La Ruta Norteamericana

Sobre el blog

Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.

Sobre el autor

Fernando Navarro

. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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Lugar de encuentro sobre actualidad musical y sonidos raíces de la música norteamericana. Otro punto de reunión y recomendaciones del blog de Fernando Navarro pero hecho con la colaboración de todos sus miembros. ¡Pásate por nuestro grupo!

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Martha. Música para el recuerdo

“Un accidente de tráfico y sus consecuencias despiertan en Javi, un periodista inmerso en la crisis del sector, un torrente de recuerdos y sensaciones que le conducen a su juventud, a esos veranos en el pueblo con sus amigos, al descubrimiento del amor y de esas canciones que te marcan de por vida. Un canto al rock, a la amistad, a la integridad ética y al amor puro”


Fernando Navarro

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana.

Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana repasa el siglo XX estadounidense a través de las historias de más de treinta artistas, claves en el nacimiento y desarrollo de los estilos básicos de la música popular. Un documento que tiene en cuenta a músicos esenciales, que dejaron un legado inmortal sin importar el éxito ni el aplauso fácil.

La revista Ruta 66 cumple 25 años

Por: | 27 de octubre de 2010

La redacción de la revista Ruta 66 está de celebración. La legendaria cabecera musical cumple 25 años. Sin duda, un aniversario a celebrar, y más al ver cómo han estado y están las cosas para el periodismo musical, siempre en la cuerda floja.
Para tal ocasión, los responsables de la revista han elegido una magnífica portada, en mi opinión, con ese homenaje al gran Solomon Burke, recientemente fallecido . Como otras publicaciones musicales, como Rockdelux, Popular 1, Mondosonoro o Rolling Stone, entre otras, creo que Ruta 66 es una revista necesaria para el panorama cultural de este país. Todo lo que fomente la música es bienvenido. Por eso, en este blog hemos celebrado también otros aniversarios como el de Rockdelux o Rolling Stone, edición española.
La revista ha decidido hacer un número especial (de 144 páginas) para que sea guardado como una pieza de coleccionismo. Para ello, se rescatan del archivo algunos de los informes pasados más célebres sobre Nirvana, Gram Parsons, Matthew Sweet o Teenage Fanclub. En este número, por ejemplo, se repasan los 25 años de vida uno por uno y hay destacados artículos sobre Elvis Costello, Iggy Pop, Patti Smith o Paul Weller, así como una entrevista con Solomon Burke antes de fallecer en Holanda o una larga charla sobre la escena española entre Fernando Pardo (Sex Museum) y Josele Santiago (ex Enemigos). Y me adelantan que Pardo y Santiago no se casan con nadie.
Buena parte de mi interés musical se lo debo a Ruta 66, que empecé a leer en mi adolescencia. Desde que tengo usó de razón soy consumidor de revistas de música y desde hace años he estado suscrito a varias, según épocas a unas u otras, como Rockdelux, Efe Eme, No Depression, Uncut o Mojo. Pero Ruta 66 es mi cabecera preferida por insuflarme la pasión por la música, y sentirme muy identificado con sus contenidos. Ninguna publicación en España ha hecho tanto por dar a conocer el nuevo rock americano, el garage o la música negra.
Entre sus páginas he gozado con sus informes sobre clásicos del rock y también he descubierto músicos que hoy considero imprescindibles en mi discoteca como Jason & The Scorchers, Richard X Heyman, Nikki Sudden o Daniel Johnson, entre otros muchos. Y siempre he disfrutado muchísimo de esa esencia que forma el binomio tan distinto como complementario de Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo, almas mater de la revista. Pero reconozco que no pude con esos megainformes sobre rock japonés o sobre temas demasiado underground. Con todo, siempre salía ganando el espíritu de Ruta 66, un espíritu que nace del amor al rock, la innata curiosidad, sabor anticonvencional, y algo de dedicación a la causa.
Hoy formo parte de la redacción de Ruta 66, renovada hace dos años y capitaneada por Jorge Ortega y Alfred Crespo. Me siento muy partícipe del espíritu de la revista, que no creo que haya perdido la esencia de su primera época.
Dicen que para soplar velas hace falta pinchar previamente algo de música. Así que, a bote pronto, elijo a Mitch Ryder, maldito francotirador que siempre relacioné con la revista y su cancionero con cualquier fiesta. Por qué no en ésta. Salud.


Cancionero rock para Halloween

Por: | 25 de octubre de 2010

A la vista de los hechos, Halloween ya no es solo patrimonio estadounidense. Cada año es una costumbre más extendida en otros países, incluido el nuestro. Mucho tiene que ver la exportación que EE UU hace su cultura a nivel mundial y el negocio que supone a bares y zonas de ocio ofertar fiestas especiales. Pero os puedo asegurar que vivir una noche de Halloween en EE UU es especial.
Tuve la oportunidad de vivir un Halloween en Nueva York. El día comenzaba con todas las cadenas de televisión arrancando con especiales de la fiesta. Así, recuerdo que uno de los programas más originales fue el de la cadena ABC que reunió, muchos años después, desde diferentes puntos del país, a varios de los actores de la primerísima Famila Adams, antigua serie en blanco y negro.
Al salir a la calle, uno notaba que se encontraba ante un día diferente, aunque sólo fuera porque no era normal toparse en la estación del tren con una enfermera asesina y generosamente escotada o con varias personas que llevaban pelucas de colores. A medida que avanzaba la jornada, los disfraces se multiplicaban, a cuál más disparatado. Así, si andabas por un centro comercial de Manhattan no era extraño toparse con botes de ketchup y de mostaza parlantes y con patas. Y como en las películas, podías comprobar que los niños a la salida del colegio iban con sus disfraces y su bolsa de caramelos por los comercios, los cuales dejaban para ese día a uno de los vendedores como encargado de dar dulces a los chavales.
El famoso desfile de Halloween recorría la Sexta Avenida desde Spring St hasta 23rd St. Era una fiesta increíble que se concentraba en el Greenwich Village. Media ciudad estaba disfrazada y era imposible aburrirse. A fin de cuentas, era una americanada digna de ser vivida.
Como en el cine, con sus legendarias películas, si algo tiene Halloween es que algunos de los recopilatorios musicales que se hacen para la ocasión contienen muy buena música. Desde hace unos años, siempre que llega el 31 de octubre me entran ganas de pinchar algún recopilatorio inspirado en la noche más divertida de la cultura norteamericana. Y es por eso que dejo con algunas canciones seleccionadas para la ocasión. Rock para que se haga la luz en la conocida noche de las tinieblas. Rock para bailar como un zombie.


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El debate bizantino de Dylan en Rock’n’Roll Animal

Por: | 24 de octubre de 2010

Desde hace unas semanas formo parte de las tertulias musicales del programa Rock’n’Roll Animal. Antes del verano, el hacedor de este fantástico espacio radiofónico de Onda Cero ya me invitó a participar en sus charlas musicales y en esta ruta norteamericana no hablé de ello. Sin embargo, ahora, tras un par de semanas de nuevo en el programa, quiero agradecer públicamente a JF León, locutor y editor de Rock’n’Roll Animal, que me vuelva a invitar para simplemente compartir la música que más me gusta y hablar sobre ella.

JF León, crítico musical de largo recorrido que ha dejado (y deja) páginas de gloria en la revista Ruta 66 y al que también se puede escuchar en Herrera en la Onda, nos invita para que recomendemos discos y luego al final nos pone sobre la mesa un debate de lo más abierto. Por lo general, como si de elegir a la más guapa del instituto se tratase, cada uno tenemos nuestros gustos y nunca coincidimos entre nosotros. Ciertamente, los debates que salen con él y los otros dos críticos musicales invitados, Héctor García Barnes y Manuel Beteta, son discusiones sanas entre amigos y amantes del rock’n’roll, cada uno con sus pasiones, sus fobias y sus vicios.
En el último programa el debate fue el más bizantino de todos los que se pueden tener, en tanto en cuanto yo me lo encuentro cada dos por tres en las barras de los bares, entre amigos, en distintas redacciones o entre aficionados a la música. ¿Es el Bob Dylan de hoy en día tan bueno cómo se dice? ¿Qué pasa con sus directos? ¿Está mitificado hasta el punto que no se le mide con la misma vara que a otros?
Partiendo especialmente de lo que ofrece en directo, JF y Beteta se sitúan en el bando de los que creen que el Dylan de ahora está muy lejos de su mejor versión e incluso dudan de su grandeza artística en estos últimos años. Héctor y yo nos encontramos en los que defendemos la actual propuesta de Dylan y la consideramos de un nivel alto. Pero en estas discusiones siempre salen las mismas cuestiones: ¿está la voz del músico para el arrastre?, ¿destroza sus clásicos?, ¿se esconde en el órgano y no coge la guitarra? ¿se pueden considerar sus últimas composiciones tan buenas como lo mejor de su cancionero?
En fin, el debate está abierto. Yo lo he dicho en esta ruta norteamericana en repetidas ocasiones: Dylan, hoy por hoy, sigue siendo, a mi juicio, un músico magnífico. Inteligente, rastreador, irónico, distinto. No creo que se trate de compararlo con los años 60 ó 70, aunque sea inevitable para medir la talla artística de un músico y su trayectoria global. Creo que se trata de ver a un artista que ha evolucionado, que ha ido ofreciendo una madurez admirable, que tiene otro tipo de cartas para jugar en otro tipo de partida. En definitiva, aún hoy, cuando escucho a Dylan siento al artista que hay detrás, al músico que transmite y, consciente de sus limitaciones, del paso del tiempo, de la lejanía que significa no ser ya nunca más el hombre que fue cuando creó Highway 61 Revisited, emociona con una absorbente música de raíces que, sin ser tan visceral como antaño, consigue empantanar de grandes momentos el espíritu.
La sana discusión de Rock’n’Roll Animal tal vez sirva para volver a sacar a debate en este blog la trascendencia actual de Bob Dylan. Ahora que el músico saca un nuevo bootleg con material sobre sus primeros años (especialmente recomendables la lectura del artículo de Diego A. Manrique en El País) y, según la información que me llega, la revista Mojo le dedica su próxima portada de diciembre a raíz de esa bendita época cuando era bardo del Village, creo que no está de más plantearse qué pasa con Bob Dylan actualmente. Y en mi opinión pasa que el amigo Bob hace que triunfe la música allí donde se halla.




Jon Langford, un arrebato de country-rock

Por: | 21 de octubre de 2010

Zorro y viejo, Jon Langford es un tipo que hay que tener en el radar que capta a esos músicos independientes y bravos, capaces de demostrar que la vida no siempre gira en torno a lo establecido y lo políticamente correcto. Sí, es un forajido, literalmente.
Langford ha sido un espíritu inquieto que ha estado detrás de formaciones muy destacadas como los Waco Brothers y los Sadies. Pero encima ha colaborado con auténticos tótems de la música de raíces norteamericana como Alejandro Escovedo y Old’97, entre otros. Por solitario, el músico, también metido a pintor con interesantes obras con su visión fantasmagórica del mundo rural del folk y el country (como la carátula de su último disco), se ha dedicado a dar buena cuenta que está en esto para decir lo que quiere cómo quiere y cuándo quiere.
Ahora, me ha vuelto a sorprender gratamente con su último trabajo, el contundente Old Devils, (Bloodshot / Houston Party) un disco de carretera y dos hielos de whisky. Si con los estupendos Waco Brothers hay una línea más marcada honky-tonk country y blues, Langford rastrea en este disco más la música de autor, pero repleta de ecos a Hank Williams y el Steve Earle más fiero.
Hablamos de un tipo que no se muerde la lengua y supura country alternativo, sobreexcitado, por los cuatro costados. Algunos le llaman el Billy Bragg de Chicago, donde reside, pero lo cierto es que se ha ganado a pulso su propio nombre de artista independiente, capaz de arrearte una buena tarde de country-rock.


Eligiendo a George Harrison, la tercera vía beatle

Por: | 18 de octubre de 2010

Hace unos días me invitaron a los estudios de CNN+ para hablar del setenta aniversario del nacimiento de John Lennon. De Lennon, uno de los personajes musicales que más literatura tiene, se ha dicho todo, la verdad. Pero servía mi presencia para dar testimonio de la relevancia de este músico con más vena rockera que Paul McCartney y con mayor conciencia social y política dentro de los Beatles, que a la postre sería su signo más representativo de su etapa en solitario.
Pero a la hora de preguntarme si Lennon era el mejor beatle (las comparaciones siempre son odiosas), con la sombra de Paul McCartney planeando (esa lucha de genialidades y egos), tuve que ser sincero: ciertamente, el tandem Lennon-McCartney es de un tamaño estratosférico pero, tal vez aburrido de la repercusión de uno y otro, dije que me quedaba con George Harrison. El bueno de Harrison, siempre en la sombra y, como sus compañeros, con un talento también descomunal.
Algunos amigos y compañeros de redacción me preguntaron cómo es que había dicho que el mejor era Harrison. Tuve que explicar que, realmente, no dije eso sino que me quedaba con Harrison. Era simplemente una opción personal. De alguna manera, su tercera vía me parece tan fascinante como las composiciones firmadas por Lennon-McCartney.
A la muerte del beatle, recuerdo perfectamente el artículo que Santiago Segurola (ahora director adjunto del diario Marca, ex redactor jefe de Deportes y Cultura de El País, y fan beatle declarado) escribió sobre Harrison. Y entonces y ahora suscribo cada una de sus palabras.
En su texto, titulado La tercera vía de Harrison, Segurola escribía: “Su talento fue minusvalorado por McCartney y tampoco encontró el entusiasmo de Lennon, poco convencidos ambos de los méritos del guitarrista para añadirse al laboratorio creativo de la banda. Pero Harrison encontró la manera de deslizar sus ideas, una canción por aquí, un riff por allá, un consejo transformado en una nueva dirección musical, la apertura de algo parecido a una tercera vía. Lo hizo con inteligencia y clase, sin cuestionar la ingente tarea de Lennon y McCartney, aceptando su papel complementario pero sin resignarse a la marginalidad dentro del grupo. Desde el principio de los Beatles se encuentra algún momento llamativo de Harrison.”
Cuando tuve que escribir en Rolling Stone sobre distintos discos de los Beatles, a raíz de la remasterización de todos ellos en formato digital, llegué a sentir muy vivamente (más que nunca) la contribución de Harrison en el gran cancionero de la banda británica. En Revolver, el disco que convirtió a los Beatles en un grupo espectacular y adulto, en una onda magistral, Harrison deja una huella insustituible en el arranque con <<Taxman>>. El desafío de ese disco guarda la mano de Harrison. Como también se guarda, como su firma, en algunas de las canciones más memorables de la discografía beatle, como <<While my guitar gently weeps>>, <<Old Brown Shoes>>, <<Here comes the sun>> y <<Something>>.
Y, de nuevo, regresando al texto de Segurola, Harrison fue un talento en búsqueda de sonidos norteamericanos, a los que siempre atendemos en esta ruta sonora: “Ninguno se entregó tanto como George Harrison a la causa de Dylan, del Dylan que se refugió en las montañas Castkills, en el norte del estado de Nueva York, para dar cuerpo a su impagable colaboración con The Band. Aquella explosión de creatividad, trasladada a discos como Blonde on Blonde o el excepcional Music from the Big Pink de The Band, sobrecogió a Harrison, artista generoso que jamás ocultó su deuda con Dylan y los músicos americanos que le condujeron a los vericuetos de la música sureña, gente como Delaney y Bonnie Bramlett, núcleo fundamental para el tremendo All the things must pass, el álbum que Harrison lanzó en 1970 tras la ruptura de los Beatles. En la fase final del grupo se advirtió el papel emergente de Harrison, a pesar de los recelos de McCartney y Lennon, sometidos a una relación destructiva que no les impidió forjar canciones memorables”
Si All the things must pass (Todas las cosas pasan) ya fue un disco sobresaliente, igual lo fue el proyecto en el que se embarcó después: los Travelin’ Wilburys. Ese grupo cachondo y maravilloso con Bob Dylan, Roy Orbison, Jeff Lynne y Tom Petty le otorgó, a mi juicio, un estatus admirable.
Unas cosas y otras me llevaron a decir, sin ánimo de crear ninguna polémica, que entre los cuatro Beatles me quedo con George Harrison. Pero sólo es una opción personal, como otra cualquiera.


10 canciones esenciales de Solomon Burke

Por: | 11 de octubre de 2010

Dejo un 'playlist' con 10 canciones esenciales de Solomon Burke. Un retazo de un amplio y maravilloso cancionero. Disfrutad.


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Un regalo de Dios llamado Mike Farris

Por: | 11 de octubre de 2010

Con las resonancias aún perdurando de la muerte de Solomon Burke, creo que no hay mejor manera que referirse a la gira española de Mike Farris, músico fantástico que vuelve de nuevo a nuestro país. Farris, que tocará mañana en Madrid, el viernes en Valencia y el sábado en Cerdanyola, no viene solo sino que viene acompañado de The Roseland Rhythm Revue.
Farris reúne todos los requisitos para ser un artista muy querido en esta ruta norteamericana. Su pasión por los sonidos de raíces sureños, que fluyen entre el soul y el gospel pero con un toque rock, es compartida. No sólo fue el compositor principal de esa gran formación llamada Screamin’ Cheetah Wheelies sino que ahora en solitario ha dado sobradas muestras de su poder vocal y compositivo.
De hecho, los discos de Farris alegran y embellecen cualquier discoteca personal. Su carrera en solitario comprende dos álbumes de estudio -Good Night Sun y el aclamado Salvation In Lights- y un disco en directo -Shout! Live- que fue publicado en 2009. En ellos, se desprende el torrente que es este hombre, que combina su apabullante voz con su potente sentido del soul.
Lo cierto es que este músico de Nashville ha encontrado la salvación en ese cruce de caminos entre el soul y el gospel. Tal y como ha dicho él en diversas entrevistas, la música fue un “regalo de Dios” para salir de su soledad y los problemas con las drogas. Después de que sus padres se separaran, un adolescente Farris fue un drogodependiente, incapaz de salir de un mundo de adición que no abandonó hasta hace apenas unos años. Cuando estaba en primera línea de batalla con los Screamin’ Cheetah Wheelies, teloneando a los Allman Brothers o ZZ Top, su vida personal era un infierno. Pero se enorgullece de decir que está salvado.
Y en este blog, podemos afirmar que la música de Mike Farris es un regalo de Dios para los oídos. La buena música está salvada en gente como él.


Lágrimas por Solomon Burke

Por: | 10 de octubre de 2010

Ayer domingo me levantaba con la peor de las noticias: Solomon Burke había muerto. Fue encender el móvil y ver un par de SMS con la noticia y varias llamadas perdidas del periódico para que escribiese un obituario. Me quedé petrificado.
Tal vez, uno es un sentimental, pero sentí la muerte de este hombre como si se desprendiera una parte de mí. Por los excesos de la noche anterior, la cabeza me daba mil vueltas pero aún más me dolía muy dentro. Sentado frente al ordenador, al pinchar uno de sus discos, se me encogió como una goma quemada el alma.
No me sucede siempre que se muere un músico que me gusta, pero con Solomon es como cuando se fueron Antonio Vega o Bo Diddley: se iba una parte esencial de tu imaginario musical, una figura que con su obra te ha enriquecido, te ha hecho vivir emociones a flor de piel, has considerado tan necesaria como el aire que respiras cada día.
Pude ver en tres ocasiones a Solomon Burke en concierto. Nunca me defraudó. Al contrario, se me hizo más humano y cercano con su gran sentido del humor y del espectáculo. Era un superviviente de los años dorados de la música soul y eso, sencillamente, no se paga con dinero. Es como ser protagonista de una película en blanco y negro en la mejor época de Hollywood.
Dejo a continuación el obituario publicado por el diario El País. Solomon Burke era un maestro del soul. El hombre que, tal vez, más me ha ayudado, con sus conciertos, sus cualidades vocales y su obra, a amar la música negra. Y eso no tiene precio.
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Se ha ido un auténtico gigante de la música popular. Socarrón y exquisito, Solomon Burke ha sido uno de artistas más grandes de la música norteamericana de todos los tiempos, vocalista mayúsculo, verdadero pionero de los ritmos negros y fiel representante de la edad dorada del soul con sus interpretaciones estilosas, apasionadas y vitalistas, la mayoría obras imperecederas para despertar emociones incontroladas. Pese a un cancionero de leyenda, este predicador de su propia iglesia ha sidouno de los músicos más olvidados de la historia, falto del reconocimiento que tuvieron otros coetáneos como Sam Cooke, Otis Redding, James Brown o Wilson Pickett, y al que solo en la última década se le volvió a situar al nivel de maestría que le correspondía, gracias a los tributos de gente del calibre de Bob Dylan, Van Morrison, Tom Waits, Elvis Costello, Brian Wilson o Nick Lowe.
Nacido en Filadelfia en 1940 (aunque hay biografías que apuntan que nació cuatro años antes), Burke era el pequeño de siete hermanos y el único que no conoció a su padre biológico, al que sustituyó un desplumador de pollos que trabajaba en un mercado judío. Sin embargo, fue su abuela Elanor quien se hizo verdadero cargo de su nieto y guió su existencia con enseñanzas y profecías pertenecientes de la United House of Prayer For All People, una organización evangélica fundada a principios del siglo XX. Elanor y su marido terminaron fundando su propia congregación y pusieron a su nieto como sacerdote. Estaba predestinado a ser un líder espiritual. A la edad de siete años, Burke ofrecía sermones en la iglesia y era conocido por todos como the wonder boy preacher (el maravilloso niño predicador). Poco después, dirigió el coro de gospel y con 12 años tenía un programa musical de radio que llamaba el Templo de Solomon, donde presentaba canciones espirituales y tradicionales.
Trasla muerte de su abuela en 1954, Burke quedó destrozado y, bañado en lágrimas, tocó en directo en un programa local para rendir tributo a su mentora. Bess Berman, un hábil cazatalentos, quedó prendado de la profundidad vocal del muchacho y lo fichó para Apollo Records, cuna de los ritmos vertebrados a partir del R&B. Allí, el joven predicador consiguió sus primeros éxitos como Christmas Presents From Heaven, una canción que había escrito para su abuela justo antes de morir, y You Can Run But You Can´t Hide, que le obligó a compartir ganancias y marcharse de gira con el boxeador Joe Louis, quien había registrado la frase que daba al título al tema (“Puedes correr pero no puedes esconderte”).
Durante unos años, tras cambiar de discográfica y fracasar, Burke vivió verdaderas penurias. Sin ingresos, vagabundeó por las calles y durmió en coches abandonados, pero en 1959 se le abrieron las puertas del cielo. Atlantic Records, el sello de Ahmet Ertegun y Jerry Wexler, se cruzó en su camino. Atlantic se había quedado huérfana de vocalistas tras la salida de sus dos grandes estrellas, Ray Charles y Bobby Darin. Después de una prueba en las oficinas de la calle 56 de Nueva York, Burke fichó por la más grande e influyente compañía de música independiente del siglo XX. En Atlantic, el cantante definió por completo su estilo y se adentró de lleno en la música secular, haciendo la transición del gospel al soul con un registro magnífico.
En 1961, triunfó en las listas de R&B y cruzó hasta las de pop blancas con Just Out Of Reach (Of My Two Open Arms). Con un patrón cercano al country & western, repleta de intensidad, esta canción y la deliciosa Cry to me obligaron a Ray Charles a tomar nota y se apresuró a sacar su trascendental y exitoso Modern Sounds In Country And Western Music con ABC/Paramount. Pero, Burke, el niño predicador, había creado el estilo. Con su virtud de recitador, hizo de puente entre el gospel ortodoxo y el soul más excitante, concediendo a la música negra cierta condición socarrona y una gracia maravillosa para saltar de géneros, con licencias rock como ese clímax genial de “cracka, cracka, cracka” en Cry To Me o los brillantes berreos espirituales de Everybody Needs Somebody To Love. Al otro lado del Atlántico causó furor y los Rolling Stones versionaron sus canciones mientras su influencia vocal se dejaba vera todas luces en Mick Jagger.
Desde entonces se le conoció como el Rey del Rock’n’Soul. Partiendo de su vozarrón y con un estilo genuino, Burke se hizo una referencia vital de la música negra en los sesenta. Inspirado por Nina Simone y tras conocer en persona a Martin Luther King, sacó el álbum I Have A Dream, puso en marcha el supergrupo de conciencia de raza Soul Clan, junto con Wilson Pickett, Don Covay, Ben E. King, Otis Redding y Joe Tex, y grabó en el mítico sello Chess con Jerry Swamp Dogg. Sin embargo, con la explosión del funk y sus variantes de discoteca, la cara de la música de raíces negras cambió por completo y esos tiempos ya no le correspondían.
A finales de los setenta, Burke se refugió en su amplia familia y en sus funciones de sacerdote al tiempo que se movía por los pequeños circuitos del blues. Y, a partir de ahí, se convirtió en el gran olvidado. Un hecho lo ilustraba todo: en la película Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, de John Landis), en la que se homenajeaba a los grandes del R&B como Aretha Franklin, James Brown, Ray Charles o Cab Calloway, se le dejó en el ostracismo (ni siquiera aparece en los créditos) a pesar de ser el autor del tema principal, Everybody Needs Somebody To Love. Los productores pensaban que el Rey del Rock’n’Soul estaba muerto.
Burke hubiese acabado como un fantasma de los años dorados si no hubiese reaparecido en 2002, de la mano del gran Joe Henry, con el magistral Don’t Give Up On Me, álbum cargado de composiciones prestadas, a modo de homenaje, por Bob Dylan, Van Morrison o Tom Waits, entre otros. Crítica y público se rindieron ante este predicador de más de 200 kilos de peso. Había resucitado con el esplendor de los viejos tiempos. Empezó a girar por Europa y en España se hicieron familiares sus entrevistas y visitas. Sus conciertos eran un espectáculo sin igual, pura celebración del ritmo. Sentado en su trono y con media familia en la banda, Burke recitaba con gracia mientras regalaba rosas rojas versionando a Sam Cooke o se dejaba besar la calva por sus seguidores y mandaba bailar a todo el público con su Everybody Needs Somebody To Love. Estaba más vivo que nunca con discos más que notables como Make Do with What You Got, Nashville y Like A Fire. Este mismo año había publicado Nothing's Impossible, otra muestra más de su ejemplar estilo.
Solomon Burke deja una una prole de 21 hijos, 69 nietos y 20 bisnietos. También una iglesia erigida en torno a su enorme figura. Pero, sobre todo, Solomon Burke deja un vacío irremplazable en el corazón de miles de fieles a la mejor música negra de todos los tiempos. Su cancionero está en la cumbre junto al de los grandes maestros. Su vozarrón guardaba el secreto del mejor arte: la capacidad de transformar a las personas, de llegar a lo más profundo del ser humano y hacerle sentir que se encontraba viviendo un momento único, mágico, y absolutamente real.


El elegante homenaje de Eilen Jewell a Loretta Lynn

Por: | 07 de octubre de 2010

La fórmula es sencilla. Eilen Jewell + Loretta Lynn = música maravillosa. La buena Eilen Jewell, tan querida en esta ruta norteamericana, vuelve al estudio y a la carretera para presentar su homenaje particular a una de las grandes madres del country. Su nombre: Butcher Holler. Y en este blog lo celebramos.
Cierto que el nuevo disco de Jewell se sitúa un peldaño por debajo de sus antecesores, los magníficos Sea of Tears y Letters from sinners and strangers. Pero cierto también que no se debe ver más allá de que este álbum supone nada más y nada menos que un bonito tributo a Loretta Lynn, un trabajo sin alardes y mucha simbiosis musical entre lo que Lynn representaba y Jewell defiende en la actualidad con su obra. De alguna manera, Jewell se descubre aún más (aunque ya lo había hecho antes con sus canciones de raíces) y muestra un gusto musical brillante y un templo de héroes tan personal como grandioso.
Casi desconocida en España, muy al contrario que en Estados Unidos, Loretta Lynn es una de esas artistas a reivindicar en nuestra tierra. Con carácter y presencia, Lynn representa a la cantante de country triunfadora. Junto con Patsy Cline y Skeeter Davis, es una de las primeras mujeres en convertirse en una estrella del género. No sólo introdujo la voz femenina en lo más alto del olimpo country, sino que también fue parte importante en introducir puntos de vista femeninos en un mundo dominado por hombres. Su influencia se dejó notar en los setenta y, especialmente, en Emmylou Harris que versionó y puso en las listas de éxitos su tema, <<Blue Kentucky Girl>>.
Y, como se ve ahora, su influencia no se ha apagado. Jewell rinde un elegante tributo a Lynn. El disco, Butcher Holler, lleva el nombre de la banda de la que se hace acompañar Jewell que, a su vez, hace referencia a la localidad donde se crió Lynn. Las 12 canciones del álbum son temas propios de Lynn versionados por Jewell, que pone su sello personal gracias a su sugerente y suave voz, con ese acento más académico adquirido tal vez de su vida en Boston, en contraposición a la más quebrada de Lynn, natural de Kentucky, más sureña, más de carretera.
Escuchando a Jewell, viendo su exquisito gusto musical, es normal que David Cameron, primer ministro británico, la cite entre sus artistas favoritas. Según leo en The Telegraph , el premier británico se refiere a Jewell y en Reino Unido ya han sido varios los medios de comunicación que preguntan por esta chica.
En esta ruta norteamericana, no preguntamos por ella porque hace tiempo que ya nos dio respuestas. Por eso, ahora, nos alegramos que Jewell, que se está haciendo con una cada vez más creciente legión de seguidores en España, visite nuestro país para presentar este disco. Su gira pasa por varias ciudades detalladas a continuación. Será un placer disfrutar de su música en vivo otra vez.


Fechas de la gira de Eilen Jewell:
13-X Barcelona. Rocksound.
14-X Valencia. Loco Club.
15-X Granada. Planta Baja.
16-XTomelloso. The Beat.
17-X Madrid. El Sol.
19-X Gijón. Savoy.
20-X Bilbao. Azkena.



Las reediciones de los años esenciales de REM

Por: | 04 de octubre de 2010

Llegan a mi poder tres reediciones absolutamente fantásticas de REM, sacadas por EMI. Los tres primeros discos originales de la banda de Georgia reeditados en un formato de lujo.
Murmur (1983) viene acompañado de un directo en Toronto de aquel año. Reckoning (1984) viene con otro concierto registrado en Chicago. Y Fables of the Reconstruction (1985) trae un disco con 14 demos, la mayoría corresponden a temas incluidos en el disco, pero entre este material hay absolutas rarezas, como <<Throw those trolls away>>, que no había sido publicada hasta ahora.
Reconozco que esta etapa de los chicos de REM es la que más me fascina. De hecho, cuando esta banda ya se encuentra en el olimpo de las grandes formaciones americanas de todos los tiempos, con una repercusión mediática espectacular y un gran seguimiento por parte de los fans, siempre me remito a considerar su obra de los ochenta como la verdaderamente imprescindible.
Los primeros REM, tal vez los menos conocidos tras su estallido en los noventa, son, en mi humilde opinión, los más interesantes. Cuando surgen a primeros de los ochenta, en ese ambiente post-punk, con ese sonido del que se insuflaría el nuevo rock americano, REM eran toda una propuesta con la que congratularse.
Mientras en la Universidad de Georgia, Michael Stipe y Peter Buck compartían su afinidad por el punk rock, después de encontrarse con Bill Berry y Mike Mills, el cuarteto empezó a dar forma a ese sonido punk y versionar bandas de garage de dentro y fuera de Athens. Pronto dieron con su propia fórmula musical en un sonido post-punk, combinando elementos del folk-rock con distorsiones de guitarras bajo la emblemática voz pop de Stipe, siempre hábil y versatil al microfono.
El lanzamiento de Murmur, en 1983, mostraba, por tanto, a una banda que sabía cristalizar un sonido personalísimo, convirtiéndose en superestrellas de la escena local rock de los institutos y bares, como se recoge en los libretos interiores de estas reediciones. Las giras de REM recorrían buena parte del Estado de Georgia. Daban rienda suelta a ese poderoso punk de marcado acento pop, una simbiosis muy atractiva tras el no tan lejano estallido del punk de la costa Este en Nueva York con bandas como The Ramones, The Pretenders o The Dictators.
Era un sonido muy underground y enigmático. Letras crípticas que se sucedían en una música sutil y enérgica, gracias a las guitarras de Mike Mills. Murmur representaba, por derecho propio, uno de los grandes debuts de los ochenta. Y con Reckoning subían el listón aún más. Las canciones de Fables of the reconstruction, entre las que figuran los singles "Driver 8" y "Can't get there from here", eran menos directas que las de sus predecesores, pero sirvieron para ampliar el horizonte del grupo, cuyo guitarrista defiende con vehemencia este disco "denso y atmosférico". "Es uno de mis álbumes favoritos y estoy verdaderamente orgulloso de lo extraño que es", asegura Peter Buck en las notas de la edición especial del disco.
Fables of the Reconstruction ayudaba a hacer junto con Murmur y Reckoning un triplete discográfico esencial en cualquier discoteca de rock norteamericano.


El País

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