La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

Oda a Ellie Greenwich y el Brill Building

Por: | 30 de septiembre de 2009

Bien es cierto que hasta que no vea la película, Malditos Bastardos, no me quiero leer el reportaje que publica en portada el último número de Ruta 66 sobre Quentin Tarantino. Mientras tanto, ya he empezado a leer algunas de las entrevistas que vienen que ni pintadas para esta ruta norteamericana como las de Joe Henry, Cocktail Slippers o Victor Bockris, a cargo de insustituible Jaime Gonzalo. El señor Bockris es uno de los mayores cronistas del Nueva York artístico que tiene dos obras que ardo en deseos de degustar en algún día cercano: las biografías de Keith Richards y de Velvet Underground.
Pero espero que me permitáis centrarme en un reportaje que lleva mi firma. Bueno, más bien, quiero que sirva de pretexto para hacer algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Revindicar a una persona que ya se fue. El informe Brill Building repasa lo que para este redactor es toda una época de esplendor pop, que va de 1958 a 1963, dentro de las paredes de ese edificio localizado en Times Square. Repasa el trabajo de parejas de compositores que crearon lo que se pueda dar en llamar el Brill Building Sound, etiqueta que sirve para englobar el exuberante material que se parió en la Gran Manzana bajo el techo de ese inmueble, que hoy resiste entre rascacielos en pleno centro neoyorquino, como una estampa de otro tiempo, y que aquí se solicita a la altura de marcas con sello de excelencia como Stax, Motown o Chess.
Jerry Leiber & Mike Stoller, Carole King & Gerry Goffin, Doc Pomus & Mott Shuman, Neil Sedaka & Howard Greenfield, Burt Bacharach & Hal David… Todos ellos parejas de compositores que hicieron avanzar el cancionero americano con su profesionalidad, talento y buen gusto. El reportaje, donde el propio Burt Bacharach recuerda aquellos años en una entrevista desde Estados Unidos, también cita, cómo no, a la pareja de Jeff Barry y Ellie Greenwich, que se asociaron con un joven Phil Spector.
Me enteré de la muerte de Ellie Greenwich en mis vacaciones, el pasado agosto. Acababa de llegar a Nueva York. Era temprano y lo leí en el periódico. Aquello me cayó como un jarro de agua fría. No hacía mucho que había mandado la versión definitiva del reportaje a la redacción y crucé el charco. Buena parte de los últimos dos meses los había pasado obsesionado con las canciones de esos compositores del Brill Building, descubriendo, redescubriendo y recreándome con múltiples detalles en decenas y decenas de composiciones que llevaban sus firmas.
La muerte de Greenwich no fue un obituario más para mí. No. Se iba esa pequeña y preciosa porción de un sueño pop que vivió en otra época. El dúo Jeff Barry y Ellie Greenwich ayudaron como pocos compositores, esos artistas en la sombra, a crear una escena de grupos femeninos hasta entonces desconocida en el mundo de la música popular. The Shirelles, The Crystals, The Shangri-Las, The Ronettes… daban voz y energía a las letras y sonidos creados por Greenwich y su pareja. Gracias a la paciencia de la pareja con las excentricidades de Spector, los tres formaron durante años un trío inolvidable, que gozaba pariendo canciones.
El pasado agosto, en Nueva York, me alojé en el West Side. Caminé Broadway abajo, me detuve enfrente del Brill Building y soñé con la música de Greenwich y los suyos. Esos ecos pletóricos de inocencia y vitalidad que revolotean dentro de uno. Querida, Ellie, pensé, gracias por ponerme alas con tus canciones para volar alto y lejos. Maravillosa música que firmaste, rubia.


Eilen Jewell, dulce musa, de gira

Por: | 29 de septiembre de 2009

Hoy empieza la gira en España la cantante Eilen Jewell, que ya ha pasado por este camino sonoro. Recientemente se recomendaba su último disco, el gran Sea of tears, que también apareció reseñado en el suplemento cultural Babelia. Ahora, con el riesgo de caer en la reiteración, la ruta norteamericana recomienda la gira de esta artista que está muy lejos del estrellato pero muy cerca de la música de muchos kilates.
Eilen Jewell es de esa clase de músicos que merece la pena siempre reivindicar por su sencillez, talento camuflado en naturalidad y capacidad para tejer preciosas composiciones de folk rock. En su último trabajo, ha coqueteado con el rockabilly pero con su personal impronta de placidez y bonanza, como si esta mujer llevase toda la vida contigo, con su calidez y su dulzura.
Admiradora de Billie Holiday y Bessie Smith, esta chica, que pertenece a la órbita musical de Boston aunque nació en Boise, Idaho, se está ganando por derecho propio pertenecer al cupo de las grandes voces femeninas contemporáneas del rock americano. Eilen Jewell puede estar en el mismo cupo imprescindible que Lucinda Williams, Susan Tedeschi, Neko Case o Dayna Kurtz.
A partir de hoy hay varias fechas en España para poder disfrutar de su directo. El jueves estará en la sala Sol y, este escribiente, estará en las primeras filas, dispuesto a dejarse hechizar por el encanto de una dulce musa.
Suena: <<Rain Roll In>>


Gira:
29 Septiembre, Barcelona, La 2 de Apolo
1 Octubre, Madrid, El Sol
2 Octubre, Gijón, Acapulco
3 Octubre, Bilbao, Azkena
* Las entradas se encuentran a la venta en Barcelona (Revolver/Sala Apolo), Madrid (La Vía Láctea/El Bandido Doblemente Armado/Radio City Discos), Gijón (Librería Paradiso) y Bilbao (Power Records) al precio de 14 euros (16 en taquilla)

La tristeza con Chet Baker

Por: | 24 de septiembre de 2009

La semana pasada pude asistir al preestreno de Let’s get lost, el magnífico documental de Bruce Weber que retrata la vida y penurias de Chet Baker. Quedé prendado. El mismo Weber estaba en La Casa Encendida y contó cómo llevó a cabo una película que ya es un clásico.
El jazz no suele aparecer casi nunca por este blog pero en esta ocasión es imposible no hacerlo. Mi compañera de redacción, Elsa Fernández Santos, ya habló de esta película que se estrenó en Estados Unidos en 1998 y ahora llega a las salas comerciales en España tras su puesta de largo de su versión restaurada en el festival de Cannes de 2008.En el artículo La voz del ángel desdentado, Fernández Santos asegura que a Baker “le perseguían demasiadas leyendas, algunas gloriosas, otras innombrables”.
Cierto. Como esa de cómo perdió los dientes. Las versiones de Baker y una de sus esposas van por distintos caminos. El trompetista, rompecorazones, amante de los coches, adicto a las drogas y especialista en echar abajo todo lo que construía con su música, siempre compartió su ahogo pero terminó por destruir a su entorno y a él mismo.
Recomiendo fervientemente ir a ver esta película al cine si se tiene la ocasión. Bruce Weber crea una obra maestra del género documental en relación con la música. Su fotografía es exquisita. Su ritmo maravilloso. La historia real como la vida misma. Y su música, simplemente, bella. Porque, con permiso de Miles Davis, ningún trompetista ha captado el fenómeno de la soledad y de la tristeza como Chet Baker.


Dan Baird, músico a proteger

Por: | 23 de septiembre de 2009

Dan Baird es de esos músicos que deberíamos proteger. Por su actitud, por su esplendida visión del asunto, por sus apasionantes proyectos, por representar la llama del rock,n,roll con una intensidad admirable.
Adoro a Dan Baird desde su época en Georgia Satellites pero me llegó hasta la lágrima con esa diversión con carácter de eternidad que son The Yayhoos. Su primer álbum, con Eric Ambel rasgando las cuerdas, era un torpedo con el que cruzar la galaxia.
Dan Baird tiene ahora un nuevo proyecto, bendito proyecto, con los Homemade Sin. Y está ahora de gira por nuestras tierras. Dejemos que mi compañero de Ruta 66, Sergio Martos, ponga palabras a la excelencia rockera del señor Baird.

“Hay músicos que interpretan Rock & Roll, hay otros que saben como vanagloriarse del mismo vendiendo una imagen y una pose, y hay quien lo simboliza. Dan Baird pertenece por meritos propios a éste último grupo. Nombren cualquiera de los proyectos a los que ha pertenecido el hombre y sumen: Georgia Satellites, The Dusters, The Yayhoos, o entonando su propia carrera como solista, con y sin la ayuda del sello de Rick Rubin, Def American. Dan es de una estirpe desconocida. Uno de los pocos artistas que ha mantenido la integridad intacta durante casi treinta años de carrera.
El hombre tuvo un deseo y parece que lo va a cumplir, y a rajatabla. Es un pirata en la especie, tanto como lo son Lemmy o Fogerty en su casilla oportuna. Un hombre en una misión. Y por el contrario, hallen a quien pudiese salir desilusionado de alguno de sus conciertos pasados por estas valuadas tierras. No, es algo que no ha sucedido. Dan es de los que convencen, de los que enamoran. Es de esa clase de tipos…
Ya saben, uno de ellos. En ésta nueva gira viene acompañado por los Homemade Sin; o lo que es igual, Mauro Magellan, Keith Christopher, y oh, Warner E. Hodges. En efecto, el inigualable guitarrista de Jason & The Scorches. Sus conciertos prometen ser de aquellos para esculpir en la retina. Habrá cancionero Satellites, recuerdos al perenne Love Songs For The Hearing Impaired (su primera obra como solista), sorprendentes versiones, y ante todo, un modo de interpretar la música que la mayoría de artífices parece haber olvidado. Siéntanse afortunados, ésta es la clase de ceremonia que merece reinar en una arena. Nosotros podremos disfrutarlo en la intimidad de un club. Y para eso no hay precio que valga. Dan Baird está de vuelta en nuestro país y esa es una más que encomiable noticia”.


GIRA:
23-sept. Barcelona, Apolo 2
24-sept. Valencia, Durango Club
25-sept. Madrid, El Sol
26-sept. Bilbao, Sala Azkena
28-sept. Vigo, La Fábrica de Chocolate
29-sept. La Coruña, Mardigras
30-sept. Gijón, Sala Acapulco (El Casino)

Surforama llega a Madrid

Por: | 20 de septiembre de 2009

Vale, ahora llueve y los días son más grises que antes. El otoño ha llegado precipitadamente, pero qué mejor que dedicarle aún un espacio vital al verano. No es cuestión de olas ni chiringuitos, es cuestión de música surf de la que sube la adrenalina.
El 25 y 26 de septiembre se celebra en Madrid el conocido festival Surforama. Los sonidos de la playa llegan al Manzanares. Y creo, sinceramente, que no hay que perderse la ocasión. La mejor música surf contemporanea en pleno regocijo instrumental del rock. Un estilo musical que anima a los muertos.
Surforama se celebra este viernes 25 y sábado 26 en la sala Gruta 77, donde tocarán bandas españolas que se mueven con habilidad entre el garage y el surf como Los Pataconas, The Brillantinas y el gran Fernando Pardo y los Imperial Tones. También expertos en materia como los británicos The Rapiers, que te hacen retroceder décadas en el tiempo en su obra genuinamente british pop rollo beat.
Y, por supuesto, maestros del instrumental como Slacktone. Desde Los Angeles, tostados al sol del buen rock surf, cuentan con el guitarrista y compositor Dave Wronski, gurú de estos lares donde las guitarras se ondean por estupendos mares rítmicos.
Dejate llevar. 25 de septiembre en Gruta 77 y al día siguiente más fiesta en la misma sala y en el Irish Rover de Avenida de Brasil con un tributo a los Shadows y los Burlons en directo.
Suena: Slacktone con <<Mr. Moto>>.


Toda la información en la web del festival.

Steve Earle, el héroe que encontrarás en la carretera

Por: | 16 de septiembre de 2009

Siempre he considerado a Steve Earle un tipo muy especial, por el que tengo predilección. De esa clase de personas que uno espera encontrarse por la ruta norteamericana haciendo autostop. Le subes y te alegra el viaje, le deseas suerte y te quedas con alguna de sus frases o pensamientos, soltados como un puño en el estómago pero con la mejor de las miradas. Por cierto, después de verle en esa obra maestra que es la serie The Wire, Steve Earle es aún más especial para mí. Adquiere la categoría, por qué no, de Little Steven. Qué bueno.
Earle está esta semana de gira por España y eso es motivo para reivindicarle. Desde hace un tiempo, el músico natural de Virgina pero hijo adoptivo de Nashville se ha mudado a Nueva York, a empaparse de su legendario pasado folk, viviendo en plena Greenwich Village Street, donde años atrás un joven Bob Dylan y la que sería su novia Suze Rotolo fueron inmortalizados para la portada de la generación folk en The Freewheelin’ Bob Dylan (1962).
No ha conseguido quitarse esa fastidiosa etiqueta de segunda fila, mientras mordiendo el polvo y rasgando con fiereza la guitarra ha sobrevivido durante años como un songwriter independiente, genuino. Lo último de él es su homenaje sin aditivos en forma de álbum al trobador trovador de Texas, Townes Van Zandt, uno de los compositores estadounidenses más admirables y con el sello de maldito en la piel.
Con tan sólo 19 años, Steve conoció en persona a Van Zandt en Houston. De él aprendió el arte de contar historias, cortar como un cuchillo con su voz. De su héroe personal también aprendió a vivir al límite de las circunstancias, a caballo entre el alcohol, la heroína y el crack. Adicciones que tardó media vida en superar mientras intentaba sacar unos dólares en garitos de Texas, pasaba por la cárcel o grababa discos repletos de cicatrices y country rock arrollador.
En su anterior gira, Earle se hizo acompañar por un DJ para presentar Washington Square Serenade, pero esta vez ha dejado al pinchadiscos en casa, y armado con su guitarra y su voz, vuelve para rendir tributo a su mayor influencia y de paso seguir mostrando su peculiar visión del asunto este que es el rock.
Una visión de titán anónimo. De vagabundo de carreteras. Steve es esa clase de héroe que no tiene nada que ganar, pero sí mucho que ofrecer. Indispensable.


El último tesoro de Gram Parsons

Por: | 13 de septiembre de 2009

Ha tardado casi 40 años en llegar a nuestras manos este doble disco en directo, con un sonido que recuerda a un pirata, (incluso hay dos demos caseras), donde los legendarios Flying Burrito Brothers, liderados por Gram Parsons, abren dos noches de abril de 1969 para Grateful Dead en el famoso Avalon Ballroom de San Francisco.
El joven compositor prodigio del country se acababa de juntar con el gran Chris Hillman, con el que estuvo en los imprescindibles The Byrds, para formar una de las bandas más influyentes de EE UU. Por aquel entonces, mezclar country y rock de esa manera era una osadía.
Y, como se comprueba en este directo, llevaban este atrevimiento con buenas maneras, sin olvidar su herencia con los mejores del género del sombrero al incluir versiones de outlaws como Hank Williams, Waylon Jennings y George Jones (etérea esa interpretación de <<She Once Lived Here>>), pero también canciones nacidas del honky-tonk, blues y rock.
Sólo por las guitarras rítmicas y las armonías vocales te explicas medio siglo de música americana de raíces.
Suena con un sonido bastante de bootleg: <<Hot Burrito 2>>


A ellos les debemos muchas estrellas de la música cósmica americana.

El personaje místico de Leonard Cohen

Por: | 11 de septiembre de 2009

Leonard Cohen ha agotado todas las entradas para su actuación de mañana en el Palacio de los Deportes de Madrid, dentro de su gira que le llevará el día 13 a Atarfe (Granada), el 15 a Zaragoza, el 17 a Bilbao, el 18 a Valencia y el 21 a Barcelona.
A punto de cumplir 75 años y tras más de 40 de carrera musical, Cohen es una de esas figuras musicales que se ha convertido en un personaje místico, como un monje sabio de la montaña o un hombre solitario que se refugia en la cafetería con toldo de una gran ciudad. Sin duda, es uno de esos artistas con señas de identidad propias.
Reconozco que nunca he sentido una verdadera atracción-pasión por su música. Hay muchas cosas que me gustan, y mucho, y otras que me dejan frío. Más bien, me muevo en dos polos. Cuando me gusta, me puede derretir. Cuando no, me deja como una piedra. Soy consciente que el problema, seguramente, sea mío. Pero con todo sería estúpido no ver en Cohen, oír en su obra, un auténtico artista, en el sentido literal del término, que se refleja en su obra y viceversa. Por donde otros pasan de puntillas, él se mancha las manos y los pies.
Tiene canciones tan tremendas como <<Hallelujah>> o <<Jan of ARC>>. Seguro que Cohen terminará gustándome más. No puede ser de otra forma cuando escucho <<Suzanne>>. Sí, para derretirse.


Cuando los Beatles no habían asaltado el mundo

Por: | 09 de septiembre de 2009

Hoy se ponen a la venta los álbumes de los Beatles remasterizados, todo un acontecimiento en la industria del disco. Como asegura Diego A. Manrique en su artículo para El País, Un nuevo viaje mágico de los Beatles: "Ver para creer. El primer tramo del siglo XXI puede terminar con los Beatles en el primer puesto del negocio discográfico, como máximos vendedores de la década".
ELPAÍS.com ofrece un especial con varios vídeos de todas las etapas de los cuatro chicos de Liverpool. El primero de ellos recoge imágenes en directo de una interpretación de <<I saw her standing there>>, tema que abre su primer LP, Please, Please Me. Es una de las más rockeras del grupo, con una línea de bajo birlada del <<I'm Talking About You>> de Chuck Berry y que, además, tiene la curiosidad de que sus letras se escribieron en un cuaderno de instituto de McCartney.
Los Beatles son ya patrimonio de la humanidad. Esta ruta norteamericana no es indiferente al torbellino mediático que sólo ellos pueden generar. Pero no todos se dieron cuenta de su potencial cuando comenzaron antes de explotar la beatlemanía en Reino Unido y, después, en EE UU.
A la vista de los resultados, se considera la mayor pifia en la historia de la música popular y el negocio discográfico. Antes de firmar por EMI, los Beatles fueron rechazados por el sello Decca. Cierto que aquellos chavales desaliñados (John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best, que sería sustituido por Ringo) no tuvieron un buen día en la audición del Año Nuevo de 1962. Grabaron 15 temas en Londres pero se mostraron bastante nerviosos para la cantidad de actuaciones que llevaban a sus espaldas en garitos de Liverpool y cuchitriles de Hamburgo. Dick Rowe, jefe de Repertorio y Artistas de Decca, justificó su decisión porque “no le gustaba el sonido” y “los grupos de guitarras habían pasado de moda”. ¡Caramba!
Brian Epstein, el manager de la banda, el candidato a quinto beatle, le respondió tajantemente: “Estos chicos van a ser más grandes que Elvis Presley”. No decía tonterías. A finales de 1963, sus teddy boys (jóvenes con ajustados tejanos negros, camisa blanca con pajarita y zapatos de puntera estrecha) causaron la histeria en Gran Bretaña. Su debut, Please, please, me, que se grabó en su mayoría en una maratoniana sesión el 11 de febrero de 1962, llegó al número uno mientras sus singles tenían pedidos por adelantado de medio millón de copias. Luego llegaría el asalto al resto del mundo.
El estallido no tenía precedentes en un país que hasta entonces no contaba en lo musical de una cultura popular propia. Del terremoto de Elvis Presley en EE UU sólo llegaron las ondas expansivas a las islas. Los sonidos venían importados del otro lado del charco y a partir de esa adoración surgían distintas propuestas. De hecho, los Beatles eran los representantes con más talento de lo que se conoció como Mersey Sound. Liverpool, extendida a orillas del río Mersey, era una de esas poblaciones grises de la costa occidental británica, pero a principios de los sesenta contaba con una incipiente escena local donde diversas formaciones reproducían en directo, con más ruido del normal, patrones del rock’n’roll americano, el doo-wop y el skiffle autóctono representado por Lonnie Donegan, donde guitarra, bajo y tabla de lavar o batería rasgaban el ambiente e imponían un ritmo de baile a las composiciones.
Con la publicación de este disco, los Beatles rompieron fronteras más allá de la escena de Merseyside. De grupo de acompañamiento para un álbum del cantante Tony Sheridan (cada uno cobró 26 libras) pasaron a fenómeno nacional. Aunque los planes eran otros. Parlophone, filial de EMI, estaba desesperada por encontrar una estrella como Cliff Richard, británico que imitaba a Ricky Nelson. George Martin, reputado productor del sello, que dio el visto bueno a la banda, quería incluso hacer de Paul o John un solista con acompañamiento al estilo de Richard y los Shadows. Pero se dio cuenta que tener a “su Cliff” era imposible y estúpido. Los chicos de Liverpool guardaban algo especial en conjunto, inseparable y auténtico.
La acogida de Please, please me en la prensa nacional fue muy tímida. Pero el boca a boca y una juventud hambrienta de esta inocente y brillante música lo convirtieron en un bombazo. Recogía ocho temas compuestos por la sociedad Lennon-McCartney y seis de autores estadounidenses. Era una declaración de principios. En ese plástico había una nueva perspectiva musical que bebía de las aguas del mejor rock primigenio. Y aquello además llevaba un nombre que enamoraba a las chicas: Beatles, veinteañeros británicos tan irreverentes como talentosos.
Suena: <<Twist and Shout>>. Cierre del Please, please me. Su línea directa y homenaje a la música norteamericana que amaban. Este es single más famoso de la historia del rock, escrito por Phil Medley y Bert Russell. Indispensable en los directos de los Beatles y que les definió para siempre.


La elegancia de Joe Henry

Por: | 08 de septiembre de 2009

A finales de agosto el suplemento cultural Babelia publicó una entrevista con Joe Henry, uno de los compositores y productores más destacados que se pueden hallar en la ruta norteamericana. Ramón Fernández Escobar repasaba magníficamente la carrera de Henry y su último disco, Blood from stars (Anti - Pias), que se presenta como una de las propuestas más interesantes de este año 2009. Civilians hizo pasar a este escribiente momentos indiscutiblimente gozosos.
Joe Henry es un músico sobresaliente. Un hombre, como el desaparecido Jim Dickinson, capaz de elevar de categoría la música popular por sus conocimientos y talento. Es una persona que lleva la música norteamericana en el ADN. Creo que merece la pena recuperar parte de la entrevista de Babelia para dar buena cuenta de este músico elegante, inquieto y amante de lo suyo. Muchos menos de lo que parece hay como él.
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"Solía considerar mis discos y mis producciones tareas diferentes. Ahora ya no. Soy Joe Henry, el artista, y mi objetivo es siempre el mismo: que de los altavoces salga algo significativo, al margen de quien ponga la voz o las canciones". Lo que parece una declaración grandilocuente al otro lado del teléfono, en boca de Joe Henry (Charlotte, 1960) suena a naturalidad y cercanía. Eso no quita para que su búsqueda de la excelencia le haya convertido en cantautor de culto y en uno de los productores de la década, capaz de hacerse cargo de principiantes (Teddy Thompson), acoger a francotiradores (Ani DiFranco, Aimee Mann) o resucitar a glorias de la música negra (Solomon Burke, Bettye LaVette, Allen Toussaint).
Henry estrena álbum propio, Blood from stars, el undécimo tras cinco lustros de carrera. Y como ocurre con casi toda su obra, un crisol mutante de estilos, no ofrece fácil definición: "Creo que el disco resulta menos intelectual que el anterior. Éste es más eléctrico emocionalmente, casi como agarrar el cable de la luz". Más claro aparece el punto de partida: "Adopté la estructura del para escribir, aunque la música no está interpretada como tal. No era ésa mi intención, sino aprovechar la fuerza de un verso que se repite y encuentra respuesta, como en el blues".

Dicha idea se fraguó mientras Joe producía el último disco de una leyenda del folkestadounidense: Ramblin' Jack Elliott. "Le convencí para que grabara temas de country-blues de los años treinta, porque la nueva depresión mundial les ha devuelto relevancia". Y las lecturas de Henry jugaron también su rol: "La generación beat se relaciona profundamente con tonalidades del blues y del jazz. Igual ocurre con Langton Hughes y otros poetas norteamericanos, incluso anteriores como E. E. Cummings. Éste coloca sexo, amor, muerte y Dios en un mismo plano: mis nuevos personajes también buscan redención, pero no necesariamente religiosa".
Henry acostumbra a rodearse de instrumentistas excelsos, próximos al jazz. Si Bill Frisell era el guitarrista en Civilians, Marc Ribot se encarga ahora de las seis cuerdas. El piano queda en manos de Jason Moran, al que Joe compara con otro virtuoso, Brad Mehldau, antiguo colaborador: "Ambos poseen vocabularios increíbles y vocación experimental. Jason, en función de musicalidad; y Brad, a nivel armónico". (Leer más en Babelia)


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