La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

La canción del Jukebox

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Lugar de encuentro sobre actualidad musical y sonidos raíces de la música norteamericana. Otro punto de reunión y recomendaciones del blog de Fernando Navarro pero hecho con la colaboración de todos sus miembros. ¡Pásate por nuestro grupo!

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

Antología de The Jayhawks

Por: | 29 de junio de 2009

Hace poco un hubo una reunificación y estuvieron de gira por España y en esta ruta norteamericana lo celebramos. De nuevo, Mark Olson y Gary Louris se metían en un estudio juntos y además volvían a defender sus composiciones con los Jayhawks sobre un escenario.
Ahora, para todo aquel que se quiera aproximar a este grupo esencial de la música estadounidense de la década de los noventa, el 7 de julio se reeditará Music from the North Country (American/Legacy / Sony), la primera antología de The Jayhawks. La edición estará disponible en un CD sencillo, y en un doble CD que contendrá además del disco original, caras B, rarezas y material inédito. También se ha anunciado, para el otoño, la reedición de la discografía completa de los Jayhawks.
Pero lo que nos pilla cerca es ahora este recopilatorio que contiene 20 canciones. Hablamos de un dúo que se sacan a relucir la melodía con un acierto aplastante. Delicadeza y énfasis dando luz a sonidos genuinos del pop más americano, de las aguas de Byrds, Big Star o el Gram Parsons más melódico.
Reinvidacamos, con todo, el trabajo que luego ofreció Gary Louris, toda vez que Olson se fue del grupo y tiró por su cuenta y la que fuera su mujer. Louris, el temple melódico, no bajó el nivelazo anterior. Ni mejor ni peor para este escribiente. Distinto e igual de disfrutable, aunque siempre emociona reescuchar la música que dieron ambos. La nueva antología no se deja ninguna de las dos etapas, como tiene que ser.
El programa de la cadena SER, Hoy por Hoy Madrid, que sigue al de Carles Francino tiene por careta de entrada la siguiente canción de The Jayhawks. No me canso de escucharla cada día en la redacción. No suele ser habitual encontrar esta música en plena radio generalista. Se me antoja que el gran periodista radiofónico Pedro Blanco es un amante de la música norteamericana. Él ha elegido la sintonía de su programa y él suele tener una selección musical más que disfrutable. Estupenda elección: <<Save it for a Rainy Day>>. The Jayhawks siempre alegran el día.


Cuando Michael no estaba solo

Por: | 26 de junio de 2009

Cuanto más mayor se hacía más pequeño se sentía, y actuaba como el niño que siempre quería ser pataleando en un mundo de cristal y luces, donde todo se rompía y brillaba, escapándose a la realidad y al sentido común. Un insufrible síndrome de Peter Pan marcó la vida de Michael Jackson, que ya desde pequeño creció dentro de una ficción.
Es curioso cómo mucha gente se sabía el último escándalo de Michael Jackson pero al hablar con ellos desconocían que el conocido como rey del pop antes había sido niño prodigio, había formado parte de los Jackson Five. Me ha pasado más de una y dos veces que había quien no sabía de la existencia de los hermanos Jackson como grupo. Michael, prototipo de producto total en la generación MTV (¡qué daño hizo la televisión a la música!), llenaba las pantallas de televisión e invadía las emisoras de radio con sus canciones bailables pero pocos iban más atrás para hablar de los Jackson Five, para recordar un grupo que ofreció mucho más que el rey del pop.
Porque antes de que su vida se convirtiese en una sucesión millonaria de números y disparates que aplastó a la persona, antes de sobrevivir como una patética víctima de sus obsesiones mientras era arrollado por esa locomotora sin freno que es la fama, el séptimo de los nueve hijos de los Jackson fue el niño prodigio que dejó boquiabiertos a todos en Estados Unidos, el pequeño con más desparpajo que nadie había visto sobre un escenario al frente de los Jackson Five. Una banda de hermanos que expandía las tradiciones del R&B, un grupo vocalista radiante que debutaba por todo lo alto en 1969 con <<I Want You Back>> y daba a la música pop otro motivo para amarla.
Así me lo confesaba ayer un hombre que sabe de esto. Más o menos, a la misma hora a la que Michael Jackson se le paraba el corazón, este redactor entrevistaba vía telefónica a Burt Bacharach, uno de los más grandes compositores de todos los tiempos de la música pop. Ayer ni Bacharach ni yo sabíamos aún de la muerte de Jackson pero me decía cómo siempre admiró la música de la Motown, ese sonido negro sofisticado, cuidado al detalle y repleto de vitaminas para la felicidad. Bacharach con su trabajo en el Brill Building es un compositor con ese gen de alegría pop, que le ha servido para crear canciones absorbentes, vivas y bellas. Y él me decía que la música negra de Temptations, Marvin Gaye y los Jackson Five, así me dijo, compartían ese sentido musical que él defendía y trata de radiar en su obra.
Los Jackson Five estaban amadrinados por Diana Ross y eso a fin de cuentas marcaba su carrera. La reina del pop vocal ponía sus ojos en esos chavales. Un gran grupo vocalista, que recordaba a esos coros de Smokey Robinson and the Miracles, y que todos admiraban. Otro producto maravilloso de la factoría Motown. El sonido de la joven América esta vez hechizaba cómo en un cuento. Los niños hacían bailar a medio país.
En más de una entrevista, uno de los padres del soul, Solomon Burke, se ha quejado con su habitual gracia de cómo el fue el primer artista negro en montar su propio grupo con sus hijos antes que los Jackson Five. Pero no ha tenido repercusión. Ahí faltaba Michael Jackson, destinado a ser un rey, un hombre fuera de la realidad que en 1972, siendo todavía un niño, ya veía como él y sus hermanos eran condecorados por el Congreso de Estados Unidos por su contribución a la juventud americana. Sería casi el acontecimiento y suceso más pequeño que pasaría en la vida de Michael Jackson, que luego rompería todos los records de ventas y despropósitos. Nada se escapa a la noticia y al escándalo.
Justo ahora se estaba preparando un videojuego del cantante. No es el primero. Y seguramente no será el último. Sin embargo, el verdadero juego de ficción lo vivió Michael Jackson, que parecía un muñeco sin gracia en un mundo de luces y cristales rotos. Y eso sí, su música, sobre todo con los Jackson Five, para este escribiente, te transportaba a otros mundos. Al mundo de la felicidad donde no te sientes nunca solo.


Roll your moneymarker, genuino rock'n'roll negro

Por: | 24 de junio de 2009

Hay una leyenda que sitúa a Ike Turner como el músico que registró la primera grabación de genuino rock’n’roll allá por 1951, unos tres años antes de que Elvis Presley empezase a hacer de las suyas en Sun Records. Turner, natural de Mississippi y de la escena de Memphis, grabó <<Rocket 88>> también en los estudios de la Sun.
Esa pieza, que cuenta con el acompañamiento de su inseparable banda Kings of Rythm, es paradigmática del poder y la presencia real que la música negra jugó en el nacimiento y formación del rock’n’roll. Como ella, la absorbente <<You’ve Got To Lose>>, una canción de 2 minutos con 18 segundos que combina tonos de blues ancestral con una línea de bajo pesada y una voz gutural.
Este es el corte que abre este imprescindible disco recopilitario, Roll Your Moneymaker (Stag O-Lee / Locomotive), que lleva por epígrafe: Early Black Rock’Roll 1948-1958. Un álbum que arroja luz sobre el verdadero origen y devenir de la “música del diablo”, que sólo se puede entender y admirar desde el mismo momento que surge como una subdivisión del verdadero Rhythm’n’blues americano, que terminaría por empapar los pantalones de los niños blancos estadounidenses.
Canciones poco conocidas y brutales de nombres respetados por todos como Etta James, Howlin’Wolf, Bo Diddley, Chuck Berry, Sister Rosetta Tharpe o Joe Tex y joyas a descubrir de forajidos negros como Joh. J Moses, Big Maybelle, Lazy Lester, Jesse Stone o Shakey Jake. Estás corriendo a por ello. Porque el rock’n’roll más salvaje (pero menos publicitado) siempre fue negro. La hechizante Ruth Brown, que se recoge en el este disco, da fe de ello.


¿Nos lee alguien? ¿Y nos importa?

Por: | 21 de junio de 2009

Hacemos un alto en el camino para llegar a la sección "Parada para repostar". Esteban Hernández, periodista de La Vanguardia y Ruta 66, trae a este blog una reflexión que me parece muy interesante, y que hemos compartido en privado en más de una ocasión. Para los que somos periodistas o quienes se dedican a esto de la crítica musical, es un debate que nos enciende y nos apaga, nos posiciona en un lugar u en otro, pero sobre todo nos sirve para preguntarnos qué labor tenemos, si es que la tenemos.
¿Dónde se ubica el crítico musical hoy en día? ¿Sirve de algo ser crítico en el periodismo actual? ¿Críticos sobrevalorados, infravalorados o inexistentes? El otro día Enric Gónzalez, magnífico columnista de este periódico, aunque refiriéndose a la crítica en general dentro de los medios generalistas, hablaba de la necesidad de contar con un buen crítico. Y lo hacía a raíz del crítico de restaurantes de The New York Times. Os invito a leer la columna de Enric.
Pero a continuación nos quedamos con la reflexión de mi amigo Esteban Hernández. Periodistas, críticos, redactores jefes, lectores y músicos supongo tienen algo que decir al respecto. Hablamos de crítica y música, de periodismo y cultura.
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James McNew, bajista de Yo la tengo, me contaba hace unos días cómo, en muchos medios estadounidenses, escribir de música, como servir los cafés, no es más que un mal necesario camino de puestos periodísticos dignos. Y es algo que bandas como la suya lamentan especialmente: YLT pertenece a esa clase de grupos que ha podido disfrutar de una carrera dilatada, y en cierta medida exitosa, gracias al apoyo de unos cuantos críticos que consiguieron que el oyente reparase en una banda desconocida y la brindase su apoyo. Por desgracia para las nuevas generaciones, esa ascendencia sobre el receptor parece haberse perdido: ya no hay crítico que haga un éxito. Y es además mal común del campo cultural: tampoco en el cine o en la literatura un artículo elogioso o una reseña laudatoria parecen ayudar demasiado.
Hay quienes celebran ese cambio de modelo porque, dicen, es una señal de que ya no estamos ante la imposición del gusto por parte de periodistas que poseen el monopolio de la información. Gracias a las nuevas tecnologías, tenemos acceso directo a aquello que nos interesa, por lo que no necesitamos que nadie que nos imponga sus criterios. Por otra parte, hay periodistas que también se sienten liberados con este teórico nuevo modelo, ya que ahora no resulta imprescindible el conocimiento exhaustivo de un área concreta para poder escribir sobre ella, pudiendo así centrarse en lo esencial, contar historias. Desde esta perspectiva, la función del periodista cultural no es influir sino entretener.
Y a este mar de fondo se añade el elemento decisivo de las descargas. Cuando cualquier aficionado a la música (y es el caso del cine y de la literatura) puede entrar en un blog que, además de información precisa y una selección cuidada, incluye un enlace para descargarse gratis aquellas grabaciones de las que habla, ¿qué puede dar la prensa musical que mejore esa oferta (por muy ilegal que sea)?
Corre la sospecha de que el papel (es decir, el pago por los contenidos) durará sólo hasta que las generaciones socializadas en la adquisición del periódico desaparezcan, ya que los jóvenes sólo leen en internet y, por tanto, no aceptan más modelos que los gratuitos. Pero si a eso le sumamos que los blogs ya no sólo les ofrecen información y opinión, sino que además proporcionan el material en sí ¿queda algún sitio en el que pueda situarse válidamente la prensa musical?
Ante este nuevo terreno de juego, que generalmente se ha enfocado, de modo erróneo, como la pelea entre las nuevas y viejas generaciones de periodistas o como el enfrentamiento entre el papel y lo digital, conviene fijar el punto de partida. Esto es, repasar lo que sabemos:
1. En la estructura de los medios de comunicación, la palabra cultura ocupa el escalón inferior, y dentro de él, la música es la peor de las elecciones. No posee el capital simbólico acumulado por la literatura, tampoco el brillo distintivo del arte y ni siquiera cuenta con el glamour del cine. Así las cosas, no es raro que las noticias más relevantes sobre música se limiten a contabilizar las ventas o a sacar, como decía Diego A. Manrique, brillo a los muertos.
2. Es cierto que los medios de comunicación han perdido credibilidad, una situación que ha afectado notablemente a sectores especializados, pero también lo es que su ascendencia no ha decrecido. Quienes han perdido visibilidad y capacidad de llegada no han sido los medios, sino quienes forman parte de ellos. Prensa, radios y televisiones siguen siendo influyentes, quienes lo son cada vez menos son sus periodistas.
3. La responsabilidad de esta situación no sólo proviene de las nuevas exigencias de los medios de masas. Porque a la cuestión de fondo, qué podemos ofrecer para que la gente nos lea, no le hemos dado todavía la respuesta correcta. Si la pregunta principal es si estamos haciendo algo que pueda resultar especialmente interesante para el lector, la respuesta genérica no puede ser otra que la negativa.
Y es éste un asunto preocupante, en tanto señala buena parte de los males de la profesión. Empezando por los esquemas desde los que encaramos nuestro trabajo, siempre a la búsqueda de temas llamativos, paradójicos o extravagantes. Si un autor literario trabaja todas las noches de boy para ganarse la vida, entendemos que tiene una entrevista; si, por el contrario, se apellida López, es funcionario y ha descrito con precisión el alma humana en su libro, no hay tema.
Si un cantante viste con enorme gusto, enseguida le haremos un reportaje con foto; si escribe estupendas letras, que hablen de él en la red. Además, las reseñas de álbumes no suelen contener más que la descripción de los efectos que las canciones provocan en el crítico, a menudo amplificados mediante retorcidas metáforas; las crónicas de conciertos lo son mucho más de sociedad; y una gran mayoría de artículos sólo llevan dentro alabanzas del fan al artista o del autor a sí mismo.
Ciertamente, se puede llegar a un final satisfactorio por muchos caminos, también en el periodismo musical, por lo que hay muchas fórmulas de las que podemos echar mano para hacer un mejor trabajo. Pero quería reparar especialmente en una, fructífera y olvidada.
La música surge de un tiempo y un espacio que suelen darle su sentido. El R&R de los 50 no podría explicarse, entre otros factores, sin el potencial subversivo que tenían unos ritmos que evocaban sin tapujos el contacto carnal. Igualmente, las banalidades que entonaban muchos grupos de la Nueva Ola no pueden hoy ser percibidas sin rubor si no se entienden como fruto de una época que reaccionaba contra una politización excesiva y una atmósfera siempre trascendente.
Ellos querían pasarlo bien y letras tan kitsch como La tribu de las Chochoni lo único que hacían era llevar a la práctica ese deseo. Y, del mismo modo, tampoco podemos desvincular a un Corcobado o a un Nacho Vegas de las épocas en las que surgieron: su repliegue en lo íntimo era producto de un tiempo que encontró lo real en los sentimientos torturados. Esa intensidad de la vida interna era algo muy de la música de los noventa que todavía tiene su espacio.
Dicho de otro modo, la música siempre nos cuenta cosas. Y a menudo no las oímos, preocupados como estamos por el anecdotario, por las relaciones sociales, por señalar con el dedo la falta de gusto ajena o por mostrar al mundo que estamos por encima de él. Hay muchos caminos para llegar a buen puerto en esto de la cultura, pero tampoco parece mala idea que comencemos a prestar más atención a lo que la música nos dice. Aunque sólo sea porque el secreto para contar una buena historia reside en saber escuchar.
Texto: Esteban Hernández, periodista de La Vanguarida y Ruta 66.

Entrevista a Roy Loney

Por: | 18 de junio de 2009

Roy Loney, el hombre más rockero que te puedes echar a la cara, habla para esta ruta norteamericana. Mr. Groovie, apisonadora sónica, atiende a las preguntas de este blog en colaboración con el inefable Manuel Beteta, firma de la revista Ruta 66 y alma apasionada de los Flamin’ y el señor Loney. Su música está estos días por nuestra tierra y sus respuestas a distintos aspectos de su carrera las tienes aquí. Un breve pero intenso cuestionario.

Defínenos las diferencias de sonido entre los Phantom Movers, los Longshots y Señor No. ¿Qué es lo que te gusta más de cada banda?

R: Todos los grupos llevan un diferente dinamismo a la música. The Phantom Movers eran una banda de garage con un sentimiento punk de los 70. The Longshots son una banda de rock-pop con gran versabilidad y Señor No es toda banda convencional de rock duro.
La irrupción de Señor No en tu vida ha sido muy provechosa, escuchando el EP del año pasado se nota que estás muy suelto y fresco, como si hubieses rejuvenecido. Los que han podido escuchar Got Me A Hot One dicen que es el mejor Loney en muchos años.
R: Creo que el sonido de Señor No es muy poderoso. Eso me llega y me pone en la cresta de la ola. Grabamos este álbum muy rápido, pero suena muy completo y profesional. Estoy muy orgulloso de él.
¿Tienes pensado grabar algún concierto para luego publicarlo?. Tu mejor directo fue grabado en Madrid “Kick Out The Hammmmons”. Parte del éxito lo tiene el publico que hace que te sientas a gusto y como en casa ¿piensas lo mismo?
R: Me encantaría facturar un disco en directo con Señor No. Creo que sonaría fantástico. Tengo la esperanza de que tengamos la oportunidad de hacerlo. Y, sí, los fans españoles son fabulosos. Me encantan.
Sueles comenzar los conciertos con versiones acústicas de los Groovies ¿No te has planteado grabar un disco unplugged?
R: Realmente disfruto tocando canciones de los Groovies con solo una guitarra acústica. Así es cómo fueron escritas. Y me da mucha más libertad al interpretarlas.
Tras tocar en el festival Ponderosa Stomp en Nueva Orleans en abril con Cyril Jordan parece que se os ha despertado las ganas de volver a componer y grabar juntos. ¿Será bajo el nombre de Flamin’ Groovies?

R: Cyril y yo nos lo montamos muy bien tocando juntos en Nueva Orleans con los A Bones detrás. La audiencia parecía encantada. Cyril y yo somos como hermanos y estamos muy felices trabajando el uno con el otro. Continuaremos haciéndolo.
Hay quién dice que teníais previsto tocar la formación original de los Groovies en Nueva York en 2001 pero el atentado del 11 de septiembre canceló todo. ¿Es cierto? ¿Por qué nunca se ha vuelto a intentar?
R: El plan de reunirse en 2001 simplemente se cayó por varias razones. El 11-S no tuvo nada que ver con ello. La idea original era muy Buena, pero las cosas cambiaron y todo se paró en ese sentido. Me encantaría reunir a la banda original, pero la logística lo hace casi imposible. Y eso no parece bueno para una reunión completa, me temo.
Estuviste muy colgado con la escena Detroit/Stooges/MC5. La dureza de Señor No te retrotrae a aquellos días. Ese rock no ha muerto, por el contrario el sonido Beatles/Byrds parece que ya no se lleva. ¿Te da pie a pensar que llevabas razón cuando Cyril quiso girar el sonido de los Groovies y tú no lo compartías?
R: Estoy de acuerdo que Señor No tiene ese sonido crudo de Detroit que me encanta. Me recuerda al del álbum de Flamingo. Bueno, Cyril quería sonar como los Beatles y yo no tenía interés en hacer eso.

¿Sigues siendo un fanático del rockabilly?. Recomiendanos tres artistas/discos clave.

R: Dios, ¡hay muchísimo Rockabilly maravilloso! Pero si tuviese que recomendar definitivamente alguno sería Bottle To The Baby and One Hand Loose de los gran Charlie Feathers. Rockin´In The Graveyard de Jackie Morningstar y Bip Bop Boom de Mickey Hawks. Actualmente he grabado versiones de estos dos últimos.
Los Fondellas (tú, James Ferrell y Danny Mihn) grabasteis algo pero es inencontrable.
R: The Fondellas solo grabamos unas cuantas demos en plan muy amateur. Nada lo suficiente bueno para lanzarlo al público.
¿Podremos ver algún día tus discos con los sellos KO Records, Solid Smoke y War Bride reeditados en CD y con bonus-tracks?
R: Hay una retrospective de mis grabaciones con The Phantom Movers que saldrán a no muy tardar este año. Creo que tendrá unas treinta canciones.
Tocaste con Chris Wilson en España en el Festival PopXiriaPop en Carballo en 2006. ¿No te resultó extraño tocar con la persona que te sustituyó en los Groovies?

R: Chris y yo siempre disfrutamos con la compañía el uno del otro. Es un tipo terrible e increíblemente divertido. He escuchado que está haciéndolo muy bien.
Entrevista con la colaboración de Manuel Beteta.
Fotografías: J. Areota "Juxe".


Concierto en oda a los Flamin' Groovies

Por: | 16 de junio de 2009

Una de esas citas que rejuvenecen. Que hacen pisar el acelerador. La gira de dos pesos pesados, dos propuestas underground radiantes de rock’n’roll y garage. Toneladas de riffs y actitud. Hablo de la gira española de The Chesterfield Kings y Roy Loney y Señor No. (En el blog de Darío Manrique, En Estéreo, se puede conseguir una entrada doble, pincha rápido)
De los Chesterfield se habló ya en su día en esta ruta sonora a raíz de su último disco, Psychedelic Sunrise. Como sacados de un garage estadounidense a mediados de los sesenta. El punk rock y la psicodelia en condiciones giran en torno al amor platónico y declarado por el rock de toda la vida, el de las guitarras.
Pero hoy rescato sólo por un momento, aunque volveremos a él, a Roy Loney, que regresa a los escenarios de la península a presentar su nuevo disco, editado por la discográfica Bloody Hotsak, Got me a hot one, del que hablan maravillas. Roy tocará con una banda española, Señor No, que inyecta nueva sangre por donde ya corre sin problemas el rock. Por si no se sitúa, Roy Loney es Mr. Groovie, fundador de una de las bandas cabecera de esta ruta norteamericana, Flamin' Groovies. Oro molido, que diría un amigo.
Roy Loney, un hombre que desde hace años va por su cuenta, con distintos proyectos musicales, pero manteniendo las esencias intactas. Pura pasión. Su pasado son los Flamin' Groovies y con eso está dicho más de la mitad. Un pasado de letras cósmicas. Sencillamente, creo que si en el día de mañana tuviese un hijo y a los 16 años no rebota por su habitación bailando y gozando con las mejores composiciones de los Groovies, sencillamente, digo, ese hijo se va de casa o está desheredado. Hay cosas que un padre nunca asumiría.



17 de junio Barcelona La 2 de Apolo 18 € anticipada/20 € taquilla
18 de junio Madrid Heineken 18 € anticipada/20 € taquilla
19 de junio Carballo (A Coruña) Gratis
20 de junio Andoain (Guipuzcoa) Gratis

Hace un par de semanas, La Ruta Norteamericana cumplió su primer año de vida en la carretera digital que es Internet. Un proyecto que surgió como una iniciativa personal de este redactor y que solo aspiraba y aspira a ser un espacio de encuentro, como otro cualquiera, de los amantes de la música norteamericana en todas sus variantes, y claro, por supuesto, de aquéllos que disfrutan y aprecian la música en general, como un modo de entretenimiento pero también como un vehículo artístico a defender.
Gracias a ELPAÍS.com, a responsables en sus diferentes aéreas, como Lydia Aguirre, Antonio Fraguas Garrido y Rosa Jiménez Cano, que apostaron por esta ruta norteamericana cuando se les puso la idea sobre la mesa. Y también gracias a todas las firmas que han colaborado en esta ruta en la sección "Parada para repostar" sin pedir nada a cambio. Sólo por amor al arte, y por su grandísima generosidad. Gracias a esta sección, este blog es mucho más interesante y gana en calidad.
En este año de existencia se han dado miles de visitas, se han publicado más de 150 mensajes y se han dejado más de 1.000 comentarios. Y, sinceramente, es ahí donde está el orgullo de esta ruta. Porque este viaje no sería lo mismo sin sus acompañantes, los pasajeros habituales y esporádicos que lo formáis.
En serio, sin vosotros, esta ruta norteamericana no vale nada. Porque de vuestros comentarios se aprecia el respeto y amor por la música. Un respeto y un amor con el que hacéis que este recorrido sea más transcendental, más auténtico y humano, más allá de las visitas y mi mera visión personal. De vuestros comentarios yo he sido el primero en disfrutar y en aprender. Los debates y las críticas vertidas no han hecho más que dar más gasolina a este viaje.

Es por eso que quiero celebrar con vosotros este año de vida. Y con vosotros y conmigo la discográfica Locomotive Records, que se suma a este aniversario. Especialista en la distribución de discos de todo género, Locomotive se encarga de poner en circulación catálogos tan apasionantes para esta ruta como Wicked Cool Records, de Little Steven, Bloodshot o Stag O-Lee. El garage, el rock, el power pop, el folk o el rock'n'roll de vieja escuela se dan cita en parte de los discos que Locomotive oferta.
Teniendo en cuenta que vosotros, los lectores, sois los protagonistas de este blog, Locomotive regala un lote de discos variados (Justin Townes Earle, Of Montreal y Big John Bates) para el primero que acierte la siguiente pregunta.
¿Cuál es la canción preferida de Steve Van Zandt de todo el cancionero de Bruce Springsteen?
Mientras tanto, podéis disfrutar de Justin Townes Earle, Of Montreal y Big John Bates. Folk-rock, pop y punk rock dentro del lote de Locomotive por el aniversario de La Ruta Norteamericana. Pinchamos a Big John Bates, tal vez los menos conocidos, unos Stray Cats más revolucionados. Rockabilly en llamas.


Es un lujo, un placer, leer un libro como American Madness y la creación de Darkness on the Edge of Town.

Primero, por la temática del mismo. En esta ruta norteamericana se aplauden iniciativas como ésta, donde se repasa el universo de un disco de rock arrebatador y fundamental.
Segundo, por la presentación. Fotografías espectaculares, recorridos visuales que empapan el espíritu y echan más leña a la imagenería rock que cualquier aficionado tiene. La editorial Caelus Books se lo está trabajando con libros cuidados, presentados con esmero y cariño por el producto. Lo hacen como los norteamericanos, que sacan esos libros de fotografías, pintura, pósters, cómics, música o cine que todo amante de lo bien hecho desea llevarse de tres en tres a su casa. Libros perfectos para la estantería de madera pulida.
Tercero, por el autor. Julio Valdeón Blanco, corresponsal de Nueva York para el diario El Mundo y escritor, ha llevado a cabo una empresa fantástica, ambiciosa y apasionada. Un trabajo de periodismo musical sobresaliente. Para hablar de un disco, que no es solo un disco, que es una obra humana de envergadura, un pedazo de vida de un músico que se dejó el alma en ello. Sus incursiones históricas, sus conexiones artísticas con el cine y la literatura y sus contextos musicales dan más luz sobre Darkness.
Hoy he escrito en ELPAÍS.com de este libro y la creación de Darkness, que cumple 30 años. Se titula Oscuridad en la América de Springsteen. Comienza así:
"Verano de 1976. Bruce Springsteen es la promesa más rompedora y esperanzadora del rock’n’roll estadounidense desde la irrupción de Bob Dylan gracias a ese hipersónico disco llamado Born to Run;, publicado un año antes, con el que infló todo tipo de corazones solitarios y corroídos en la América de la incipiente música disco y el rock progresivo, las desastrosas mentiras de Watergate, la sangre quemada de la guerra de Vietnam y el acero afilado de la crisis económica y la deflación de los setenta.
El chico de Nueva Jersey, 27 años, ha abierto de nuevo de par en par la verja del inocente sueño del rock’n’roll. Pero el radiante muchacho de las calles está a punto de vivir su calvario y adentrarse en una oscuridad artística que cambiará su vida” (Leer más en ELPAíS.com).
Y de ese cambio llegó esta música y este libro:


Muere Koko Taylor, madame de fuego del blues

Por: | 07 de junio de 2009

Me ha pillado a contra pie. Desconectado de la información unos días por diversas causas y, bueno, ha caído con tanta fuerza como su música inspiraba. Koko Taylor, madame de fuego, icono del blues de Chicago, ha muerto a los 80 años. Una auténtica pena.

Aunque no muy conocida en España, Taylor era una figura en Estados Unidos. Fuerza y alma en una mujer dentro del blues. La muerte la ha pillado en un escenario, dando lo mejor de sí con su música. Este año se encontraba de gira, incluso estaba previsto que viniera a España, como ya hizo en un festival Crossroads en Gijón unos años atrás.
Taylor, a la que adoraban gente de vieja escuela desde B. B. King hasta más jóvenes como Bonnie Raitt o Clapton, seguía con el pundonor intacto pese a su edad y sus problemas de salud. En los últimos años aparecía sobre los escenarios, a veces, en su silla de ruedas empujada hasta llegar al micrófono.
A poco que buceéis, tenéis su interesante discografía. Ese debut Koko Taylor en Chess Records es un incendio en el corazón. Koko Taylor radiaba la misma intensidad eterea que Bessie Smith. Por ella planeaba no sólo Mrs Smith sino también Big Mama Thornton, Howlin' Wolf o Willie Dixon. También es obligatorio escuchar su Royal Blue publicado en el 2000 donde el blues eléctrico cuenta con la colaboración de B. B. King.
De esta guisa, como Koko Taylor, ya no se fabrican. Vete tú a encontrar fraseos de esa índole, esos “ummm… nooo”, que se cosen a la piel. Uno no sabe lo que se pierde hasta que ya no lo tiene. Y, con la mujer de fuego, los aficionados a la buena música negra hemos sufrido una enorme pérdida. Irreparable.


Burt Bacharach, el gran hombre en la sombra

Por: | 03 de junio de 2009

El cartel de Veranos de la Villa de Madrid se antoja más que interesante para esta ruta con la presencia de John Fogerty, Lou Reed, Jerry Lee Lewis y, sí, Burt Bacharach, el hombre en la sombra ya convertido desde hace algún lustro en estrella reconocida, homenajeada y cara bonita de la televisión. Cuántos tributos tendrá este hombre, tantos o más que el desaparecido Sinatra.
Ya nos detendremos, como merece, en el redneck de Jerry Lee Lewis, pero antes paremos en ese hombre de los créditos de las canciones. Bacharach es el prototipo de compositor total. Qué tan bonitas han sido sus composiciones. Llevo días inmerso con absoluta entrega en su fascinante mundo musical, por donde pasaron todo tipo de voces de la edad dorada del pop norteamericano con The Drifters, Dionne Warwick, Tommy Hunt, Jackie DeShannon o Jimmy Radcliffe.
Algunos ya le conoceréis, en parte y tal vez, por ese tributo que le rindió todo un Elvis Costello, siempre hábil a la hora de arrimarse a los maestros. Pero Bacharach, junto con su letrista Hal David, tejió ya a finales de los cincuenta perlas de pop sofisticado y abundante en detalles, a veces expresivo hasta la derretir al oyente, a veces delicado hasta el cosquilleo permanente. Es esa época la que nos quedamos. Un compositor que nunca quiso saber nada del rock. No. Lo suyo era otra cosa, pero sin quererlo permitió al rock’n’roll genuino estadounidense abrir más el abanico sonoro con sensibilidad y todo tipo de toques latinos y herencias del jazz.
Nacido en Kansas City en 1928, fue su madre quien se empeñó en que Burt estudiase formación musical, pese a que el chaval prefería estar en la calle practicando algún deporte como sus amigos. En la música, de todas formas, halló la compañía, sin distracciones, con fidelidad, hasta sentir la llamada artística en un cruce de afluyentes: escuchando el cromatismo de Ravel y descubriendo los sonidos que volaban en Nueva York a través de Miles Davis, Charlie Parker y Dizzy Gillespie. A partir de ahí se dedicó a buscar melodías al piano mientras aprendía de maestros como Henry Cowell, uno de los profesores que tuvo el genial Gershwin, y que adentró a Bacharach en el interés de la música popular norteamericana y, como él mismo ha confesado, “a dejar que la melodía brillase por sí misma”.
Y ese brillo es la idea del Pop, con mayúsculas. La búsqueda de un cielo a través de una historia. Nuestro protagonista se debe al Pop, se entrega a la causa y se deja el alma en alcanzar el clímax y el ritmo que tiene que llevar cada relato. Tres minutos abundantes en pinceladas para ilustrar la escena, para que pasen los segundos como páginas de un libro, con su trama que se va enriqueciendo, que se desarrolla y revive con el soplido de algún pormenor sonoro. Melodías que cruzaron los cinco continentes y terminaban por llevarse como un torrente tus sentimientos. Cierra los ojos y disfruta.


El País

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