Como ya habéis visto, La Ruta Norteamericana ha cambiado de imagen. El cambio se debe también a un salto a otra plataforma de blogs, que permitirá ofrecer los contenidos de mejor manera. Tras las vacaciones, agradezco en este primer mensaje de contacto al equipo de diseño y contenidos digitales de El País y, muy especialmente, a Ruth e Iván, que se han encargado de que La Ruta Norteamericana tenga esta apariencia más atractiva y con más herramientas.
Parece mentira cómo las vacaciones se olvidan en las primeras horas de empezar a trabajar. Incluso en los primeros minutos. Sin embargo, algo queda. En mi caso, quedan los libros y discos de los que he disfrutado al glorioso ritmo que permiten las vacaciones. Entre todos, destaco para esta ruta sonora los días y, sobre todo, las noches que me he sumergido, tal capitán Nemo, en la obra de Miles Davis. La adquisición de una amplia caja recopilatoria me ha permitido disfrutar de la evolución sonora de este gigante de la música, pero reconozco que me ha enamorado en su etapa cool más que en ningún otro periodo. Y es que, a decir verdad, un disco como Birth of cool entra de maravilla en las noches de verano tumbado en una terraza al aire de esas melodías eternas.
Ha sido el disco que más he disfrutado en estas semanas. Las 12 composiciones que se guardan en el álbum son ejemplos maravillosos del carácter íntimo de Davis. Es una intimidad envuelta en una magnífica sencillez. En su afán por tocar sencillo, adquiere un sonido propio que lo muestra liberado del bebop del que procedía. Con su noneto forma un conjunto perfectamente acoplado que mantiene de principio a fin el tono, la intensidad y la belleza.