Ando preparando un reportaje sobre rock, el futuro y el pasado del rock, y ando metido de lleno en lecturas y entrevistas. Una parte muy gratificante de este trabajo es que puedes conocer y entrevistar a grandes personalidades, incluso llevarte grandes sorpresas, también grandes decepciones. Como dice el maestro Diego A. Manrique, en sus consejos al periodista musical (aunque yo creo que también en el del periodista en general), conviene distanciarse de los artistas (póngase aquí, políticos, empresarios, futbolistas, actores...).
En el apartado de buenas sorpresas, la última verdaderamente gratificante me sucedió cuando las pasadas navidades entrevisté en persona a José Ignacio Lapido, al que ya había entrevistado por teléfono hacía unos años. La obra de Lapido, como la mejor música de mi vida, me había alumbrado con intensidad durante años. Por eso me hacía especial ilusión charlar con él mientras desayunábamos y andábamos por el centro de Madrid. Pasa que, a veces, conoces a la persona y rompe el aura del músico. Ser persona y ser artista son dos cosas muy distintas, dos papeles que se juegan con muy distintos guiones. La sencillez y cercanía de Lapido fueron tan sinceras que daba gusto pensar en él como artista. Hay poetas de la vida que se visten por los pies, son tímidos y les molestan los focos. Lapido, además, me regaló algo con lo que nunca hubiese contado: me felicitó por este blog, por La Ruta Norteamericana. Hay cosas que valen más que el dinero, incluso más que caer en gracia a algún jefe.
De esas cosas, están las palabras de Lapido como las de varios lectores de este blog que os acercasteis el otro día tras el concierto de Willie Nile. También están las dedicatorias, como la del propio Willie Nile, que no me esperaba y me dejó con el corazón en un puño, por completo emocionado tras los últimos acontecimientos de mi vida y por el fantástico gesto que tuvieron conmigo él y Jorge Otero, guitarrista de la banda, en mitad del concierto. Desde aquí brindo ya mismo por el rock’n’roll. El rock’n’roll, al fin y al cabo, es algo intangible pero que existe en la vida de muchas personas. El reportaje que ando preparando intentará hablar sobre qué es del rock’n’roll en la actualidad, más allá de ventas. Para este reportaje, hoy entrevistaré al gran Peter Doggett, magnífico musicólogo británico, autor de varios libros, entre ellos el fundamental There’s a riot going on. Este libro de casi 600 páginas es una especie de Biblia sobre el fenómeno social que supuso el rock en la cultura popular, cuando en los cincuenta y los sesenta el mundo occidental corría muy deprisa en mitad de la guerra de Vietnam, los derechos civiles, los movimientos de liberación o la emancipación de la mujer de muchas cargas sociales.
Al leerlo, te queda la sensación de que el rock actualmente no se parece a lo que fue antes, a los años dorados del género donde los cambios sociales estaban muy ligados al sonido de una época. Sin embargo, creo que el rock sigue aquí, más sigiloso que antes, tal vez, pero presente en la vida de muchas personas. Me interesa muchísimo la opinión de Doggett, como la de otros musicólogos estadounidenses y británicos. Conviene leer libros al respecto. Porque en mi opinión se trata de ver que la música no es solo entretenimiento. Como el cine tampoco lo es. Hay mucha música que guarda un propósito en ella y otras veces sin quererlo alcanza otras metas sociales y culturales.
Mientras el sol va calentando poco a poco Madrid en esta mañana de jueves, me detengo a pensar en todo esto un rato. Me detengo a pensar en esos lectores que se me acercaron para hablar de música, de guitarras limpias, de estribillos que revolotean en tu cabeza durante días, de Willie Nile, de Lapido, de la revolución del rock, de lo que se ha ido y se ha quedado, de lo que esperamos. Si un acorde sacude tu cuerpo o una voz enciende tu alma, entonces, todavía, conviene creer en lo que sientes, en seguir tu instinto. Hay veces que solo se trata de guardar silencio en armonía, otras de saltar y otras tantas de dar palmas. Incluso de rendir humilde tributo: como Willie Nile con sus adorados The Ramones. Y como esta Ruta Norteamericana a todo lo que gira en torno a ella: música, palabras, comentarios, encuentros y, por supuesto, vosotros, los lectores.
((Aquí puedes escuchar en Spotify la lista de "Pildoras atómicas" dedicada al bendito arte del rock de guitarras, para celebrarlo))