Tal vez no me creáis, pero no tenía pensado utilizar La Ruta Norteamericana para hablar de mi libro, pero el espíritu de Francisco Umbral finalmente ha debido conquistarme. A decir verdad, la culpa la tiene Toni Castarnado, amigo y autor del libro Mujer y Música: 144 Discos Que Avalan Esta Relación. Toni me escribió la semana pasada y me sugirió la idea de escribir un texto desde una perspectiva personal en relación a Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana, mi libro recientemente publicado por la editorial 66 rpm.
Como bien sabe el propio Toni, reconozco que dudé hasta ayer mismo. No veía muy claro hacerlo. A sabiendas de ello, Toni insistió y me hizo ver que tampoco sería tan trágico para el lector de este blog que se supiese cómo se había gestado el libro, que está inspirado en artículos publicados en el diario El País. Bueno, de eso se habla en el siguiente texto, y de otras muchas cosas, donde Toni pone mucho sentimiento y me demuestra una amistad sincera, que es una fortuna para mí. Doy por hecho que las buenas palabras de un amigo pueden llegar a sonrojar a quien las recibe, como es mi caso, pero también que no hubiese estado bien negarle su ayuda desinteresada para que la gente conociese un poco más el trabajo más fascinante de mi carrera y el que más ilusión me hace compartir. Espero que no lo tengáis muy en cuenta, pero hoy, Toni, a partir de mi consentimiento, como un Umbral en la sombra, viene a hablar de mi libro. El autobombo no irá a más.
Texto: Toni Castarnado
A Fernando lo conocí hace unos años en Barcelona. Fue a la salida del concierto de Tom Waits en el Auditori del Fòrum. Iba acompañado por Héctor G. Barnes y a ambos me los presentó Jorge Ortega, co-director de Ruta 66. Teníamos en común que los tres colaboramos en la revista, y la conversación giró en torno a eso y al concierto del californiano. Años más tarde, después de cruzar algunos correos durante un tiempo, le propongo a Fernando escribir un texto para este blog, y lo hago sobre la cantautora Brandi Carlile.
A principios de mayo del 2010 hago un viaje a Madrid para ver a Iggy Pop y sus Stooges. Allí se reúne una buena parte de los redactores de Ruta 66. Venimos desde todas las latitudes de la geografía hispana, de Barcelona, de Sevilla, de Bilbao, y lógicamente, allí nos espera el comando madrileño. Y entre ellos, está el responsable en conducir esta ruta norteamericana que recorre el país de punta a cabo a casi a diario. Al día siguiente la congregación hace acopio de un generoso cocido madrileño y con los gin-tonics de la tarde se crea un ambiente que sería digno de haberse filmado para que saliese en una película de Almodóvar. Y es allí dónde se cuece de verdad esta amistad que perdura y que perdurará en el tiempo. Yo sigo firmando artículos para esa “Parada para repostar” que a mí me llena de placer y orgullo. La eterna Billie Holiday, la serie Tremé o recientemente ese cruce entre Nirvana y A Dos Metros Bajo Tierra son algunas de mis aportaciones. Pero más allá de lo que escribimos, está lo que vivimos, lo que sentimos, lo que nos llena de gozo.
A principios de año publico mi primer libro, Mujer y Música: 144 Discos Que Avalan Esta Relación, y Fernando es uno de los que más se implica en el proyecto –su texto en este blog con mi texto en el libro sobre Lucinda Williams como aporte, otro para ese clásico de esta casa que es Babelia y la inolvidable entrevista que me hace para Onda Cero junto a Isabel Gemio-. Ambos hemos tenido largas conversaciones, venimos de pasar por una larga travesía por el desierto, con nuestras alegrías y nuestros sinsabores, el resultado a una vida que igual te da ciertas cosas, que son ciertamente hermosas, y que de otro modo te las quita sin tiempo a que reacciones. De nuevo el mes de mayo, y otra vez Madrid.
En la librería El Argonauta presento el libro. Para mi regocijo, Christina Rosenvinge es una de las invitadas al acto, dejando boquiabiertos a los que allí estaban gracias a sus interesantes reflexiones y a su cariño. En el otro flanco está Fernando. No podía ser de otra manera. Su bondad, su generosidad, su profesionalidad y su saber estar me tenían que acompañar en un día tan importante para mí. Un gustazo, un verdadero y auténtico placer. Al acabar, con las cañas a posteriori, en el bar de enfrente nos da una noticia: va a ser padre. Yo tengo otra, pero de momento me la callo, aunque los tiros también van por ahí. Pasan los meses, y salvo algún correo esporádico que nos mandamos, no nos encontramos hasta que llegado el mes de septiembre. Él me avisa de que está en Barcelona. Se marcha en unas horas, pero tengo que hacer lo posible por verle y así conocer a su adorable mujer. Son dos horas escasas, y es a las puertas de la entrada del AVE cuando me explica el proyecto que tiene entre manos: Acordes Rotos. Casualidad o no, lo va a sacar en la misma editorial que lo hice yo. Otra cosa más que nos une.
La idea me parece fascinante, el concepto se adapta a él como a un guante, y gracias a los textos que ya había escrito para sendos proyectos para Efe Eme -para la serie Forajidos- y El País –para el blog Muro de Sonido- el libro había tomado forma sin pensarlo previamente. Ahora solamente faltaba ampliar, hacer crecer esa obra que ya estaba en su cabeza, si bien eso para Fernando no iba a ser un problema. Le agobiaba un poco la premura del tiempo, entonces hacía calor pero con los primeros copos de nieve el libro tenía que estar a la venta. Ya saben, la campaña de navidad acecha y hay que aprovechar el momento. Al salir de la estación de Sants no puedo evitar enviar un mensaje a mi amigo del alma Alfred Crespo, el editor de 66 rpm Edicions: “Ya estoy al tanto de la noticia, tenemos a un nuevo integrante en la familia”. Porque sí, porque 66 rpm es lo más parecido a una familia. Todo el que entra ahí se queda para siempre y se implica al 100%, sin importarle las horas que se dedican, y ni tan solo buscando un objetivo en concreto: simplemente queremos disfrutar de esta aventura. Y la del autor de Acordes Rotos se convirtió en un reto, en una obsesión.
Edu Izquierdo, que editó la biografía sobre Quique González -que a la postre es prologuista aquí- Una historia que se escribe en los portales también forma parte del clan, y es otro que se vuelca echando un cable. Fernando se pone a escribir como un poseso, su pluma vuela, y los textos van cayendo uno tras otro. Él nos los envía para que opinemos, y lo único que hacemos nosotros es babear, disfrutar como enanos con lo que leemos. Están impecables, no vemos nada que haya que objetar, salvo el quisquilloso pero entrañable Manuel Beteta -que es el último en entrar en capilla-, el encargado en hacer de corrector, puliendo esos cuatro detalles que a todos se nos escapan cuando escribimos una obra de tal magnitud. El resto nos ponemos a su entera disposición, para buscar contactos, bajar portadas, rastrear fotos, incluso él nos invita a opinar sobre el número y los nombres de la lista que él baraja. Estamos en casi todos de acuerdo, pero hasta ese debate es interesante. Y no porque ninguno no merezca estar, sino porque alguno se tiene que quedar fuera a la fuerza, aunque el elenco quita el hipo. Lo del número, tal y como explica el propio autor en su introducción es un homenaje al vinilo: 33 son los escogidos. Esa es la esencia del libro, su espíritu primigenio. Para él es un alivio, ya que así cierra el tema y la selección de músicos. Por experiencia propia, se del quebradero de cabeza que supone dejar a unos y escoger a otros.
Sin embargo, Fernando por fin lo tenía claro en su cabeza. Y no únicamente eso, también lo era la idea que quería transmitir, el concepto que él manejaba. Él mismo lo explica en la introducción de esta colección de retazos de música atemporal e imprescindible: “Acordes Rotos trataría de hacer un rápido recorrido a la música norteamericana del siglo XX a través de historias de artistas relevantes (y a mi juicio esenciales) que no gozaron del mismo reconocimiento que otros coetáneos suyos o, simplemente, vieron truncadas sus magníficas carreras por la desdicha. Es decir, en todos ellos tenía que latir el sentimiento de que algo había quedado pendiente. Esa deuda histórica podía ser el aplauso del gran público, el éxito comercial, el recuerdo de la memoria colectiva o un tiempo más de vida para disfrutar de lo conseguido. En cualquiera de los casos, muerto tan joven como el exitoso Buddy Holly con 22 años o mayor pero tan olvidado como Bobby Charles con 71 años, unos y otros se iban de este mundo con algo pendiente dejando la sensación de un extraño vacío, de un in injusto adiós. No podían entrar, por tanto, gente como Elvis Presley o John Lennon, fallecidos trágicamente pero cuyas figuras son monumentales por su éxito en vida, su fama y su reconocimiento”. Otra de las premisas era que sus carreras fueran en solitario, incluso si habían formado parte de un grupo, pero que tuviesen un sólido recorrido como músicos que llevaron a buen puerto su iniciativa como llaneros solitarios.
Además, este libro tiene en la historia como tal, en su parte sociológica, un aspecto que hay que destacar sobre manera. Porque no sólo de música se habla en estas detalladas biografías, las connotaciones políticas, de raza, de exclusión, se tratan en esta obra con talante que solamente un historiador como Fernando puede plasmar con total conocimiento de causa. El libro en sí es una maravilla, otra cuidada edición de una editorial que no descansa, con una portada de disco elegida por artista y una frase que sirve de gancho para introducirte en vidas que son apasionantes y que están contadas con pasión, con elegancia, con sensibilidad y con muy buena letra, con la sabiduría solo al alcance de quien conoce a fondo las particularidades de la música norteamericana. Ya sea soul, country, rock n´roll, blues o jazz. O mejor dicho, artistas como Sam Cooke, Patsy Cline, Jeff Buckley, Charlie Parker o Johnny Thunders. Precisamente, este último es el que ilustra la portada, en ese blanco y negro que define a la perfección el sentimiento del libro. Nadie mejor que él ejemplifica el sentido de Acordes Rotos. La retrospectiva es fruto del trabajo de otro incansable, el gran Xavier Mercadé, otro que se presta a lo que haga falta. Como Ignacio Julià, que se ocupa de firmar un epílogo en el que habla sobre las nuevas generaciones de escritores que asoman la cabeza con descaro y con clase. Un halago viniendo de alguien como él con un historial como el suyo. Y Fernando es uno de esos elegidos, de eso no nos cabe la menor duda.
A mí no me queda más que decir o añadir: simplemente que adquieran esta joya y la disfruten tanto como lo he hecho yo. Su biblioteca lo agradecerá. Su discoteca también. Seguro que salen a completarla nada más leerlo. De momento pueden ir haciendo boca con la selección musical que viene a continuación y que ha completado su autor. Yo aún recuerdo cómo, entre lágrimas, y con la piel en carne viva, fui a buscar corriendo un disco de Vic Chesnutt a mi estantería el día que Fernando nos envío el último texto que había escrito para el libro y que trataba sobre ese músico descomunal y desafortunado que moría la noche de Navidad del 2009. De hecho, es el último retazo que aquí sale reflejado, ese otro acorde roto que nos dejó sin otro músico que es para enmarcar. Alfred Crespo me lo ha repetido cientos de veces: el poder curativo de la música. Y a poder ser amenizado con un libro como este entre las manos. Y estoy seguro de que Fernando está también acorde a nuestra filosofía de vida.
Lista de reproducción de "Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana" en Spotify.
Lista de reproducción con vídeos.
Create a playlist at MixPod.com
Hay 6 Comentarios
http://nelygarcia.wordpress.com. Creo que un libro es el mejor vehículo, para que se conozca cualquier actividad: si además está bien escrito, transmite emociones y cuenta con gente importante para la promoción, reúne todos los requisitos para alcanzar el éxito. Saludos.
Publicado por: Nely | 14/12/2011 10:59:42
Hola Fernando y Toni,
Muchas felicidades por las "paternidades", Fernando, no dudes ni un momento en que vas a tener un lector de tu libro por lo que a mí respecta, y ya tengo pensado en el destinatario al que le voy a regalar otro, ya conozco tu pasión y buen hacer como para comprar los dos ejemplares sin hojearlos. Me parece estupendo que lo promociones a través del blog porque para eso está, siempre he pensado que lo mejor que hizo Umbral en la vida fue aquella esperpéntica entrevista que ya ha quedado en nuestra iconografía nacional.
Saludos
A ver si te pasas por Barcelona para promocionarlo y firmar ejemplares que así te saludaría en persona
Publicado por: Ferrán Blasco | 14/12/2011 4:17:52
Joder!!!!
VAMOOOOS!
A ver.... lo de ser padre ¿es del libro o de un niño de verdad?
ENHORABUENA!
Publicado por: recopetin | 13/12/2011 22:04:44
si a mí me gusta los escritos de Fernando es porque se deja el alma en cada palabra; transmite una intensidad muy profunda, muy de él, muy sincera, en resumen.
Me haré con Acordes rotos por esa misma razón, la misma por la cual sigo este blog y cada escrito suyo.
Un saludo.
Publicado por: diego | 13/12/2011 18:26:19
Hola Fernando, Hoy Tomi me ha entregado tu libro y cual es mi sorpresa que me nombras a mi, a el menos importante de todo esto.
Darte las gracias hasta mas alla del infinito amigo, eres una buena y gran persona, de las mejores que conozco.
Soy yo el que te debo a ti y mucho tu blog me sirvió para cuando peor lo estaba pasando, era el aire que necesitaba para poder seguir respirando y aun me sirve para seguir cogiendo ese aire que necesito cuando la vida se empeña en ahogarte.
GRACIAS.
Keep On!!!
Publicado por: chema | 13/12/2011 14:47:31
Jo, se me han puesto los dientes largos (y eso que ya los tenía). Excelente y emortivo texto para un libro que estoy seguro me va a fascinar...
Es un placer leer los entresijos de la elaboración de una obra del tal magnitud. Como seguidor y fan del blog y como amante de la música no puedo por más que dar la enhorabuena, en primer lugar al autor del libro, y, en este caso, también al autor de la entrada por introducirme en unas líneas en el apasionante mundo de la editorial musical (en el que algún día a todos nos gustaría estar...;))
Un abrazo a ambos!!
PD: un blog que se convierte en un libro, mmmm qué buena idea ;)
Publicado por: Manu | 13/12/2011 13:53:49