Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.
Sobre el autor
Fernando Navarro. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".
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Lugar de encuentro sobre actualidad musical y sonidos raíces de la música norteamericana. Otro punto de reunión y recomendaciones del blog de Fernando Navarro pero hecho con la colaboración de todos sus miembros.
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“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”
Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.
Fue, con diferencia, uno de los discos que más escuché durante meses. Me tuvo hechizado. Caí prendado a esa magnética voz, entre frágil y etérea, mientras se llevaba consigo algo de mí al sonido de esas teclas de piano. Son de esos discos que dejan polvo de estrellas a su paso. Hablo de I am a bird now, que Antony and The Johnsons publicaron en 2005. Ahora, Antony y su banda sacan The crying Light, uno de los lanzamientos más esperados de este año. El suplemento Babelia no ha dejado la oportunidad de llevar a su portada a este artista que se ha convertido una referencia de la música indie de autor. A Antony es casi imposible clasificarlo, como sucedía con la estupenda Nina Simone, que es la persona con la que a mi juicio tiene más línea directa. Por eso no es de extrañar que se titule Más allá de los géneros. El periodista Pablo Guimón entrevista a Antony con motivo de este disco. Con un arranque que ya nos dice bastante de lo extraordinario de nuestro protagonista: "Abundan en el mundo del arte las historias de profesores poco dotados para detectar los indicios de talento. En el caso de Antony Hegarty (Chichester, Reino Unido, 1971), el episodio se remonta a cuando cursaba segundo de primaria en una escuela de Holanda. Todavía hoy conserva el boletín de notas en cuyo apartado de Observaciones el profesor escribió la siguiente crueldad: "Si tan sólo el talento de Antony fuera equiparable a su entusiasmo...". El aludido recita la frase forzando la expresión solemne de una malvada madrastra de cuento infantil. Antony Hegarty era muy entusiasta, creía el profesor, pero no tenía ningún talento para la música". (Leer más)
En el formato digital de la entrevista en Babelia, se puede ver un vídeo de una de las canciones de su último disco. Se trata de <<Epilepsy is Dancing>>. Habrá que escuchar muy atentamente el álbum estos días. Será muy difícil superar una obra del calado emocional de I am a bird now, donde se recogían cortes de fuerza bruta como este <<Hope There's Someone>>.
La publicación de Wairpaint, uno de los buenos discos del año pasado, interrumpió siete años de sequía por parte de Black Crowes, una de las grandes bandas norteamericanas de los últimos 15 años. Fue una buena noticia, pero aún más es la que se confirmó ayer a primera hora. Hasta que se anuncien más nombres de aquí a mayo, The Black Crowes son por ahora el principal cabeza de cartel del festival Azkena Rock (Vitoria), que a juicio de esta ruta siempre ha sido el más interesante del panorama nacional. La banda de los hermanos Robinson tocará el próximo viernes 15 de mayo y lo hace tras ofrecer un disco de vuelta a las raíces, de corte clásico. Bien es sabido que Black Crowes tiene un directo potente por lo que imagino que habrá más de uno que se muerda las uñas esperando este concierto. Es normal. Son los autores de una triología rock de órdago: Shake Your Money Maker, The Southern Harmony and Musical Companion y Armorica. Vale, no están Marc Ford y Eddie Harsch, pero los Robinson tienen a Luther Dicikinson y Adam McDougall. Y Black Crowes siguen siendo grandes. <<Wounded Bird>>
Recuerdo estar en Nueva Jersey, precisamente, en Nueva Jersey hace cuatro años cuando Springsteen fue entrevistado en la televisión estadounidense en horario de prime time para anunciar la gira Vote for change (Voto por el cambio). Un Springsteen nervioso, fuera de sitio, que daba el paso más arriesgado de su cuidada carrera comercial al posicionarse en un país que se sentía en guerra (tal como cantó más tarde Neil Young). Las heridas del 11-S no habían cicatrizado y Michael Moore ridiculizaba tanto a Bush que estaba consiguiendo el efecto contrario a lo que se proponía: dejar al causante de todo como una víctima. Fue gracioso. Al día siguiente de la entrevista, la gente llamaba a las emisoras de radio ofreciendo toda la discografía del músico hereje, o aseguraban que desde que Bruce dejó de ser patriótico habían decidido quemar todos sus álbumes. En la televisión salió una mujer por completo sorprendida: ¿cómo era posible que el músico que escribió Born in the USA y The Rising tras el 11-S fuera ahora tan traidor? Una congresista republicana financió un anuncio para las cadenas de televisión en el que pedía boicot a Springsteen. No acudir a sus conciertos, no comprar sus discos… Siempre he pensado que en lo referente a Springsteen mucha gente nunca se ha parado a escuchar sus canciones. Más bien, al músico tal vez más mediático del mundo, le pesan más las imágenes preconcebidas y los clichés que lo que ofrece en sus composiciones. Bien, desde hace unos años Springsteen no sólo habla en sus canciones. Ahora, de alguna manera, simboliza el cambio que se ha producido en EE UU al ser el artista más importante que ha apoyado a Barack Obama. Guste más, guste menos, es así. En un artículo para El País, titulado Springsteen, bardo del yes we can, escrito por servidor, parto de esta asociación para hablar del nuevo disco, Working on a dream (Sony-BMG), que sale a la venta hoy en España. Al margen de su transcendental vínculo con el nuevo presidente de EE UU, creo que lo más destacable del álbum en lo musical es su manera de abrazar el pop. Es un paso, por lo menos, sorprendente e ilustrativo del Springsteen de nuestros días (hay una interesante entrevista en Rolling Stone de este mes al respecto). Con este nuevo disco, el cantante de Nueva Jersey constata dos peculiaridades de su obra actual: es más apresurada y está enfocada hacia estilos distintos a los que le han caracterizado. Como si se hubiese quedado con ganas tras Magic, no se lo ha pensado dos veces para lanzarse de lleno a las cálidas (y peligrosas) aguas de la instrumentación. Hay canciones insípidas como <<Life Itself>>, que bien podría haberse guardado en un cajón con llave y candado, y experimentos sin acierto para el conjunto como el blues rock <<Good Eye>>. Son ejemplos de que el trabajo es irregular y formado por descartes. La fibra se encuentra en las interesantes incursiones al pop orquestal. En esa línea, da la sensación de ser un trabajo ligero, casi de frecuencia modulada, pero esconde fantasías entre lo mundano y lo onírico. <<Surprise, surprise>>, <<This Life>>, <<Queen of Supermarket>> o <<Kingdom of days>> muestran ecos a Beach Boys, Roy Orbison, The Byrds o los músicos de sesión de Wrecking Crew de Los Ángeles, ese plantel extraordinario que produjo algunas de las joyas pop de los 60 y al que recurrió Brian Wilson para dar forma a sus alegorías instrumentales. A veces, suena como excesivo pero parece inocente y propio de un músico que juega a la carrera, como si le faltase tiempo, que tiene un extraño síndrome de Peter Pan con el pop nostálgico. Y, especialmente, que hace lo contrario de lo se espera de él. Alejado de su época clásica de los setenta y principios de los ochenta, de sus obras maestras, seguramente, cuando los anales de la historia de la música popular recuerden a Bruce Springsteen, reseñarán discos tan apasionantes, ambiciosos y rebosantes de historias como The Wild, The Innocent and The E Street Shuffle, Born To Run y The River. No habrá motivo para corregirlo, pero para que la información ilustre al artista en su totalidad habrá que añadir un apartado destacado en su posicionamiento político y su acercamiento al pop cuando ya rozaba los sesenta años. Y sorprendió a más de uno. <<Surprise, surprise>>
Sobre RocknRolla, dice mi buen amigo Álvaro Pérez en su interesante blog de cine para ELPAíS.com: “Se ha estrenado la esperada película de Guy Ritchie,RockNRolla, la vuelta de este director, vapuleado hasta la saciedad por Barridos por la marea y enaltecido hasta el séptimo cielo por Lock & Stock y Snacht, cerdos y diamantes… ah bueno, sí, y por ser el ex de Madonna… En RockNRolla de nuevo aparece la mafia, millones en juego y el mundo delincuente londinense intentando pillar tajada”. Un pequeño esbozo de una película que espero ver pronto como algunas de las que recomienda en su buena lista de las 10 películas inglesas imprescindibles sobre mafias, delincuentes, etc. Si bien no la he visto, al menos, si tengo su banda sonora que me recomendaron con antelación. RocknRolla: Original Film Soundtrack (Universal) es un buen disco de grandes temas que se empalman con diálogos de la cinta. Conozco a más de una persona que es amante de las bandas sonoras y no se debería dejar escapar ésta. En este recopilatorio se citan los imprescindibles The Clash, War, Kim Fowley, Lou Reed, The Hives, o la brutal Wanda Jackson, por la que esta ruta pasará con más tiempo y detalle. El listado de temas es el siguiente, sin contar los diálogos:
I'm a Man – Black Strobe Have Love Will Travel – The Sonics Bankrobber – The Clash The Trip – Kim Fowley Ruskies – Steve Isles Outlaw – War Waiting For A Train – Flash And The Pan Rock & Roll Queen – The Subways The Gun – Lou Reed The Stomp – The Hives We Had Love – The Scientists Mirror In The Bathroom – The Beat Funnel Of Love – Wanda Jackson Such A Fool – 22-20s Dopilsya – EX SEKTOR GAZA Negra Leono – Miguelito Valdes Y como hoy es viernes no se me ocurre nada mejor que pinchar el tema de The Sonics, esa genuina banda del garage estadounidense.
"Parada para repostar" tiene el placer de detenerse en un reportaje sobre una de las figuras más escondidas de la fascinante escena musical de Nueva Jersey y que nos trae José L. Fernández, redactor de 25 años de la revista Popular 1. Es fantástico comprobar que la gente joven de este país bucea en la música con pasión para luego, encima, exponer sus conocimientos con tal lúcidez. Hay futuro, sin duda. El artista y la escena de la que escribe José L. Fernández me llegan mucho y creo que el siguiente texto conviene leerlo tranquilamente, con un buen café o lo que sea, porque es altamente disfrutable. Gracias a su autor por hacer este maravilloso regalo a La Ruta Norteamericana. ------------------------------------------- Algunos artistas parecen condenados a figurar como simples notas a pie de página en la historia de la música, y ese es el lugar que ocupan, a día de hoy, el incansable Southside Johnny y sus Asbury Jukes. Siempre a la sombra de Bruce Springsteen, sus trayectorias correrán paralelas hasta mediados de los 70, y juntos definirán un sonido único. Ese Rock nocturno y evocador, de inequívoco acento soul, que acabará conociéndose como Jersey Shore Sound, y dando lugar a la escena de Asbury Park. Una auténtica revolución sonora que se gestó en la deprimida New Jersey de finales de los 60, tan ajena a modas musicales como hostil a cualquier tipo de manifestación artística basada en el individualismo. Tan cerca y a la vez tan lejos de la gran urbe neoyorkina y su cielo estrellado de neón. Una pesadilla suburbana, tocada por un paisaje de chimeneas, casas prefabricadas e industria pesada, al abrigo de la cual se desarrollaban unas vidas tan grises como la polución que impregnaba el aire. Un lugar del que huir, antes de engrosar la abultada lista de derrotados por el reverso tenebroso del sueño americano. Por ello no es de extrañar que los vibrantes ritmos del soul y el primigenio rhythm and blues calasen hondo entre la juventud local, mayoritariamente proletaria y de origen italoamericano. Entre ellos, nuestro protagonista, que pronto cambiaría su nombre real, John Lyon, por el de Southside Johnny, para iniciar una efimera carrera como armonicista de blues en varias de las diversas bandas locales. Allí entablaría amistad con un jovencísimo Bruce Springsteen, por entonces una promesa en ciernes, y con el tercero de los héroes de Asbury Park: Steven Van Zandt, más conocido como Little Steven, en aquel momento un asilvestrado guitarrista de rhythm & blues, hoy en día mano derecha de Springsteen y parte irreemplazable en la E Street Band, así como estrella televisiva gracias a su papel en la serie Los Soprano. Eran tres musicos muy diferentes: Southside Johnny pretendía destacar como bluesman, Little Steven venía del garage y se veía a sí mismo como un rockero, y Springsteen pronto se revelaría como uno de los mejores songwriters de su época. Sin embargo, les unía su pasión por el soul clásico que dominaba la radio musical en aquellos días. Sus caminos se separarían en el futuro, pero seguiría existiendo un vínculo muy especial entre ellos, que permanece intacto a día de hoy. La influencia que tuvo el soul en aquella generación de músicos va más allá de lo anecdótico. Y es que quizá aquellos jóvenes no compartiesen el origen de los artistas negros a los que idolatraban, pero no era necesario haber crecido en el ghetto para sentir como propias las historias que éstos relataban: la dureza de la vida cotidiana y la marginalidad, quizá no motivada por diferencias raciales, pero común a una esclavitud que ya no necesitaba de cadenas. La de los salarios miserables, el alto desempleo y la falta de esperanza. Donde el futuro es una cadena de montaje; el bar de la esquina; el lento discurrir del tiempo tras el mostrador del negocio familiar. Allí estaba el poder redentor de la música, listo para emerger como última tabla de salvación para aquellos que se resistían a aceptar unas cartas marcadas de antemano. Springsteen se lanzaría en solitario y firmaría con CBS, y Southside Johnny se pondría al frente de su propia banda de soul, los Asbury Jukes. Un caótico conglomerado de los músicos más salvajes de aquella escena, en la que destacaba, además de su feroz sección de viento, la fuerza escénica de nuestro protagonista, quien, lejos de los manierismos de tantas estrellas rockeras de la época, pretendía recoger el testigo de los grandes soulmen del pasado. Su música no era en absoluto sofisticada, ni sus canciones pretendían retratar a una generación. Pero tenía el músculo intrumental, la efervescencia volcánica y la urgencia de ese gospel pagano llamado soul. Noches que ardían a ritmo de <<Knock on wood>>, <<Long tall Sally>>, <<In the midnight hour>> o los viejos jingles de las Shangri-Las, jukebox imaginario de una era de inocencia y romanticismo perdida en el tiempo. Cantos de sirena capaces de hacer perder la cabeza a tantos neoyorquinos que cruzaban el Hudson buscando una cura para la impostura, la afectación arty y vulgaridad disfrazada de nihilismo, reconciliándose con una forma de entender la música que parecía olvidada. Cuando el Boss se ganó su apodo publicando Born to run, la industria puso sus ojos en Asbury Park, y los Jukes tuvieron su oportunidad. Para la historia quedan esos I don’t want to go home y This time it’s for real, aparecidos en 1976 y 1977 respectivamente, y en los que Bruce y Little Steven se involucraron a fondo a pesar de ser ya estrellas consagradas. Hay aquí temas inéditos de Springsteen cedidos a su viejo amigo, como <<The fever>> o <<Love on the wrong side of town>>, así como fantásticas composiciones de Van Zandt y versiones de viejos hits <oul. El tercero, <<Hearts of stone>>, supuso un paso adelante al basarse en material propio, y es sin duda su álbum más sólido. Pero los Jukes siempre fueron una banda de directo, y nada como el doble <<Reach up and touch the sky>>, para iniciarse en su sonido. Con la llegada de los 80, su estela se iría apagando lentamente, mientras decisiones erróneas y producciones mediocres desvirtuaban la esencia de su música. A principios de los 90, se produjo la esperada reunión de los tres reyes de New Jersey, tras más de diez años sin tocar juntos, y el álbum <<Better days>> contó con Springsteen y Steven Van Zandt como miembros honorarios de la banda. En mi trayectoria como periodista musical he tenido la ocasión de entrevistar tanto a Little Steven como al propio Southside Johnny, y ambos recordaban ese reencuentro como uno de los momentos más emocionantes de sus respectivas carreras. Southside Johnny & Asbury Jukes con Bruce Springsteen. <<The Fever>>
Texto: José L. Fernández, redactor de Popular 1, un gran aficionado al soul y al rock norteamericano, que ha entrevistado a grandes de la música negra como Solomon Burke, Mavis Staples, Sam Moore o Koko Taylor.
Estas pasadas navidades disfruté bastante de la lectura de Memorias de un Rolling Stone (Global Rhythm), la autobiografía de Ron Wood, guitarrista de The Rolling Stones, ex Faces, ex New Barbarians. Un libro de lectura rápida, recomendable, ameno y con buenas anécdotas sobre la vida en primera persona de este fantástico guitarrista. Y, sobre todo, un libro que hace honor a la leyenda rolling stone y que, para los amantes del espíritu libertino, puede llegar a producir auténtica envidia. Aquello era vino y lo demás es calimocho. Ron Wood no se lo ha pasado mal. En su primera experiencia americana con los Faces, la primera de las buenas píldoras sexuales junto con su amigo del alma Rod Stewart. "La única compensación aparte de la económica era que cada vez resultaba más divertido estar con Rod. Compartíamos habitación, y a los dos nos preocupaba lo que uno pudiera ver lo que estaba haciendo el otro cuando llevábamos a alguna chica al cuarto, lo cual sucedía a menudo. En cuanto llegábamos a un hotel, construíamos una partición entre nuestras camas apilando montañas de sillas, cojines y cualquier cosa que encontráramos en la habitación, a fin de cada uno encontrara algo de privacidad. Aquello funcionaba bastante bien, pero pronto decidimos que la cosa resultaría mucho más divertida si sufríamos algunos accidentes exactamente a la vez. Así que, de forma deliberada, nos estampábamos contra la partición y la derrumbábamos” "Uno de nuestro juegos favoritos era <<operaciones con Wood y Stewart>>, interpretado por el doctor Wood, el doctor Stewart y cualquier groupie complaciente que subiera a nuestra habitación. Rod y yo nos vestíamos como médicos, con batas blancas y hasta estetoscopios, y les decíamos a nuestras pacientes que necesitábamos llevar a cabo algunas exploraciones médicas y que tal vez incluso que operar. Algunas nos miraban horrorizadas y salían disparadas por la puerta. Pero otras eran más lanzadas, pensaban que aquello podría ser divertido y nos seguían el juego encantadas. Principalmente hacíamos de ginecólogos”
Y su intercambio de esposas con George Harrison. Fomentando las buenas relaciones entre los Beatles y los Stones… “Una noche en Friar Park, la casa que George tenía en Henley, lo llevé aparte y le dije muy seriamente que, cuando fuera hora de acostarse, iría a la habitación de Pattie. Sin inmutarse, George señaló el cuarto en el que nos alojábamos Krissie y yo, y me dijo: <<Yo dormiré ahí>>. Cuando llegó la hora, los dos nos encontramos plantados, con las manos en el pomo, delante de la puerta del dormitorio del otro. <<¿Vamos a hacerlo?>>, le pregunté. <<Nos vemos en el Tribunal>>, me contestó George, y acto seguido entramos”. Quién no ha querido ser alguna vez un Rolling Stone, si además luego te dedicas a esto, aún con toda la parafernalia que uno pueda arrastrar:
Este Sugar Mountain Live at Canterbury es un disco distinto a los otros dos bootlegs sacados por Neil Young hasta ahora. Es al menos de una digestión diferente a los Massey Hall y Filmore East. Debido a sus parrafadas sobre coches y trabajos en librerías entre canción y canción, a su crudo estilo acústico, al formato íntimo hasta el detalle, el último documento sonoro de Neil Young puede ser de más costosa digestión para todo aquel que no se acerque a la obra del canadiense con devoción. Aún así, es un disco clave en la historia personal de Young. Es 1968 y acaba de terminarse la etapa de Buffalo Springfield. El jovencísimo músico va a iniciar carrera en solitario y este disco captura una de sus actuaciones antes de salir su primer álbum, Neil Young. Se ve a un cantante inquieto, que busca cierta reivindicación personal y que tira de ese legado buffalo de cosecha propia. Y el toque lento del repertorio no quita ápice a esa radiación de inocencia. Pero Neil Young no entiende de nostalgias. Y así lo ha demostrado toda su carrera. Y ahora, ya abuelo en esto del rock, parece más convencido de seguir en esa fascinante línea. Con las pilas cargadas, presenta en Internet su nueva composición. <<Fork in the Road>>.
"Estoy tomando un gran chocolate con churros en San Gines, Madrid. De lo mejor que he tomado en mi vida. Os adoro...”
Puedo dar fe que ese chocolate con churros entra de maravilla en un día de frío como el que ayer se vivió en Madrid, pero quien dice estas palabras es Joey Burns, voz y guitarra de Calexico. El bueno de Alfonso Cardenal, compañero de redacción, se llevó ayer a los Calexico a San Ginés, la famosa chocolatería madrileña de Sol, para hacerles una entrevista digital para ELPAÍS.com. Tal y como yo lo veo, así se hacen las cosas. Puestos a hacer una entrevista con los lectores, qué mejor que hacerlo de esa manera. Supongo que Burns disfrutó como un chaval y se chupó los dedos. Aprovecho para recomendar el interesantísimo blog musical Leyendas y Promesas de Cardenal, que en La Ruta Norteamericana nos regaló un texto sobre John Lee Hooker. Forma parte de La Comunidad de ELPAíS.com y está formado por interesantes secciones, como la de los nombres ilustres de la historia, mi preferida. Volviendo a Calexico, pena que el cierre de Rolling Stone me impidió asistir al concierto de una de las bandas más interesantes de los últimos años en la ruta norteamericana. Ya se habló por estos lares de su último disco, por lo que aprovecho para reivindicar otro a raíz de la respuesta que dio ayer a la siguiente pregunta de un lector: ¿En qué medida ha influido en su música la pasada gira por Estados Unidos con su grupo Wilco? “Me encantó girar con Wilco, son increíbles, me encantan. Me han influenciado de muchas maneras, sus cambios de canciones tranquilas a otras más locas. La influencia llego en Garden Ruin sobre todo. El enfoque más centrado, menos amplio en lo que queríamos hacer…”
Me parece interesante la respuesta. Bueno, reivindico Garden Ruin como un muy buen disco. Diferente a su línea habitual, más pop, que también saca una faceta jugosa de esta banda. De hecho, el corte que abre el álbum, <<Cruel>>, me parece una de sus mejores piezas. Calexico sin tanta arena del desierto pero con la misma carretera por delante.
Cometí un grave error con The Fleet Foxes. Mi compañero de Rolling Stone, Manu Piñón, siempre está a la última y me pasó hace meses su disco. Lo pinché la primera vez mientras me duchaba. Quedé indiferente. Más bien no presté atención. Se puede ser muy estúpido a la hora de seleccionar un disco para determinada escucha, y hay discos que nunca merecerán ser oídos por vez primera en un baño. Casi los sentencio bobamente. Suerte que poco a poco uno va conociendo este negociado de escuchar discos diariamente y, más aún, uno va conociéndose a sí mismo algo más. A las dos o tres semanas, volví a recuperar el disco de Fleet Foxes y la cosa cambió. De la indiferencia pasé al entusiasmo. Mi cuerpo casi levita de la emoción. Hoy The Fleet Foxes y su disco representan para mí la gran revelación de este curso y uno de los grandes descubrimientos de los últimos años. No me canso de escuchar ese folk coral de tintes legendarios. De hecho, para prepararme la entrevista con la banda me sumergí tanto en su música que pensaba que me trasladaba por momentos a los paisajes lejanos de Seattle. Es maravilloso el poder evocador de la buena música. Para quien le interese, doy testimonio del reportaje que el suplemento Babelia publicó el pasado sábado sobre la banda, pero que por su larga extensión no lo reproduzco en esta ruta. Se titula la Armonía perfecta y lleva mi firma. Gracias a las posibilidades que da Internet, en este reportaje en su versión digital se pueden escuchar dos canciones de la banda. Una de ellas es la magnífica <<White Winter Hymnal>>. Yo sólo os dejo con el videoclip y, a quienes no conozcan a The Fleet Foxes, os animo a haceros con su disco de título homónimo (Sub Pop/Nuevos Medios) y adentraros en su absorbente folk.
No sé cuál es la razón que me ha llevado a entrar en esta ruta a estas horas de la noche de un viernes. Alguna extraña razón habrá. Desde mi ventana se ve la calle aún nevada, pese a la oscuridad, estoy solo y saboreo un agradecido vaso de whisky con tres hielos. Hace media hora que escucho música seleccionada con sumo cuidado. Joder, hay una frase por ahí de Springsteen que decía que hay que alegrarse al menos de estar vivos. El rock'n'roll siempre nos lo recuerda. Gracias por estar ahí. Supongo, compañero de esta ruta, que a ti la música también puede salvarte a veces la vida, o al menos determinados momentos de ella. Vivela. <<The Weight>>, The Band.