La pasada semana me enteré de la muerte de Emilio Cañil, fundador de Discoplay, a través de un mensaje de mi amigo y compañero en Rolling Stone, Manu Piñón. La noticia la había adelantado
Al fin y al cabo, su pérdida ha sido como un pequeño golpe al pequeño mundo que acompaña a uno desde hace mucho tiempo: el de la compra de discos en contacto directo con la tienda. Un mundo, que en los tiempos que corren, empieza a estar en desuso, pero que por suerte todavía resiste, sobrevive, en medio de una vorágine tecnológica, descreída y sin aprecio cultural por un negocio tan cercano como gratificante para el cliente.
Como amante de la música que no se encuentra en las grandes superficies, como friki según esos círculos cercanos a los que nunca puedes llegar a explicar bien del todo tu pasión por abrir en casa, en soledad, con cuidado, un plástico con apenas 10 canciones, me sentí muy identificado con su filosofía. La actividad comercial que llevó a cabo era el refugio de muchos de nosotros.
Hoy Diego A. Manrique escribe de él en El País. El otro día también leí de Emilio Cañil en Efe Eme, mediante el blog de Adrián Vogel. Diego y Adrián, veteranos y expertos en estos menesteres, tienen mucho más que decir que yo de este triste adiós.
Yo sólo puedo contar que me pasé muchas horas en la tienda Discoplay de La Vaguada. Más de una vez dejé de entrar al cine por seguir buceando en su catálogo, más cuando uno era un chaval que apenas tenía discos de nada. Preguntaba a los dependientes, que me recomendaban novedades y distintos álbumes, y estudiaba durante largo rato qué llevarme y qué dejar para que se ajustase a un presupuesto que siempre me parecía escaso para el número de discos que me gustaría comprar.
Un buen día me fui para allá y me encontré que Discoplay estaba cerrado. Menudo palo. Si la memoria no me falla, el último disco que compré fue uno de descartes y versiones de Jason & The Scorchers. Era “jodidamente bueno”, según me dijeron en Discoplay. Vaya este tema en memoria de Emilio, de su labor y de la jodidamente buena música que descubrimos y compartimos gracias a las tiendas. Salud para todos.
Hay 5 Comentarios
Cuando empezaba a tocar en grupos, siempre pensaba que habría llegado a algo si mi disco salía en el catálogo de Discoplay, sino no eras nadie. Unos años cuantos años después, cuando desapareció Discoplay miré en la estantería los 4 discos que había publicado mi grupo. A esas alturas no era una sorpresa pero ya no quedaba duda que nunca llegaría a nada y que había que dejar paso a otras ilusiones.
Publicado por: Mike | 07/02/2010 19:19:17
Lástima. El catalogo, los sótanos, cuantos recuerdos...
Publicado por: Mar | 02/02/2010 9:07:41
Gran parte de mi discografía la compre en Discoplay, y no era caro salia mas que rentable comprar y yo lo hacia por catalogo, por que aquí no había tienda.Descanse en paz
Publicado por: Chema | 01/02/2010 20:18:13
Descubrí buena parte de mi pasión por la música cuando acompañaba a mi hermano mayor a la tienda que Discoplay tenia en los sótanos de la Gran Vía madrileña.Una triste noticia que sin embargo, no apaga mis recuerdos de unos tiempos inolvidables.Un saludo
Publicado por: Anónimo | 01/02/2010 14:08:33
tiempos aquellos a principios de los 80 en que haciendo la mili en Madrid, compraba música en al tienda que tenian en Gran Vía, en los bajos.... lo que recibia a través de catalogo en mi pueblo, lo tenía alli en las manos.
Publicado por: Paco | 01/02/2010 9:19:40