Cuenta la historia que Howard Carter, concienzudo egiptólogo británico, halló la tumba de Tutankamon por casualidad. Corría noviembre de 1922 cuando el caballo de uno de los trabajadores de las excavaciones en el Valle de los Reyes tropezó con una grieta en mitad de un suelo de piedra. Los conocimientos de Carter, un magnífico arqueólogo y apasionado del Antiguo Egipto, hicieron que lo que hubiese pasado por un mero accidente se relevase como un posible hallazgo. Mandó excavar y excavar y se hallaron unas escaleras. Nadie sabía a dónde se dirigían, pero surgieron unos primeros indicios, que despertaron la innata curiosidad del egiptólogo. En una reducida cámara, se encontró la tumba casi intacta del faraón Tutankamon, una maravilla del Imperio Nuevo, y uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología moderna. De la casualidad llegó un tesoro. La historia de nuestro protagonista recuerda a la del viejo Carter. Porque John Ciba, un Dj profesional de Chicago, tiene mucho de Carter y, como él, ha incluido un nuevo fascículo para el conocimiento humano, gracias a su envidiable curiosidad y su amor innato por la música.
Tal egiptólogo de raza, Ciba se ha adentrado en una aventura de otra época y ha llevado a cabo un trabajo fantástico de arqueología, en este caso, en otra tierra divina, la de los faraones del soul, en la misma Alabama, donde las canciones sustituyen a los jeroglíficos para que los mortales puedan alcanzar la eternidad. Su labor es, para ser exactos, un completo ejercicio de resurrección. Los volúmenes The Birmingham Sound: The Soul of Neal Hemphill, las dos joyas de la corona del trabajo de Ciba, son tan importantes para los amantes de la música negra como las últimas tumbas descubiertas en el Valle de los Reyes para los egiptólogos.
Música de raíces procedente de las profundidades de la vieja Alabama, que ha dado pie a la creación de un nuevo sello independiente llamado Rabbit Factory y al renacer de leyendas locales como Roscoe Robinson o Ralph Soul Jackson, momias desconocidas para la anquilosada industria discográfica, pero auténticos reyes sin corona de los sonidos del sur para los oyentes exigentes y de paladar fino. Música rastreada bajo los escombros, que recupera la fascinante historia de Neal Hemphill, fontanero de profesión y anónimo productor que se dedicó en su estudio casero de Birmingham a dar una primera oportunidad a decenas de músicos locales.
En el número de febrero, la revista Ruta 66 publica un reportaje que he escrito sobre el sonido de Birmingham y las historias enlazadas, muchos años después, de John Ciba y Neal Hemphill. Cuando di con esta apasionante historia hace cuatro años, poco a poco me fui sumergiendo en ella, como quien poco a poco conoce más de un mundo oculto. Primero, me hice con el primer recopilatorio, investigué en la música de la época y dejé escrito un texto para Efe Eme. Después vi cómo la discográfica recién creada iba creciendo en la publicación de material, contacté con John Ciba, verdadero protagonista de este viaje en el tiempo, le entrevisté, entablamos una buena relación y durante un tiempo estuvimos en continuo contacto. Con todas las teclas sobre la mesa, terminé por escribir un reportaje que llevaba unos meses a la espera de ser publicado. Jorge Ortega, director de Ruta 66 , apostó por este reportaje desde el principio, hace más de un año y medio cuando se lo comenté, y me recordaba cada dos por tres que le mandara el texto definitivo. Por unas cosas y otras, tardé mucho más de lo deseable. Pero El Sonido de Birmingham, en busca del soul perdido, ya está en la calle.
Solo espero que el lector disfrute leyendo las historias de Ciba y Hemphill tanto como yo investigando y escribiendo sobre ellos. Para resumir sus historias y el reportaje, la enciclopedia musical que es Ciba dio por casualidad con el nombre de Hemphill en los créditos de unos discos y no paró hasta saber quién era ese tal Neal Hemphill. Y toda vez que lo supo, viajando a Birmingham, de donde procedía la música que acreditaba, Ciba rescató de los cubos de basura su legado sonoro.
Hemphill era un blanco, natural de Mobile, Alabama, que había hecho sus pinitos como cantante gospel a finales de los cincuenta con el grupo Commander’s Quartet. A mitad de la década de los sesenta, se mudó a Birmingham con su esposa e hijos para trabajar de fontanero, pero sin olvidar su gran interés por la música. En el sótano de su casa, abrió un estudio de grabación por donde pasaron jóvenes cantantes y músicos que querían grabar sus canciones. De esta forma, el fontanero blanco se convirtió rápidamente en el padrino de muchos artistas negros en Birmingham, cuna negra del sur.
El estudio casero de Hemphill era como un laboratorio humano, en mitad de la tormenta social que caía en Estados Unidos. De aquella época, es conocida la Carta desde la cárcel de Birmingham que escribió Martin Luther King en los márgenes de un periódico en 1963 cuando estaba incomunicado en plena lucha de los derechos civiles. Birmingham (y por extensión Alabama) fue una de las bases del movimiento civil de la población afroamericana donde, poco antes de que Hemphill se fascinase con los sonidos negros, se sucedieron toda una ola de protestas y manifestaciones estudiantiles contra las leyes discriminatorias y la intolerancia social. El sonido de Birmingham, repleto de vientos efusivos y orgullo en las letras cantadas por voces del sur, recogía parte de ese afán humano de toda una comunidad, la negra, por expresarse y hacerse notar en EE UU.
Escuchar el sonido de Birmingham es entrar en contacto con la vida. Muchos de los que pasaron por el sótano de Hemphill fueron artistas desconocidos pero con un soplo especial en su soul sureño. Otros, como Frederick Knight, David Sea, Roscoe Robinson o Ralph Soul Jackson fueron más transcendentales y sus composiciones corrieron por la escena del sur. El mismisimo Jerry Wexler de Atlantic Records se interesó por ellos. Esos músicos, olvidados para la memoria colectiva, habían trabajado o girado con Aretha Franklin, Carence Carter, Wilson Pickett, Otis Redding o Arthur Conley.
En las páginas de la revista Ruta 66, hay más información de todo esto. Pero necesitaba traer esta historia, aunque fuera de forma más breve, a La Ruta Norteamericana. Las posibilidades que da Internet me permite recomendar los discos de Ciba, que en su formato físico tienen libretos contando la historia con todo lujo de detalles y diciendo quién es quién en cada canción. Si tienes Spotify, puedes escuchar el volumen 1 y el volumen 2 de The Birmingham Sound: The Soul of Neal Hemphill. Si eres amante de la música de raíces afroamericana, te aconsejo que dediques una tarde o una mañana a escuchar con calma y atención ese circo sonoro, repleto de trapecistas, domadores y hombres bala de la soul music. Auténtica vida y magia en esos recopilatorios.
La Ruta Norteamericana solo celebra y brinda por la existencia de gente como John Ciba y Neal Hemphill. Porque conmueve pensar en Neal Hemphill, con su mono de fontanero y sus rudimentarios aparatos, grabando a Roscoe Robison o cualquiera de los muchos artistas desconocidos o semidesconocidos que pasaron por su sótano cósmico, en un Birmingham segregado, con una comunidad negra reivindicando su identidad. Lo de Hemphill y lo de John Ciba es una oda al romanticismo, tan vilipendiado en estos tiempos que corren, tan devaluado en estos días de consumo rápido. Pero, todavía, muchos años después, hay motivos para creer en la música como fuente de inspiración, como motor vital, como viaje en el tiempo. La música, a fin de cuentas, como una aventura para el oyente. Tal vez, por qué no, la aventura jamás vivida.
Hay 10 Comentarios
Menudo descubrimiento! Qué maravilla de música
Publicado por: Fontanero Algeciras | 04/10/2013 13:00:54
Interesantísimo, Fernando. Muchas gracias¡Vivan pues el fontanero productor Hemphill y los músicos que pasaron por su sótano, el DJ detective Ciba, el sabueso Navarro y los agradecidos receptores del fruto de estos esfuerzos!Muy muy de acuerdo con recopetín: ya no pierdo ni treinta segundos escuchando cosas que no merecen la pena.
Publicado por: Pedro Cruz | 17/02/2011 10:38:56
Queda claro que con gente como Ciba la música está salvaguardada. Me alegro que la historia fascine tanto como a mí.
Publicado por: Anónimo | 16/02/2011 11:54:12
Me gusta la historia con la que empieza este post, el recordar el hallazgo de esa tumba, son historias que me apasionan y que encierran un misterio inexplorable
Publicado por: Abogado Marbella | 16/02/2011 9:22:16
muchisimas gracias por el descubrimiento, estoy disfrutando escuchando los 2 cd's!!!!
Publicado por: myr | 14/02/2011 13:29:12
Pero que increible!Realmente inspirador. Estas son las cosas que realmente merecen la pena en la música. Entre tanta jungla de grupos, grupetes, modas y estilos esta historia es alucinante.Quiero decir que la oferta es tan grande, el fanatismo es tan obtuso en sus formas que hay que salvar la musica, la verdadera música por encima de estilos e ídolos de papel.Ya no hay musica buena y mala. Ahora hay música que merece la pena y otra que no. Y en eso deberían pensar los artistas si quieren sobrevivir, y así por supuesto pasaremos por caja. Yo por lo menos. VIVA LA MUSICA.MUSIC=LIFE
Publicado por: recopetin | 13/02/2011 18:52:54
Gracias, Fernando, por ilustrarnos. Aquí una entrevista con Ralph Jackson:http://screaminandcrying.blogspot.com/2006/09/ralph-soul-jackson-feature-and.html
Publicado por: Manuel Beteta | 11/02/2011 21:09:34
Como para no meternos ganas... Lo leeré y escucharé los discos. Gracias, dagal.
Publicado por: Atalanta | 10/02/2011 17:34:20
Un gozada el post y otra gozada el video, no se que mas añadir bueno si.SALVEMOS LA MUSICA, TE QUIRO CIBA.
Publicado por: Chema | 10/02/2011 16:00:50
Gracias Fernando, por descubrirnos estos tesoros hundidos de esta forma tan sencilla y modesta. Viva el soul!
Publicado por: maria | 10/02/2011 14:22:16