Clarence Clemons, el intenso viento de la E Street Band

Por: | 20 de junio de 2011

Reproduzco el obituario que el diario El País ha publicado bajo mi firma sobre la muerte de Clarence Clemons. Aunque se puede leer desde ayer en la web del periódico, no me gustaría que esta ruta sonora se quedara sin esta necrológica en sus archivos.
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Al poco de publicarse Born to run, el disco que catapultó en 1975 al estrellato a Bruce Springsteen, el prestigioso crítico musical Lester Bangs calificó su sonido pletórico como "un recordatorio de lo que es amar al rock and roll como si lo acabáramos de descubrir". Con los sesenta esfumados, la música disco invadiendo las ondas y el punk a punto de poner todo patas arriba, Bangs quedó prendado del aire eufórico de aquel rock romántico y esperanzador, que se estiraba hasta el infinito, con pasión incombustible y fuerza titánica cuando surgía el saxofón de Clarence Clemons. Su intenso viento, el de la E Street Band, era la evocación mayúscula del espíritu del rock and roll que simbolizaba Springsteen.
Clarence Clemons murió el sábado a los 69 años en Florida, después de las complicaciones derivadas de un derrame cerebral sufrido la semana pasada. El saxofonista fue sometido a varias operaciones en el cerebro y la parte izquierda de su cuerpo quedó paralizada. Los miembros del grupo ya habían sido avisados para que se trasladasen a Florida.
Nada será igual para Bruce Springsteen y los miembros que quedan de la E Street Band a partir de ahora. Se ha ido Clarence, The Big Man, tal vez el saxofonista más ilustre de una banda de rock sobre un escenario, el tipo alto y fornido de la amplia sonrisa, de las bromas con el Boss. En aquella portada de Born to run, en una fotografía en blanco y negro, Springsteen aparece con su Fender Squire colgando, apoyado en la espalda de Clemons, que sujeta su saxo. Era la estampa de la inocencia del rock, que evocaba aventuras y anhelos para el viaje personal de cada oyente. La imagen perfecta para ilustrar sus solos de saxo, que fueron algo más que un magnífico adorno musical en la E Street Band: ensanchaban el alma y simbolizaban la esperanza.
Nacido en Norfolk (Virginia), fue hijo de un ministro baptista que pensaba que el rock and roll era cosa del diablo. La música góspel y el R&B de los cincuenta influyeron en él. The Coasters, Otis Redding, Dion & The Beldmons fueron algunos de los artistas escuchados por un joven Clemons, aunque, a la hora de dedicarse a lo que más le gustaba, prestó atención al trabajo de saxofonistas como King Curtis o Junior Walker. Por sus grandes dimensiones, muchos le aconsejaron en la Universidad que se dedicara al fútbol americano, pero él siempre llevaba el saxo en el maletero de su coche. Era su verdadera pasión.
Según la leyenda, fomentada por él mismo y Springsteen, ambos se conocieron a principios de los setenta una noche lluviosa y con viento en la que Clemons apareció entre la niebla del paseo marítimo de Asbury Park, vestido con traje blanco y con su saxo. Tanto Springsteen como Steve Van Zandt, guitarrista de la E Street Band, pensaron que ese gran hombre iba a robarles. Pero Clemons solo quería tocar con ellos. En realidad, Clemons conoció a Springsteen en una de las actuaciones que el cantante tenía por aquellos años con la Bruce Springsteen Band. Y pidió tocar con él. Amante del soul y el rock primigenio de los cincuenta, el Boss vio la oportunidad ideal para ampliar su espectro sonoro.
A partir de entonces, comenzó una relación mágica para ambos. Una extraordinaria camaradería y simbiosis musical, también con su punto de desencuentro, cuando el cantante decidió disolver la E Street Band a finales de los ochenta. El saxo de Clemons podía dar un punto canalla y vitalista al espíritu callejero y naif de Greetings from Asbury Park y The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle; podía agrandar la belleza y el dolor en Born to run; cortaba como un cuchillo afilado en Darkness on the edge of town o suponía un chorro refrescante, de contagioso soul en composiciones genuinas de rock and roll en The river.
En 1983, inició su carrera en solitario, paralela a la pertenencia a la E Street Band, con la publicación de Rescue. Esta carrera, en la que mostró su amor por el soul y el funk aunque pasados por el tapiz algo insulso de los ochenta, apenas tuvo repercusión y aportó nada interesante más allá de Hero (1985). Desde entonces, solía tocar con su banda en garitos de la costa este de EE UU. En Nueva Jersey, no era difícil encontrar actuaciones de su grupo The Temple of Soul entre los descansos que le dejaban las giras y grabaciones con la banda de la calle E.
Sus colaboraciones más emblemáticas, por ofrecer lo mejor de su viento embriagador, fueron sus aportaciones en los discos de Gary Us Bonds, Dedication y On the line. Además, Martin Scorsese contó con él para New York, New York y se le vio en Blues Brothers 2000. En la pequeña pantalla, apareció en Nash bridges y The wire.

La última actuación de Clemons con la E Street Band fue en diciembre de 2010 en el Estado de Nueva Jersey. The Big Man debía tocar el himno estadounidense antes del segundo partido de la final de la NBA entre Dallas Mavericks y Miami Heat hace dos semanas, pero tuvo que renunciar por una lesión en la mano. Desde hacía años, sus achaques eran evidentes. Necesitaba descansar en una silla en los conciertos y le costaba atinar con algunos solos.
El alma de la E Street Band ha quedado troceada, aún más que cuando se fue Danny Federici, teclista original de la banda, fallecido en 2008. Nada será igual. La banda no tendrá ningún sentido. Los solos de Clemons en canciones tan emblemáticas como Rosalita, Jungleland, Born to run o The promised land eran una seña de identidad. Para la gran mayoría, la seña de identidad del mejor rock de Springsteen. Su aire esperanzador, tierno, cálido, intenso, infinito, cercano. Era el saxofón de Clarence Clemons, recordando, como diría Lester Bangs, lo que es amar el rock and roll.


Hay 7 Comentarios

hasta siempre Clarence te vi en santiago de compostela en el ultimo concierto que disteis en españa tu el boos y toda la banda a sido un honor el haberte visto en directo y en persona donde quieras que estes sigue dandole al saxo con esos solos increibles animo tambien al gran bruce y a toda la e stret band

Todavía a dia de hoy y en estos momentos se me siguen saltando las lagrimas cuando oigo ese saxo tocando con la E ; ya no serán igual Jungeland, Born to Run, The Night, o Thunder Road y tantas otras.Que a mi personalmente me han servido para salir de mas de un bache o putada de la vida, si lloro, cuando recuerdo haberle visto en directo en los conciertos y estar a penas 10 metros de el y llorar en sus conciertos con la E y el Boss. Clarence esta ella en ese cielo de los grandes músicos y desearle que descanse en paz en el.Que mierda coño.

La banda puede seguir teniendo sentido, pero Clarence es probablemente el miembro más difícil de sustituir. En la última gira las guitarras subrayaban sus solos por si fallaba, pero el saxo se echará en falta, sobretodo en las canciones anteriores al 80. Una triste pérdida que ha tenido escaso en medios españoles que no sean este blog o ruta 66.

Solo hay una cosa con la que no estoy de acuerdo: la E Street sí seguirá teniendo sentido. Faltan dos imporatntes pilares, de acuerdo, pero aún hay importantes, muy importantes componentes de ella. Descansa en paz, Big Man

Amar el Rock&Roll, que gran idea, que gran concepto y que gran alimento para el alma.

Una perdida triste, sin duda. Nunca he sido muy fan del Boss, pero está claro que Born to Run nunca volverá a ser la misma. Son de esas canciones rock, como Sweet Virginia de los Rolling, que no se conciben sin el solo de saxo.RIP

Brindo por esos momentos únicos en el escenario. ¡Hasta siempre, Big Man! Nos quedamos muy tristes, pero con tantos buenos recuerdos... nunca te olvidaremos. DEP

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