La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

La combustión de The Stooges

Por: | 29 de abril de 2010

Como muchos, reconozco que The Stooges me han llegado apasionar. Durante unos años, sus discos eran verdadera sangre para mis venas. Es por eso que entiendo perfectamente la expectación que se ha creado ante el concierto de esta noche, el único en España. La música de Stooges tocan en la sala La Riviera, en Madrid. Evidentemente, es una oportunidad única para disfrutar del rock y garage del grupo en un lugar reducido, lejos de pabellones y recintos enormes. Cierto que no es novedad la presencia de Iggy y los suyos por España en los últimos años, pero cierto es también que hay conciertos que se antojan más atractivos que otros aunque sólo sea por el lugar elegido para celebrarlos.
De cualquier manera, reconozco que me he puesto a la defensiva con este cotarro. Supongo que me da por preguntarme que pensará Ron Asheton de todo esto. El magnífico guitarrista de los Stooges moría hace un año y medio y, creo, nada ya es lo mismo. Para esta gira, Iggy ha decidido llamar a filas a James Williamson, que mostró todo su potencial en el disco Raw Power. Los pormenores, los desmanes y la radiografía de lo que fueron los Stooges se pueden apreciar en el maravilloso libro biográfico de la banda escrito por Jaime Gonzalo, The Stooges. Combustión espontánea (Discos Crudos)
Hoy, en el particular mundo que representa Iggy Pop, me da la sensación que todo es demasiado forzado, siento cierta impostura. No me convence verle en unos premios MTV o en una gala de esos menesteres quitándose la camiseta. Pero, ¿quién no la tiene entre muchos de los clásicos de los sesenta y setenta que tanto hicieron por enamorar con su música a los oyentes? Un buen número de músicos y bandas reunificadas, inmortales y demás transmiten sentimientos encontrados.
A pesar de todo, no hace mucho un amigo de un amigo me pidió algún disco que, en mi opinión, representase un rock con atributos, sin medianías, de ese que escuchas cuando necesitas comerte el mundo. Al preguntarle por los Stooges y no tener nada de ellos, no lo dudé. Le grabé The Stooges, Fun house y Raw Power. Puede que Iggy Pop sea una caricatura de Iggy Pop hoy en día pero la banda de Detroit aún es capaz de prender tu cuerpo como en los viejos tiempos.


El merecido reconocimiento de Sharon Jones

Por: | 27 de abril de 2010

Creo que la nueva portada de la revista Ruta 66 es una de las mejores de los últimos meses. Siempre dicen que los clásicos venden más que las nuevas caras en las primeras de las revistas pero, cierto o no, la verdad es que un Mick Jagger de estas características preside que da gusto. Es pura atracción de rock.
Más allá de la portada, recomiendo la entrevista con Sharon Jones, cuyo último trabajo I learned the hard way es un testimonio de soul poderoso y fue el disco del mes en el anterior número de la revista. Es la gran Jones empieza a recibir un reconocimiento merecido, nada excesivo, en mi opinión. El otro sábado, el diario El País publicaba una entrevista con ella a cargo de Diego A. Manrique. Sharon Jones hablaba de sus años en la cárcel y de su estupenda banda de acompañamiento, Dap-Kings.
También el otro día el diario The New York Times publicaba otro interesante artículo. Dentro de una serie que el periódico llama Playlist, donde distintos músicos hablan de música, el Times recogía los artistas que Jones escucha en la actualidad o sus influencias musicales más inmediatas. Jones citaba a gente tan dispar como Fela Kuti, Otis Redding, Etta James o Aretha Franklin. Curiosa la anécdota que contaba sobre la reina del soul. Decía Jones que vio un cartel en Francia que la llamaban reina del soul, y se molestó en broma con sus seguidores porque la única reina del soul es Aretha Franklin.
Sin importar la realeza ni los tronos, lo importante es que Sharon Jones es capaz de ganarse los corazones de los oyentes con su soul espectacular. Sonidos de vieja escuela con la fuerza de un purasangre. Cuando se habla de revival y demás modas, Jones se erige por encima del resto, como puedan hacer otros artistas subterráneos como Bettye Lavette, Solomon Burke o Sam Moore, entre otros.
Pero me quedo con lo que decía Jones en El País: "Aprendimos en la iglesia, junto a los intérpretes de gospel. Ellos tienen su circuito, pueden profesionalizarse. Pero en el soul, si dejan de radiar tu música ¿qué te queda? Las emisoras negras siguen las modas. ¿Se lleva el rap? Pues todo es rap y allí se va el dinero. El fallo de las discográficas y los artistas fue no ver más allá del público negro. El soul también gusta a blancos, latinos, japoneses”. Lo que hace Sharon Jones y sus Dap-Kings tiene brío suficiente para recorrer el mundo. Sus temas son todo un viaje, qué tremendos.


Little Richard, puro descaro de rock’n’roll

Por: | 21 de abril de 2010

Reproduzco a continuación el texto de la sección Forajidos que escribo para la revista Efe Eme. Esta vez, toca Little Richard, uno de los padres del rock'n'roll.
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“Mi voz era la más arrebatadora del mundo. Mi voz era puro descaro, y con ella decía cosas que eran puro descaro también”. Son palabras de Little Richard, el hombre origen del rock’n’roll, el hombre que no le hacía falta abuela en el universo juvenil de los cincuenta, el negro atómico que hacía explotar su vibrante desfachatez con toneladas de ritmo en mitad del conservadurismo blanco norteamericano. Como dijo Keith Richards de él cuando fue elegido el músico más influyente de la historia del rock por la revista Mojo, Little Richard “puso el technicolor en un mundo que se veía en blanco y negro”. Basta una sola escucha de ‘Whole Lotta Shakin’ Goin’ On’, ‘Lucille’ o ‘Long Tall Sally’ para darse cuenta que, ciertamente, era imposible resistirse.
Nacido en 1935 en Macon, en el corazón del cinturón bíblico norteamericano, el melocotón de Georgia rompió con estructuras musicales establecidas y, sobre todo, pulverizó todos los tabúes estilísticos, raciales y sexuales de la época. De chaval, fue un chico espabilado, incapaz de estarse quieto, hasta el punto de escaparse de casa y salir con un supuesto doctor a vender por las ciudades “ungüento de serpiente que curaba todos los males”. Ya dedicado a la música, después de tocar en locales de mala muerte y grabar algunas canciones, un joven Richard, que se lo montaba con señoras y chicos por igual, dio el salto discográfico a Specialty cuando el sello, especializado en R&B y gospel, andaba buscando “una especie de B. B. King”. Y, sorpresa, en el chico con el peinado inspirado en el cantante Billy Wright encontraron otra cosa. En las sesiones de sonido, Richard interpretó ‘Tutti Frutti’ y el mundo se puso patas arriba. Y eso que se trastocó la composición original para no herir sensibilidades. Se cambió la letra “Tutti-frutti loose booty” a “Tutti frutti all rooty” porque el productor de grabación, Robert Bumps Blackwell, lo consideraba un exceso de obscenidad ya que Tutti-frutti y booty eran términos que en la jerga significaban “gay” y “trasero”, respectivamente.
El tema fue un éxito que sonó en todas las emisoras de Estados Unidos y Reino Unido. Con una sonrisa como el morro de un Cadillac recién comprado, el pequeño Richard difundió su buena nueva. Porque aquello tenía dosis espirituales para la juventud. Su ritmo salvaje era el incipiente sonido desenfadado de la nueva América, su voz apabullante era auténtico soul, sus trajes de lentejuelas eran una antesala del glam y su actitud ya podía haber sido definida como punk. Un negro del sur, pobre y bisexual en el Estados Unidos racista y puritano de los años cincuenta. Un compositor que incitaba en sus letras a liberarse de los yugos morales y obligaba con su trepidante sonido de piano a bailar y redefinir la música. Visto desde la distancia, era como un forajido sin más ley que la suya, pero al que muchos seguían. No había referentes de esa categoría, fue el primer intrépido en hacer caer murallas y fuertes.
Sin embargo, no lo tuvo fácil. Al igual que en el jazz o el swing, los creadores afroamericanos nunca eran lo suficientemente reconocidos en su propio país. Pasó con Duke Ellington o Count Basie, y pasó con Little Richard y tantos otros innovadores del rock. Bien es cierto que a la mecha ya le quedaba poco en los albores de una juventud que corría más rápido que su propio tiempo. La sociedad había dejado atrás la posguerra y un numeroso grupo de músicos hambrientos de diversión y electricidad empezaban a armarla, pero el “Awop-Bop-a-Loo-Mop Alop-Bam-Boom” (“aguanba buluba balam banbú” en español) del melocotón de Georgia pegó un poco antes que el resto. Ese alarido fue el comienzo de la revolución en EE UU. La chispa que hizo estallar el rock’n'roll como el mayor fenómeno cultural de la segunda mitad del siglo XX en Occidente. Luego, Elvis, quien se refería a Richard como “el más grande”, haría más ruido que ninguno.
En la cresta de la ola, dio rienda suelta a su apetito sexual. Era un devorador de mujeres y hombres, que le encantaba hacer orgías antes y después de las actuaciones y ser un voyeur. Lee Angel fue una de sus grandes novias. Una mujer dispuesta a todo para satisfacer al artista y a sus más lujuriosos deseos. Es conocida la anécdota con Buddy Holly, el músico con cara de empollón y niño bueno. Minutos antes de un concierto, Holly entró al camerino y, a petición de Richard, agarraron entre ambos a la chica para desahogarse hasta que al músico de las gafas de pasta le pilló salir al escenario en plena faena. Tuvo que salir con los pantalones casi caídos.
Mientras tanto, Richard siempre compitió por ser el mejor. Como se cuenta en la biografía, Oooh, my soul!, La explosiva historia de Little Richard, escrita por el musicólogo Charles White, en unos años en los que se vendían a los músicos como aspirantes a la corona del rock y otros géneros, el músico de Macon hizo enfadar mucho al sureño Jerry Lee Lewis, que se negó a cantar antes que él por motivos raciales y de ego. Durante un concierto en Detroit, arrasó en su particular estilo provocador (del que tomaría buena nota en el futuro James Brown). Se quitó la ropa, regaló la túnica y las botas, se subió de pie al piano y compartió escenario con Mitch Ryder, admirado compositor local. Cuando después salió Lewis, Richard se dejó caer hábilmente entre el público y la mayoría gastaron más energías en pedirle un autógrafo o irse fuera del recinto con él que en prestar atención al otro pianista en escena. Lewis no se lo perdonaría. Con John Lennon fue peor. En Canadá, influenciado por Yoko Ono, el músico británico se empeñó en cerrar después de Richard y éste desprendió tal cantidad de energía que dejó en evidencia el frágil directo del ex Beatle, que tuvo que irse antes de tiempo.
La vida y obra del primer Little Richard representaron en apenas unos años todo lo que vendría después en medio siglo. Sólo la llamada de la religión pudo contener la adrenalina que desprendía el músico. Según sus propias palabras, gracias a su fuerte vocación religiosa, dejó las drogas que podían haber acabado con él ya que eran el diablo. Desde entonces, entregó su cuerpo y alma a la Biblia. Sus retiros espirituales habían sido constantes desde joven (a finales de los cincuenta ya amenazó con uno largo), pero Richard abandonó definitivamente el rock’n'roll por la predicación en los setenta. Era el dilema de su vida. El dios y el demonio. Lo mandado y el rock’n'roll. Seguramente, en el espíritu de Richard, ha triunfado más la ley de Dios, pero el corazón del rock late aún desbocado con su espectacular descaro bajo el rezo de aguanba buluba balam banbú.


Texto original para la revista Efe Eme.

El poso de Zoe Muth y The Lost High Rollers

Por: | 19 de abril de 2010

La Ruta Norteamericana vuelve a disfrutar de la colaboración de Jesús, de Radio City Discos. Un lujo y una oportunidad única para descubrir nuevas caras en el mundo de la música americana. El criterio del pequeño mundo de Radio City siempre es celebrado por el autor de esta ruta sonora. Reproduzco el texto que me pasa Jesús y que, como él cuenta, nació de un animado debate en su tienda.
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RADIO CITY DISCOS - Plaza Guardias de Corps nº1 bajo - Madrid

Hace unos días el responsable de este bendito blog, un cliente que visitaba Radio City como previa al show de Richard Hawley y un servidor, intercambiamos pareceres acerca de lo duro o no, que le debe resultar a Lucinda Williams mantener el trono. Y es que, parece tan sólido el reinado de la de Louisiana, que a uno se le antoja que éste sería el único punto por el que jamás “llegarían a las manos” Obama y Sarah Palin.
Dejando claro que uno fue siempre más de la Welch, no seré yo el que instigue el golpe de estado, ya que siguen siendo suficientes diez segundos de Drunken Angel para devolver los tanques a los cuarteles. Aunque he de reconocer, que en los últimos años no soy un súbdito fiel y que mis orejas y mi corazón se han dejado conquistar por jóvenes princesas con propuestas que me seducen más que West o el reciente Litte Honey. La competencia por fortuna es dura y necesaria señora Williams, y aunque esté por ver que alcancen a tener carreras con tanta enjundia, la realidad es que algunas de ellas han empezado dando un golpe (“golpecitos” diría alguno viendo la repercusión) encima de la mesa.
Seguro que cada uno tenemos nuestras favoritas y todas tienen cosas que las acercan y las alejan de Lucinda Williams, pero yo me quedaría sobre todo con cinco nombres:
1. La “academicista” y llena de clase Diana Jones, reactivando el legado de los Apalaches.
2. La “medio veterana” Kasey Chambers, cuya alianza musical y sentimental con Shane Nicholson, le ha sentado de maravilla.
3. La espectacular Shannon McNally, que ha demostrado que aquel imprescindible “Geronimo”, no fue un espejismo.
4. "Nuestra” Eilen Jewell, con una inmaculada pequeña discografía y sin freno en su progresión.
5. Y ZOE MUTH, con un rotundo disco de debut, que ha hecho que hasta me olvide de las cuatro anteriores durante unas semanas.
Zoe Muth viene de Seattle y con unos insultantes veinticinco años nos ha regalado un primer trabajo homónimo que algunos han definido como el mejor disco “a lo Emmylou Harris” (eso es una nueva etiqueta y lo demás son tonterías) que se ha grabado en los últimos diez años.
Aunque Zoe también se “pirra” por Red Simpson y Dave Dudley (“Not You”), saca su Tammy Wynette en “versión amigo” (“My Old Friend”), fija su mirada en el tandem Buck Owens-Don Rich (“I Used To Call My Heart A Home”) o incluso es capaz de viajar a Texas de la mano de Doug Sahm (“Hard Luck Love”). Y no son chispazos aislados de talento, ahora viene lo mejor. El vertiginoso arranque de “You Only Relieve Me When I’m Lying” y “Hey Little Darlin´” te dice que tienes algo grande entre las manos, en “The Last Bus” se muestra serena y profunda como en la foto de la contraportada, “Such True Love” es demoledora y con “Wasting My Time” ya estás rendido.
El secreto del éxito de este disco es su sencillez, como todo el mundo sabe, una fórmula difícil de conseguir. No se puede estar más en su sitio interpretando, serena y con mucho poso (lo opuesto a pose). No se puede elegir mejor a los músicos, veteranos procedentes del virtuoso mundo del bluegrass, perfectos en su papel, donde destacan la mandolina de Ethan Lawton o la pedal del gran Dave Harmonson. Y por último no puedes presentar mejor tus credenciales que con este inspiradísimo conjunto de canciones.
Vale, lo reconozco, tengo especial debilidad por este tipo de discos. Pero amigos, en serio, esta chica será la princesa regente (la Jewell anda en misión diplomática por Australia estos días) del pequeñísimo principado de Radio City durante muchas, muchas semanas.
Texto: Jesús
Ilustración: Sonia M. Paredero. Blog: www.sonia-paredero.blogspot.com

Gira de Chuck Prophet, un pequeño titán del rock

Por: | 16 de abril de 2010

La segunda edición de Roky Mountains On Tour tiene como protagonista a un tipo al que esta ruta norteamericana tiene verdadera predilección, Chuck Prophet, un pequeño gran rockero con estilo y actitud.
Cuando el Nuevo Rock Americano de mitad de los ochenta tenía bandas como Long Ryders, Dream Syndicate, Blasters o los primeros REM, este hombre llamado Chuck Prophet punteaba la guitarra bajo las órdenes psicodélicas de Green On Red, otra buena formación representante de toda aquella ola de trepidante rock de raíces. De esos años, Chuck Prophet se guardó un bagaje a la altura de muy pocos que le ha permitido desarrollar una carrera en solitario más que respetable y que, en mi opinión, no ha hecho más que crecer.
Reconozco que su último disco se me escapó en su día. Hasta no hace mucho tiempo, Let Freeedom Ring estuvo fuera de mi radar pero, una vez que me hice con él, Prophet me disparó con su mejor rock’n’roll directo. Un señor disco, como lo fue su anterior Soap and Water publicado en el 2007.
Prophet es como un pequeño titán, capaz de arrebatar con un poder inusual, al más puro estilo Stone o Dylan. Se mueve como pez en el agua entre los mares del desenfreno eléctrico y la balada emotiva. De alguna manera, sintetiza varias esencias y creo que eso le da un atractivo especial. Sinceramente, me produce un hipnotismo similar al gran Tom Petty. Pero es cierto que Prophet ya no está en esto para hacerse famoso y sumar miles de dólares. Lo suyo es mantener una digna carrera y compartir su acertada visión del asunto rock. Ha escrito canciones para Solomon Burke, Alejandro Escovedo y Peter Wolf, entre otros, o ha girado con Jim Dickinson; o su guitarra ha aparecido en discos de Warren Zevon o Lucinda Williams. Lo dicho: un pequeño titán al que disfrutar en directo estos días en España. Salud para Chuck Prophet.

GIRA
16 BENIDORM (Alicante) Rockstar Benidorm
17 HUESCA Matadero
18 ZARAGOZA La Lata de Bombillas (Chuck Prophet 'solo show')
19 BILBAO Colegio de Abogados (Chuck Prophet 'solo show')
20 MADRID Moby Dick
21 VITORIA Campus de Vitoria - Pabellón Universitario


La inspiración con Dawes

Por: | 13 de abril de 2010

Supongo que nos pasa a todos. Sucede que en algún momento del día, de la semana, del mes, quién sabe, necesitamos refugiarnos más de la cuenta en un disco o en una canción. Necesitamos creer que ese espacio, ese sonido, nos pertenece y nadie puede entrar a estropearlo. No hay jefes, no hay aplastante rutina, no hay muros de carga, no hay largas distancias insalvables, simplemente hay música. Es nuestro momento. Allí, en esos acordes, las cosas adquieren la dimensión exacta. Cierto, es imaginario, pero hay contacto humano.
Es como suena. Qué daría el autor de esta ruta musical por que el jefe de turno, por ejemplo, o el antipático desconocido, supiese detenerse, apreciar y sacar algún propósito humano de interés, de admiración para el otro, al escuchar un disco como North Hills, de Dawes.
Soy de los que piensan y creen que la buena música te aporta algo. En pocas palabras, te hace mejor persona en tanto en cuanto te da la posibilidad de medir sensibilidades y saber sacar lo mejor de ti, que luego se transmite a otros. Pero no siempre sucede, qué duda cabe. Seguramente ni con uno mismo.
Los 11 cortes de North Hills son en conjunto un emotivo designio para ser mejor persona en este mundo de prisas y falta de comunicación. Un álbum que se detiene en el tiempo y te hace viajar por los recovecos personales que tejen tu espíritu. Un trabajo extraordinario, relajante, íntimo, sin clichés ni corrientes a las que subirse ni bajarse. Un disco, en definitiva, embellecedor.
La carátula del álbum es sugerente. Cuatro chicos dibujados a carboncillo, en pleno color sepia, como despreocupados de lo que acontece en un planeta estresado por defecto. Es una estampa que no admite alteraciones. En el interior del plástico, canciones hechizantes, folk-rock de vieja escuela pero con absoluto sabor contemporáneo, en la línea de Fleet Foxes, Band of Horses o The Duke and The King. Banda oriunda de California, Dawes planea por The Byrds o Flying Burrito Brothers. Canciones que inspiran paisajes naturales y horizontes con puestas de sol en plena carretera solitaria.
Desde enero, me sumerjo en la música de Dawes, una y otra vez. Por ahora, uno de los grandes discos del año. Y tras la última escucha, si me preguntan, lo tengo claro: la música puede ser un mero pasatiempo para el coche o el hilo de fondo de la vida, o puede ser mucho más, puede ser, como yo lo siento, inspiración, energía, en fin, lo que tú quieres que sea para ti y para la gente que te rodea.



La conexión neoyorquina de Malcolm McLaren

Por: | 11 de abril de 2010

Esta ruta norteamericana quiere recordar la figura de Malcolm McLaren, que moría la semana pasada a los 64 años en Suiza. Como recogía la noticia de El País, McLaren fue el inventor de los Sex Pistols. En palabras de Diego A. Manrique: “uno de los personajes más extraordinarios producidos por el pop británico en su vertiente extramusical”.
La falta de tiempo me ha impedido dar cabida antes en este blog al hombre que estuvo detrás de bandas como Sex Pistols o New York Dolls, capitales ambas para entender el rock de los setenta. McLaren, británico, tuvo en los cuatro chavales proletarios que formaron los Sex Pistols su gran proyecto con el que pasó a la historia, pero, ciertamente, el hombre detrás de la banda de punk por excelencia fue un tipo que supo sacar provecho de su entorno, como pocos, aunque acabó denostado y solo persiguiendo su propia sombra. Se parecía más a la figura del promotor hábil, de pocos escrúpulos, que al auténtico tipo que busca la transformación cultural, aunque en parte la consiguiese con sus Pistols. De esta forma, de su etapa por Estados Unidos, McLaren supo absorber la escena underground de Nueva York y crear un lenguaje propio en los Sex Pistols. Ese es para mí su gran mérito.

A mediados de los setenta, la música alternativa neoyorquina tenía su epicentro en el 315 de Bowery, es decir, en el mítico CBGB’s. Por un dólar la entrada, se podía ver a varias bandas sobre el diminuto escenario de ese garito del Lower East Side. Unas treinta formaciones tocaban cada semana. Como bien se explica en el imprescindible libro Please, Kill Me (Por favor, mátame, Editorial Discos Crudos), las semillas del punk ya estaban plantadas en el CBGB’s, que tendría su conexión con Reino Unido en un verano de 1975.
En aquel año, el club organizó un festival con más de 40 grupos, previamente seleccionados, que actuarían durante cuatro semanas. Malcolm McLaren se tragó todos los conciertos del festival y tomó buena nota de lo que se cocía en el CBGB’s. Por allí circularon los Ramones con su frenético ritmo eléctrico o los Heartbreakers, con un Richard Hell que en una actitud desafiante llevaba un extraño pelo en punta e imperdibles en la ropa. McLaren absorbió como una esponja cada detalle neoyorquino y los trasladó a Londres para poner en marcha su próximo proyecto: los Sex Pistols.
De hecho, en su primera eclosión, el CBGB’s era el lugar de parranda y exhibición del nuevo rock de Ramones, Blondie, Television o Patti Smith Group; y en una segunda ola, a la lista de grupos residentes se sumaron los Dictators, Suicide, Talking Heads, los Heartbreakers o Dead Boys. Para entonces, los motores ya estaban a 100 por hora. Eran días en los que la gente se agolpaba diariamente en las aceras porque no entraba ni un alma en el interior del CBGB’s. El periódico alternativo Village Voice, lanzó un artículo refiriéndose al CBGB’s como “la casa del nuevo estilo del rock”.

Antes de que se empezase hablar de punk, de los Sex Pistols, John Holmstrom, un caricaturista que no era ajeno a los sucesos de Nueva York, editó en 1975 la revista Punk, primera en su género. La publicación nació con la idea de dar salida a las bandas de Nueva York y unificar aquel ambiente del CBGB’s y el Lower East Side a través de entrevistas, ensayos, críticas, fotografías y dibujos. A la revista Punk le siguió un vendaval de fanzines, a ambos lados del charco, que recogían un estilo de vida muy diferente a todo lo visto hasta entonces.
Luego, llegaron los Sex Pistols, o un álbum que dio nombre a aquel movimiento nihilista y provocador, Blank Generation (1977), de Richard Hell. La generación vacía de la que hablaba Hell, tras abandonar Television y los Heartbreakers y seguir en solitario con los Voidoids, sería la nota distintiva del punk. Ese también fue el año de Johnny Rotten, Steve Jones, Paul Cook y Glen Matlock con su brutal Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols. Ese fue el gran año, Dios mediante, de la patada en el estómago a la sociedad bienpensante y conservadora siempre latente y reinante en la sociedad anglosajona.


Cine y música: masquecine

Por: | 07 de abril de 2010

Leo con satisfacción el artículo que escribe Alfonso Cardenal sobre Los años dorados de The Band y no puedo por menos que recomendar la web Masquecine. Un proyecto novedoso y desarrollado por varias personas que trata temas tan variados como la música, el cine, los viajes y noticias que no son noticias, bajo el epígrafe Noesnoticia. El sitio cuenta hasta con un programa de radio.

Por cierto, para los seguidores de esta ruta norteamericana, conviene pasarse y degustar, ya que viene que ni pintado para las raíces de este blog, el viaje visual titulado Monument Valley, el hogar de John Ford, un recorrido por una de las grandes postales de la naturaleza de Norteamérica a cargo de la fotografía de Álvaro Pérez, amigo y periodista de El País.
Aprovechando esta recomendación, en la se dan cita el cine y la música, traigo a esta ruta uno de los finales musicales que más me impactaron. Un joven Martin Scorsese sabía muy bien lo que se hacía cuando para su afilada película Malas calles (Mean Streets) utilizó el tema de las Ronettes, <<Be My Baby>>, como cierre final de su paseo nocturno por las calles de Nueva York. Phil Spector había producido esa grabación apabullante que en los créditos finales de Malas calles sacudía aún más el alma y encogía el cuerpo.
Eran principios de los años 70 y Scorsese ya mostraba dotes de ser un cineasta arrebatador y carnal, pero también un hombre poseedor de un definido y glorioso sentido musical. La banda sonora de Malas calles estaba formada por los Miracles, los Marvelettes, Guiusseppe Di Stefano, Renato Carasone o los primeros Rolling Stones del periodo ABKCO Records. Los dos regateadores de poca monta, protagonizados por los entonces poco conocidos Robert De Niro y Harvey Keitel, intentaban sobrevivir por Little Italy con sus trapicheos mientras una banda sonora de impacto sonaba en cada secuencia. Pero lo cierto es que Scorsese se reservó <<Be My Baby>> para la parte final y desenfundó el cargador por última vez en la cinta con un tema que parte el corazón.
<<Be My Baby>> sirvió para colocar a Las Ronettes en lo más alto de las listas y situar a Phil Spector a la altura de los más grandes cuidadores del sonido. El propio Brian Wilson, que con los Beach Boys forjaría espléndidos momentos de producción, quedó prendado del tema. La canción tiene el encanto perfecto, desde el principio se mete de lleno y es una explosión de arreglos que se revuelven por dentro de uno. Es, sencillamente, marca de la casa Spector. Las Ronettes nunca fueron tan famosas y perfectas como las Supremes, pero es que Phil Spector reservó todo su genio a darlas otro tipo de alas, aquellas que más suenan cuanto más extraño y real es el vuelo.


China prohíbe los conciertos de Bob Dylan

Por: | 05 de abril de 2010

Desde 1988 Bob Dylan lleva de gira interminable, la conocida Never Ending Tour, pero parece ser que eso no quiere decir que sea una gira planetaria. Según informa el diario The Guardian, las autoridades chinas se han negado a dar el permiso al cantante de Minnessotta para tocar este mes en Pekín y Shanghai.
El periódico británico, que cita fuentes de la agencia de promoción de Dylan, asegura que el músico tenía previsto incluir China en su tour mundial pero el Gobierno chino no le ha dejado. Al parecer, desde el ministerio de Cultura chino se tiene dudas del pasado de Dylan como icono de la contracultura norteamericana y el posible simbolismo que puede representar entre la disidencia china. El cantante también descarta pasar por Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán.

A sus 68 años y con medio siglo como músico independiente, seguramente Dylan había olvidado lo que es sentirse una amenaza para las autoridades, después de ser la voz del movimiento contestatario en los sesenta, como un joven bardo del folk en el bullicioso Greenwich Village de Nueva York. Bien es cierto que, desde hace décadas, el músico pasa de posicionamientos políticos y va a su aire, centrándose en componer y disfrutar de su profesión. También es cierto en las pasadas elecciones estadounidenses Dylan se posicionó, sorprendiendo a muchos, a favor del demócrata Barack Obama.
De todas formas, las autoridades de Pekín deben tener aún en mente la experiencia de Bjork. La cantante islandesa causó malestar en el Gobierno chino hace dos años cuando exclamó “¡Tíbet! Tíbet!” mientras interpretaba su tema Declare Independence en un concierto en Shanghai. Bjork, que ya había dedicado este tema a Kosovo en un concierto en Serbia, se ganó las antipatías de los mandatarios chinos. El año pasado, Oasis tampoco fue bienvenido en China. El Gobierno prohibió sus actuaciones después de que Noel Gallagher había aparecido en un concierto pidiendo la libertad del Tíbet.
Sinceramente, no veo a Dylan haciendo de Bjork o Noel Gallagher. Pero, claro, tal vez, el mayor temor de los representantes políticos chinos sea que Dylan tocase temas como <<Chimes of Freedom>> (Campanadas de libertad), entre tantos de un cancionero monumental con transfondo social. Para los jefazos chinos, su mensaje universal es mejor que no sea escuchado.


Muere Marva Wright, esencia del 'blues' de Nueva Orleans

Por: | 01 de abril de 2010

La verdad, esto empieza a parecerse a un cementerio digital y entristece sacar tantos obituarios en este blog ultimamente, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de recordar determinados nombres. Reproduzco el obituario que escribí sobre Marva Wright y que publica el diario El País en sus páginas. Estos días vacacionales pueden servir para disfrutar del blues y el gospel de Maravillosa Marva.
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Los amantes del blues y el góspel se felicitan aún por el día en que Marva decidió que dejaba su silla de secretaria en un instituto para subirse a un escenario y dar rienda suelta a su torrencial voz. Porque Marva Wright, fallecida el pasado 23 de marzo a los 62 años en Nueva Orleans, era la esencia misma de la música negra, una vocalista esplendorosa, de vieja escuela, que sin aparecer nunca en las listas de éxitos ni contar con una campaña de promoción por parte de una discográfica era conocida por artistas y críticos musicales como la reina del blues de Nueva Orleans. En el último año, su característica sonrisa fue apagándose poco a poco después de haber sufrido dos ataques que complicaron su trombosis.
Conocida por sus seguidores como Maravillosa Marva, su decisión de dedicarse a la música profesionalmente se hizo esperar para desgracia de los oyentes. Nacida en Nueva Orleans en 1948, Wright creció en un ambiente rodeado de música. Junto al hervidero sonoro de la ciudad del delta del Misisipi, la cantante absorbió sus primeras influencias en casa. Su madre, una talentosa mujer que cantaba y tocaba el piano, despertó el interés de su hija por los sonidos de raíces y, además, era compañera de clase y amiga de la futura leyenda del góspel Mahalia Jackson. Sin embargo, un entorno tan extraordinario no sirvió para que Marva, dueña de una garganta pletórica, se animase a dar el salto profesional. Durante años, se dedicó a cantar en su casa y en la iglesia mientras criaba a sus hijos y atendía a la rutina de acudir de lunes a viernes a su puesto de secretaria en un colegio de Secundaria. Hasta que un día, con los niños ya mayores, y tal vez cansada de formularse siempre la misma pregunta, decidió presentar sus canciones en algunas de las salas de Bourbon Street, la histórica calle del barrio francés de Nueva Orleans. El público se enamoró de ella.
En poco tiempo, Wright pasó de ser una secretaria simpática a una figura clave del circuito musical de la ciudad. En cada actuación ganaba un admirador. Uno de los primeros y más reputados fue Ed Bradley, redactor del prestigioso programa de la CBS 60 minutos. El periodista se encargó de introducir a la cantante en el mundo de los festivales de jazz. Su nombre empezó a ser conocido y en 1990, a la edad de 42 años, Marva grabó su primer disco, Heartbreakin' woman. La crítica no reparó en elogios.
Tanto en ese debut como en los siguientes trabajos hasta su muerte, Wright dio muestras de un talento portentoso como vocalista, a la altura de musas como Aretha Franklin o Mavis Staples. Inundaba de sensibilidad y nervio cada canción que interpretaba, incluso si eran clásicos de Bob Dylan, Sam Cooke o U2. Como las grandes voces de la música negra, imponía su presencia, hacía de la composición un relato personal y cautivaba por su honestidad desgarradora mientras bajos, órganos y armónicas acompañaban a sus palabras. Pese a su reconocimiento, nunca abandonó los locales y clubes de Nueva Orleans. Era su casa, su vida, el lugar donde nació, creció y murió. La tierra que la coronó reina del blues.


El País

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