La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

Adiós a Freddie Hubbard, el último ‘trompet hero’

Por: | 30 de diciembre de 2008

Ayer murió uno de los grandes del jazz, Freddie Hubbard. Un triste adiós para despedir este año. Recupero las palabras del gran Chema García Martínez, que escribe sobre su jazz incendiario a la trompeta y sobre su persona en la necrológica de El País.
Puro fuego con la trompeta.
Fue excesivo en todo. Como ser humano y en su forma de entender la profesión; sobre un escenario y fuera de él. Freddie Hubbard, posiblemente, el último trumpet hero de la historia del jazz, falleció el lunes en el hospital Sherman Oaks, California, a los 70 años. Llevaba un mes internado, tras haber sufrido un ataque cardíaco.
Acercarse a él entrañaba más de un riesgo, sobre todo si quien lo hacía pertenecía al género femenino. Frederick Dewayne Hubbard (Indianápolis, 1938) era como su música: un torrente. Puro fuego. (Leer más)
Freddie Hubbard & Art Blakey - <<Moanin'>>


La mejor borrachera rock con The Felice Brothers

Por: | 27 de diciembre de 2008

La redacción del suplemento cultural Babelia nos preguntó a los colaboradores cuales eran para nuestro juicio los mejores discos del año. Se trataba de confeccionar una lista para el último número de 2008. Así rezaba la entradilla del reportaje el pasado sábado:
En la época del año durante la que se venden mayor número de discos, diez de los críticos musicales de Babelia eligen el álbum que más les ha sorprendido a lo largo de un curso en el que no ha habido excesivas sorpresas (Leer más del reportaje)
Quedó una lista ecléctica que muestra la variedad de los colaboradores e intenta tocar todos los palos musicales. Y en lo que a mí respecta terminé escribiendo de The Felice Brothers, que también elegí en la redacción del último número de Rolling Stone.
Ciertamente, este tipo de preguntas son difíciles de responder, pero inevitables como recurso para estos casos. Uno podría tener un mejor disco cada semana, dependiendo del estado de ánimo, como se levante el sol e incluso cómo ande de salud. Así las cosas, según el momento, de aquí al miércoles, creo que podría decir el álbum de los fascinantes Dr. Dog los fascinantes Dr. Dog, o el de los maravillosos Fleet Foxes, o del torbellino emocional y sensación del año Eli Paperboy Reed , o el disco preciosista de Ron Sexsmith, o el de los grandiosos y malditos Mudcrutch o, barriendo para casa, el último testimonio del imprescindible José Ignacio Lapido.
Pero al final me quedo con The Felice Brothers The Felice Brothers. Tal y como escribí para Babelia:
En plena época de productos prefabricados, estos hermanos de Catskill, zona montañosa del Estado de Nueva York, son como los músicos de una feria de pueblo que ven amanecer tras una noche de borrachera. Unos benditos andrajosos del negocio mezclando ternura y hastío con un romanticismo tan exacerbado que fascina. Su folk-rock rebosa de armónicas, acordeones, trompetas y palmas con el ardor relevante de las juergas de The Band o el sonido de Dylan en Blonde on Blonde.
Así que en esta Ruta Norteamericana se destaca el disco de The Felice Brothers como uno de los favoritos del año, a la espera de que vosotros también aportéis vuestros discos.
<<Frankie’s Gun>>


Feliz Navidad con Little Steven y Darlene Love

Por: | 22 de diciembre de 2008

Veo que la historia de Little Steven ha causado sensación. Agradezco vuestras palabras y espero, de corazón, que la entrevista no defraude vuestras expectativas. Está claro que lo que diga un tipo como Steve Van Zandt vale siempre la pena ser leído, o escuchado.
Por eso, siento que tiene que ser él quien ponga música a mi felicitación de Navidad para todos vosotros. La Ruta Norteamericana se detiene en el fantástico recopilatorio Christmas A Go Go (Wicked Cool Records / Locomotive), elaborado por Little Steven para celebrar estas fechas con dosis de buen rock’n’roll, como ya hizo para Halloween. La Navidad es otro sentimiento cuando se pincha un disco como éste y no los villancicos casposos que pueblan nuestras emisoras. Posiblemente, uno de las mejores colecciones que se puedan encontrar. Sólo hay que echar un vistazo al listado de temas firmados por clásicos como Keith Richards, Bob Seger, Rufus Thomas, The Kinks o más recientes e interesantísimas bandas como The Chevelles, Line Price 3 o Cocktail Slippers.
En un día como hoy, con la Nochebuena a la vuelta de la esquina, aprovecho para felicitaros la Navidad y daros las gracias. Gracias a todos los transeúntes de esta ruta por pasar por aquí. Gracias a todos los que dejáis de manera regular un comentario o los que lo hacéis de forma esporádica. Gracias también a los que pasáis y sois voyeurs, gracias por tomaros la molestia de pasar y echar un vistazo. Gracias a los que hacéis posible este blog que no busca ser más que un lugar de encuentro como otro cualquiera en el apasionante viaje que ofrece la música.
Descorchemos el champán con el tema <<All Alone On Christmas>> que Steve Van Zandt compuso en su valiosa faceta de productor y cantó Darlene Love, una de las musas de Phil Spector, acompañada de la E Street Band. Una canción que se recoge en su recopilatorio navideño y fue parte de la banda sonora de la película Sólo en Casa 2, perdido en Nueva York. Desde que vi esa película tan enano como Macaulay Culkin siempre soñé con perderme en Nueva York, la verdad. Ahora suena en todo su esplendor. Feliz Navidad y Rock On.


Steve Van Zandt, un real man del rock'n'roll

Por: | 20 de diciembre de 2008

Esteban Hernández, periodista de La Vanguardia y la revista Ruta 66, y yo estuvimos hablando desde hace meses en mover una entrevista con Steve Van Zandt, a.k.a Little Steven, a.k.a Silvio Dante. Siempre nos ha fascinado un músico y una persona como Little Steven. Este pirata del rock’n’roll desprende las vibraciones necesarias que hacen que la música sea un arte vivo que suena en el corazón. Por eso, sin un gancho especial, nos interesaba desde hace tiempo hablar con el guitarrista de la E Street Band por el simple hecho de charlar con él. Y por unas cosas y otras, esta entrevista, a través de Ruta 66, nos terminó cayendo en las manos.
La primera llamada de Little Steven tuvo su gracia. El tío llamó a mi móvil pese a que habíamos pactado que lo hiciera a un fijo. La agencia norteamericana había cogido mi teléfono móvil que también dimos por si acaso. Y encima se adelantó a la hora pactada por lo que me pilló de improviso. Que Steve Van Zandt te llame al móvil sin avisar y te diga riéndose, como si fuese el colega que te ha prometido esa noche invitar a unas cervezas, “Fernando, friend, Steve speaks”, no tiene precio. Sólo más descolgar el teléfono lo que me llamó la atención fue esa risa entusiasta. Y cuando uno ha vivido algunos de sus mejores sueños dentro de una canción de rock, que esa risa sea del mismisimo Steve Van Zandt mientras pregunta por ti lo convierte en un auténtico chutazo de adrenalina. Finalmente, tuve que darle el número de casa y al instante volvió a llamar. Se partía de risa cuando le decía que, aunque parezca mentira, a veces me olvido de mi número de casa.
Esa risa socarrona no se lleva en las estrellas de este negocio musical. Tampoco que el entrevistado te llame por tu nombre. En la mayoría de los casos, el músico de turno ni siquiera sabe a que medio concede la entrevista. Puede llegar a ser muy aburrido. Pero una entrevista con Little Steven es real como el acorde de una Telecaster. Te llama todo el rato por tu nombre, te pregunta sobre tu país, se ríe contigo y consigo y contesta a todo. Si fuera el hijo de Dylan, me dirían que intentase no preguntarle por su padre. Si es Steve Van Zandt, da igual que le preguntes por Springsteen. Contesta a todo.
Pero lo mejor estuvo por llegar. La entrevista que hemos hecho Esteban y este escribiente en Ruta 66 se hizo en dos partes. A los 20 minutos de estar hablando con Steve, dice que lo siente pero que tiene que salir pitando de casa. Promete llamarme otra vez cuando le digo que faltan bastantes preguntas. Apunta cada número que le dicto y me dice: “te llamo”. Pasan varios días y la cosa se queda en el limbo hasta que un día me llama su agente y me dice que Steve ha tenido mucho lío pero que no se olvida de que me tiene que llamar y lo hará al día siguiente.
Y lo mejor es que lo hace a las 10 de mañana hora española, las tres de la madrugada en Nueva Jersey, y me pregunta que si me viene bien seguir hablando en ese momento. Cuando le digo que por mí no hay problema, porque tengo tiempo y aparato para grabarle, pero me parece una pasada para él al ser plena madrugada en EE UU, se ríe y me asegura que no tiene sueño, que le apetece hablar de música y no sabe si cuando se levante y ya sea por la tarde en España podrá tener el mismo tiempo. Debió tirarse en el sofá de su casa pero se estuvo hasta las cuatro de la madrugada hablando con su característica efusividad.
Little Steven es un real man, que dirían los estadounidenses. Es un pirata del rock’n’roll, un superviviente, un consigliere de los siempre, un hombre que habla con el corazón y con el que se puede contar siempre, seas Bruce Springsteen, Tony Soprano o cualquiera. En una de las cosas que nos cuenta en la entrevista con Ruta 66, afirma que él ha vivido siempre en un mundo de rock’n’roll.
El guitarrista de Asbury Park, el hombre que llegó a las sesiones de grabación de Born To Run para dar con la clave que buscaba Springsteen, el que unió rock y garage para dar forma al sonido más efervescente de la E Street Band durante los setenta y ochenta, el hombre que le encanta reírse pero hace el papel de tipo serio y profesional más real de Los Soprano, ese hombre se llama Steve Van Zandt y me aseguró que el disco que le cambió la vida es el 12x5 de The Rolling Stones. Por algo será, y ese algo se llama Rock’n’Roll, escrito con mayúsculas.
<<Around and around>>, The Rolling Stones del disco 12x5


Apadrinando estupendo alt-country con Lambchop

Por: | 15 de diciembre de 2008

Manu Piñón, compañero de Rolling Stone, tiene la amabilidad de ofrecer a esta ruta norteamericana una entrevista que hizo a Kurt Wagner, líder de la muy interesante banda Lambchop. Se trata de una entrevista que fue publicada en el pasado número de la revista pero que esta vez está ampliada sin sufrir la "tijera" del papel. Manu me comentó hace unas semanas que me la pasaría para los lectores de esta ruta y, justo después de colgarse en el cada vez más activo blog de Rolling Stone, os la dejo dentro de la sección "Parada para repostar". Nuestro viaje se detiene en una estación de lujo que merece su tiempo de lectura.
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Cuando se trata de alt-country, hay músicos que te consideran el Padrino. ¿Te piden consejos y favores como a Marlon Brando en la película?
No sé ni cómo ha llegado a suceder, pero en parte es así. Empecé a hacer este tipo de música siendo joven y cuando me quise dar cuenta me convertí en esta persona mayor que tienes delante. (risas) La única razón por la que tengo ese status es porque no he dejado la música.
¿Peregrinan a Nashville para verte?
Si vienen músicos a Nashville no creo que sea para verme a mí. Bueno, sí, a veces me cruzo por la calle con alguien y te pregunta algo o te pide ayuda, pero no sucede tan a menudo como piensas. A lo mejor es porque tampoco salgo mucho de casa. Soy muy casero y sólo voy a un concierto de cuando en cuando.
Pero en Nashville hay miles de conciertos a diario, ¿no?
Uf, sí, pero ya no aguanto ese ritmo. Cuando era joven sí que me pasaba la vida en los bares, pero ahora me quedo en casa. Ya verás cuando tengas mi edad como haces lo mismo.
Tienes una voz inconfundible cuando cantas, muy grave y profunda. ¿Siempre te ha gustado o tuviste que acostumbrarte a escucharla?
Pues al principio me sentía incómodo, pero creo que le pasa a todo el mundo, que suele tener una imagen idealizada de cómo suena su propia voz hasta que la oye grabada. Sucede como con los espejos, algunos te hacen más gordo, otros más alto, pero es lo más cerca que estás de saber cómo te ven los demás. Sería interesante imaginar qué percepción tendríamos de nosotros mismos si no tuviéramos ni espejos ni grabadoras ni cámaras...
Lambchop en teoría era un colectivo, pero en la práctica se ha convertido en un proyecto que subsiste por un individuo, tú.
La idea era que fuéramos un colectivo, sí, pero nos hemos ido haciendo mayores, hemos formado familias o hemos conseguido trabajos de verdad y muchos no han podido seguir en el grupo. Había algunos miembros que utilizaban sus vacaciones para grabar el disco, pero de repente en los trabajos no te dan permiso y muchos tenían que elegir entre mantener su curro o tocar. Por supuesto, yo siempre les decía que se quedase con el trabajo, yo no puedo garantizarles dinero con esto. Además, no hace falta que estén en el grupo para que podamos tocar juntos, ¿no? No me fío de esos que dicen que hay que sacrificarlo todo por el arte, eso es una tontería. Igual que lo de que hay que sufrir. Mentira, es mejor tener una vida estable y disfrutar con la música.
¿En qué has trabajado tú estando ya en Lambchop?
En la construcción, durante 14 años. Lo tuve que dejar, demasiado duro, me dolía todo y ya no podía hacer bien mi trabajo.
¿No has tenido nunca miedo a que dedicarse en exclusiva a la música acabase con la inspiración?
Sí, es una de esas cosas a las que le he dado muchas vueltas. La realidad es que dedicarte sólo al grupo no quiere decir que esté todo el día escribiendo canciones, más bien lo contrario. Ser tu propio manager es agotador, hay que hacer un montón de llamadas, atender asuntos y estar pendiente de muchas cosas que no tienen nada que ver demasiado con la música.
¿Qué tal se te da tener que venderte tú mismo?
Lo hago fatal, soy un manager pésimo, me da corte pedir más dinero a los promotores… Pero es que nadie quería ocuparse de esto en el grupo. Me convertí en el manager por el mismo motivo en el que soy el cantante y el compositor: nadie quería.
La portada del disco es un poco rara [una pareja desnuda en la cama con una ventana detrás desde la que se ve una paliza].
Me encontré con un antiguo profesor que tuve de pintura en Barcelona, donde iba a dar un concierto yo solo. Me enseñó en lo que estaba trabajando últimamente y me encantaron. Escogí un cuadro y esa es la portada.
¿Y qué relación tiene con el disco?
Pues que el autor fue profesor mío, ¿te parece poca relación?
¿Por qué elegiste Ohio para el título?
Pues porque si te digo Texas enseguida lo asociarías con una imagen de vaqueros o algo así, pero Ohio es un estado que no te hace pensar en nada, está libre de asociaciones mentales. Cuando ahora oigas hablar de Ohio te acordarás de este disco. Afán de perpetuación, es sólo eso. (risas)
Así que lo que en realidad te interesa es pasar a la posteridad.
Claro, sí, eso es lo que me gustaría, acabas de dar en el clavo.
¿Sabes que compartes nombre con la identidad secreta del personaje de la Patrulla X Rondador Nocturno?
Sí, me enteré cuando salió la película.
¿Y has sido en algún momento de tu vida un “rondador nocturno”, un crápula?
Por supuesto, lo que pasa es que de repente la gente que había en los bares era mucho más joven que yo y empecé a pensar que lo mismo no debía de estar ahí. Me acordaba de cuando era un chaval y me daba mal rollo ver a tíos mayores en los bares por los que salía.
Llevas una gorra de tu sello discográfico español, Coop.
No, qué va, es pura coincidencia, en Nashville Coop es una tienda de productos para la granja.
Dado que siempre sales con gorra, ¿has pensado en utilizarla como soporte publicitario?
Mi mujer siempre me dice que lo haga, pero me da palo. Ya ves qué mal hombre de negocios soy, no tengo visión para estas cosas.
¿Has tocado alguna vez sin gorra?
Pues creo que no, es una superstición casi. A lo mejor algún día lo hago, pero será sin darme cuenta, lo típico que vas a toda prisa. Tengo un montón de manías tocando, no me vendría mal perder alguna.
¿Te refieres a Raymond Carver en 'Of Raymond'?
No, qué va, es sobre el protagonista de la serie Todo el mundo quiere a Raymond, que es muy popular en EE UU aunque a mí me parece súper aburrida y blanda. En casa dicen: “Todo el mundo quiere a Raymond… menos Kurt”. Intentaba encontrar otra palabra para Dios, alguien que amen todos, y di con Raymond. En realidad la canción está escrita desde la perspectiva de una estatua de mi ciudad, de cómo ve el mundo, con los pájaros posándose en él… Vamos, una chorrada.
En 'Slipped, Dissolved and Loosed' hay un montón de citas que atribuyes a pie de página a sus autores. Lo curioso es que aparecen algunos cuyas frases luego no están.
No pasaron la criba, supongo. Cogí uno de esos diccionarios en los que salen las definiciones de las palabras con un contexto literario y fui sacando frases de ahí. Me divertí un montón y me recordó a cuando tenía que hacer trabajos en el colegio. Es que si no hago cosas así me aburro haciendo canciones, hay que inventase maneras nuevas constantemente. A veces escribo un título y a partir de ahí empiezo a hacer una canción. Otras veces justo al revés. Otras escribo un montón de folios y me quedo con frases sueltas, las que me van gustando; igual que los directores que ruedan mucho material y luego van a la mesa de montaje.
Así que para ti escribir canciones es básicamente divertirte.
Pues claro, si no fuera así, lo dejaría.
David Byrne hizo una versión estupenda de tu canción 'The Man Who Loved Beer' ¿Has pensado en componer para otros?
Me encantaría, pero es que nadie me ha pedido canciones. Me sentiría como Dylan o los Beatles si otros músicos quisieran hacer mis canciones. Sería como entrar en la historia.
Algunas de las que has compuesto en este disco les irían muy bien a estrellas del soul como Solomon Burke.
Puf, eso sí que sería un verdadero honor, que él quisiera. Me llegaría al corazón. Es un artista enorme.
Una pregunta general: ¿las cosas de antes son mejores?
Es que mi antes es ahora, no veo diferencias. Tengo 50 años, pero creo que sigo muy pegado al presente y con el pasado todavía muy fresco. En la banda somos ahora tres generaciones distintas, acaba de entrar un chico que tiene 20 años. Creo que ese diálogo entre gente de distintas edades es muy enriquecedor musicalmente. Imagínate que en los Rolling Stones hubieran entrado músicos más jóvenes estos años; serían muchísimo mejores y sonarían más actuales, más vivos, más creibles. Y lo mejor es que conectarían de verdad con públicos de otras edades.
¿Hay algo que te de miedo de la revolución tecnológica?
Todo me parece muy bien, internet y tal. Sólo hay veces que doy un concierto yo solo, como el que has visto antes, y mientras voy cometiendo errores y haciéndolo como el culo sólo pienso: “Vaya, esto mañana estará en YouTube”. Pero bueno, espero que el espíritu de las canciones quede por encima de mi torpeza como guitarrista en estos casos.
Teniendo en cuenta que pusiste a un disco el nombre del peor presidente de la historia de EE UU hasta entonces, Nixon, ¿el próximo disco de Lambchop podría titularse Bush Jr.?
Pues no le he pensado aún, porque no me gusta repetir y lo de los títulos obedece a raras asociaciones mentales.


Texto: Manu Piñón, redactor de Rolling Stone.

Homenaje a Bettie Page

Por: | 14 de diciembre de 2008

La muerte de Bettie Page, la legendaria pin-up de los cincuenta, no puede pasar desapercibida para esta ruta en tanto en cuanto fue un icono adolescente cuando el rock más primigenio empezó a ser el lugar de encuentro de los jóvenes estadounidenses.
El País se hizo eco de su fallecimiento el mismo viernes, al poco de conocerse la noticia. Como decía la necrológica, Bettie Page, quizá la pin-up más célebre de los años 50 en Estados Unidos, fallecía en Los Ángeles a los 85 años tras sufrir una neumonía, según ha informado su agente. Page fue un icono casi omnipresente en la sociedad estadounidense de los años 50. Su salto al estrellato lo consiguió con un posado como Miss Enero en Playboy en 1955. Rápidamente, su cabellera negra y sus curvas generosas se estamparon en posters, álbumes de cromos y juegos de cartas en todo el país. (Leer más de la noticia)
Sin duda, las tomas de Bettie fueron en sí mismas un género y rompedoras para una sociedad bienpensante y puritana. Cuando Bettie posaba desnuda pegaba con tanta fuerza como las composiciones de Elvis, Gene Vicent o Little Richard. Cuando Bettie estaba divertidamente picarona en bikini o practicaba el bondage con alguna otra señorita era tan transgresora como el rock’n’roll más incendiario. Hoy quizás todas esas imágenes puedan resultar ingenuas pero perfilaron una iconografía que fue decisiva para entender el erotismo y que salpicó la obra de fotógrafos, dibujantes de cómics, directores de cine e, incluso, llegó hasta las portadas de algunos discos.
Besos, Bettie. Por ti, este rock’n’roll.


Los Four Seasons y el romanticismo vocal

Por: | 10 de diciembre de 2008

A raíz de la lista de Alice Cooper sobre los mejores vocalistas de la historia en Rolling Stone, aseguraba que un día tendría que venir por esta ruta Frank Valli, incluido en el listado del cantante de Kiss. De alguna manera, es un homenaje a un sonido primigenio de la Costa Este, que tan buenos momentos hace pasar a la ruta norteamericana.
Frank Valli fue el alma mater de Four Seasons, un cuarteto que durante los años sesenta y setenta colocaron varios éxitos en los más altos puestos de la listas de ventas con su característico sonido doo-wop. Después de fallidos intentos, el grupo metió la cabeza a lo grande a principios de los sesenta con el single <<Sherry>>, que llegó a número uno nacional. Cuando el grupo se disolvió, Valli mantuvo una carrera en solitario irregular. En su currículo destaca, entre otras cosas, la aportación que hizo a la película Grease con el tema principal de título homónimo. Este acercamiento a la pantalla ha terminado por culminarse en los últimos años cuando ha aparecido en varias ocasiones en la serie de Los Sopranos como uno de los capitanes de la mafia de Nueva York.
Pero quería llamar la atención en otro término. Como el propio título anuncia, la biografía musical de estos chicos se cultivó al otro lado del río Hudson, en el desconocido estado verde que se estira a la sombra neoyorkina; Nueva Jersey. Broadway recuperó la historia de estos chicos con el musical Jersey Boys, un éxito en la temporada de 2007. Y creo que sirvió para hacer algo de justicia con Nueva Jersey. No sólo es tierra de Frank Sinatra, Bruce Springsteen, Tony Soprano o el Doctor House, también es el campo donde se cultivó un sonido que algunos dieron en llamar italoamericano.
Sonará a película de la mafia, pero la columna vertebral de los Four Seasons no sólo viene de inmigrantes italianos sino que además muchas de sus canciones fueron algunas de las primeras del rock en retratar con romanticismo la vida urbana blanca formada, especialmente, por las esperanzas y los fracasos de los jóvenes, entre ellos una mayoría italoamericana que dormía en Nueva Jersey. Esta lírica de tono épico más tarde sería utilizada por toda una escuela encabezada por el propio Springsteen.
Sin padre ni madre, este sonido, que también tiene el nombre de Jersey Shore, bebió del R&B blanco caracterizado por el tremendo uso de los teclados y una cuidada instrumentación. Los Four Seasons se mueven en un compás que gira en torno a un joven Van Morrison y las primeras grabaciones de los Beatles y la Motown. De ahí que los primeros temas de los Four Seasons pidieran algún tipo de baile hasta que en los setenta se guiaron directos al ambiente disco. Pero los Four Seasons destacan por su aportación a ese doo-wop blanco, cargado de romanticismo, sin ser muy descarado con el baile y sí con el aprecio a los instrumentos y las armonías vocales.


El ángel de Jeff Buckley

Por: | 08 de diciembre de 2008

Hay canciones que se meten por el cuerpo y no salen en horas. Ayer estaba trabajando y tenía en la cabeza todo el rato la misma melodía. Imposible quitármela. Es curioso porque luego en casa estuve mirando un rato Internet y me hizo gracia ver la comparación que se hacía en el blog Rock your Soul de La Comunidad de El País. No estaba esa canción pero sí su protagonista: Jeff Buckley.
En el blog se hablaba de la magnífica versión que Buckley hace del tema <<Lilac Wine>>, conocido por su interpretación en la voz de Nina Simone aunque original de James Shelton. Y leyendo el texto uno se reafirma en algo más que cierto: Buckley era un verdadero maestro interpretativo.
Creo que no exagero si digo que fue uno de los tres grandes músicos de los noventa. Pero si ayer hablábamos de Jim Morrison y The Doors, y hoy lo hacemos de Jeff Buckley, uno se pregunta hasta qué punto es necesario que la muerte se cruce en el camino artístico para revalorizar el producto. No lo sé, pero tendemos a ser más injustos con los vivos que con los muertos.
Soy consciente que Buckley no es el mejor ejemplo de este calado cuando hay una lista sin fin de nombres que se quedaron y se quedan por el camino durante años. Empieza por un bluesman y acaba por el mismo Willie Nile, que el otro día visitaba esta ruta. Pero es cierto que la carrera de Buckley fue tan fugaz como intensa. Y la consideración que tuvo en vida no es la misma que tiene hoy.
Supongo que Jeff Buckley fue en sí mismo un ángel. Un caso raro que hoy brilla con más fuerza que nunca. Y lo cierto es que su canción <<Grace>> no hay quien se la quite de la cabeza en todo el día. Gloria bendita.


The Doors, solos ante la indiferencia

Por: | 07 de diciembre de 2008

Vale la pena detenerse hoy en un artículo de lo más interesante del gran Diego A. Manrique, que escribió hace un par de semanas en El País. Primero porque habla de una banda de referencia y de culto como The Doors. Segundo porque viene que ni pintado tras la pequeña polémica surgida en los comentarios de este blog a raíz de la entrevista que, precisamente, Manrique hizo a Lou Reed para El País Semanal.
Lou Reed decía que Jim Morrison era un gilipollas y calificaba a The Doors como basura pretenciosa. Juanma Replicante, uno de los lectores, no se casaba con Lou Reed. En fin, la sección "Parada para repostar" toma aire con el texto prestado de Manrique.
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Algunos lo llamarán sobreexplotación pero otros estamos felices: siguen saliendo discos en directo de The Doors. Los Doors con Jim Morrison, urge precisar. Un cuarteto que solo duró cinco años (1966-1971) pero muy documentado en grabaciones. Eso explica que cada poco nos encontremos con un nuevo live de calidad sonora más o menos aceptable.
Los cínicos dirán que tal avalancha es redundante: reiteración de repertorio conocido, reproducido en piloto automático. Pero ésa es la mentalidad a la que nos tiene acostumbrados el frígido rock business contemporáneo: los Doors no funcionaban como una máquina de tocar éxitos. Por el contrario, sus actuaciones eran elásticas e imprevisibles. En su papel de chamán dionisiaco, Morrison gustaba de increpar a los agentes de policía presentes (no existía entonces el concepto de seguridad privada) y a sus propios fans. Si añadimos su imbécil hábito de embriagarse, ya tenemos los ingredientes para unos conciertos explosivos.
Para imaginar la tensión y el enfrentamiento resultantes, resulta indispensable el triple Live in Boston, turbulentos shows registrados en 1970. Pero el último lanzamiento, el doble Live at The Matrix 1967, es otra película. Corresponde a la pesadilla de cualquier músico: ofrecer un concierto y que (casi) nadie acuda.
Los Doors todavía no habían logrado su primer número 1 con Light my fire pero eran una banda en ascenso, con un elepé en el respetado sello Elektra que reventaba los esquemas del rock en sonido y temática. Sin embargo, se hallaban en San Francisco, territorio hostil. Ellos iban a la meca de los beats; ignoraban que la ciudad vivía intoxicada con los vapores del jipismo y no se sentía impresionada por las propuestas que llegaban de Los Ángeles, capital de la "cultura plástica".
Estaban contratados en el Avalon, típico ballroom de la época, donde se proyectaban gelatinosas imágenes sobre los grupos mientras la gente de las flores hacía que bailaba. Ya que estaban allí, se buscaron un par de bolos extra en un pequeño club, The Matrix, donde había mesas y el público podía sentarse. Era el local de Marty Balin, uno de los cantantes de The Jefferson Airplane, con lo que imaginaron que atraerían a los músicos de Frisco.
Para nada. Lo extraordinario de Live at The Matrix 1967 es escuchar a un grupo hoy legendario esforzándose ante una sala vacía. Apenas logran arrancar aplausos a un público que el baterista John Densmore calcula en "unas ocho personas". Así que podemos escuchar cómo sonaban los Doors antes del éxito, de la histeria, de los colocones.
Y lo que descubrimos es una banda de club. Músicos acostumbrados a tocar, entre su repertorio personal, éxitos bailables: Money, Gloria, Who do you love, Get out out of my life, woman. Chicos espabilados: siguiendo la pista de los Rolling Stones y demás conjuntos británicos, también intercalaban algunos blues lúbricos de Slim Harpo, Muddy Waters, Howlin' Wolf.
Aparte del repertorio de batalla, no eran el habitual grupo de rock de garaje. Instrumentalmente, se parecían más a un trío de jazz: órgano, batería, guitarra (no usaban bajo). Se les escapaban modismos de amable banda de restaurante: ecos de bossa nova, bastante de jazz, esa versión de Summertime, una sugerencia del Concierto de Aranjuez.
El punto subversivo se aprecia en Alabama song, pieza de Kurt Weill y Bertolt Brecht que cantaban las prostitutas en Mahagonny. En The Matrix, Jim Morrison ni siquiera cambiaba el sexo de la letra: "muéstrame el camino hacia el siguiente muchachito"
Demasiado turbio para el San Francisco feliz de 1967. Enfrentados a un local desierto, los Doors se explayaron a capricho: casi todo su debut y adelantos de la siguiente entrega. En un agujero de la calle Fillmore, pintaron la cara B del inminente Verano del amor: odio a los padres, alienación, soledad, sexo desesperado. Instantáneas de una California hosca que Raymond Chandler habría reconocido inmediatamente.
<<Alabama Song>>


Estaba en la redacción cuando en la mañana de ayer saltó la noticia del fallecimiento de Odetta. Me encargué del obituario, que fue publicado en ELPAÍS.com . Lo reproduzco tal y como lo escribí. Esta ruta norteamericana se detiene para el adiós de Odetta aunque su música seguirá igual de viva como siempre.
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Su música venía del más profundo sur estadounidense, en el que confluían las historias y sentimientos de las novelas de Booket T. Washington, Alex Haley, Alice Walker y William Faulkner. Su voz era un torrente de emociones, que alumbró el folk americano con una intensidad escalofriante y marcó a varias generaciones de cantautores como Bob Dylan, Joan Baez y Janis Joplin. Odetta, la mujer de pelo corto que cantaba de pie acompañada de su guitarra como desafiando al oyente, ha muerto a los 77 años de edad a causa de una dolencia cardiaca en el hospital Lenox Hill de Manhattan.
Nacida en Birgmingham, Alabama, Odetta ha sido una de las cantantes más importantes de la música de raíces norteamericana. Llegó al mundo en 1930, en plena Gran Depresión. Su padre murió cuando era una niña y desde entonces tuvo como único referente a su madre, que siempre hizo lo posible por sacarla adelante y decidió que vivir en Los Ángeles sería mejor que hacerlo en el sur.
Allí, Odetta estudió música clásica y teatro, pero la teoría no era lo suyo. Quería el contacto directo con la vida y encontró su propia voz escuchando las viejas grabaciones de folk donde desembocaban las tradiciones afroamericana y anglosajona. "El colegio me enseñó a contar y a poner palabras juntas para construir una frase. Pero lo que significa el espíritu humano, me lo enseñó la música folk", reconoció en una entrevista en la radio nacional en 2005.
Y, ciertamente, su música desprendía humanidad por los cuatro costados. Sus composiciones (<<Jack of Diamonds>>, <<Mule Skinner>>) eran un caudal de tormento y orgullo herido en una época de desesperanza y miseria y en un país marcado por la segregación. Eran "canciones de liberación", dijo una vez su autora. Eran cantos apasionados, marcados por la furia y la frustración, que pedían libertad y gritaban contra la discriminación que planeaba sobre las carreteras y los campos de Alabama, Misisipi y así hasta cualquier parte donde los negros eran humillados.
Rosa Parks, la costurera que encendió la mecha del movimiento por los derechos civiles de los negros al sentarse en diciembre de 1955 en los asientos de un autobús reservados por ley a los blancos, llegó a decir que lo que representaba su boicot estaba ya en "todas las canciones de Odetta". La cantante estuvo en la famosa marcha a Washington en 1963, acompañando a Martin Luther King Jr y pidiendo pacíficamente que no hubiese ciudadanos de segunda.
Por esos años, su reconocimiento era creciente. Las nuevas generaciones de cantautores tenían en Odetta todo un referente. Su música había tenido acogida en los cafés bohemios de San Francisco pero donde caló más hondo fue en Nueva York. Bardos como Dylan o Joan Baez, que rejuvenecían los sonidos tradicionales americanos, reconocían su influencia directa de la cantante de Alabama. En el documental de Martin Scorsese, No Direction Home, sobre los primeros años en la carrera de Dylan, el músico de Minnesota asegura que Odetta le impactó de tal manera que se obsesionó con su folk rugiente. Un tema como <<Water Boy>> sacaba con las dos manos la vitalidad a todos los compositores que estaban por venir y cambiar la historia de la música popular norteamericana.
En la última etapa de su carrera artística, Odetta disfrutó de aún más fama. EE UU sabía que era una de sus grandes artistas por su trascendencia más que por sus éxitos, que nunca llegaron como con casi todos los músicos de su generación. Bill Clinton reconoció a la cantante con la medalla nacional de mérito a las artes. Y, cómo no podía ser de otra forma, el presidente electo de EE UU, Barack Obama, había solicitado su presencia en el día de la toma de posesión. Odetta tenía previsto cantar para el primer presidente afroamericano en la historia de EE UU.
Ya será imposible. Como parece cada vez más inviable encontrar músicos de esta raza. Con la muerte de Odetta, se pone de manifiesto una triste realidad: cada vez quedan menos músicos de raíces, que representan un género en sí mismo. La música estadounidense despide a otra de esas figuras en auténtico peligro de extinción, como lo fueron Johnny Cash, John Lee Hooker o Bo Diddley, otros que se fueron no hace muchos años. Para hallar el canto roto de Odetta habría que retroceder medio siglo en el tiempo, o esperar un milagro.
Suena: <<Water Boy>>


El País

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