Oda a los patos de Salinger

Por: | 27 de enero de 2010

El taxista era un listo.
-Aquí no puedo dar la vuelta, amigo. Esta calle es de dirección única. Tendremos que seguir hasta la Diecinueve.
No tenía ganas de discutir:
-Está bien - le dije. De pronto se me ocurrió preguntarle si sabía una cosa-. ¡Oiga! -le dije-. Esos patos del lago que hay cerca de Central Park South… Sabe qué lago le digo, ¿verdad? ¿Sabe usted por casualidad adónde van cuando el agua se hiela? ¿Tiene usted alguna idea de dónde se meten?
Sabía perfectamente que cabía una posibilidad entre un millón. Se volvió y me miró como si yo estuviera completamente loco.
-¿Qué se ha propuesto, amigo? -me dijo-. ¿Tomarme un poco el pelo?
-No. Sólo quería saberlo, de verdad.
No me contestó, así que yo me callé también hasta que salimos de Central Park en la calle Diecinueve.

El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye - J. D. Salinger)
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Por ahí leí, ya no sé dónde, que de la infancia nunca se escapa. Tampoco, supongo, que de la adolescencia. Y siento que, por tanto, sucede lo mismo con determinadas lecturas, imágenes y sonidos. Recuerdo ahora, que J. D. Salinger ha muerto, que uno de mis amigos, muy querido, por cierto, dice siempre que El guardián entre el centeno es un libro como escrito para él. A otro amigo, devorador de libros, le oí decir, en cambio, que el texto de Salinger era ideal para leerse a los 16 años, y luego releerlo a medida que se queman etapas de la vida para sacarle nuevas sensaciones. Imagino que algunas buenas, otras no tanto. En mi caso, al terminar de leerlo en su día, me abordó por encima de todo una pregunta: ¿dónde se meten los patos?
A partir de aquí, quiero contar una pequeña historia y recuperar un personaje que seguramente también se ha formulado la misma pregunta. Hace ya unos años dejé muchas cosas por irme a vivir a Nueva York. Me llevé mi libro de Salinger, pero eso no creo que sea lo importante. A los pocos días de llegar allí, cogí un tren que recorre a cielo abierto Nueva Jersey hasta la ciudad de Newark. Pasé por los mismos paisajes que salen en muchos capítulos de Los Soprano. Los que sean, como yo, admiradores absolutos de esa maravillosa serie tal vez entiendan de lo que hablo. El tren iba por esos puentes industriales de acero y hierro. El skyline de Manhattan aguardaba cada vez más pequeño a lo lejos, hasta desaparecer envuelto en el humo de las chimeneas de las fábricas de Jersey.
En mitad del viaje, al otro lado de la ventanilla, una bandada de patos apareció de la nada. Me acordé de Tony Soprano, que nunca fue el mismo después de la marcha de los patos. Así se lo confesó a su psicóloga. Aquel día, los patos que yo veía volaban rumbo al horizonte naranja de una tarde en retirada. Y es cuando me lo imaginé más que nunca sentado en su piscina y sin patos. Tony Soprano me dio mucha pena.
Los patos siempre han sido la verdadera cuestión.
En el primer episodio de la serie, unos patos salvajes habitan el patio de Tony Soprano, el capo de una mafia de Nueva Jersey. No sé sabe de dónde han llegado, pero lo han hecho para quedarse nadando en el agua de la piscina de Tony, que los contempla entusiasmado. No son patos más bonitos que los otros patos, ni más grandes, ni tan siquiera más raros. Son unos patos normales, que pasarían desapercibidos en mitad del campo, pero son los patos que se han instalado en la vida de Tony.
Tony está casado con una gran mujer y es padre de dos hijos sanos e inteligentes. Una familia que podría ser perfecta en cualquier serie de televisión pero en ésta no lo es tanto, y además pasan de los patos del cabeza de familia. Tony se preocupa por sus patos pero para su mujer e hijos son sólo patos. Tony podría hablar de los patos en el trabajo, rodeado de sus chicos, cuando se reúnen en el Bada Bing o en el café italiano, pero los chicos de Tony no lo entenderían, por muy fieles que sean a él, o al menos intenten serlo.
El problema viene cuando un buen día los patos se van volando. Tony se prepara para hacer una barbacoa junto a la piscina en el día del cumpleaños de su hijo. Está solo, con su puro encendido, observando los patos en el agua. De repente, los patos agitan sus alas y salen volando, camino de alguna parte con una música de ópera de fondo, lejos de la vida de Tony. En ese momento, Tony siente un mareo, tal vez un ataque de pánico, y cae al suelo tras perder el conocimiento, mientras los patos se van surcando el cielo.
Resulta que es el principio de todo. La serie arranca con Tony sentado frente a su psicóloga. Un jefe de la mafia abriendo su alma ante una psicóloga. Cierto. Tony cuenta todo esto; cómo llegaron los patos y cómo se fueron hasta que cayó al césped, rendido por su marcha. No se sabe muy bien qué significado tienen los patos. No lo sabe la psiquiatra, no lo sabe Tony, no lo sé yo. Sólo se puede decir que para Tony fueron algo especial, tan intangible como auténtico.
Bien pensado, todo el mundo necesita tener unos patos. No sé muy bien qué significa esto, pero creo que forma parte de la condición humana: el tener unos patos, el proyectar parte de lo que llevamos dentro en unos patos. Según se puede ver en las andanzas de Tony Soprano, la vida es imperfecta, irreal, sencilla, difícil, auténtica, mágica, descreída, grande, diminuta, imposible, irremediable, a fin de cuentas. Y Tony vive mucho la vida. También hace por vivirla Holden Caufield.
Cuando viví en Nueva York, y las temperaturas a 20 grados bajo cero se adueñaron de la ciudad, pensé en Tony Soprano y en Holden Caufield. Era un día nevado y me fui a Central Park. En ese momento, pude comprobarlo por mí mismo. Para el que no lo sepa: los patos, no sé cómo, se abren paso cuando el agua se hiela. Terminan por reunirse todos juntos, como cuando vuelan, en un pequeño espacio de agua en mitad del lago congelado. Es maravilloso y estúpido, creedme. ¿Dónde se meten los patos? Holden, colega, espero que te sirva de algo, allá donde te encuentres. Te digo lo mismo Tony.


Hay 15 Comentarios

Memorable capítulo.

Ya había notado a los patos del parque tristes, ahora sé porqué...Precioso!!!![8D]

No sabemos donde van los patos, no sabemos que le pasa a Tony al final de la serie, no sabemos como acabaremos. Por eso disfrutemos

Precioso este homenaje a...los patos. Un beso.

Hermoso, Fernando, mas historias de tus aventuras por el mundo, tal y como las escribes son estuepndas .Ayer oi la noticia en un informativo de rne y me qude un poco puff, pero leyendo el post a sido una vocanada de aire fresco helado casi, como el lago de tu relato y ha sido una senacion inesperada y eso me gusta.

y digo yo... lo mágico de los patos es que causan un efecto que no les corresponde. lo bueno es que no sabemos a donde van ni por qué han llegado, y probablemente tampoco por qué les echamos de menos. a veces, es mejor no saberlo todo...

Pero que gusto da escucharte hablar de Nueva York, de los patos, los soprano y el skyline de Manhattan.

hola Fernando, cuánto tiempo... qué gracia, estaba buscando información sobre la relación de los patos de Salinger y los de Tony Soprano para hacer un post en el blog y he acabado aqui :).

A mí también se me quedó esa pregunta de los patos rondando bastantes días, de hecho la trasladé a mis conocidos y nadie supo responderla. Gracias por la respuesta y por el recuerdo ;)

Tampoco Bugs Bunny quería que se fueran los patos, porque eso significaría que comenzaba la temporada de conejos [:D]Necesitamos de nuestros patos y nuestras Phoebes para no desesperar, representan la esencia de lo verdadero, el amor puro e incorruptible que nos ancla al mundo y nos da alas y fuerzas para seguir volando.

hablando de patos... os recomiendo el cortometraje Ahate Pasa ( pase de patos)

Brindo por todos los que intentamos "vivir mucho la vida" .O hacemos por vivirla ..No sabemos cuan larga puede ser , pero luchamos para que almenos , no sea estrecha.Y no estoy hablando de esas cosas materiales por supuesto.Bueno intentaba hablar de todas esas cosas ...como los patos.Por seguir dandome cuenta de todas esas cosas.

Muy bueno. Yo me quedo con esta gran frase del escritor: Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella.

Grande, Fernando

Waow. Cuando ayer supe la notícia, yo también pensé en Tony y los patos.Y un poquito en mí.

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