La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

El sosiego de Andrew Bird

Por: | 27 de mayo de 2009

Cálida estampa de un verde prado que invita a relajarse. El sosiego que desprende la imagen de portada es el mismo que se recoge en el conjunto de canciones que forman el último disco de Andrew Bird, Noble Beast (Bella Union / Nuevos Medios)
Recupero parte del interesante perfil que la semana pasada se publicaba en las páginas de El País a cargo de Iñigo López Palacios. Con el sobrenombre de El hombre orquesta, Iñigo ilustra a un tipo que lleva todo el año en la carretera, sin parar, de concierto en concierto. Ahora pasa por España y cierra gira en el Primavera Sound. Es curioso, estuvo a punto de dejarlo:
"El 11 de julio cumplirá 36 años y desde 1998 ha editado ocho discos de estudio. El último, Noble beast, se colocó en la semana de su publicación, el pasado enero, en el puesto número 12 de la lista de ventas estadounidense. Una hazaña para un tipo que en 2002, se planteó dejarlo después de tres discos con banda que no habían conseguido apenas repercusión. "Me aislé en el campo seis meses. Mucho tiempo para pensar y probar cosas. No me sentía preparado para tocar solo, pero tuve que hacerlo un día porque mi grupo no podía venir. Tengo grabada esa noche. Fue uno de mis mejores conciertos". (Leer más sobre Las capas del hombre orquesta en El País)
Precisamente su último y recomendable trabajo es a mi juicio una obra que se desliza por reminiscencias pop de cuidados arreglos al puro estilo Burt Bacharach. Sin el toque preciosista y el instinto del maestro, alcanza por lo menos una conseguida atmósfera de regocijo que recurre tanto a las cuerdas del violín como a los silbidos. Se recrea en ellos con la tranquilidad que dan sus diez años de carrera y trabajos tan destacados como Armchair Apocrypha.
También han sido años de virtuosismo, del que por momentos abusa al componer con tanta delicadeza que parece que va a romperse. Pese a todo, repleto de ecos a Jeff Buckley y con una voz que crece en un continuo viaje introspectivo. Andrew Bird disfruta y hace disfrutar a fin de cuentas.


Muere Jay Bennett, el punto de inflexión de Wilco

Por: | 25 de mayo de 2009

Me entero por mi compañero de Ruta 66, Esteban Hernández, que Jay Bennet, ex miembro de Wilco, ha fallecido por causas todavía desconocidas. Bennet había vuelto a ser noticia recientemente por demandar a Jeff Tweddy al que pedía su parte de royalties en el documental de la banda I Am Trying to Break Your Heart. Algunos veían esta demanda como un intento de recaudar dinero por parte de Bennet ante la importante operación de cadera a la que tenía que ser sometido y que no podía hacer frente al carecer de seguro médico.
Por desgracia, con razón o sin ella, ya poco puede reclamar nada Bennet, que perteneció a Wilco hasta 2001 y se fue por diferencias irreconciliables con Tweddy tras la publicación del oscuro y brillante al mismo tiempo Yankee Hotel Foxtrot.
Como cualquier afición, uno de esos debates que deja la música es si los Wilco de los primeros discos, más rockeros, eran o son mejores que los Wilco más experimentales, que dieron su salto a atmósferas diferentes, precisamente, con Yankee Hotel Foxtrot, calificado por parte de la crítica como obra maestra. Conozco tanta gente que no le gusta nada los Wilco más experimentales, que saltaron del público más propio del sonido americana a ser admirados y reconocidos por los oídos indie, como gente que solo ven en Wilco un grupo superior al resto de la escena cuando se adentran en su particular mundo sonoro al que dieron rienda suelta en Yankee Hotel Foxtrot.
Bennet tuvo mucha parte de culpa en ese camino que tomó Wilco ya antes del Yankee. Era el representante de la vertiente más alternativa de Wilco. De hecho, alguna vez reconoció que, a diferencia de Tweedy, él no tenía tanto apego por los sonidos tradicionales por los que se identificaba a la banda. Si hay que reconocerle algo a Bennet es que hizo del estudio un instrumento en sí mismo para Wilco. A mí, particularmente, la labor de Bennet me pareció el punto de inflexión que hizo evolucionar a Wilco. Les aportó personalidad.
Tanto en el estudio como sobre el escenario, él y Tweddy hicieron una gran pareja. De alguna manera, Bennet era visto como una especie de músico chiflado, recorriendo los surcos sonoros del órgano a las guitarras. Y cuando se ponían en ese punto me gustaban tanto como cuando se ponían en ese rock que a veces podía hasta pasar por trallazos de power pop.
Con Wilco nunca he sabido elegir entre papá y mamá, entre lo tradicional y lo experimental. Tampoco creo que sea necesario. A mí el AM me parece un discazo, ya no digo el doble Being There. Solo de pensar en él uno se emociona. Si me casa se incendia, salgo corriendo a por él, seguro. Que vaya con los clásicos. Pero es que con el famoso Yankee servidor vivió algunos de sus mejores momentos musicales hace unos años. Debió pillarme en un tiempo en el que necesitaba mirar muy dentro de mí y perderme en mis laberintos. Qué disco, entre la soledad, la paranoia y el deseo. Algo parecido sucedió con A Ghost is Born. Y lo mejor es que, puestos a elegir, al final mi preferido de Wilco es el Summerteeth. Serán cosas personales, que al fin y al cabo es de lo que trata la música. Esa luna, la de la portada, uno la tocó en sueños escuchando de principio a fin el Summerteeth. Muchas noches seguidas. Y el órgano de Bennett te arrastra con todo su caudal.
Justo ahora se inicia nueva gira de Wilco, una banda que se ha consolidado en España y con una reputación a prueba de bombas. Una banda que ahora también sacarán nuevo disco, Wilco (The song). Esta va por Jay Bennet.


El paisaje inquieto y apasionado de Dan Auerbach

Por: | 21 de mayo de 2009

Hoy "Parada para repostar" cuenta con una firma reputada, con solera, como la de Roger Estrada, redactor de Ruta 66 que nos tiene acostumbrados a descubrir rock'n'roll en todas partes del mundo. El pasado fin de semana estuvo pinchando en el Azkena Rock de Vitoria pero hoy nos detenemos en la entrevista que hizo para la revista al interesantísimo Dan Auerbach , miembro de The Black Keys que ahora ha sacado en solitario el contundente Keep It Hid (Nonesuch / Nuevos Medios). Dediquen unos minutos a conocer en la entrevista íntegra quién es Dan Auerbach de la mano del gran Roger Estrada.


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Aunque por su música y su aspecto parezca alguien que el presente haya absorbido del medio oeste yanqui de principios de los setenta, Dan Auerbach no tiene una visión anacrónica del tiempo que le ha tocado vivir. “Es genial que los chavales que juegan al Grand Theft Auto IV recorran las calles del videojuego al ritmo de una de nuestras canciones. Hoy en día, la MTV apenas pone videoclips y las emisoras de radio masivas sólo emiten música prefabricada, así que el sector del videojuego es un campo excelente para hacer llegar nuestras música al público”. Habla Auerbach de «Strange Times», el single que presentó en sociedad, primero vía descarga digital en marzo de 2008, el último disco de The Black Keys, el aclamado Attack & Release. Producido por Danger Mouse, fue sin duda el álbum (disco del mes en Ruta 248) que les ayudó definitivamente a desprenderse de los calificativos de banda de revisionismo blues o las harto cansinas comparaciones con otro dúo dinamizador del género, The White Stripes.
Tras ocho años de intenso trabajo y cinco discos para cuatro discográficas distintas (desde el anterior, Magic Potion, graban para Nonesuch), Dan Auerbach (voz y guitarra) y su compañero Patrick Carney (batería) decidieron tomarse un respiro y dedicarle tiempo a sus proyectos personales. Así, mientras Carney ha auspiciado a través de su sello y estudio Audio Eagle a nuevos grupos como Houseguest, Royal Bangs o Beaten Awake, Auerbach ha hecho lo propio con su estudio Akron Analog, diseñado por Mark Neill, responsable también de los Toe Rag de Londres o los Billy Zoom Studios de Los Ángeles. Entre sus paredes ha ayudado a alumbrar grabaciones de otros jóvenes entusiastas como Radio Moscow, Brimstone Howl, The Buffalo Killers, Hacienda o su protegida de diecinueve años Jessica Lea Mayfield quien, tras cantar en el último corte de Attack & Release, volvió a responder a la llamada de Auerbach cuando éste se guardó un hueco en la agenda de su estudio para grabar Keep It Hid (Nonesuch / Nuevos Medios). Es este un trabajo consanguíneo a Black Keys pero materializado con una mayor fluidez o libertad, rebajando la meticulosidad con que acometieron Auerbach y Carney su encuentro con Danger Mouse y que nos descubre otra perspectiva de un creador inquieto, ecléctico y tremendamente apasionado.
¿Qué factores han convergido para que Keep It Hid haya visto la luz?
En primer lugar, tener mi propio estudio ha sido un factor clave a la hora de poder hacer realidad este disco. Pero lo cierto es que, paralelamente a mi carrera con The Black Keys, he ido grabando mis propias canciones, sólo que de una forma más rudimentaria, menos profesional. Con todo, la fortuna ha querido que haya coincidido el asentamiento de Akron Analog con un momento en el que me siento especialmente seguro y satisfecho de mis habilidades como compositor y me he podido aventurar a dar vida en el estudio a unas canciones que sentía que necesitaban más instrumentación que la que Patrick y yo podíamos conferirles como dúo. Son canciones que, ya mientras las estaba escribiendo, sentía que sería genial poder tocarlas en directo con una potente banda respaldándome.
¿Y en qué medida el éxito de Attack & Release ha ayudado también a que hayas podido tomarte un respiro de la vorágine del grupo con este proyecto “en solitario”? Bueno, no hay duda que nuestro último disco ha sido el punto álgido de un proceso de crecimiento gradual del que estamos muy satisfechos; pero más que el éxito en sí del disco, lo que ha propiciado este periodo de libertad individual ha sido que después de cuatro intensos años de trabajo incesante nos auto-exigimos unos meses de descanso para cuando termináramos la gira de Attack & release. Así que cuando finalmente me encontré ante la inmediata perspectiva de varios meses alejado del grupo no se me ocurrió otra cosa que encerrarme a grabar este disco. ¡Soy un adicto al trabajo! (risas). Me pareció que era el momento idóneo para hacerlo y tuve la suerte de poder contar con unos colaboradores muy especiales que me ayudaron a sacarlo adelante.
Háblame de estos inestimables cómplices…
Tengo que citar en primer lugar a Bob Cesare, un gran amigo que es mi mano derecha en Akron. Ha sido mi ingeniero en los discos que he producido para bandas locales como Radio Moscow o Buffalo Killers y se ofreció a colaborar en el disco tocando la batería y otros instrumentos con los que fuimos enriqueciendo cada canción. Aunque no haya contado con un productor externo para el disco, debo también mencionar la gran ayuda y el trabajo en las mezclas de Mark Neill, que compartía mi visión de una grabación analógica, a la antigua usanza, sin añadidos digitales. Mi tío Jim (James Quine, primo del mítico guitarrista Robert Quine, n.d.r.) también se pasó por el estudio; fue con él con quien aprendí a tocar la guitarra, tenía quince años y me enseñó «Single girl, married girl» de The Carter Family, así que le necesitaba bien cerca para esta aventura en solitario, quería contar con su buen gusto y su apoyo. Así que, como ves, fue una grabación entre amigos y muy familiar.
Y hablando de ambiente familiar, también ha participado en el disco tu propio padre; ¿cómo surgió esta colaboración?
Ha sido algo especial, sin duda. Y lo ha sido por la propia naturaleza de su colaboración: mi padre escribió varias letras y me las dio para que las musicara como me pareciera, sin reglas, adaptándolas según me pareciese. Y fue un proceso muy estimulante ver evolucionar sus letras desde el papel manuscrito hacia el formato final de canción y luego dejársela escuchar y observar su reacción. Verle emocionado en el estudio es algo que no tiene precio y es mi modesto agradecimiento a su apoyo constante desde que era un crío y él me animó a que me volcara en mi pasión por la música. He tenido suerte de crecer en una familia de músicos y en un hogar donde siempre estaban sonando discos; recuerdo a mis padres pinchando vinilos de The Beatles, Son House, Cab Calloway, Otis Redding y material por el estilo, algo que sin duda caló en mí como incipiente aficionado y futuro músico. De adolescente, en mi primer año de instituto, viajé a Misisipi con mi padre; acababa de descubrir a Junior Kimbrough y estaba obsesionado con conocerle, así que le convencí para que me llevara a su encuentro. Llegamos al viejo club de su propiedad en el que solía tocar cada domingo por la noche y, aunque desgraciadamente no coincidimos con él, tuvimos la oportunidad de disfrutar de otros músicos locales realmente increíbles. El Sur de Estados Unidos es algo fascinante y misterioso, como un mundo paralelo envuelto en una bruma fantasmagórica y habitado por seres muy peculiares. Esa fue la sensación que tuve de adolescente, quizá era demasiado impresionable (risas). Pero después de esa primera incursión, he regresado al Sur en distintas ocasiones, ya sea en viajes de placer y descubrimiento o de gira con Black Keys, y siempre me he reencontrado con esa sensación inicial. Hay algo muy atractivo en los sonidos que surgen de allí, y no hablo de la noción de música blues con la que uno puede estar familiarizado, sino con el concepto de música casera, de la crudeza rudimentaria de una sonoridad muy singular y específica de esa zona de EE UU.
En uno de estos viajes sí que tuviste la oportunidad de conocer a T-Model Ford, ¿verdad?
Después de la pequeña decepción de no haber conocido a Kimbrough, me propuse regresar de nuevo para dar con otro de mis bluesmen favorito, T-Model Ford. Aunque sólo tenía dieciocho años, y por lo tanto era menor de edad, mi padre me dijo que ya no estaba para semejante trajín, así que me fui solo a su encuentro. Di con él y me acogió en su casa, literalmente; dormí en el suelo de su destartalada casa unos días y tuve el placer de tocar con él allí mismo, ¡imagínatelo! Esas son experiencias que te marcan de por vida y no hay duda que cuando Patrick y yo empezamos el grupo quisimos en cierta manera reverenciar su legado. No sé, cuando Ford desaparezca un estilo de tocar la guitarra se irá con él…
Volvamos al presente y al futuro inmediato. En la gira de presentación de Keep It Hid tendrás a los chicos de Hacienda cubriéndote las espaldas; ¿te sientes algo extraño al no tener sólo a Patrick ahí detrás?
Son tantos años girándome para verle sólo a él sudando a la batería que en el primer ensayo que hice con Hacienda me sentía como acosado (risas). No, es broma; de hecho, ayer hicimos nuestro segundo ensayo y ya podemos tocar todo el disco de cabo a rabo, hemos conectado al instante y, para qué negarlo, es mucho más divertido cuando tienes a más gente a tu alrededor. Seguro que la gira es una fiesta, tenerlos conmigo en el escenario, con sus teclados, toda la percusión y demás instrumentos convertirá cada noche en una pequeña gran juerga. Me muero de ganas por echarme a la carretera con ellos.
Precisamente Hacienda es uno de los grupos a los que has producido en Akron Analog, junto a los que mencionabas al principio Radio Moscow o Buffalo Killers; ¿cómo crees que han mejorado o evolucionado tus dotes como productor al trabajar con otros artistas y cómo ha influido ello en Keep It Hid?
Sin duda he aprendido mucho trabajando con estas otras bandas. Por ejemplo, muchas de las armonías vocales que hice para Attack & Release pude hacerlas porque con anterioridad había disfrutado viendo a Hacienda haciendo algo parecido en mi estudio con los chicos de Dr. Dog, a los que invitaron a la grabación. Aquella sesión conjunta fue algo mágico. Cuando grabé el disco de Jessica Lea Mayfield jugamos con ruiditos creando texturas que le añadían cuerpo y misterio a cada canción y eso es algo que también tenía en mente cuando nos juntamos con Brian (Burton, aka Danger Mouse, n.d.r.) para grabar nuestro último disco. Es genial poder ayudar a otros grupos a hacer realidad sus discos o a ponerles en contacto con discográficas, pero es un proceso de colaboración que nos enriquece mutuamente; ellos aprenden tanto de mi como yo de ellos.
Debe ser bonito ver la repercusión mediática que han conseguido Dr. Dog con su último disco, ¿verdad?
Me alegro un montón porque es una de las mejores bandas que tenemos en EEUU actualmente y su directo es increíble. Frank y Scott, el alto y el bajo de Dr. Dog, fueron los dos miembros que se pasaron por Akron a cantar con Hacienda; les había pasado su demo con anterioridad y cuando se enteraron que les iba a producir el disco se presentaron de inmediato a aportar su granito de arena. Como te decía antes, esa sesión es algo que no olvidaré jamás, fue la primera vez que veía a alguien trabajar armonías vocales al piano y me dejaron noqueado.
Y en este proceso de aprendizaje mutuo, ¿cómo fue el trabajo conjunto con Danger Mouse?
Brian es un tipo muy sencillo, nada pretencioso, así que la grabación de Attack & Release fue como una reunión entre amigos. Antes de empezar a trabajar nos dijo: “Mirad, me encanta vuestra música y por eso tengo ganas de entrar en el estudio, para veros en acción, quiero saber cómo lo hacéis”. Y lo decía en serio. Nosotros habíamos reservado el estudio para dos semanas de grabación y él no daba crédito, nos decía “Mirad, nunca he grabado un disco en sólo dos semanas, me muero por ver cómo lo logramos”. Y, efectivamente, lo hicimos en dos semanas y aún nos sobró tiempo para grabar temas extra (risas). Brian es otra de esas personas con las que hemos tenido la fortuna de colaborar a lo largo de nuestra carrera y que comparten nuestra misma visión apasionada de la música. La pasión y el aprendizaje son claves.
Antes te referías a Attack & Release como el punto álgido de un crecimiento paulatino; en este sentido, ¿cómo valoras el conjunto de la trayectoria de Black Keys desde los no tan lejanos tiempos de The Big Come Up, vuestro debut de 2002?
Ha sido, está siendo, un viaje increíble. Y nuestro crecimiento ha sido gradual y muy natural, sin dejarnos influir por presiones externas o alabanzas desmesuradas. Lo hemos hecho a nuestra manera, con un control artístico absoluto, y eso es algo bastante difícil hoy en día; no el hecho en sí de encontrar discográficas que no interfieran en el diseño de la portada o las canciones a incluir en el disco, sino el hacerlo y tener éxito. Me siento bendecido y agradecido por el apoyo del público, al tiempo que orgulloso de mi mismo y del trabajo duro con Patrick. Miro a mi alrededor y me entristezco al ver a bandas geniales que han tenido la desgracia de caer en las trampas de este negocio, absorbidas por una discográfica que les ha llenado el cerebro con promesas y luego se ha desprendido de ellas sin miramientos.



Texto: Roger Estrada, colaborador de Ruta 66 , ha trabajado como redactor del programa musical "Loops!" de TV3 y como coordinador de la web musical www.aygolive.net para la agencia SeisGrados. Fue redactor jefe de Playboy España y colaborador de Mondo Sonoro , Amadeus o Speak Up, y co-editó su propia revista cultural, Ortodòncia.

Fogerty, de la Creedence a lobo estepario

Por: | 20 de mayo de 2009



Me contaba mi compañero de Ruta 66 Manuel Beteta ya hace unos cuantos días la portada que finalmente va a llevar el próximo Ruta 66. Y cómo era justicia dedicarsela a John Fogerty. Es la primera vez que viene a España. Sin querer destripar el recomendable reportaje de la revista, más de un redactor ha participado para escribir sobre esta figura capital de la música estadounidense, que ha viajado del blues-rock de la Creedence al country-folk de su etapa en solitario.
La Creedence Clearwater Revival son uno de mis grupos de cabecera. Aquí, el periodista Alberto Bravo ya escribió de ellos. Una pena que acabaran a tortas y John se lo montase por su cuenta, aunque tiene una carrera interesante.
Creo que podría enumerar un buen puñado de temas del grupo de El Cerrito dentro de las canciones que más me han emocionado en toda mi vida. Pero, hoy, a la espera de que llegue el concierto de John Fogerty, me quedo con <<Lodi>>, una localidad del Estado de California, y una pieza musical que respira vida por los cuatro costados.

Un señor afortunado llamado Chris Isaak

Por: | 17 de mayo de 2009

El otro día entrevisté a Chris Isaak para Rolling Stone. Fue una conversación muy amena con un tipo que es, aparte de un intérprete sobresaliente, un verdadero relaciones públicas. Lo digo por su manera de responder a todas las preguntas, charlar contigo, cantarte un tema en mitad de la entrevista, reírse de sí mismo, ser conciso y directo cuando se requiere y saber salir al paso en cualquier momento con una educación exquisita.
Sin duda, Isaak es como el propio nombre de su último disco indica: Mr. Lucky (Señor afortunado). Este disco, Mr. Lucky (Rhino / Warner), ya lo cité hace un par de números en Rolling Stone dentro del apartado de recomendaciones de la redacción y, a medida que lo he escuchado, no ha hecho más que crecer. A diferencia de lo que leído por ahí, no creo que sea un disco menor a sus obras más reconocidas como Forever Blue o Heart Shape World. Formado por 14 pistas, el señor Isaak está otra vez y, tras siete años sin un disco estrictamente nuevo, pletórico.
Es un álbum que vuelve a ofrecer las señas de identidad que marcan a Isaak: voz magnética, rockabilly estiloso, crescendos a lo Roy Orbison y baladas profundas. Incluso en algunos temas (<<Take My Heart>>) recuerda a ese sonido majestuoso de los discos de Sun Records. El propio músico me reconoció su admiración por Johnny Cash y esos álbumes de 45 rpm que guarda en casa. También me habló de un tipo como Ricky Nelson.
Todo lo que toca este hombre tiene un misterio fascinante. Es como un melodrama del que necesitas formar parte. Este escribiente se rinde a su maestría en la interpretación. Pero, especialmente, todo lo que toca Chris Isaak se convierte en oro. Disfruten con <<We Let Her Down>>, de su último disco.


La intensidad cruda de M Ward

Por: | 14 de mayo de 2009

Es de esos músicos que rememoran los clásicos con sello personal y contemporáneo. A diferencia de tantos de su especie, este californiano expone una vertiente más que interesante en su estilo de songwriter.
Más enraizado que el formato indie, menos clásico que la vieja guardia, hay una intensidad cruda en su cancionero que toca la fibra, pese a moverse en tierra de nadie. No es sólo cuestión de interpretación, es algo más, y ese algo es acercarse al corazón de lo que se dice y se busca decir.
Con pulsión y un mundo propio, M Ward abre su último disco, Hold Time (4AD – Popstock!) con simple belleza en <<For Beginners>> y a partir de ahí planea, no siempre con el mismo acierto, por un tímido pop, luminoso por brotar de una oscuridad latente. Pistas como <<Jailbird>> señalan el camino, aunque hay además una magnífica revisión de <<Rave On>> de Buddy Holly o un cameo hipnótico de Lucinda Williams en <<Oh Lonesome Me>>.
Este hombre tiene algo especial. Suena: <<Hold Time>>


Nos detenemos en la recomendación de Radio City Discos, que además en fechas muy próximas está de celebración. Caviar del bueno y al margen de las modas y las tendencias en el nombre de todo un clásico desconocido.

La recomendación de MAYO de Radio City.
Texto: Jesús
Geraint Watkins disfruta de un reconocimiento de pequeños números y grandes nombres: músico de y para músicos –teclista en la banda con la que Nick Lowe gira y ha grabado sus cinco últimos discos; antes con Van Morrison, Paul McCartney, Dave Edmunds o Eric Clapton-, es uno de los pocos artistas contemporáneos con entrada en ese archivo sonoro de la historia de la música popular de los últimos 80 años que es el Theme Time Radio Hour de Bob Dylan, fan confeso. Este crooner galés de 58 años, multiinstrumentista y compositor, se presenta en concierto por primera vez en España los próximos 4 y 6 de junio en La Vía Lactea y El Sol respectivamente, para celebrar el treinta aniversario del legendario local de Malasaña y el cuarto de Radio City Discos.
Curtido desde principios de los setenta en el circuito del pub-rock londinense, la inmejorable hoja de servicios de Geraint Watkins resplandece en los últimos años con lo mejor de su currículo: tres discos en solitario publicados entre 1998 y 2008 (Watkins Bold as Love, Dial ‘W’ for Watkins y In a Bad Mood), que demuestran su enorme talla como compositor.
Si otros jóvenes contemporáneos buscan inspiración, con el aplauso de crítica y público, en revitalizar el sonido de los cincuenta (Richard Hawley en Gran Bretaña o M. Ward en Estados Unidos), Watkins crea con pasión, naturalidad, paciencia y mimo obras del mismo clasicismo atemporal: partituras sacadas de otro tiempo y otro lugar, siempre reconocibles –jazz, soul, rhythm and blues, country- pero nunca comparables a algo ya escuchado.
Su primer trabajo en solitario, Geraint Watkins & The Dominators es una joya del pub-rock’n’roll que aparece en 1979 y que le permite franquear muchas puertas: su técnica y profesionalidad le llevan a sesiones de grabación y giras con algunos de los grandes de la música británica y norteamericana como Dr. Feelgood, Rory Gallagher, The Fabulous Thunderbirds, Stray Cats o Carl Perkins.
Al margen de su labor de journeyman, en 1987 funda el combo The Balham Alligators, con los que tiende un puente musical entre Nueva Orleans y los pubs de la City. La relación con los Alligators dura doce años y fructifica en cinco discos. Entremedias, Watkins acaricia las teclas del piano y el acordeón enrolado en la banda del malogrado y genial Dave Edmunds, con el que colabora en seis grabaciones.
Casi veinte años después, en 1998, aparece su segundo trabajo en solitario, Watkins Bold as Love, mientras continúa al servicio de gigantes como John Martyn, Van Morrison y Nick Lowe. Asentado en la banda de este último desde el imprescindible The Impossible Bird, Geraint Watkins entrega en 2004 (Dial ‘W’ for Watkins) y 2008 (In a Bad Mood) dos enormes discos, que presentará entre grandes nombres y pequeños números (o no), en la Sala Sol de Madrid el próximo 6 de junio acompañado del resto de la banda de Nick Lowe y el día 4 en La Vía Láctea en un pase previo para aquellos cien primeros afortunados que se hagan con la entrada.

RADIO CITY DISCOS - Plaza Guardias de Corps nº1 bajo - Madrid

Quema tu cuerpo con Jim Jones Revue

Por: | 10 de mayo de 2009

Ya están de gira por España. Y la ocasión merece una reivindicación. Jim Jones Reveu traen su ferviente rock a los escenarios españoles. Jim Jones tiene la virtud de no rendirse y no aprender de las decepciones y con la banda que lleva su nombre ha decidido seguir adelante y volver a por más. Dejo la reseña del disco The Jim Jones Reveu (Punk Rock Blues / Locomotive) publicada la semana pasada en la revista Efe Eme.
"Se oye el croar de una rana, que parece perdida en la noche, y todo se presenta tranquilo pero, como un tren de mercancías a toda velocidad y sin freno, irrumpen un teclado y una sirena. Todo explota por los aires. Empieza el show de Jim Jones, el británico que se prende fuego por mantener viva la cada vez más diminuta llama del rock’n’roll primigenio. Se deja el alma y el cuerpo en la causa, y en ello le acompaña su banda, especialmente y con todos los honores, el señor Rupert Orton, otro que no se anda con cortapisas.
Es “killer rock” y al frente matadores, fieras que supuran ritmo y energía. Teclados que echan chispas, juerguistas guitarras distorsionadas y una batería trepidante que no dan respiro. Jim Jones, que fuera miembro de los brutales Three Hypnotics, deja claro de dónde viene. Se marca dos grandes versiones de Little Richard (<<Hey hey hey hey>>) y Jerry Lee Lewis (<<The Meat Man>>). Son simplemente ganas de divertirse y divertir al personal. Como los viejos tiempos. Aleluya".
Su conexión con Little Richard y el rock genuino norteamericano. <<Hey hey hey hey>>.


11 de Mayo....PORTA CAELI - VALLADOLID, SPAIN
12 de Mayo....GRUTA 77 - MADRID, SPAIN
14 de Mayo....DURANGO CLUB - VALENCIA, SPAIN
15 de Mayo....JAPAN ROCK CLUB - VILA-REAL, SPAIN
16 de Mayo....EL CASINO - VIDRERES, SPAIN
17 de Mayo....ROCKSOUND - BARCELONA, SPAIN

El Déjà vu de CSN&Y

Por: | 07 de mayo de 2009

No puedo por menos que recomendar el gran artículo que Javier Márquez escribe en Efe Eme sobre Crosby, Stills, Nash & Young, a raíz de la magnífica película Déjà Vu, que mostró la gira en la que Neil Young invitó en 2006 a sus viejos camaradas a salir juntos a la carretera con la iniciativa de combatir con rock al presidente Bush. Un documental dirigido por el propio Young, y recientemente editado en DVD.

El artículo de Márquez arranca así sobre Living with the war: “A mediados de 2006 Neil Young decidió que ya era suficiente. Se plantó en el estudio con su guitarra, sus Caballos Locos y un coro de cien voces gospel para grabar un álbum tan urgente como necesario. Sería su firme denuncia contra la administración Bush por todo lo que estaba haciendo al país y sus habitantes, desde la sangrante guerra en Irak a las restrictivas medidas antiterroristas. Grabó las nueve canciones del disco en tan solo seis días, y cuatro de ellas las escribió en el propio estudio el mismo día en que las grabó. Y en las nueve, George W. Bush fue la presencia constante, el hilo temático, el hombre acusado por el rockero, entre otras cosas, de mentir, espiar, desatar una guerra sin razón ni sentido y ejercer una nefasta administración del país”.
“Young decidió poner en marcha un documental que él mismo dirigiría bajo su seudónimo habitual, Bernard Shakey. CSNY: Déjà vu live sigue a la banda por todo el país durante aquella gira que fue bautizada Freedom of speech 2006 (“Libertad de expresión”). Y como no había manera de valorar el evento sin tener en cuenta las reacciones del público asistente, Young fichó al reputado periodista político Michael Cerre para que se encargase de acercar al espectador de la película las reacciones de los fans ante las letras, así como la conexión del grupo con sus admiradores, todo ello con el trasfondo de Irak y Afganistán, y con los acontecimientos que rodearon a las elecciones de 2006 en Estados Unidos”.
Y explica una de las grandes canciones del supergrupo: “En 1971 cantaron juntos <<Ohio>>, una ardiente denuncia del asesinato de cuatro jóvenes por parte de la Guardia Nacional durante una manifestación contra la guerra de Vietnam. Aquél fue solo uno de los muchos himnos combativos que el supergrupo habría de aportar a la generación de los setenta. Treinta y cinco años después, el mundo seguía igual de disparatado, y jóvenes estadounidenses volvían a morir en una guerra estúpida y sin sentido por antojo de su presidente. Así que Crosby, Stills, Nash y Young volvieron a lanzarse a la carretera para protagonizar su iniciativa más comprometida y controvertida”. (Leer más en Efe Eme)

Precisamente, de ese famoso aniversario escribió hace poco mi compañero Darío Manrique en su blog En Estéreo. Visita más que recomendable. CSNY fueron y son muy grandes. Merecido homenaje al que se suma esta ruta norteamericana dedicando esta parada a ellos. Con un <<Ohio>> que pone los pelos de punta.


Justin Townes Earle, el último cowboy de la familia

Por: | 05 de mayo de 2009

Este pasado sábado se publicó en el suplemento cultural Babelia una entrevista que realicé a Justin Townes Earle, una de las buenas promesas de la música de raíces norteamericana e hijo del imprescindible Steve Earle. Aprovecho parte del reportaje, titulado El último cowboy de la familia, para dar cuenta de este gran músico en ciernes y su más reciente y recomendable disco, Midnight at the movies (Bloodshot / Locomotive).
"Si Justin hubiese sido un formidable contable o un destacado hombre de negocios, su padre se habría llevado un buen disgusto. Aunque siempre podría haber causado peores tormentos. "Más le hubiese molestado si perteneciera al Partido Republicano", añade entre risas. Es lo que sucede cuando eres el primogénito de Steve Earle, posiblemente el cowboy más independiente, aguerrido y antirrepublicano de la escena folk de Estados Unidos. Pero lejos de convertirse en una preocupación, Justin Townes Earle (Nashville, Estados Unidos, 1983) ha salido a su padre.
No es un calco pero se le parece mucho. Tanto que no le importa marcar a las claras y desde el principio un territorio compartido bajo su nombre artístico. Con los apellidos Townes Earle, Justin, 25 años, sintetiza sus influencias y las de su padre, que fue discípulo aventajado del legendario Townes Van Zandt, del que adquirió la inspiración para ofrecer genuina música americana. "Como mi padre, Townes Van Zandt es el verdadero motivo por el que quise escribir canciones. Él, Woody Guthrie y Bruce Springsteen son las principales referencias que tengo", reconoce Justin en una conversación por teléfono desde Nueva York.
Según las biografías de ambos, el nombre de Townes también resume la existencia más excesiva de los varones Earle. Con tan sólo 19 años, Steve conoció en persona a Van Zandt en Houston y de su héroe personal también aprendió a vivir al límite de las circunstancias, a caballo entre el alcohol, la heroína y el crack. Adicciones que tardó media vida en superar mientras intentaba sacar unos dólares en garitos de Tejas, pasaba por la cárcel o grababa discos repletos de cicatrices y country rock arrollador.
Y, al igual que su padre, Justin también pasó, aunque más fugazmente, su propia travesía del desierto: "Dejé de beber y probar cualquier droga hace cinco años, hasta que un día un amigo me llevó al hospital". Fue el momento en que Justin abandonó las drogas, que, según reconoce, le habían impedido hasta entonces centrarse en la música. Pero no fue el único motivo por el que este chico de padres separados tardó en enfundarse una guitarra. "He pasado casi toda mi vida con mi madre más que con mi padre. Y mi madre odia a los músicos (risas). No crecí en un ambiente realmente muy musical, rodeado de guitarras o tocando canciones en el salón. Algunos amigos tenían una guitarra, pero yo no. Era mi padre el que las tenía pero se las llevó cuando yo tenía dos años. Y, desde entonces, supongo que mi madre no quiso saber nada de canciones en casa (risas)", explica.
Su vocación tenía que llegar antes o después. Intérprete y compositor, en la línea tradicional de songwriter americano, por la sangre de los Earle corre la música". (Leer más en Babelia)
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