La familia Joad. Fotograma de Las uvas de la ira (novela de John Steinbeck) de John Ford
Decía el historiador Eric Hobsbawn en su imprescindible libro Historia del Siglo XX que el siglo XX ha estado protagonizado en el mundo de las artes por la gente común, cuando el arte ha sido hecho por y para la gente corriente. Y se refería a cómo, desde los primeros años del siglo, la cultura se fijaba en las costumbres, tradiciones y quehaceres del ciudadano de a pie, especialmente en Estados Unidos, con el nacimiento de la fotografía, la consolidación del reporterismo, el desarrollo del cine como fenómeno de masas y la música como vehículo expresivo sin parangón.
Con la gente corriente como protagonistas de un siglo donde, finalmente en más ocasiones de las deseables, la cultura ha terminado por ser mercancía barata, tendencia enfermiza o simple banalidad comercial, conviene detenerse en nombres esenciales en el desarrollo de la música popular. En el caso de esta ruta sonora, de la música popular norteamericana. En muchas ocasiones, nombres conocidos por un amplio público. En otras tantas, nombres absolutamente desconocidos para la gran mayoría. En unas y otras, creadores de verdadera cultura, entendida esta, como dice el gran Emilio Lledó como “educación en la libertad”. Desconocidos para unos, adorados por otros, pero siempre verdaderos creadores, instigadores de la libertad individual con sus guitarras y sus melodías, The Long Ryders forman parte de esa cultura en la que creo, a la que se refiere Hobsbawn.