Viaje a Memphis

Por: | 21 de febrero de 2009

La Ruta Norteamericana tiene el gustazo de viajar al corazón de la música. Pocas veces uno puede disfrutar de un recorrido tan apasionante y generoso como el que nos trae uno de los mejores periodistas musicales de este país, J.F. León, que por nada a cambio nos invita a subirnos a su coche y transitar la meca del rock. Las imágenes y el texto son del propio J.F. León, que hace de corresponsal. Aprovecho para recomendar su magnífico programa de radio en Onda Cero, Rock'n'Roll Animal. Pero antes suban y disfruten del paisaje.
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Si los musulmanes tienen la obligación de peregrinar al menos una vez en la vida a La Meca, los amantes del rock deberíamos hacer lo propio con Memphis, cuna de una buena parte de esos sonidos que nos mantienen jóvenes y que todavía consiguen que se nos ponga la carne de gallina de vez en cuando. Elvis catapultó el rock and roll a la fama desde allí; también en Memphis nació Aretha Franklyn y, en los estudios del sello Stax, Otis Redding grabó algunas de las mejores canciones de la historia del soul.
No importa que los hosteleros hayan convertido a Beale Street en una especie de Disneylandia del rock and roll y del blues, es imposible no sentir un cosquilleo en el estómago cuando avanzas por esa calle y va llegando a tus orejas la música que en ese mismo instante están interpretando decenas de bandas en cada uno de los locales que te rodean. Era imposible resistirse a la tentación y acabé entrando en el Rum Boogie Café, que está en la misma esquina de Beale con la 3rd St.
Una banda de veteranos músicos afroamericanos se dejaba la piel sobre un minúsculo escenario, rodeados de guitarras de celebridades que colgaban del techo. Mezclaban blues con soul, versiones de clásicos con otros temas mucho menos conocidos, bromeaban y reían mientras turistas del más diverso pelaje apuraban sus cervezas y observaban la pared tras la barra, cubierta por billetes de un dólar que los visitantes dejaban con la misma ilusión que el que lanza unas monedas a la Fontana de Trevi. Desgraciadamente llegué cuando el pase estaba acabando y había que esperar un buen rato hasta que volvieran a rasgar sus instrumentos. Pero no habían pasado ni dos minutos cuando en el local de al lado comenzó a atronar una banda de blues poderoso.
No lo dudé ni un solo instante y crucé la puerta que separaba ambos locales, no hacía falta ni salir a la calle. Allí estaba una de las mejores bandas de blues que había visto en mi vida, liderada por un guitarrista armado de una Telecaster y un cantante rechoncho con una garganta prodigiosa. ¿De dónde habían salido esos cuatro blancos que parecían poseídos por Howlin’ Wolf y Muddy Waters? Estaban bien curtidos y tocaban de memoria, sabían como ganarse al público para que fueran generosos a la hora de la propina, porque aseguraban que eso era lo único que iban a cobrar por tocar en ese bar cuyas paredes parecía que fueran a derrumbarse en cualquier momento. Les compré el compacto autoeditado que vendían y entonces supe que se llamaban Delta Highway y que ese colosal cantante se llamaba Brandon Santini. No sólo era un gran intérprete, además era el autor de todos los temas de su álbum, que por cierto, suena demasiado limpio y no es más que la sombra de lo que había presenciado esa noche mágica. Buceando en su MySpace he descubierto que su agenda está repleta de bolos y que están nominados en 2009 como “mejor nueva banda”, no me extraña.
Pasear por las calles de Memphis ya es una experiencia en sí misma y un auténtico gozo ir topándote con rincones, placas y estatuas que van narrando la historia del blues, rock’n’roll y soul y algunos de sus protagonistas, como Rufus Thomas, Memphis Slim o W.C. Handy, pero la verdadera peregrinación arranca avanzando por Beale St. hacia el río Mississippi: un poco más allá del B.B. King, en la acera izquierda encontrarás, un parquecito con una estatua de Elvis, fotografía obligada para inmortalizar tu paso por la ciudad.
Si tienes diez minutos más y no te importa pasear sigue por Beale y tuerce a la derecha en Main St., una calle muy bonita, con comercios, elegantes edificios, parques y un coqueto tranvía que la recorre de norte a sur. En Jefferson gira de nuevo hacia el río y seguro que podrás ver alguno de esos magníficos barcos que llevan un par de siglos recorriendo el cauce del Mississippi. Justo debajo de ese puente (recorrido por una especie de funicular) que te lleva a la Mud Island hay una oficina turística con otras dos soberbias estatuas de B.B. King y Elvis. Y si tienes hambre remata la faena bien cerca, con una hamburguesa de Huey’s (77 South Second St.), que autoproclaman como la mejor de la ciudad y probablemente estén en lo cierto.
Evidentemente, en Memphis hay una serie de visitas obligadas para cualquier fan del rock que se precie: Sun Records, Stax y Graceland, eso como mínimo. Con respecto a otras ciudades, el problema de Memphis es que el coche es prácticamente imprescindible si quieres moverte más allá del downtown, y te aseguro que Graceland está muy muy lejos. En el número 3717 del Elvis Presley Boulevard (¡cómo no!) luce majestuosa la mansión que El Rey compró mientras todavía estaba ascendiendo a la cima. Está rodeada de hoteles temáticos, ciertamente horteras pero entrañables, y de un complejo comercial que incluye una decena de tiendas, restaurantes, salas anexas de exposiciones y el “oficial” Heartbreak Hotel.
Sé previsor, porque la Elvis experience necesita de una mañana completa. Lo ideal es entrar a primera hora y así evitar colas insufribles antes de entrar en la que fue su morada y de la que sólo te dejan recorrer los lugares comunes en una encorsetada, aunque imprescindible, visita. No compres el billete más barato, por sólo unos pocos dólares más podrás ver varias exposiciones adicionales con sus coches, trajes y hasta entrar en sus dos aviones. Además te aseguro que prolongarás la visita vaciando la billetera en la compra de cualquier objeto que puedas imaginar relacionado con él. Entenderás porqué es el cadáver más rentable.

También obligada es la visita a Sun Records, ubicado en un entrañable edificio mucho más céntrico (706 Union Ave.). Es un museo mucho más modesto (¡y barato!) y no se necesita más de un par de horas, porque apenas hay colas, la visita (guiada y muy didáctica para los no iniciados) al estudio es rápida y las fotos de los alrededores tampoco requieren demasiado tiempo. Pero te aseguro que la sensación que tienes al penetrar en la cuna del rock and roll es indescriptible y no puedes evitar imaginarte a Elvis cruzando el umbral de esa puerta o cantando junto a Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y Johnny Cash en esa informal reunión que se llamó del “millón de dólares”.
Para muchos no menos importante fue el papel de Stax en el mundo de la música, un sello discográfico pionero que fue clave a la hora de derribar esas barreras raciales que todavía imponían autoridades y sociedad en los sesenta y que permitió que vieran la luz las canciones de artistas tan importantes como Isaac Hayes, Sam & Dave, Booker T. & The MGs, Carla & Rufus Thomas y, por supuesto, Otis Redding. El teatro en el que se ubicó el sello (926 E. McLemore Ave.) fue fielmente reconstruido y ahora alberga un museo que explica el nacimiento del soul y repasa a conciencia la carrera de la discográfica y todos sus artistas, así como de otros titanes del soul: Aretha Franklyn, Ike & Tina Turner, Sam Cooke, James Brown, Ray Charles… Además puedes encontrar un mapa que ubica donde nacieron y/o vivieron la mayoría de esos artistas. Imprescindible y emocionante, te lo aseguro.
Si se dispone de algo más de tiempo también es recomendable la visita al impresionante Museo de los Derechos Civiles, a cinco minutos del centro y levantado donde se ubicaba el Lorraine Hotel (450 Mulberry St.), habitual centro de reunión para los músicos de la Stax y lugar donde Martin Luther King fue trágicamente asesinado. Su visita es un escalofriante recorrido por la historia de la esclavitud y posterior liberación de la comunidad afroamericana. Incluye la reconstrucción al detalle del asesinato del reverendo y las pruebas de que en esa conspiración pudo haber mucha gente importante implicada.
Otros puntos de posible interés son el FedEx Forum (donde juegan los Memphis Grizzlies de Marc Gasol), la factoría de guitarras Gibson y el Rock’n’Soul Museum, situados todos en el cruce de la South 3rd St. y Linden Ave, en el mismo downtown.
¿Nos veremos pronto en Nashville?
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Texto: J.F. León, colaborador de Carlos Herrera en Herrera en la Onda (Onda Cero), el blog del mismo. Es el autor del programa de radio en la web de Onda Cero: Rock’n’Roll Animal. También colaborador habitual de Ruta 66.
Y la música del viaje podría ser perfectamente la siguiente:


Hay 10 Comentarios

A mi la música que más me pega para ese viaje podría ser una de Neil Young con Willie Nelson... Four strong winds...increible...

Este es uno de esos viajes que tengo pendiente desde hace muchísimo tiempo. Todavía no he conseguido realizarlo. Ojalá que lo haga pronto

Yo estuve hace dos años. Y es como lo contais.....bueno mejor!!! Lo cierto es que a pesar de no ser muy mitomano lo disfrute de una manera especial y ya estoy pensando en volver. Os habeis olvidado del muy recomendable Museum of RocknSoul, o lo que es lo mismo una mezcla de la historia de la Sun , la Stax y otros sellos menores de Memphis con grandisimo material expuesto. Y la fabrica Gibson que en su visita guiada ofrece el fantastico proceso de creación de esas joyas.

Memphis es una ciudad muy bonita, quizá no tenga un skyline espectacular, pero tiene mucho encanto y tiendas de discos muy apañadas. Yo tampoco pude ver el museo de Stax, ya tengo un motivo para volver.

Joder que casualidad, hace poco hablaba yo aquí de JF León y ahora aquí está escribiendo de Memphis. No veas los viajes que se mete el tio, que envidia. A ver si otro dia cuenta su viaje a Nashville que yo le he oido contar cosas en la radio y vuelvo a recomendar su programa Rock And Roll Animal

¡JF es grande (en todos los sentidos)! Tuve la suerte de hacer este viaje hace años (todavía no existía el Museo Stax), pero ahora lo he revivido gracias a su artículo. Gracias también a ti, Fernando, por el estupendo blog.

Joder, este tipo ha relatado la ilusión de toda mi vida, ir a Memphis.No se si reír o deprimirme por no haberlo logrado aun, pero el articulo es una pasada.

Definitivamente es un lugar al que hay que visitar![8D]

Qué envidia, qué envidia. Eso sí que es una ciudad de 12 compases.

Muy bueno.Ya estoy ahorrando.[8D]

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. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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