Cuando Johnny Cash canta

Por: | 01 de marzo de 2010

Johnny Cash murió en septiembre de 2003. Recuerdo estar en el Azkena Rock de Vitoria el día que se conoció la muerte de Cash. Todas las bandas y músicos se apresuraron a recordarle, a dedicarle una canción, uno tras otro. Recuerdo con especial cariño la de Steve Earle con sus Dukes. Era noche cerrada. El recinto estaba hasta arriba. Y, con esa actitud como de mala leche, con esa rabia contenida, Earle fue parco en palabras pero vino a decir que Johnny Cash fue una de esas cosas grandes que tiene su país y en un acto pleno de solemnidad pisó su pedal y se lanzó con su banda. Una descarga eléctrica de country-rock que sonó tan refrescante como una tormenta de verano.
Siempre he asociado a Johnny Cash con la tierra. La tozuda y rica tierra del continente norteamericano. De alguna manera, relaciono su música, tan visceral, tan natural, con la tierra que magistralmente John Steinbeck te transmite en Las uvas de la ira. Una tierra llena de cicatrices, como escribía Steinbeck, una tierra de arados, una tierra de huellas dejadas por los arroyos, de hierbas y malezas, de gris y rojo de los campos, con el cielo alto, el sol ardiendo o las estrellas en el horizonte.
Después de que Cash dejase de ser un pionero y forajido, allá por los 50, después de que fuera una estrella, allá por los 60, después de que la industria discográfica lo condenase al ostracismo, después de la leyenda extendida de su largo paso por la cárcel, después de que en la música lo superfluo y denigrante fuese la referencia de medios y tendencias, después de todo eso, volvió y de la mano del productor Rick Rubin estableció su vínculo final consigo mismo y la obra que representaba. Aquel vínculo con la vida, con su propia tierra, se llamó American Recordings. Fue a mediados de los 90 y lo fue así durante varias entregas hasta su muerte, aquella noche cuando yo estaba en el Azkena.
Se acaba de publicar American VI: Ain’t no grave, su nuevo álbum póstumo, el último de la serie del American Recordings. Creo, de corazón, que hay algo sobrecogedor en la etapa final de Johnny Cash. Es la etapa del artista en estado puro. La etapa del gran Rubin (normalmente a la producción de músicos de hip hop o rock) sabiendo sacar en la voz de Cash el mejor instrumento. La etapa desnuda. La etapa del hombre ante sí mismo, ante su presente, ante su historia, ante su cada vez más breve futuro. Es la etapa, en definitiva, que se reconoce a un artista que de verdad canta.
Las dos escuchas que he dado por ahora a American VI ya me lo han vuelto a demostrar, pero es que previamente recuperé entregas anteriores y me he reafirmado. Estremece oír versiones como <<Solitary Man>> (Neil Diamond), <<I Won’t Back Down>> (Tom Petty), <<I See Darkness>> (Will Oldham), <<The Mercy Seat>> (Nick Cave) <<The Beast in Me>> (Nick Lowe) o <<Down There by the Train>> (Tom Waits). Aquello está en un terreno muy personal. Es tierra que no pisa todo el mundo cuando versiona.
Tal vez, por eso, y por otras muchas canciones que influyeron durante tantos años, Earle transmitió un enorme respeto aquella noche por el músico de Arkansas. Cash se apagó tras la muerte de su querida esposa June Carter. Cuando entrevisté hace más de un año a Emmylou Harris, que cantó en el funeral del músico, me dijo que todo su círculo de amistades sabía que Cash se iría al poco de irse su mujer. Era tierra y polvo.
No hace tanto tiempo, al leer su autobiografía, me volví a estremecer al leer sus propias palabras. Aquel hombre de contradicciones, de profundas convicciones religiosas, de carne y hueso, hablaba igual que cantaba: "Puedo andar descalzo, aunque las plantas de los pies de este viejo de sesenta y cinco años no sean ni la mitad de duras que las de aquel chico de campo de Arkansas. Puedo sentir los ritmos de la tierra, el nacimiento, el florecimiento, el declive y la muerte, en mis huesos. Mis huesos”.


Por muchas razones, pero principalmente por nuestra amistad y la admiración sincera que siento por él, este mensaje de La Ruta Norteamericana se lo dedico a Antonio Fraguas, compañero de El País y autor del blog La Fragua.

Hay 15 Comentarios

He andado de puntillas sobre la noticia de la publicacion de este disco. Por muchas razones estos discos simepre me han pillado en momentos especiales, dificiles, intensos.Esta vez no era asi y sentia una especie de pereza, no queria entrar en ese territorio en el que andas sobre plumas de cristal, tan doloroso como reconfortante.Pero ha vuelto a ocurrir, solo escuchar una par de versos de Ain´t no Grave en la radio y de golpe he sabido que caeria de nuevo. Si ademas, Fernando se lanza a hablar de tierra, polvo, arados, del gris y rojo de los campos, está claro el paisaje donde por donde voya a pasear los proximos dias, noches, meses. Gracias Fernando por pintarlo, gracias Johnny por crearlo con tu voz.Por cierto en efeeme.com hay un articulo de Adrian Vogel sobre la grabacion de este disco que merece la pena.

El día de la muerte de Johnny Cash Elvis Costello presentó en un pequeño bar de Madrid (por la mañana) su nuevo álbum North. La noticia se supo (creo) muy pocas horas antes, y dado el poco público que había (no más de 100 personas) y el desinterés que mostraba, estuve tentado de acercarme al escenario y contarle la noticia. Pero Elvis estaba al corriente, y cantó un emocionante "I still miss someone" al piano. Ese concierto se emitió posteriormente en 40TV.

Hurt me estremece, solitary man me catapulta.

Hermoso homenaje. Aquella noche debió ser realmente mágica.

Muy buena la nota. Yo descubri al hombre de negro un año antes de su muerte, desde ese día no pude dejar de escucharlo. Además de los American recomiendo escuchar el box Unearthed, una verdadera joyita.

Algunas canciones de American Recordings son capaces de ponerme la piel de gallina... estoy de acuerdo en que Hurt es la mejor de todas ellas, y el videoclíp un magnífico testamento vital. Gran artista. Inolvidable y emocionante.

Muy bueno el comentario y creo que refleja a los que nos gusta y le tenemos mucho cariño a Johnny Cash. Lamentablemente, lo descubrí después de muerto. Los discos de la serie American son excelentes (sobre todo el I y IV) y varios de los 60 también. Recomiendo ver el DVD de su programa te televisión.

Gran texto. Como tú, un servidor también estaba en Mendizabala. Algo cambió en el ambiente, tristeza, impacto emocional pero también la sensación de plenitud que tenía en sus últimos días. Y de todos, el mejor homenaje fue sin duda el de Steve y sus Dukes.

me ha gustado mucho tu post, cuando se habla desde el sentimiento más profundo y con admiración, se nota. Graciss

Fantástico post, mis felicitaciones. Creo que nunca he oido cantar a nadie con la personalidad con la que lo hace Cash en sus Amercian Recordings. Sólo una puntualización, de todas las canciones que versiona, para mi la más estremecedora es la de "Hurt" en el cuarto volúmen de la serie. Es como la confesión de toda una vida en una canción.

Cuando Johnny Cash canta, e tiempo se detiene y el alma se estremece. Larga vida al más grande.

Sobrecogedor fue la estrofa de "Give my love to Rose" que hizo Ray Davies.

Era y es todavía el más grande. Sólo una puntualización : su paso por la cárcel fueron en realidad arrestos de una noche por pequeños delitos relacionados con su adicción a las anfetas. Una condena de prisión mayor quedó en suspenso porque no se pudo demostrar que la droga que transportaba no fuera para consumo propio. Eso si, siempre anduvo al filo.

Que grande fue es y sera Cash, yo tengo toda la serie y la completare con este ultimo que seguro que es magnifico como los anteriores, aunque a Bod dylan le parezca lo contrario.

Creo que todos los que estuvimos en aquel Azkena Rock siempre lo recordaremos por la noticia de la muerte de Cash.Así, pudimos asistir a un homenaje continuo de todas y cada una de las bandas.En su momento, me parecío el mejor sitio del mundo para enterarme de una noticia como aquella.Aunque hubiera preferido que nunca se hubiera producido.

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