Con la llegada de los sesenta, Frank Sinatra y Estados Unidos cambiaron. La espectacular irrupción de la música pop y la conocida British Invasion (Invasión Británica), liderada por los Beatles, trajeron nuevos aires que hacían tambalear esa imagen exquisita y adorada del músico de Hoboken con su elegante sombrero de corte bebop. Pero Sinatra, consciente del poder de una música que aborrecía, también reivindicaba su propio sitio artístico y lo hacía tomando la batuta.
Este paso le convirtió en uno de los pioneros de la industria discográfica al poner en práctica el concepto de que el artista fuese dueño absoluto de sus cintas maestras. Ante el cambio de ciclo, Sinatra se implicó aún más en sus álbumes y elaboró todo un plan maestro, que conjugaba la esencia jam con un toque moderno, contando con la orquesta de Count Basie, el director musical Sonny Burke y el productor y amigo personal Quincy Jones.
El disco Sinatra: Nothing but the best (Warner Music) recoge 22 canciones de aquella etapa poco aplaudida por la crítica especializada pero que muestran a un cantante relajado, envuelto en unos arreglos swing, que a la postre dan algunas de las composiciones más celebradas por el público como <<Somethin’ Stupid>>, <<New York, New York>>, <<My Way>> o <<Strangers in the Night>>.
La magnitud de esta época Reprise también puede medirse con el libro Frank Sinatra, el álbum (Global Rhythm), un impresionante recorrido visual de la vida del músico y acompañado de testimonios familiares (Nancy Sinatra y Frank Jr. arrojan más luz sobre su padre), un disco con entrevistas y rarezas y 30 facsímiles extraíbles (desde un guión de radio hasta una carta enviada a Cary Grant), entre los que hay una copia de la etiqueta de It Might As Well Be Swing, fechada el 25 de junio de 1964 y que simboliza esa nueva etapa del cantante. Este álbum fue el segundo disco que Sinatra y Count Basie grabaron juntos y el primero en el que Quincy Jones hacía todos los arreglos. Contaba con el tema <<Fly Me To The Moon>>, que acompañó a Neil Amstrong en una misión espacial.
Dentro del capítulo dedicado a las sesiones de grabación, el libro recoge una partitura de <<My Way>>, composición francesa por la que Sinatra sentía aversión pero que terminó por identificar su carrera, y declaraciones de sus más estrechos colaboradores como su amigo Quincy Jones, Q como Sinatra le llamaba, que reivindica al hombre que, fascinado por la técnica de Tommy Dorsey o los fraseos de Lester Young, hizo de la voz humana un instrumento: “No era sólo cuestión de talento; también de educación y trabajo duro. Frank era un tipo de mundo, espabilado, legal y echado para adelante, un monstruo de la música con sus raíces en las grandes orquestas de jazz. En la época en que estaba empezando, Duke, Artie Shaw, Tommy Dorsey y Basie eran los Rolling Stones, U2 y los Beatles. Los instrumentos eran las estrellas… y Frankie pensaba y cantaba como un instrumento de viento”.
Hay 1 Comentarios
Sinatra siempre seguia la linea blanca, aparte de eso y sus rollos con la mafia, era un genio de las estrellas artísticas y lo de artista en toda su profundidad. Y el disco libro vale una pasta gansa. Pero que es eso para un coleccionista un problemilla, sin importancia.
Publicado por: Chema | 04/02/2009 19:56:09