus aficiones favoritas. Han sido teloneros de Wilco en Estados Unidos. También Jim James de My Morning Jacket se los llevó de gira. Y The Raconteurs y The Strokes. Por estas tierras estarán el próximo 7 de noviembre en la Sala Apolo de Barcelona. Buena oportunidad para entrar en contacto con esa sensación näif que desprenden. <<Hang On>>, de su flamante disco Fate.


Un disco para Halloween

Por: | 26 de octubre de 2008

Tuve la oportunidad de vivir un Halloween en Nueva York y la experiencia fue tan curiosa como entretenida. Desde el primer instante del día se palpa el ambiente diferente, que comienza con todas las cadenas de televisión arrancando con especiales de la fiesta, donde abundan los desfiles de disfraces. Recuerdo que un programa de la cadena ABC reunió a la primerísima Famila Adams, de la antigua serie en blanco y negro estadounidense.
Al salir a la calle, uno nota que se encuentra ante un día extraño y distinto, aunque sólo sea porque no es normal toparse en la estación del tren con una enfermera asesina y generosamente escotada o con varias personas que llevan pelucas de colores. A medida que avanza la jornada, los disfraces se multiplican, a cualquiera más disparatado. Así, si andas por un centro comercial de Manhattan, no es extraño toparse con botes de ketchup y de mostaza parlantes y con patas. Y como en las películas, empiezas a comprobar que los niños a la salida del colegio van con sus disfraces y su bolsa de caramelos por los comercios, los cuales dejan para ese día a uno de los vendedores como encargado de dar dulces a los chavales.
El desfile recorre la Sexta desde Spring St hasta 23rd St y está programado a las siete de la tarde. Cuatro horas antes hay gente cogiendo sitio a pesar de que el recorrido cubre muchas calles. El ambiente va adquiriendo su forma hasta el punto que, alrededor de las seis y media, impacta ver la Sexta Avenida sin coches y repleta de personas a ambos lados. Es un murmullo sepulcral bajo la noche de Manhattan que pone los pelos de punta.
Pero estalla la fiesta, que se concentra en el Greenwich Village, y media ciudad disfrazada participa en un jolgorio interminable. El desfile sobrepasa las cuatro horas. Bandas de música, carrozas, dragones, muñecos, calabazas, esqueletos, locos sueltos y en grupo, animales... Por ahí ves pasar todo tipo de personajes, aunque no hay ojo capaz de captar todos.
También abundaban dráculas, hombres lobo, fantasmas, zombies y brujas como los que se recogen en las alucinaciones sonoras del disco Halloween A Go-Go (Wicked Cool – Locomotive Records), recién editado para estas fiestas y bajo la coordinación del insustituible Little Steven, el pirata de The E Street Band de Bruce Springsteen. Dice Steve Van Zandt (que cuenta con un magnífico programa de radio llamado Underground Garage que se puede escuchar cada viernes de 22.00 a 00.00 horas en la emisora Rock & Gol) que el disco intenta poner de manifiesto nuestros sueños y pesadillas nacidas del subconsciente. Durante esos procedimientos uno termina viéndose a sí mismo bailando con el demonio o riendo apocalípticamente con guitarrazos de fondo.
Estos días algo de esto me sucede. Me viene a la memoria esa fiesta extraña y con el pecado concebido pero que se rodea de música de alto voltaje. Halloween A Go-Go es una colección de canciones de varios estilos, pero con el garage como piedra de toque. Temas fantasmagóricos de The Chesterfield Kings, Fuzztones, Roky Erickson, Bruce Springsteen o Pretty Things, o piezas sombrías y absorbentes de Howlin’ Wolf, Donovan y Carl Perkins.
Un álbum que sirve de excusa en esta ruta para intentar detenerse en el futuro con algo más de garage, psicodelia o punk, sonidos más abrasivos pero igual de recomendables. Pinchamos el corte que abre el álbum de Halloween A Go-Go. La banda The Electric Prunes con su <<I Had Too Much To Dream>>. Un grupo absolutamente sixties de ropajes psicodélicos procedente de Los Ángeles. Danzad entre sombras este fin de semana.


Jayber Crow, la letra pequeña

Por: | 25 de octubre de 2008

Creo que si tuviera que quedarme con, por ejemplo, los 10 discos que me cambiaron la vida, nunca serían los mismos, o sí, quién sabe, pero siempre serían aquéllos que me recomendó un amigo con alguna copa de más en una noche de bar, o me regaló otro colega con todo el cariño, o me grabó alguien sin que yo se lo pidiese, o escuché en aquel programa de radio a altas horas de la noche, o encontré tras buscar con tranquilidad y esmero en una pequeña tienda de música, mientras su dueño me los pinchaba o me hablaba con pasión de sus últimas adquisiciones.
La Ruta Norteamericana, que se mueve más por impulsos que por promociones, tiene el gusto de inaugurar la sección de recomendaciones de la pequeña pero valiosa tienda Radio City Discos, afincada en pleno centro de Madrid. Cada mes este enclave, al que llegan los álbumes más subterráneos y fascinantes de la música norteamericana, recomendará un disco, músico o banda para los transeúntes de esta ruta. El texto correrá a cargo de Jesús, dueño de Radio City. Espero que lo disfrutéis. Porque ya dice el dicho que lo que no se comparte se pierde.
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La recomendación de OCTUBRE de Radio City Discos

Mañana de domingo, recibo un explicito mensaje al móvil: “Apunta, Jayber Crow, te van a encantar”. Mi amigo José Luis Prieto del programa radiofónico Hotel Arizona, uno de los sabuesos musicales más efectivos que conozco, sabe que la zanahoria no tiene que ser muy grande ni muy naranja para que corra tras ella. Una vez tras la pista, descubro que bajo ese nombre se esconden dos chicos de Minnesota que se han autopublicado once canciones y cuya muestra en MySpace promete lo mejor. Veloz hago todas las gestiones para que me hagan llegar su trabajo. Cuando está aquí y lo destripo no puedo lucirlo más con orgullo en las estanterías de Radio City.
Two Short Stories (Jayber Crow Records - 2008) es un disco lleno de verdad. Las canciones hablan de la cosecha, de copiosas nevadas, de la influencia del río Mississippi, de episodios de la tradición popular, de la vida en el medio oeste que tan poco atractiva parece a nuestros ojos. Y nada es impostado, todo esta contado de primera mano. Zach y Pete (el dúo que forma Jayber Crow) no son dos chicos de gran urbe que han aprendido la lección oyendo grabaciones de Big Billy Broonzy o la Carter Family, ni buscan identidad disfrazados de neofolkies con largas barbas y camisas a cuadros. Este disco se ha gestado (y grabado) durante el parón invernal de la cosecha en la granja familiar de Pete.
Y en lo musical tampoco hay trampa ni cartón. Guitarra, mandolina y armónica es la parca pero apropiada instrumentación. Nada de alardeos. Sólo grandes canciones basadas en hermosos juegos vocales herederos de Blue Sky Boys o los Monroe Brothers. Nada de trucos efectistas. Pero no nos confundamos, los de Minnesota no juegan sólo al revisionismo perfectamente ejecutado (y de talento) de Old Crow Medicine Show o Avett Brothers sino que dan un paso más en la puesta al día del folclore y hablan de tú a tú a bandas como Decemberists o Port O’Brien, desprendiéndose de toda la afectación y pomposidad que a veces ataca las composiciones de los (ahora) numerosos descendientes de Neutral Milk Hotel.
Y en este punto uno concluye que Jayber Crow y mi amigo Jose Luis y su Hotel Arizona son como esa letra pequeña que nadie lee pero que luego resulta ser la más importante.

RADIO CITY DISCOS - Plaza Guardias de Corps nº1 bajo - Madrid

Esperando a Tom Petty

Por: | 23 de octubre de 2008

La rumorología se ha activado de nuevo. Publicaba ayer una noticia este periódico en la que Peter Bogdanovich aseguraba que había asistido al cumpleaños de Tom Petty y allí el músico le confirmaba sus deseos de hacer su primera gira europea en 30 años, lo que podría traerle por España. Casi mejor no pensarlo, por el bien de todas esas uñas que cualquier fan español puede comerse hasta confirmarse tal noticia. Bien es cierto que hace poco parecía aún más improbable que Tom Waits, el señor Waits, pisase suelo español. Y lo hizo. Así que de seguir la estela de Waits, Tom Petty algún día tocará en España. Y esperemos que sea mejor antes que después.
Sobra decir que esta ruta norteamericana se alimenta siempre que puede de combustible sacado de las piezas musicales de Petty y sus Heartbreakers. Ese aire de armonías vocales sobrevolando mientras brillantes guitarras sugieren sonidos de la Costa Oeste dan energía a las primeras de cambio. A veces producen un profundo sentimiento de rock norteamericano clásico, otras recuerdan a vientos británicos, y hay ecos de fantasías a lo Phil Spector, pero siempre se confirma que, ciertamente, Petty es un rockero atípico, tan certero en las distancias cortas del pop como en los trechos del rock. Tiene su propio sello.
Las declaraciones de Bogdanovich surgen a raíz del estreno del fantástico documental Runnin' down a dream, que versa sobre la vida del cantante y que se estrena en la sexta edición del In-Edit, festival de Cine y Documental Musical de Barcelona. Una cinta de cuatro horas que es recomendable de principio a fin. Asegura su director que tenían 400 horas grabadas y que tal material era tan estupendo que se podía ilustrar al milímetro la carrera del cantante. Y sucede así. Es un trabajo de sastre, ameno y absorbente, que permite situar a Tom Petty y The Heartbreakers como lo que son: una banda repleta de talento y actitud. Hay momentos muy buenos como cuando se habla de la primera banda de Petty, Mudcruch, o como cuando al principio se asemejan a esas bandas neoyorquinas de finales de los setenta, siendo Petty natural de Florida y todos afincados en Los Ángeles.
Esperando a Petty, como a Godot. Casi lo mejor será matar el tiempo visionando una y tantas veces sea necesario Runnin' down a dream. Un recorrido visual por la vida de Petty, un documento de alto calibre sobre el poder de la música, ese extraño rock de Petty y The Heartbreakers que saca a relucir que para correr a por un sueño siempre hay algo detrás, el impulso puede ser bueno o malo, pero nos mueve.


Robert Johnson y la guitarra que afinó el diablo

Por: | 21 de octubre de 2008

No puedo por menos que reproducir punto por punto el artículo que el otro día publicó el magnífico Enric González en el suplemento Domingo de El País. Creo, sinceramente, que Enric González es uno de los mejores articulistas que se pueden disfrutar hoy en día, con un estilo impecable, y qué mejor que hacerse eco de sus propias palabras sobre la leyenda diabólica de Robert Johnson. Hoy merece la pena repostar tomando prestado este texto sobre uno de los padres del blues.
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Yo no creo que el demonio exista. Quizá usted sí crea en su existencia. Acerquemos posiciones: si alguien me convenciera de que hay demonio, apostaría lo que más quiero a que Robert Johnson le conoció personalmente. No por la leyenda, sino por los hechos. La leyenda, muy conocida, dice que Robert Johnson vendió su alma al diablo en el cruce de carreteras de Clarksdale, Misisipi, a cambio de convertirse en el mejor guitarrista del mundo. ¿Los hechos? Casi no hay.
Robert Johnson pasó por la vida como una sombra. Se desconoce su fecha de nacimiento, se desconoce la causa de su muerte (parece probable un asesinato con veneno), y quienes le trataron le recordaban como alguien fugaz, huidizo, sonriente, carente de amigos, en un continuo viaje. En palabras de Martin Scorsese, uno de sus devotos: "Robert Johnson sólo existió en sus discos, fue pura leyenda".
Muchos biógrafos y musicólogos han trabajado durante años para desenterrar algunos datos. La hermanastra Carrie creía recordar que su madre le había dicho que Robert nació el 8 de mayo de 1911 en Hazlehurst, Misisipi. Es posible, pero no existen registros. Dicen que el padre de Robert abandonó a la familia porque un grupo de terratenientes blancos le perseguía para lincharlo. Sí se sabe que en 1929, con 18 años, se casó con Virginia Travis, y que Virginia murió al año siguiente mientras paría.
El músico de blues Son House trató a Robert Johnson en esa época desgraciada, y le recordaba como un guitarrista pésimo, carente del más mínimo talento. Son House contaba que Robert Johnson desapareció durante unos meses, y que volvió convertido en un maestro supremo de la guitarra. Ahí comenzó la leyenda del diablo, de la que el propio Johnson habló alguna vez. Decía que, en efecto, había vendido su alma. Seis de sus canciones hablaban del diablo.
Investigaciones posteriores indican que House no tardó unos meses, sino casi dos años, en rencontrarse con Johnson. En cualquier caso, Robert Johnson aprendió a tocar, cantar y componer ya adulto y en muy poco tiempo. Atención, no estamos hablando de niveles normales. Hablamos del mejor bluesman de todos los tiempos. Hablamos del compositor de <<Love in vain>>. Hablamos de un hombre que sólo dejó dos sesiones de grabación y hoy es considerado uno de los mejores guitarristas de la historia. Cuando los Rolling Stones hicieron una versión de <<Love in vain>> para el disco Let it bleed, Keith Richards se negó a interpretarla como blues para no incurrir en sacrilegio.
En noviembre de 1936, Robert Johnson grabó varias canciones en San Antonio (Tejas). Entre ellas, <<Crossroad blues>> (El blues de la encrucijada). Si la escuchan ("Fui a la encrucijada y caí de rodillas, pedí al Señor, ten piedad, salva, por favor, al pobre Bob") creerán que, en efecto, Johnson sufrió una experiencia terrible en un cruce de caminos, porque en su voz se percibe un terror absoluto. Parece verosímil, y menos sobrenatural, que en una encrucijada hubiera corrido un serio peligro de linchamiento. Al año siguiente, en Dallas (Tejas), grabó otro puñado de canciones. Una de ellas era <<Love in vain>>, maravillosa, inmensamente triste.
Robert Johnson murió el 16 de agosto de 1938, a los 27 años, en un cruce de caminos, cerca de Greenwood (Misisipi). Todo hace pensar que fue envenenado. El músico Sonny Boy Williamson, que tocaba con él aquellos días, explicó que alguien puso estricnina en el whisky de Johnson por un lío de faldas. Hay tres lápidas en Greenwood dedicadas a Robert Johnson, sobre tres supuestas tumbas. No parece que ninguna sea auténtica. Se cree (al menos lo cree Sony, que edita sus grabaciones) que el guitarrista fue enterrado bajo un árbol, sin lápida ni cruz, al lado del cruce de caminos.
En su canción <<Yo y el diablo>>, Robert Johnson decía: "Enterrad mi cuerpo junto a la carretera, para que mi viejo y malvado espíritu pueda subirse a un autobús de la Greyhound y viajar"
El cruce de las carreteras 61 y 49 en Clarksdale (Misisipi), donde se supone que el diablo afinó la guitarra de Johnson, se ha convertido en lugar de peregrinación.
En 1973 se descubrieron dos fotografías de Robert Johnson, en poder de su hermanastra Carrie. Una de ellas ilustra este artículo. Eso y unas pocas grabaciones es todo lo que hay. El resto es leyenda diabólica.
Boomp3.com
Texto: Enric González, columnista de El País.

Los amigos de Hooker y el principio del blues

Por: | 21 de octubre de 2008

"Parada para repostar" se detiene hoy en un viaje de Madrid a Nueva York, o viceversa, a través del blues y uno de sus padres fundadores. La historia y la firma vienen a cargo de Alfonso Cardenal, compañero de ELPAIS.com y que ha pasado anteriormente por la emisora Radio 3 dentro del programa "Diario Pop" o "Disco Grande". Auténtico amante de los sonidos originarios de la música norteamericana, Cardenal, gran narrador que tiene previsto publicar su primera novela, nos regala una historia personal de un disco entre amigos. Un placer.
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Podría haber sido una gélida calle de Nueva York, pero era Madrid. Silbaba el viento, coño, hacía frío. Entré en la tienda. Allí me sentía tranquilo, rodeado de discos. En compañía de un viejo rockero repleto de conocimientos. Eran otros tiempos. Le pedí algo nuevo. Un inicio en otro género. Charlamos un rato. Y no recuerdo como aquella palabra salió de mi boca. “Blues”. No creo que en aquel momento fuese consciente de lo que esa palabra iba a desencadenar en mí. Tampoco pensé en ello la primera vez que pise la Beale Street de Memphis.
Tras media hora me quede con uno. Sólo uno. Ya saben, era lo que tenían las pesetas, las compras se hacían de una en una y semanal. John Lee Hooker (1917-2001). No había oído ese nombre en mi vida. Sonó bien en mi cabeza. The Best with Friends. Me gusta la gente que se rodea de sus amigos. Produce un tal Van Morrison. Desde mi más profunda ignorancia pensé que sería un primo de Jim. Era joven.
Hoy lo miro en mi mesilla. Cuántas vueltas ha dado. Decenas de casas, muchos coches, demasiadas manos. Sorprendentemente siempre volvía a mí, a casa. Entonces no conocía a muchos de los amigos de John. Hoy también son amigos míos. Charles Brown, Eric Clapton, Ry Cooder, Robert Cray, Ben Harper, Los Lobos, Bonnie Raitt, Santana, Ike Turner. Y Van Morrison.
Clapton abre con <<Boogie Chillen>>. Empecé a moverme, poco a poco. <<This is hip>>. Pensé que otro mundo era posible. Santana se luce en <<The Healer>>. Sentía la música dentro. Esos riffs con el eco mustio de Hooker me transportaban. Desde las primeras notas supe que <<I cover the waterfront>> me iba gustar. Esa fue la primera vez que comprendí lo que significaba el Blues. Cuando a los dos minutos de canción arrancó Morrison me deje llevar. No opuse más resistencia.
<<Boom boom>>. La otra cara del blues. Más agitado y convulso. Genial la guitara, cambio de tercio. Eso era ritmo. Bonnie Raitt me volvió loco en <<I´m in the mood>>, Ben Harper en <<Burning hell>>. Luego <<Tupelo>>, <<Baby Lee>>. Noté la mano de Los Lobos en <<Dimples>> que empieza con “Me encanta la manera que tienes de andar, me vuelve loca tu forma de andar, me encanta verte andar, eres mi chica, tengo mis ojos en ti”.
Se acercaba el final de un disco que nunca había oído, un álbum que me enseñó a escuchar. Santana vuelve en <<Chill out>>. Esa guitarra era la suya. Seguro. <<Big legs, tight skirt>>. Puro blues. Magia. Sexualidad. Se había hecho de noche. No me había dado cuenta. Se había puesto a llover. Faltaba una. Sólo una. Años después un viejo irlandés me dijo en un bar que siempre que cantaba Van Morrison llovía. Y el tiempo se paró. Juraría que podía ver las gotas de lluvia suspendidas en el cielo. <<Don't look back>>. El final. John y Van. Dos amigos cantando como dos amigos. Una canción preciosa, diferente, sentida. Un dueto verdadero, me gusta esa palabra, verdadero. La canción se va terminando y las voces de van alejando. Poco a poco. John susurrando, Van replicando. Helando la sangre. De pronto escucho, “Diría algo. Si pudiera”.
El disco terminó. Reinó el silencio. Me fui a dormir. Hace diez años de aquel día. El día en que Madrid no fue Nueva York. El día que descubrí a John Lee Hooker.


Texto: Alfonso Cardenal, periodista de ELPAIS.com y colaborador de la revista musical Mondosonoro , de la revista cultural Silenci y la web Masquetropo.
Por cierto, me cuenta Alfonso que la tienda cerró. Jodida desgracia.

Solomon Burke, el último predicador del soul

Por: | 20 de octubre de 2008

Con sus más de 200 kilos de peso, su prole de 21 hijos, 69 nietos y 20 bisnietos, sus siete bendiciones por el Papa y los miles de fieles que acuden a sus misas, la inmensa figura de Solomon Burke representa a un retrato vivo y socarrón de la música soul. Desde esta ruta se reconoce de partida la debilidad absoluta por la música de este hombre, último verdadero predicador del soul de la edad dorada, que vuelve a ser noticia por la publicación de su nuevo disco, Like a Fire (Shout Factory/Everlasting, 2008), donde colaboran Ben Harper, Keb’Mo y Jesse Harris, mientras Eric Clapton regala dos composiciones.
En la lista de imprescindibles de la música negra, se hace necesario poner este nombre. Autor de un ritmo negro apasionado y vitalista, que navega en los mares de la música religiosa y secular con esplendida maestría, Burke es uno de los grandes olvidados de la historia del soul, falto del mismo reconocimiento de otros coetáneos como Sam Cooke, Otis Redding, James Brown o Wilson Pickett. Son muchos los hechos que ilustran su vida subterránea fuera de los focos y las promociones de relumbrón desde que encabezó una corriente de R&B novedosa y mutó el gospel tradicional en soul excitante y diferente.
Tal vez, el hecho más sangrante ocurre en la película Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, de John Landis), en la que se homenajea a los grandes del R&B como Aretha Franklin, James Brown, Ray Charles o Cab Calloway pero se deja en el ostracismo (ni siquiera aparece en los créditos) al Rey del Rock’n’Soul, (como fue calificado por la crítica en los sesenta). Burke es autor del tema principal, <<Everybody Needs Somebody To Love>>. Cuando el abogado de Burke llama para quejarse a los productores de la cinta, que antes habían dado las gracias formalmente a Wilson Pickett, quien versionó el tema, éstos aseguran que pensaban que el señor Solomon Burke había fallecido.
Y de alguna manera así pareció durante años cuando recorría garitos de segunda por Estados Unidos y se concentraba en los sermones de su iglesia. Pero Burke fue una piedra angular del sello Atlantic, la casa de Ahmed Ertegun y Jerry Wexler. El propio Wexler, del que se dio cuenta en esta ruta, llegó a afirmar que Solomon era el mejor cantante soul de la historia. Sólo basta escuchar alguno de sus éxitos en la época Atlantic, o sus discos posteriores, para reconocer de primeras un cantante personalísimo, cuyo vozarrón recorre los géneros con absoluta libertad y ofrece un clímax al alcance de muy pocos, bien sea en baladas como en temas de corte rock.
Y lo más importante: Solomon Burke está más vivo que nunca. Tanto en estudio como sobre un escenario, mantiene intacta su capacidad para despertar fuertes emociones con música de raíces de alto calado, estilosa y sacada del mismo corazón. Tom Waits, Bob Dylan, Nick Lowe, Elvis Costello, Van Morrison, Brian Wilson, Joe Henry, Emmylou Harris, Dolly Parton, Buddy Miller o Steve Jordan le han rendido tributo. Don’t Give Up On Me (2002), Make Do With You Got (2005) o Nashville (2006) son estupendos documentos. Hablamos en definitiva de un titán que sigue predicando la buena nueva del soul de siempre mientras pone los pelos de punta, como en este bello <<Like a Fire>> que abre su nuevo disco.
Boomp3.com
Pero los tributos le han llegado a Burke de mucho tiempo atrás. Al otro lado del Atlántico causó furor en plena Invasión Británica. Los Rolling Stones versionan algunos de sus cortes y le adoraron y le adoran aún. Sus brillantes berreos espirituales inspiraron a un joven Mick Jagger. Como se puede ver en el siguiente vídeo de <<Everybody Needs Someday To Love>>.


Stacey&Mark, una pareja que destila buen country

Por: | 14 de octubre de 2008

De manera rápida y veloz, conviene destacar la gira conjunta de tres de los más importantes songwriters de los últimos años. Stacey Earle, hermana menor del insustituible Steve Earle, Mark Stuart y Jason Rigenberg presentan a partir de esta semana sus nuevos trabajos por España y que puedes consultar en la web de Love To Art .
Stacey y Mark presentan un nuevo disco, Love from Stacey and Mark, con el que celebran el décimo aniversario de su sello Gearle Records y 16 años haciendo música juntos. Mientras tanto, Jason presenta Best Tracks & Side Tracks (Bittersweet Recordings), un extenso repaso a toda su discografía, en solitario o junto a los inolvidables Jason & The Scorchers.

Mark Stuart y Stacey Earle

Stacey Earle y Mark Stuart se conocieron en un bar de Nashville. Uno de esos clubs nocturnos de música country. Empezarían a trabajar juntos pero su relación pasó las barreras de lo profesional y llegó a tal punto que acabarían casándose. Sin embargo, es interesante ver cómo Stacey se metió en la música. La pequeña de los Earle empezó a tocar una guitarra que su hermano se había olvidado al irse de casa, luego toda vez que se fue a Nashville y vivió con sus hijos en casa de Steve dio el salto a la música. Fue a raíz de cantar en la cocina. Steve oyó cómo cantaba y le pidió que hiciese unos coros en su nuevo disco. Desde entonces, Stacey se ha ido haciendo un en nombre dentro de la escena de country alternativo, que tiene en su propio hermano uno de los grandes filones.
Sosegados y precisos, Stacey y Mark pasan de puntillas por la escena musical pero tienen el buen gusto y la delicadeza de los trovadores estadounidenses, que recorren clubs y ciudades con su guitarra al hombro y sus pequeñas historias en la mochila.


De Jason Rigenberg, al que en esta ruta se le tiene un gran aprecio, nos reservamos más tiempo para hablar de él otro día.

Jason Ringenberg y el mundo más allá del horizonte

Por: | 14 de octubre de 2008

El alternative country o country punk, como se quiera llamar, tiene en Jason Ringenberg un auténtico portavoz, casi se diría que un padre si no fuera porque la evolución de los géneros no tiene casi nunca un punto de partida concreto. Podía haber empezado con el mismísimo Johnny Cash cuando se arrimó al rock, o con las incursiones sonoras de los Flying Burrito Brothers o The Byrds.
Pero esa capacidad de mezclar estilos, de aunar tradición e innovación y respetar siempre las esencias de la música norteamericana, tiene en Jason Ringenberg y The Scorchers unos referentes. Y su principal protagonista es Jason, que hizo bastante por colocar la música de raíces estadounidense al alcance de un público joven ávido de nuevos sonidos tras la explosión del punk.
A grandes rasgos, la historia de Ringenberg es la de un verdadero american guy. Nacido en un pueblo de Illinois, pasó buena parte de su infancia viviendo en una granja rodeada de canales y ambiente rural hasta que dio el salto a Nashville. De alguna manera, las particularidades rurales le marcan pero no le limitan. Como ha dicho en alguna entrevista, siempre se vio empujado a conocer el mundo que había más allá del horizonte.
Su horizonte estaba en Nashville, y allí en la cuna del country da forma, gracias a su particular visión innovadora y el acompañamiento de su visceral banda de los Scorchers, a un sonido rabioso y genuino, que no se deja etiquetar. Sólo tienes que verlo en sus directos. En el centro del grupo, Jason, con sus botas y su sombrero de cowboy para luego dar rienda suelta a guitarras fieras y a letras entre lamentos y rugidos. Se puede llamar cómo se quiera, pero el impacto es el mismo: es puro rock’n’roll.
Hoy, Jason está en solitario, pero el clásico sigue intacto. No ha tenido tiempo de corromperse con asuntos comerciales ni vida estrafalaria. Todavía sigue con su guitarra defendiendo su propuesta, ahora más ajustada al estilo de cantautor pero igual de entusiasta y reconocible. Puede estar cantando su canción en un club de carretera como ante decenas de niños de un colegio de Alabama que bailan el bluegrass acelerado de Ringenberg.
Por los destinos que sigue esta ruta, siempre habrá un alto en el camino para escuchar y disfrutar de Jason Ringenberg y The Scorchers. Hay un tema que ilustra a la perfección a Jason y sus compañeros. Es Absolutely Sweet Mary de Bob Dylan, cuya relectura es para quitarse el sombrero. Dentro del magnífico EP <<Fever>>, este tema como el resto recoge el pasado y el presente, la tradición y el estallido ofreciendo vitalidad por los cuatro costados. Es un rumbo que podía haber tomado sin ir más lejos el propio Springsteen. <<Fever>> fue publicado en el año 1983. En 1982, Springsteen sacó Nebraska; en 1984, publicó el exitoso Born in the USA. Creo que entre la crudeza de Nebraska y los sintetizadores Born in the USA la ruta alternativa de Jason pintaba muy bien. Seguramente es una comparación con pinzas, pero veo conexiones y observando el vídeo más aún.


El País

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